viernes, 5 de septiembre de 2014

Oscuro viaje a Tatooine


Oscuro viaje a Tatooine
Michael Stern

El siguiente informe se extrajo del registro personal de Boba Fett, y complementado con información de varias fuentes secundarias. El registro se encontró a bordo de la nave de Fett, el Esclavo I, que fue capturada por la Alianza después de la destrucción de la barcaza velera de Jabba el hutt. Voren Na’al descifró el registro y redactó las entradas secas y concisas de Fett en forma de relato narrativo.

La plataforma de aterrizaje de Ciudad Nube estaba bañada en la luz dorada de un atardecer de Bespin cuando Boba Fett se abrochó los arneses del asiento de control de su nave, el Esclavo I. Sin embargo, mientras se preparaba para despegar, el temido cazarrecompensas no mostró interés en la belleza que le rodeaba: su atención estaba centrada en otras cosas, todas ellas mucho más importantes para él.
En su mente, el primer lugar lo ocupaba su carga. Han Solo, congelado en carbonita, pronto le haría obtener una buena fortuna de los cofres de Jabba el hutt. Eso, añadido a la considerable suma que ya le habían pagado Darth Vader y el Imperio, permitiría que Fett consiguiera más dinero del que había ganado nunca con un solo trabajo. Esa era realmente una captura digna de celebraciones. Pero en su dura vida de fría violencia, hacía tiempo que Fett había perdido la capacidad de sentir triunfo o euforia... o, ya puestos, cualquier otra emoción. Todo lo que sentía era una sombría satisfacción por un trabajo bien hecho.
Rápidamente, suprimió esa satisfacción; ese trabajo aún no había terminado. Para un cazador profesional, ningún trabajo ha terminado hasta que el cliente tiene su cuerpo y el cazador su paga.
Fett siguió metódicamente su procedimiento de despegue, manteniendo en todo momento un ojo sobre los soldados de asalto imperiales que vigilaban la plataforma. Era improbable que Vader se la jugara a esas alturas del juego –el Señor Oscuro había tenido ocasiones mucho mejores anteriormente-, pero la confianza era un concepto ajeno a Boba Fett.
Por tanto, estaba bastante preparado cuando las puertas de la plataforma de lanzamiento se abrieron. Fett activó casi de inmediato sus impulsores de elevación y activó los sistemas de armamento. No le gustaba apresurarse, pero le gustaba aún menos que le pillaran desprevenido. Sus dotes de adivinación quedaron comprobadas cuando de la puerta surgieron disparos bláster y los soldados imperiales cayeron muertos.
-Calrissian se la ha jugado a Vader –pensó con calma-. Interesante.
Pulsó tranquilamente un control. En cuestión de segundos estaba en el aire.
Cuando salía hacia el espacio, vio la pequeña figura de una mujer disparando a su nave mientras se alejaba. De algún modo, la princesa Leia había escapado de Vader y de una escuadra de soldados de asalto para ir a rescatar a Solo. Eso hizo que se ganara el respeto de Fett: pocos habían escapado nunca de Vader, y esa mujer lo había hecho dos veces.
Fett había rechazado cazar a la princesa la primera vez que el Imperio puso una recompensa por su captura. En ese momento, Fett supuso que rastrear y capturar a una antigua embajadora de poco más de veinte años no sería un desafío digno de su pericia. Ahora tendría que reconsiderar esa opinión.
Una vez en el espacio, la Esclavo I se deslizó sin esfuerzo entre la Flota Imperial. Una de las grandes ventajas de trabajar con Vader había sido garantizarse la protección ante la persecución imperial, aunque, incluso ahora, Fett no confiaba en que Vader cumpliera su parte del trato.
Conforme se acercaba al Destructor Estelar Vengador, puso una mano sobre el control del hipermotor mientras con la otra apuntaba sus blásters a los generadores de rayo tractor del destructor. En realidad, no podía causar demasiado daño a un Destructor Estelar, pero sus armas eran potentes –mucho más potentes de lo que los imperiales imaginaban- y, si intentaban algo, lo pagarían.
Fett no disfrutaba pasando bajo las armas imperiales, sin importar las circunstancias. Sin embargo, tenía que dejar atrás la flota antes de poder realizar el salto hiperespacial a Tatooine. Cuando cuatro cazas TIE se colocaron en formación a su alrededor, incrementó al máximo su velocidad. Era plenamente consciente de que probablemente sólo fueran una escolta formal, una típica “cortesía” imperial, pero no permitía que ninguna nave volara tan cerca de él bajo ninguna circunstancia.
