viernes, 22 de agosto de 2014

Más muerto que una luna de Tritón (I)


Más muerto que una luna de Tritón

Jason Fry



Solo aferró el pellejo del tauntaun y sus dedos embotados buscaron un hálito de vida.

-Está más muerto que una luna de Tritón –dijo, sabedor de que Luke no podía oírle-. No nos queda mucho tiempo.

- El Imperio contraataca (novelización)



El Sobra Uno estaba a tres horas de Injopan y descendiendo hacia las Fauces cuando el grumete irrumpió en el salón con su último descubrimiento. Era un libro... un libro lleno de misteriosos versos, y algún bicho gordo del Gran Puerto de Injopan acababa de dárselo.

Cinco de los seis corellianos que ocupaban el salón del Sobra Uno apartaron inmediatamente la mirada de Janzel Helot y su hallazgo... sólo llevaban media Carrera Kessel con ese grumete en particular, y sus inacabables descubrimientos y preguntas ya podrían haber llenado a rebosar las bodegas del carguero pesado. Pero Shandy Fanaso echó un vistazo a lo que Janzel sujetaba en su puño... un vistazo que inmediatamente se convirtió en una mirada amenazante.

-Pedazo de barve estúpido, eso no es un libro... es un panfleto –gruñó, tomando las páginas de flimsi de las manos del muchacho y mirando con disgusto la borrosa impresión-. Un panfleto sobre Gactimus. Chico, si sigues cogiendo las cosas que los bichos te dan en los espaciopuertos, te despertarás en una jaula en Trandosha.

-¿Quiere decir que sabe qué es esto, señor Fanaso? –preguntó Janzel, con los ojos como platos, hojeando el panfleto que el contrabandista le había devuelto-. Escuche, es de lo más raro... “Así transicionó Gactimus…”

Fanaso le hizo callar con un gesto de la mano y cerró los ojos por un instante. Luego comenzó a hablar:

-Así transicionó Gactimus,

Cuya mente abrazó la claridad,

Donde otrora sus pies abrazaron el trabajo duro,

Silenciosas fueron sus manifestaciones mentales,

Callada permaneció su alma satisfecha.

-¡Eso es! –exclamó Janzel, que había estado siguiendo la lectura fascinado y que ahora seguía recorriendo con su dedo la página siguiente-. ¿Qué significa? Es fascinante.

-Es basura –dijo Fanaso-. Y no significa nada. Por los huesos negros del Emperador, ¿qué son las “manifestaciones mentales”? ¿Cómo pueden los pies abrazar algo? Y luego no hace sino empeorar... el resto es como leer una receta de estofado kubaz. Ya dije a esos bichos que necesitaban contratar a un traductor de verdad si querían que alguien llegase a adoptar realmente su fe, pero por supuesto no me escucharon.

-¿Señor Fanaso? –Janzel parecía estupefacto-. ¿Es usted... un seguidor de ese Gactimus?

Eso arrancó una Sonora carcajada de los contrabandistas, que habían estado dándose codazos y riendo disimuladamente desde el momento en que Fanaso tomó el panfleto de manos de Janzel.

-Shandy es prácticamente el sumo sacerdote –dijo Devoris, uno de los estibadores-. Adelante, Shandy, cuéntale al chico cómo te convertiste en el gran sumo poobah de los bichos. Puede que aprenda una o dos cosas.

Los ojos de Fanaso fueron de sus ahora sonrientes compañeros de tripulación al hipnotizado grumete y el panfleto que tenía en sus manos, y luego bajó la mirada a la oxidada cubierta de duracero del Sobra Uno.

-Muy bien, chico. –Soltó un suspiro-. Comenzó cuando era joven y estúpido como tú, y me encontraba en una de las lunas de Tritón...



***



Shandy Fanaso apagó los motores del carguero ligero Gambito Corelliano y desplegó su triángulo de trenes de aterrizaje en el momento que sintió el débil temblor de los rayos tractores del crucero de patrulla fijándose sobre su nave. El planeta Tritón era un brillante semicírculo amarillo en su visor, acompañado por un trío de satélites de color gris apagado. Fanaso observó la escena bostezando hasta que los muros metálicos de la bahía de atraque del crucero fueron apareciendo por el transpariacero y le ocultaron la visión. Un momento después, el Gambito Corelliano se posaba en la cubierta con un golpe seco y Fanaso se dirigió a popa, frotándose los ojos.

