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Agitas tu sable de luz ante la boca de la criatura,
pero de algún modo esta siente llegar el ataque. La liana-tentáculo que te
sujeta te arroja fuera del alcance en el último segundo. Sigues agitando el
sable de luz contra el cuerpo principal de la planta... al menos de ese modo no
te comerá de inmediato.
Ves un borrón oscuro en el follaje sobre la
criatura. Escuchas el chasquido y el siseo de un sable de luz, y ves cómo una
hoja brillante parte en dos el cuerpo principal del monstruo. Mientras las
hojas exteriores tiemblan y un moco verduzco emana de sus fauces, los
tentáculos quedan inertes, liberando su agarre. Te agarras a uno y lentamente
desciendes al suelo del desfiladero.
Cuando llegas al fondo, el Maestro Ortraag te está
esperando.
-Parece que me apresuré demasiado al enviarte por
tu cuenta –dice, sujetando su sable de luz de nuevo en su cinturón-. Tus
habilidades dejan mucho que desear. Aunque hay otros males mayores infestando
esta galaxia, aún no estás preparado para enfrentarte a ellos.
Fin.
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