Restos del Imperio
George Strayton
La teniente Dair Coladel volvió a teclear en su consola de sensores,
pero el ordenador mostró la misma respuesta: pico de energía no identificado en
la banda inferior del rango subespacial. No tenía sentido; en primer lugar, la
interferencia residual por la destrucción de la segunda Estrella de la Muerte
interfería casi todas las comunicaciones; y, segundo, la frecuencia no
coincidía con ningún canal subespacial conocido... nadie detectaría nada tan
abajo en el espectro.
Se recostó en el respaldo de su asiento, se presionó los ojos con los
dedos, y luego deslizó las manos por su rostro para apartar el cansancio. Esto es lo que consigues con catorce horas de
servicio activo, pensó mientras inclinaba el cuello hacia un lado y sintió
y escuchó cómo varios músculos chasqueaban. La mayoría del personal de la
Alianza aún estaba celebrando la victoria final contra el Imperio, dejando tan
sólo un pequeño número de tripulantes monitorizando el espacio inmediato en
busca de... bueno, de lo que fuera.
Pero a Dair no le molestaba su tarea; de todas formas, nunca había
sido de las que les gusta ir a las fiestas. Y, lo que era más importante, tenía
esa extraña sensación en la base del cráneo, como la sensación que tenía cada
vez que su padre estaba a punto de sorprenderla en las zarzas Kelsen robando
las jugosas frutas esféricas de la planta. Pensar en ese ácido bocado le hizo
desear haber comido algo en las últimas 12 horas. Iría a comer algo... en
cuanto descubriera de dónde había salido ese pico de energía.
Se enderezó en su asiento, pidió al ordenador que volviera a
reproducirlo, y observó el pico de nuevo, ralentizando esta vez la velocidad de
reproducción. El detector de energía mantenía una ondulación estable, y
entonces de repente pegaba un salto, y luego caía de nuevo. Se dio cuenta de
que tenía la cara a menos de una docena de centímetros de la pantalla y
retrocedió... pero sabía que esta vez había visto algo diferente. Volvió a
reproducirlo.
Sí, ahí estaba. No era simplemente un pico, era un pico doble, como si
la señal tuviera que tomar impulso para atravesar las distorsiones de energía
que cubrían la zona. Si hubiera venido de algún lugar fuera del campo, sus
sensores no habrían detectado ese primer pico, lo que significaba que debía de
haberse originado bien en algunas de las naves en órbita, o bien en la luna de
Endor.
Rápidamente, contactó con las demás naves de la Alianza, pero ninguna de
ellas pudo darle una explicación satisfactoria a lo que había visto. 20 minutos
después, la opción que le quedaba era que el punto de origen estuviera en
alguna parte de la brillante luna verde azulada a menos de 200 kilómetros a
babor de su propia nave.
Pero antes de alertar a nadie de su descubrimiento, se preguntó si la
falta de sueña no habría enturbiado su raciocinio. Tal vez el pico no era nada,
sólo una onda de choque residual de la destrucción de la Estrella de la Muerte
que estaba lanzando su energía restante.
El hormigueo volvió a estallar en la base de su cráneo, y lanzó
involuntariamente la mano para masajeársela.
Conforme el temor a ser descubierta tomando frutas de zarza Kelsen se
apoderaba nuevamente de ella, decidió que era mejor que alguien lo investigase.
Pulsó el comunicador y pidió hablar con su comandante.
***
De pie en el claro esperando al comandante Derlin junto a tus
compañeros, tus pensamientos comienzan a vagar. Aunque la victoria sobre el
Imperio te ha llenado de emoción, sientes una ligera ansiedad ante cualquier
misión que llegue a su estela, tan pronto. La música ewok sirve de fondo a los
sonidos nocturnos del bosque, pidiéndote que regreses a la celebración. Pero
antes de que puedas pensar más en ello, el comandante Derlin llega al claro con
grandes zancadas.