Cuando los TIEs aceleraron para igualar su velocidad, pulsó un comunicador sintonizado a una frecuencia de emergencia secreta imperial.
-Retírense. Ahora –dijo Fett imprimiendo a su voz mecánica y carente de vida el mismo tono escalofriante que los pilotos estaban acostumbrados a escuchar de Lord Vader.
La escolta de cazas aminoró y dejó que el Esclavo I se alejara de ellos. Aún le seguían, pero desde mayor distancia. Fett se olvidó de ellos y saltó al hiperespacio.
Cuando desapareció la nave del cazarrecompensas, cuatro pilotos de caza TIE muy aliviados regresaron a sus rutas de patrulla normales. Sin embargo, su alivio fue de corta duración, ya que recibieron nuevas órdenes. Se les ordenó bloquear el paso al Halcón Milenario, que ascendía a toda velocidad desde el planeta.
-¿No es esa la nave que vaporizó la escuadra de vuelo de Arnod en el campo de asteroides? ¿La de la batalla de Yavin? –preguntó nerviosamente el teniente de vuelo Rignik mientras formaban para la persecución.
-¡Cállese! –rugió el comandante de vuelo Mallop en la línea de comunicaciones general-. ¡Mantenga silencio de radio, quiero decir! –En una transmisión privada a Rignik, siseó-: ¡Queda bajo arresto en cuanto aterricemos!
En el hiperespacio, Boba Fett dormía. Dado que era incapaz de relajar su vigilancia, Boba Fett sólo dormía profundamente a bordo del Esclavo I, y en el hiperespacio.
¿Cómo de profundamente puede dormir un hombre con las manos manchadas de la sangre de cientos, tal vez miles? Sólo podemos imaginarlo. Aunque Fett parecía ser el hombre con menos cargo de conciencia que jamás haya existido, debe recordarse que, al final, hasta Darth Vader sintió remordimientos. Tal vez los fantasmas no podían encontrarle en el hiperespacio.
Una cosa es segura: Boba Fett lamentó su precipitada salida de Bespin. Cuando su nave salía del hiperespacio cerca de Tatooine, una sirena de alarma rugió por la cabina de la nave. Despertándose de inmediato, descubrió que se había insertado una baliza de rastreo en su sistema de navegación; en el momento en que la nave llegara al sistema Tatooine, la baliza se activaría. La Esclavo I, diseñada tan cuidadosamente para ser invisible ante cualquier detección electrónica, estaba ahora enviando una señal a algún enemigo desconocido.
Mientras silenciaba la alarma e interfería el dispositivo de rastreo, se preguntó quién lo habría hecho. ¿Vader? ¿Jabba? ¿Solo? ¿Acaso Solo había adivinado que Fett le capturaría y le traería allí, y había dispuesto que sus amigos tendieran una emboscada a Fett? Altamente improbable. Debía ser otra persona.
La especulación era inútil. Fuera lo que fuese, Fett esperaba descubrirlo pronto. Activó los escudos deflectores y puso todas las armas al máximo, escudriñando el espacio visual y electrónicamente en busca de enemigos acercándose.
No tuvo que esperar mucho.
Vio la nave estelar que se alzaba desde la órbita planetaria al mismo tiempo que lo hicieron los sistemas de su nave. La forma de delgada aguja era reconocible de inmediato. Era un trabajo personalizado, probablemente, pensó Fett, la única nave de la galaxia cuyo único soporte de vida estaba en la pequeña bodega de carga. Era el IG-2000, el caza estelar de IG-88, el droide asesino.
El droide que la pilotaba era un cazarrecompensas quizás tan famoso y temido en la galaxia como Fett. Un experimento militar que salió mal, IG-88 estaba programado para matar. Y eso es justo lo que había hecho, comenzando con sus inventores. Después de que fueron destruidos, mataba para cualquiera que pudiera pagarle. Había una rivalidad extremadamente fuerte entre el hombre y la máquina. Y, esta vez, había muchísimo en juego.
Contratado por Darth Vader, junto con Fett, para capturar a Solo, IG-88 había tomado la precaución de instalar un dispositivo de rastreo en la nave de Fett. Fett se preguntó cuándo había tenido ocasión el droide para colocar la baliza. El astuto droide había calculado que las probabilidades de atrapar a Solo iban a favor de Fett. Si el droide no podía encontrar a Solo primero, tal vez podría robárselo a Fett.
Por desgracia para IG-88, Vader había llegado antes de que pudiera actuar. Por tanto, el siguiente paso era ir a Tatooine y esperar allí la llegada de Fett. Si no podía recibir la recompensa dada por Vader, IG-88 ciertamente se quedaría con la que ofrecía Jabba el hutt.