El oficial imperial que ascendió por la pasarela estaba comprobando su tableta de datos mientras se acercaba; echó un rápido vistazo a Fanaso antes de volver a mirar a los datos que su unidad estaba recibiendo del ordenador de navegación del Gambito Corelliano.

-Fanaso, ¿eh? Soy el teniente Gallagane. Una parada en Tritón de camino a los Pangarees, ¿verdad? ¿Alguna carga adicional que no esté en el manifiesto?

-No. Brazos de repuesto para droides agrícolas, un par de refrigeradores llenos de bruallki, unos cuantos envíos postales del Servicio de Mensajería de Eriadu.

-¿Ese es tu puerto de origen, Eriadu? Se te olvidó registrar eso en tu plan de vuelo, Fanaso.

-¿En serio? ¡Lo siento! Debí pasarlo por alto, señor.

Gallagane alzó la vista de la tableta y miró a Fanaso.

-No te preocupes por ello, chaval... Yo me encargaré de modificarlo y ajustarle la fecha. ¿Es la primera vez que estás en este sistema?

-Sí, señor.

-¿Traes contigo algún holo? Es una larga espera, ¿sabes?

-¿Señor? No, señor. No tengo ningún holo, señor.

La tableta de datos de Gallagane emitió un pitido; volvió a sujetarla en su cinturón y miró a Fanaso.

-Tienes autorización para atracar en Tritón Besh... tu ordenador de navegación tiene las coordenadas. Las tasas de aduanas se añadirán a tus aranceles. Sabías que se tardan cuatro días en procesar los recibos de los aranceles, ¿verdad, Fanaso? ¿No? Bueno, pues ahora lo sabes. La próxima vez que te vea llegar al sistema, te garantizo que tendrás unos cuantos holos. La gente no dice “más muerto que una luna de Tritón” por nada, ¿sabes?

Fanaso se pasó la mano por su lacio cabello negro y ofreció una sonrisa a Gallagane. El viejo no parecía un mal tipo para ser impe... podría haberle puesto una multa por la información que faltaba en el plan de vuelo.

-Señor, mientras tengan una cantina, lo mismo me dan cuatro días que 40. ¿Sabe a qué me refiero, señor?

Las comisuras de los labios de Gallagane se levantaron esbozando una sonrisa.

-Tienen una cantina, Fanaso. La próxima vez que te vea, dime si te ha gustado. Y hazte un favor, chico: cuando aterrices, el bicho que se te haya asignado te ofrecerá las Reglas de la Ley para los Dominios de Tritón. Puede que parezcan tonterías, pero hay unos cuantos dinkos en todos esos detalles. Así que lee con cuidado, ¿entendido? Cielos despejados.

-Cielos despejados, señor –dijo Fanaso.

Aún seguía preguntándose a qué se refería Gallagane con las Reglas de la Ley cuando el Gambito Corelliano abandonó el hangar del crucero y activó los motores subluz, cediendo los controles al ordenador de navegación para la aproximación a Tritón.

Lo divertido del asunto era que originalmente no debería estar a menos de 100 años luz de Tritón. Se dirigía más lejos hacia el borde por la Ruta Comercial Rimma, contratado para transportar una carga de licor de raíz chak al extremo del Cúmulo de Minos, pero su carga nunca llegó... se había mantenido a la espera en Eriadu cuando tuvo noticias de que el carguero que debía haber llegado había tenido una avería un día después de salir de Sukkult. Así que trabajó en la zona de mercancía general del puerto y tomó un par de cargas para transportarlas a los Pangarees, con la promesa de obtener algunas más en el viaje de vuelta. Once días de viaje en total... mucho más rápido si se va por Tritón, le había dicho el contratista general con el cigarro en la boca. Así que fue por Tritón.

Una sirena ululante le dijo que estaba en su aproximación final a Tritón Besh; miró por la ventana y vio cómo la lóbrega luna gris se acercaba cada vez más. Cualquier detalle de su superficie quedaba indistinguible contra el brillante fulgor de Tritón, cuyos desiertos azotados por los vientos reflejaban la luz del sol de vuelta al espacio. Mientras Fanaso observaba, su ordenador de navegación dibujó una cruz verde en el visor. Poco después la cruz apuntó a un sencillo rectángulo de duracemento lleno de desconchones, uno de los muchos conectados por serpenteantes líneas blancas de pasillos presurizados prefabricados que se reunían aquí y allá en las burbujas de las cúpulas atmosféricas. El Gambito Corelliano tomó tierra con las sacudidas de los retrocohetes. En la esclusa, Fanaso se quedó mirando el puerto y observó cómo el brazo blanco y flexible del pasillo umbilical se extendía desde el puerto y buscaba su escotilla exterior. El indicador de la esclusa brilló en verde y pulsó el botón para abrir la escotilla.