-Lamento tener que apartarles de la celebración –dice mientras se
masajea la mano izquierda con la derecha-. Pero el almirante Ackbar nos ha
encargado una importante tarea, una que no puede esperar.
Se agarra las manos a la espalda, inclina la cabeza ligeramente a un
lado como si pusiera en orden sus pensamientos, y luego continúa.
-Una de nuestras naves en órbita baja ha detectado un pico de energía
con origen en la superficie. Aún no estamos seguros de qué es. Puede que sólo
sean un par de soldados exploradores tratando de contactar con la flota
imperial. Por supuesto, nunca conseguirían atravesar la interferencia que la
Estrella de la Muerte dejó tras de sí al explotar.
Extrae una tableta de datos de un bolsillo interior y lo ofrece al
líder del equipo.
-Aquí están las coordenadas del punto de origen, junto con una orden
de requerimiento para el equipo que necesiten. No pierdan demasiado tiempo ahí
fuera; limítense a escanear una zona de cinco kilómetros de radio y regresen.
Tenemos mucho trabajo más que hacer antes de poder volver a la celebración.
”Buena suerte, y que la Fuerza les acompañe.
***
El Bestia Estelar maniobra
como un bantha mientras surcáis la atmósfera de la luna. Las coordenadas
proporcionadas por el comandante Derlin indican una zona en el lado nocturno de
la luna, y al pasar sobre la superficie, puedes ver retazos de fuegos
artificiales brillando a casi 300 kilómetros a babor. Estáis muy lejos de la
celebración.
-Me pregunto si hay más imperiales rondando por ahí –dices.
-Deja de farfullar sobre ello y mantén los ojos abiertos. Si hay alguno escondiéndose, no queremos
que nos pillen por sorpresa –dice el líder del grupo.
-Estoy detectando una gran concentración de formas de vida
dirigiéndose hacia nosotros a gran velocidad... –dice el técnico de sensores.
-Este lugar está repleto de formas de vida –dice Rebelde 4-. ¿No
puedes afinar un poco?
-Veamos –dice el técnico-. Parece... espera un momento. ¿A dónde han
ido?
-No te preocupes por ello –dice Rebelde 5-. Vamos a tener todo tipo de
interferencias por ese campo de energía residual que la Estrella de la Muerte
ha dejado tras de sí. Probablemente sólo esté jugando con los sensores.
-Bien, pero mantén esos sensores encendidos de todas formas –dice Rebelde
6-. No podemos arriesgarnos.
-Lo haré –dice el técnico.
Cuando llegáis al punto de aterrizaje designado, apagáis los motores y
hacéis uso de los repulsores para tomar tierra lentamente en un claro justo lo
bastante grande para que quepa el Bestia
Estelar.
-Muy bien –dice Rebelde 4-. Una vez que lleguemos a la superficie de
la luna, probablemente deberíamos separarnos...
-Ahí está otra vez –dice el técnico-. Parece que está justo sobre
nosotros...
-¿Dónde? –dice Rebelde 5-. No veo...
-Tengo contacto visual –dice Rebelde 6-. No sé qué es... pero viene
directo hacia nosotros.
De pronto, siluetas más oscuras que la noche pasan junto a las
ventanillas, atravesando vuestro campo visual a menos de un metro de distancia.
El torbellino de movimiento continúa, y fuertes golpes secos os indican que
algo está chocando contra el Bestia
Estelar. La nave comienza a temblar y sacudirse, y todavía sois incapaces
de saber a qué altura sobre el claro os encontráis... ¡ni siquiera si seguís
estando sobre el claro!
-¿Qué son esas cosas? –dice Rebelde 4
-No lo sé –dice el líder-, pero no nos quedemos mucho tiempo aquí
esperando para averiguarlo.
-¡Este viejo cubo de tuercas no podrá soportar mucho tiempo! –dice el
técnico.
-¡Aterricemos, ya! –dices.
-¡Pero cuidado con esos árboles! –dice Rebelde 6.
-¿Qué árboles? –dice el líder.
-Tengo un mal presentimiento... –dice Rebelde 5.
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