-Interesante –pensó Boba Fett observando cómo el IG-2000 se lanzaba sobre él-. IG-88 debe de tener algún arma secreta, de lo contrario no se atrevería a enfrentarse a mí tan claramente.
Fett disparó sus blásters a modo de prueba y realizó una maniobra evasiva que lo sacó del camino del IG-2000. Sus disparos hicieron estallar la nave que se acercaba. Alguna clase de señuelo. Realizó un escáner en busca de otra nave pero no encontró nada.
-Esto no es bueno –pensó Fett.
De pronto, otro IG-2000, obviamente el auténtico, salió del hiperespacio, a toda velocidad, acribillando con sus blásters la nave de Fett. Con la nave sacudiéndose por los impactos, Fett admiró la audacia y la pericia del ataque. No muchas naves o pilotos podrían trazar un salto con tanta precisión tan cerca de un cuerpo planetario. Se preguntó si podría llegar a funcionar.
Fett lanzó el Esclavo I en una caída en picado hacia Tatooine, con el IG-2000 pisándole los talones. Los disparos del droide comenzaban a hacer mella en los escudos deflectores del Esclavo I.
-Entrega tu prisionero y tendrás un 30 por ciento de probabilidades de sobrevivir a este encuentro –declaró con calma IG-88 por el comunicador. Fett no se dignó en responder. Estaba ocupado lanzando su nave hacia el poderoso pozo de gravedad del planeta bajo ellos. El IG-2000 le seguía.
-Estoy mucho más capacitado que tú para soportar las presiones gravimétricas –continuó IG-88-. Esta táctica tiene una curva de probabilidad de éxito nula.
En ese momento, Fett activó el sistema de amortiguación de inercia único del Esclavo I, deteniendo abruptamente el veloz descenso de la nave, aunque a costa de destruir los motores de hipervelocidad de la nave por la sobrecarga de energía. Los motores subluz casi quedaron destruidos, y no volverían a funcionar adecuadamente sin una reparación exhaustiva. Fett sólo podría realizar un aterrizaje renqueante en Tatooine. Pero probablemente sobreviviría. El IG-2000 pasó velozmente a su lado en un instante, colocándose directamente en la trayectoria del armamento del Esclavo I.
Si IG-88 se había sorprendido alguna vez en su larga carrera como cazarrecompensas, ese habría sido el momento. Los escudos delanteros del IG-2000 quedaron vaporizados de inmediato por el cañón iónico de Fett; por la forma en que la nave daba bandazos, parte del disparo había conseguido pasar y neutralizar también, parcialmente, los controles de impulsión. Al intentar una maniobra evasiva, IG-88 descubrió que su nave había quedado inmovilizada por las fuerzas combinadas del potente rayo tractor del Esclavo I y el fuerte tirón gravitacional de Tatooine.
Con su víctima completamente indefensa, Fett atrajo el IG-2000 hacia sí. Se preguntó si IG-88 podía ver el tubo de misiles de conmoción que apuntaba a su nave. Se preguntó si IG-88 podía sentir miedo. Disparó su misil, y el droide asesino más despiadado de la masacre Holowan se convirtió en una lluvia de fragmentos microscópicos que ardían al entrar en la atmósfera de Tatooine.
Fett se quedó un momento mirando el espectáculo, y entonces colocó su nave en una órbita más estable, programando el espaciopuerto de Mos Eisley como su destino final. Se preguntó si alguien estaría dispuesto a pagarle por haber destruido a IG-88. Merecía la pena averiguarlo una vez aterrizara.
Sin embargo, antes de poder aterrizar, una fragata patrulla imperial se puso en contacto con él. Cuando la nave, más grande, apareció a la vista, Fett volvió a activar sus sistemas de defensa y armamento. Sin embargo, estaba seguro que esta vez no serían necesarios.
-Aquí la fragata de patrulla imperial Guardia Estelar. Por favor, abandone su postura defensiva y transmita los códigos de identificación y autorización.
Fett no se molestó en responder personalmente. Simplemente activó un transmisor de holograma, regalo de un socio en un negocio reciente.
En el puente del Guardia Estelar, el holograma de Darth Vader apareció de pronto y comenzó a hablar.
-Esta nave viaja bajo mi protección personal. Ninguna agencia o agente imperial debe detenerla, o a su piloto, bajo ninguna circunstancia.
El Esclavo I continuó su camino sin ser molestado.

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