lunes, 8 de septiembre de 2014

Se acabó la libertad

Se acabó la libertad
Pablo Hidalgo

La tenue iluminación de la sala de mando de la fragata proyecta largas sombras en el ya preocupado rostro del general Rieekan.
-¿Aún no hay noticias? –dice, después de un largo silencio.
-Nada, señor –responde el comandante Derlin, mirando fijamente un brillante mapa táctico. En él, girando lentamente como un acuario imposible, se ven los brillantes trazos verdes de la representación holográfica de la flota rebelde congregada-. El Cueva del Tesoro ya lleva 36 hora estándar de retraso y no ha llegado a su punto de encuentro.
Rieekan camina alrededor de la consola, con pasos lentos.
-¿Y el estado de nuestros suministros?
-Apenas tenemos suficiente gas bláster para abastecer a las naves presentes –dice Derlin-, y eso sin contar siquiera a las que aún tienen que presentarse.
-Muy bien –dice Rieekan, mirando a Derlin directamente a los ojos-. Será mejor que enviemos al Corredor Externo.

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