A ese tipo le da todo igual
Rick D. Stuart
Solo vi una vez a Boba Fett, y fue cuando estaba
sirviendo como asistente de la gobernadora Isis. Una mañana, abre de una patada
la puerta de la oficina de la gobernadora, arrastrando tras él al pirata
Feldrall, a quien le faltaba un brazo. Entonces la gobernadora Isis queda
totalmente entusiasmada, a pesar de la tan impropia interrupción, ya que ese
Feldrall llevaba años causando estragos en los transportes imperiales del
sector...
En cualquier caso, la gobernadora accede a su
consola para comprobar la recompensa por Feldrall, ¡cuando Boba Fett anuncia que
quiere 100.000 créditos!
La gobernadora confirma que la recompensa por
Feldrall sólo son 50.000, y así lo indica educadamente.
Boba Fett se limita a mirarla fijamente y acto
seguido saca alguna especie de detonador termal. Antes de que nadie pueda pensar,
lo activa, ahí mismo, en la propia oficina de la gobernadora, a menos de tres
metros de donde nos encontrábamos.
-100.000 –dice-. Ni más, ni menos.
Bueno, la gobernadora no tiene un pelo de tonta, y sé
de buena tinta que tenía dos droides guardaespaldas ocultos tras las falsas
pantallas, con los dedos en el gatillo, esperando la orden para convertirle en
átomos. Y debo suponer que Boba Fett también lo sabía.
-No esperará en serio que le pague por ese hombre el
doble de lo que vale, ¿verdad? –pregunta.
El resto de nosotros observa cómo el indicador de
advertencia pasa de verde a naranja mientras ella habla.
-120.000 –se limita a decir él.
-Estoy segura –dice la gobernadora- de que se da
cuenta de que si ese dispositivo que tiene en la mano estalla, ninguno de
nosotros saldrá con vida. ¿Es consciente de que podría hacer que le arrestaran
por lo que está tratando de hacer?
Mientras tanto, todos estamos de pie a su alrededor
como estatuas, viendo cómo la luz pasaba de ambar a rojo parpadeante.
-150.000 –es todo lo que dice Fett.
Los guardias comienzan a retroceder lentamente. No
importa que no puedan escapar del radio de alcance de la explosión. Mientras
tanto, la gobernadora y Fett se miran fijamente entre sí. Nadie se atreve a
respirar. Todo lo que podemos ver es el parpadeo de esa luz roja y todo lo que
podemos escuchar es el latido de nuestros corazones, sin saber cuántos segundos
nos quedan.
Fett sabía que le matarían si Isis decidía descubrir
su farol. Sabía que podría tratar de arrestarle si cualquiera de nosotros
sobrevivía. ¡Simplemente le daba igual! En algún momento entre la locura y la
eternidad, la gobernadora debió de llegar a la misma conclusión.
-Muy bien –dice finalmente-, extenderé un recibo
por 150.000 créditos.
Fett desactiva el dispositivo, deja caer en el
suelo a Feldrall, toma la tarjeta de datos y sale sin hacer el menor gesto. Esa
tarde pedí ser reasignado a la armada y he estado feliz aquí hasta ahora. Tal y
como lo veo, cualquier sitio por ahí fuera es más seguro que estar cerca de ese
tipo.
-
Testimonio de Reagal Eron,
Oficial Artillero Jefe, DEI
Erradicador
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