Fanaso avanzó el umbilical de 12 metros con grandes e impacientes zancadas. Un bicho le esperaba al otro extremo, justo después de los muros flexibles, en uno de los pasillos de Tritón Besh propiamente dicho. El bicho era más de dos metros de brillante quitina amarilla, de pie sobre dos fibrosas patas en zigzag. Más extremidades espinosas –demasiadas para el gusto de Fanaso- emergían de una unión en su panza mallada, retorciéndose y girando. Su cabeza era una cuña marmórea dividida por una profunda muesca central; en su interior había brillos y ligeros movimientos que Fanaso encontró vagamente nauseabundos. Sujeto alrededor de la cabeza del bicho había un sencillo zurrón de lienzo que colgaba hacia la mitad de su tórax. Desde algún punto del interior de la quitina comenzó un alarmante sonido rasposo y crepitante. Un traductor oculto a la vista de Fanaso cobró vida, dando a las palabras un soniquete mecánico y monótono.

-Señor Fanaso, en la tradición de Gactimus se le ofrece franca bienvenida al umbral de los Dominios de Tritón –dijo el bicho, acompañando su discurso con sacudidas de sus extremidades de múltiples articulaciones. Una de ellas se introdujo en el zurrón y salió con un grueso fajo de folios-. Por favor acepte el amable abrazo de las Reglas de la Ley. Como cortesía se le informa de que se han codificado 14 cambios en las últimas nueve partes de tiempo sideral estándar, con la intención de...

Fanaso tomó con disgusto los papeles y los pasó con el pulgar mientras el bicho seguía chasqueando su cháchara. Eligió una página al azar y parpadeó asombrado: Era un discurso, escrito en alguna especie de básico rudimentario, sobre la importancia de mantener la escotilla bien sellada entre el umbilical y la esclusa de la nave... alguien que cualquier grumete aprendía en su primera hora fuera de la atmósfera. Fanaso pasó a otra sección y encontró una lección acerca de los peligros de albergar alimañas venenosas.

-Si este es el manual avanzado del viajero espacial, no me gustaría ver el básico –dijo Fanaso con una sonrisa sarcástica, devolviendo los cientos de páginas contra el pecho acorazado del bicho.

Éste detuvo su recitado de nuevos códigos y giró la cabeza de un modo que habría roto al instante el cuello de Fanaso.

-¿Se encuentra en posesión de manifiesto? ¿Desea disponer el arancel de carga de forma presencial? –preguntó, agitando una colección de miembros más pequeños en los que Fanaso finalmente decidió que era una negativa a tomar de nuevo las Reglas de la Ley.

Fanaso arrojó los papeles hacia el umbilical y dio unos golpecitos a su tableta de datos.

-¿Arancel de carga? Ahora sí que llegamos a alguna parte... pongámonos en marcha.

Dio un paso adelante, al pasillo, y entonces retrocedió de un salto con un grito de sorpresa; el bicho se había movido con velocidad asombrosa, lanzando una extremidad terciaria hacia su bolsa y empujando algo nuevo contra el pecho de Fanaso.

-Mis disculpas si le he sobresaltado –dijo-. Ahora que ha realizado la transición liminal del umbilical, está ocupando formalmente los Dominios de Tritón. Por tanto, es apto para recibir jubilosa enseñanza en la doctrina de Gactimus.

Fanaso pudo ver que el nuevo objeto que se le ofrecía era una colección de una docena o así de páginas, torpemente unidas. Intrigado, echó un vistazo a la primera línea:

Así transicionó Gactimus...

-No, gracias, amigo. Llego un poco tarde para la salvación –dijo Fanaso-. Ahora, ¿dónde tengo que apoquinar ese arancel de carga vuestro?

-Guiarle será un placer –dijo el bicho, permitiendo que varias patas más se posaran en el suelo, pero sin tomar el panfleto que seguía en manos de Fanaso-. Y durante el viaje me complaceré en instruirle en los versos de Gactimus y en conducirle a la edificación...


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