jueves, 11 de septiembre de 2014

Buscando trabajo

Buscando trabajo
Martin Wixted

-¿Nos está mirando?
-¿Qué? ¿Qué nos está mirando?
-Ese jawa de ahí... ¡no te vuelvas! Parece que tiene un comunicador. Puede que sea el mismo que nos ha estado siguiendo desde que aterrizamos aquí esta mañana.
Vareth frunció el ceño, concentrándose sobre su cerveza foz. Ya era bastante malo que hubieran falsificado las credenciales de su nave, pero les había faltado tiempo y dinero para tratar siquiera de conseguir cambiar sus propios documentos de identidad. Y ciertamente no tenían negocios legítimos en esa ciudad. Ahora deseaba no haber dejado que Garron la convenciera para esto. ¿Un trabajo para un gánster como el hutt? Casi se estremeció. Pero era la única vía de conseguir créditos rápidos. Y tampoco es que estuvieran preparándose para realizar un robo o un atraco. En realidad no.
Miró a su compañero. Al menos Garron parecía bastante tranquilo. Pero, siendo sullustano, era difícil saberlo a ciencia cierta.
-¿Cómo se supone que puedo decirte si nos está mirando o no? –preguntó Garron.
-Ay. No sé. Supongo que no puedes. Ojalá tuviéramos un escáner electrónico, o alguna clase de micrófono espía droide. O tal vez...
Garron la interrumpió.
-Bosteza.
-¿Disculpa? –preguntó Vareth, observando al jawa con el rabillo del ojo.
-Bosteza, sí. Confía en mí.
Garron sonrió. Esa era su señal personal, su broma privada. Nadie debería confiar nunca en un contrabandista.
-De acuerdo.
Vareth hizo lo que esperaba que fuese una buena imitación de un bostezo. Vio que los músculos de la mandíbula del propio Garron se tensaban hasta que finalmente sucumbió a la abrumadora necesidad. Y mientras observaba, el supuesto espía se volvió y se llevó la mano a la boca. Vareth sonrió y pensó por un instante en la universalidad del bostezo reflejo.
-Buena idea, Garron. Vámonos.
Los dos se pusieron en pie y abandonaron rápidamente la cantina. Su salida no pasó desapercibida.
El resplandor de los soles en la arena hizo que Vareth quisiera regresar a la fresca penumbra del bar. Miró a Garron, que ya había colocado gafas sobre sus sensibles ojos.
-¿Cómo encontramos su casa? Toda esta zona es un laberinto. Estuvimos pidiendo direcciones, pero nadie parecía saber.
-Tal vez el destino sea que nosotros no necesitemos encontrarles, puede que sean los otros quienes deben encontrarnos.
-Sí, tal vez. Pero sigamos avanzando. No quiero que nadie nos ponga la mira encima.
Vareth se puso la bufanda sobre la nariz mientras pasaban junto a un grupo de jawas. Al menos, había aprendido eso en Tatooine.
-Disculpen –dijo una voz metálica.
Vareth quedó inmóvil. Sonaba como un soldado de asalto. Se volvió lentamente. Parpadeó una vez, y luego otra. Ahí no había nadie.
-Disculpen –volvió a decir la voz, desde algún lugar cerca de su cintura. Vareth bajó la mirada para ver al jawa sosteniendo un traductor de mano sobre su garganta-. Saludos de parte de su empleador. Por favor, síganme.
-¿Ahora ves cómo todo lo que te he estado diciendo era cierto, ves?
-Cállate, Garron.
Siguieron a la figura de la túnica marrón mientras atravesaba los grupos de gente, esquivaba un deslizador terrestre a toda velocidad, y se introducía en una puerta en penumbra. Vareth no tuvo problemas en seguir el paso de la criatura mientras descendía por el fresco y oscuro túnel, dejando atrás pasajes y pasillos laterales, girando primero a la izquierda, luego a la derecha, pasando junto a varias puertas, girando otra esquina, y deteniéndose finalmente ante una puerta cerrada. Murmuró algo que Vareth estaba segura de que habría sido incomprensibles incluso si lo hubiera escuchado claramente. La puerta se abrió deslizándose con el chirriante sonido de acero sobre arena.
La sala estaba tenuemente iluminada por un generador portátil colocado en el suelo. El olor a tierra que invadió sus fosas nasales estaba creado por la enorme cantidad de setas y otros hongos que cubrían el suelo y las paredes. El único mobiliario de la sala era una silla ocupada por un twi’lek de aspecto pálido, con las colas craneales enrolladas sobre los hombros. El twi’lek tragó el último de los champiñones que estaba comiendo y se chupó los dedos. Vareth escuchó a Garron entrar en la sala tras él, y la puerta se cerró. Ese twi’lek era lo bastante egocéntrico como para sentirse a salvo ante dos contratistas independientes. Pero después de todo, se recordó Vareth, eran ellos quienes habían ido allí a ponerse a su disposición para conseguir empleo. Sin embargo, mostrar temor probablemente no ayudaría a conseguirles el trabajo.
-Sí –dijo el ser que estaba sentado, agitando su cola craneal izquierda-, se os ha observado desde que entrasteis en el sistema. Y si pretendéis hacerme algún daño, es improbable que encontréis el camino de salida de este laberinto.
Vareth se irguió en toda su altura.
-Por supuesto. Salvo que mi amigo, aquí presente –dio un paso a su izquierda para dejar que el twi’lek pudiera ver claramente a Garron-, es un sullustano. Cuando se trata de túneles, tienen memoria fotográfica. ¿Quiere que empecemos de nuevo? –Dio un paso adelante-. Mi nombre es Vareth.
-Saludos, astuta. Soy Bib Fortuna. –Hizo una ligera pausa para dejar que el anuncio calara, como si fuera una gran revelación. Debido al modo de comportarse del twi’lek, Vareth tuvo una punzante ansia de arrodillarse, pero la ignoró. Fortuna se aclaró la garganta-. Parecéis adecuados para la tarea.

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