sábado, 2 de julio de 2011

El honor de los Jedi (144)

144
-Por otra parte, no podemos ver lo que hay bajo la plataforma -dice Luke, recordando que había decidido pensar, y no sólo reaccionar ante la arrogancia de su compañero.- Probemos por tu camino, Erling.
Lentamente retrocede lejos del alcance de la vista de los trabajadores de la prisión.

El honor de los Jedi (124)

124
Luke activa los faros del carro y avanza con ritmo despreocupado. Al acercarse, el técnico dejan de trabajar y se gira a mirar. Su mirada va del carro que se aproxima a la oscuridad bajo él, y de vuelta al carro. Luke baja su mirada, pero sus faros aún no iluminan lo que el técnico está mirando.
Cuatro disparos de bláster brillan en la oscuridad. Dos de los rayos golpean en el capó del carro, cegando temporalmente a Luke. El carro tiembla, y luego se detiene con una sacudida.
-¡Creen que somo fugitivos! -grita Erling.
-¡Lo somos! -exclama Luke en respuesta. Otra andanada golpea el carro. Esta vez, el carro explota, lanzando a Luke con fuerza contra un muro. Un golpe seco retumba en su cráneo. Siente como si el pasillo fuera un tonel gigante que estuviera dando vueltas con él en su interior. Para cuando golpea el suelo, ya está inconsciente.

El honor de los Jedi (135)

135
Luke continúa por el pasaje de la izquierda, ignorando la sugerencia de Erling. Ambos están tratando de adivinar cuál es el camino de salida, pero al menos Luke no busca problemas girando hacia el ruido de la derecha. El pasillo avanza unos diez kilómetros antes de que Luke advierta una luz más adelante.
Detiene el carro y desactiva los faros. Cincuenta metros más adelante, una plataforma repulsora flota a metro y medio de distancia del techo. Un técnico y un droide se encuentran sobre ella, con las cabezas y los brazos metidos dentro de un panel de acceso abierto. Cables y tubos cuelgan del panel como intestinos a la vista.
El técnico se asoma por el borde y dice algo a la oscuridad bajo él. Alguien le pasa una larga herramienta con dos puntas.
-Tal vez debamos dar la vuelta -sugiere Erling.
-Sólo son técnicos -dice Luke, ligeramente agresivo-. ¿Qué pueden hacer?

El honor de los Jedi (132)

132
-¿Que confíe en ti? -replica Luke-. Dame un motivo.
Erling señala al sable de luz de Luke.
-Tienes más motivos para confiar en mí que en el camino de los Jedi. -Su tono muestra su desdén por la Fuerza, y el piloto rebelde responde instintivamente a la última parte de la frase, sin mostrar siquiera la menor curiosidad por cuáles son los "motivos" de Tredway. El desprecio del aristócrata por las creencias de su padre le irrita tanto que casi supera su habilidad de mantener la compostura.
-Lo dudo -dice Luke amargamente.
Continúan recorriendo el pasillo en silencio. De ven en cuando Erling sugiere girar una esquina. Luke a veces sigue sus sugerencias y a veces las ignora, dependiendo de lo que sus propios instintos le dicen. El transcurso del tiempo enfría la rabia de Luke, y considera pedir perdón al otro hombre. Pero aún no puede romper la tenue paz.
En cualquier caso, finalmente dejan atrás la cavernosa maraña de equipamiento y llegan a una intersección con forma de T. Un pasillo con muros similar al que habían usado para entrar a la instalación subterránea seguía en ambas direcciones.
Desde la derecha, resonaba por el pasillo un zumbido distante de maquinaria. Hacia la izquierda, el pasaje permanece silencioso. Luke comienza a girar a la izquierda.
-¿A dónde intentas ir? -pregunta Erling.
-A una estación de lanzamiento periférica.
Erling señala a la derecha.
-Entonces ve por ahí.
Luke se detiene. No tiene ni idea de dónde está, pero no se le ocurre cómo Erling podría saberlo tampoco. Sus instintos le dicen que gire a la izquierda, lejos del ruido.