miércoles, 10 de septiembre de 2014

Qué no hacer

Qué no hacer
Mark Rein-Hagen y Stewart Wieck

El capitán Nuendo Rash activó los motores de su nave y guio su vehículo por la abrasadora tarde de Tatooine. Sus pasajeros estaban muy nerviosos.
-Eh, Capitán, esto realmente no es una buena idea... –comenzó a decir el primero oficial, Hutch, un ciborg sin sentido del humor.
El Jedi, Kaoln, estuvo de acuerdo con Hutch.
-¡Necesitamos el grano en la bodega para burlar la inspección de aduanas!
Rash se limitó a sonreír.
-Creo que el gordito aprovecharía ese grano mejor que la rebelión. Además, le debo una a esa babosa por lo de los matones en Mos Eisley. No merece la pena que me disparen por veinte mil créditos, ¿verdad?
El carguero YT-1300 flotaba sobre las dunas arenosas, acercándose a un imponente edificio que recordaba a las antiguas fortalezas de la República. Las puertas de carga se abrieron, y varias toneladas métricas de grano cayeron sobre la estructura, llegando en algunos casos a agrietar realmente el exterior asolado por el sol. Con un gran estallido sónico, el carguero salió disparado hacia los cielos.
Rash miró a los rostros ligeramente pálidos que le rodeaban en la cabina.
-Ey, chicos, Jabba no habría llegado a ser lo que es hoy en día si no tuviera sentido del humor. Relajaos. –Aguafiestas, pensó.
-Tengo un mal presentimiento –murmuró Hutch...

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