miércoles, 8 de octubre de 2014

A ese tipo le da todo igual

A ese tipo le da todo igual
Rick D. Stuart

Solo vi una vez a Boba Fett, y fue cuando estaba sirviendo como asistente de la gobernadora Isis. Una mañana, abre de una patada la puerta de la oficina de la gobernadora, arrastrando tras él al pirata Feldrall, a quien le faltaba un brazo. Entonces la gobernadora Isis queda totalmente entusiasmada, a pesar de la tan impropia interrupción, ya que ese Feldrall llevaba años causando estragos en los transportes imperiales del sector...
En cualquier caso, la gobernadora accede a su consola para comprobar la recompensa por Feldrall, ¡cuando Boba Fett anuncia que quiere 100.000 créditos!
La gobernadora confirma que la recompensa por Feldrall sólo son 50.000, y así lo indica educadamente.
Boba Fett se limita a mirarla fijamente y acto seguido saca alguna especie de detonador termal. Antes de que nadie pueda pensar, lo activa, ahí mismo, en la propia oficina de la gobernadora, a menos de tres metros de donde nos encontrábamos.
-100.000 –dice-. Ni más, ni menos.
Bueno, la gobernadora no tiene un pelo de tonta, y sé de buena tinta que tenía dos droides guardaespaldas ocultos tras las falsas pantallas, con los dedos en el gatillo, esperando la orden para convertirle en átomos. Y debo suponer que Boba Fett también lo sabía.
-No esperará en serio que le pague por ese hombre el doble de lo que vale, ¿verdad? –pregunta.
El resto de nosotros observa cómo el indicador de advertencia pasa de verde a naranja mientras ella habla.
-120.000 –se limita a decir él.
-Estoy segura –dice la gobernadora- de que se da cuenta de que si ese dispositivo que tiene en la mano estalla, ninguno de nosotros saldrá con vida. ¿Es consciente de que podría hacer que le arrestaran por lo que está tratando de hacer?
Mientras tanto, todos estamos de pie a su alrededor como estatuas, viendo cómo la luz pasaba de ambar a rojo parpadeante.
-150.000 –es todo lo que dice Fett.
Los guardias comienzan a retroceder lentamente. No importa que no puedan escapar del radio de alcance de la explosión. Mientras tanto, la gobernadora y Fett se miran fijamente entre sí. Nadie se atreve a respirar. Todo lo que podemos ver es el parpadeo de esa luz roja y todo lo que podemos escuchar es el latido de nuestros corazones, sin saber cuántos segundos nos quedan.
Fett sabía que le matarían si Isis decidía descubrir su farol. Sabía que podría tratar de arrestarle si cualquiera de nosotros sobrevivía. ¡Simplemente le daba igual! En algún momento entre la locura y la eternidad, la gobernadora debió de llegar a la misma conclusión.
-Muy bien –dice finalmente-, extenderé un recibo por 150.000 créditos.
Fett desactiva el dispositivo, deja caer en el suelo a Feldrall, toma la tarjeta de datos y sale sin hacer el menor gesto. Esa tarde pedí ser reasignado a la armada y he estado feliz aquí hasta ahora. Tal y como lo veo, cualquier sitio por ahí fuera es más seguro que estar cerca de ese tipo.

-          Testimonio de Reagal Eron,
Oficial Artillero Jefe, DEI Erradicador

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