Asuntos de familia
Rick D. Stuart
-Hoy pareces un poco fatigado, padre. ¿Qué puedo
hacer por ti?
-Brahle. Te estaba esperando. Pasa y cierra la
puerta.
-¿Te importa si me sirvo un trago? Parece que a ti
también te vendría bien uno.
-Lo que quiero, Brahle, es una explicación. Mira
estas cifras que he recibido de nuestra oficina central.
-En serio, padre, ya sabes lo tediosas que
encuentro las conversaciones sobre comercio interesterlar. ¡A tu salud!
-Me dicen que alguien ha estado desfalcando
millones de créditos de nuestras cuentas corporativas. Alguien del interior.
Alguien con acceso a información especial. No, no quiero nada...
-¿En serio? Sin duda es un asunto peliagudo. Pero,
padre, realmente deberías preocuparte por ti mismo, ¿sabes? No tienes en
absoluto buen aspecto. Toma, ten una pastilla anti-estrés.
-No necesito un trago, y no necesito una pastilla
anti-estrés. Lo que necesito es una explicación.
-¿Una explicación?
-Sólo hay una persona que pueda haber manipulado
esas cuentas. Sólo una persona que yo sepa tiene la habilidad y la información
interna para llevar a cabo esta clase de cosas.
-Oh, eso. De hecho, fue todo un desafío. De verdad
no tienes buen aspecto, ¿sabes? ¿Seguro que te encuentras bien?
-¡Lo admites! Admites haber robado a tu propio
padre. ¿De qué te estás riendo?
-Admito mi propia genialidad, sí. Me río porque,
del modo en que te agarras el estómago, diría que he vuelto a ser más listo que
tú.
-¿Qué quieres decir?
-Veneno de contacto de acción retardada, querido
padre.
-La bebida. La pastilla. Pero acabas de traerlas...
y yo no he tomado ni una cosa ni otra. Las he rechazado. ¿Cómo...?
-Por favor, padre, yo nunca sería tan obvio. De
hecho, ayer descubrí que te estabas acercando a mí, electrónicamente hablando.
Decidí golpear primero. Anoche cubrí la superficie de tu ordenador con la
preparación adecuada. El instrumento de tus pruebas contra mí se ha convertido
en el instrumento de tu muerte. Simula bastante bien un ataque cardiaco, ¿no te
parece?
-¿Pero por qué?
-¡Me aburría! Quería los créditos que tú tienes.
Quería la libertad para gastarlos como quisiera. Y además, era un desafío.
Vaya, que cara más pálida tienes.
-Antídoto...
-Oh, sí, casi lo olvido. Esto te encantará. Había
un antídoto, padre. Parte del compuesto estaba en la bebida que te he ofrecido.
Eso, combinado con los ingredientes de la pastilla anti-estrés que acabo de
tomarme, era toda la protección que necesitaba. ¡Y has rechazado ambas cosas!
¿Padre? Oh, cielos, parece que te he arruinado el fin de semana, ¿verdad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario