viernes, 5 de septiembre de 2014

El Pozo de Carkoon


El Pozo de Carkoon
Michael Stern y George Strayton

Del diario de datos de Voren Na’al.

Después de mi breve pero enriquecedora estancia en el castillo de Jabba el hutt, me dirigí a la siguiente ubicación importante en la historia de los héroes.
El Pozo de Carkoon se encuentra adentrándose muchos kilómetros en el corazón del Mar de las Dunas, en medio de una de las extensiones de terreno más remota de cualquier planeta. Quedé sorprendido y un poco alarmado al advertir que había un gran vehículo de alguna clase, posiblemente militar, rodeado de varios seres. Actuando con cierta cautela, me acerqué más para poder ver mejor. El vehículo era un reptador de arena y los seres eran jawas, muy ocupados desguazando los retorcidos restos de la barcaza de vela de Jabba en busca de algo de valor. Varios meses después de la muerte de Jabba, el lugar apenas era reconocible.
Los jawas son inofensivos, a no ser que resultes ser un droide o estés llevando algún valioso equipamiento metálico; así que oculté mi vehículo de repulsión y me acerqué caminando. Cuando me vieron aproximarme, el trabajo se detuvo momentáneamente, y de debajo de las polvorientas túnicas de los jawas salieron cortos y regordetes blásters jawa. Cuando vieron que estaba desarmado, los jawas regresaron a su tarea de recogida de restos (salvo los dos que, insistentemente, siguieron tratando de venderme un bláster de aspecto maltrecho).
Varios juegos de rodadas más antiguas indicaban que los jawas llevaban bastante tiempo en el lugar. Se veía claramente que partes de la barcaza velera habían volado por los aires, mientras que otras permanecían relativamente intactas, indicando que alguien había intentado causar a la barcaza una destrucción aún mayor que la de la explosión reportada por Luke y los demás. También se detectaban lecturas de radiación más altas de lo normal.
A pesar de los destrozos, era notable que todavía quedaba gran cantidad de material recuperable entre los escombros, incluyendo los restos del trono de marfil Kiliad de Jabba, y los jawas discutían constantemente acerca de quién había encontrado antes los mejores hallazgos.
Pronto me cansé de escucharles, y entonces mi atención de dirigió al temible Pozo de Carkoon propiamente dicho. Allí, el horrible sarlacc extendía sus tentáculos rosados con la esperanza de atrapar un sabroso bocado de jawa. Era una visión fascinante pero repelente, y sólo pude atreverme a mirar por un instante.
Justo cuando me daba la vuelta, un pedazo de metal que yacía cerca del borde llamó mi atención. Eso despertó mi curiosidad, y pagué a los jawas por usar su electroimán para sacarlo del pozo. (Por supuesto, los jawas me cobraron una tarifa espantosamente excesiva, pero ni por todo el oro de la galaxia iba a acercarme más a esas babeantes fauces para recogerlo yo mismo.)
El pedazo de metal era plano y negro, de unos 20 centímetros de ancho y 35 de largo. Uno de sus lados era suave, y el otro estaba mellado como si hubiera recibido disparos de bláster. No pude identificarlo, pero más tarde, cuando se lo mostré al general Solo, lo reconoció como un pedazo de la armadura de combate mandaloriana que llevaba el infame Boba Fett.
Los jawas me contaron que habían advertido varios trozos de metal más pequeños cerca de un gran agujero en el suelo, a unos veinte o treinta metros de la boca del Sarlacc. Desde entonces, el hoyo había quedado cubierto de arena, pero me advirtieron que no me acercara a la zona, ya que varios de los suyos habían sido succionados por el sumidero.

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