martes, 7 de octubre de 2014

Mal perdedor

Mal perdedor
Rick D. Stuart

La vista desde la oficina del gobernador Desh era simplemente magnífica. En la oscuridad inmediatamente anterior al amanecer, un arcoíris de luces multicolores manaba del espaciopuerto de abajo. Más allá de las ventanas blindadas de Desh, que llegaban hasta el techo, decenas de naves de carga, lanzaderas y transportes personales aterrizaban, despegaban, o vagaban perezosamente de un lado a otro. En el interior de los espaciosos aposentos, el gobernador y un mercader devaroniano se encontraban sentados, sin que ninguno de ellos prestara atención a la espléndida vista.
Ambos estaban completamente centrados en las cartas electrónicas que cada uno sostenía en sus manos. Entre ellos, varias grandes pilas de créditos imperiales, cheques en metálico y monedas de una docena de planetas distintos cubrían la mesa de cerámica verde. La mayor parte de ellas se encontraban en el lado de la mesa que pertenecía al alienígena llamado Ulicx.
El gobernador Desh, con el cuello de su uniforme desabotonado y la rica corbata de seda empapada de sudor, advirtió que algunos de los créditos del lado de Ulicx habían caído sin que se diera cuenta a la mullida alfombra. Montones de sus créditos.
Si hay algo que detesto es un ganador descuidado...
-Como suele decirse, Ulicx, este es tu juego...
-No se quite la camisa, su Señoría. O mejor sí, comienza a quitártela... mira y llora. ¡Una pirámide de racimos perfecta! ¡Mejora eso, Gob!
Desh colocó sus cartas boca abajo sobre la mesa en silencioso reconocimiento de una última y humillante derrota. Perder ante este mercader se estaba volviendo muy irritante. Por una vez, por una sola vez, le gustaría tener la última mano ganadora.
El devaroniano sonrió, fanfarrón, mostrando el brillo de sus dientes afilados.
-Mejor suerte la próxima vez, Gob. Eh, no te quedes tan mustio; siempre te concederé una revancha. Míralo de esta forma: las lecciones de sakresh son caras, ¡especialmente cuando pierdes ante el mejor! Hey, nos vemos, Deshy...
Durante varios minutos, el gobernador Desh permaneció de pie junto al gran ventanal, con la mirada perdida en el panorama que se desplegaba ante él. Sólo algún ocasional chirriar de dientes dejaba ver la rabia que sentía mientras imaginaba a Ulicx regresando a su nave, regocijándose a su costa... ¡a su costa!
El gobernador Desh pulsó dos veces el comunicador de su muñeca izquierda. Su ayudante estaría entrando de servicio más o menos en ese momento.
-Prefecto Wann, venga aquí y traiga con usted su tableta de datos. Prefecto, ¿a qué hora está previsto que despegue el mercader Ulicx del Puerto Estelar Dentani?
Wann entró por las anchas puertas adornadas con cristales nova, tecleando con furia en su tableta de datos. Antes de llegar junto al gobernador, respondió a su pregunta.
-El despegue de Ulicx está previsto para dentro de exactamente 2,1 horas estándar, señor. ¿Puedo preguntar por qué...?
Pensó que, efectivamente, aprender algunas lecciones resulta caro...
-Prefecto Wann, dentro de exactamente 2,15 horas a partir de este momento, publicará, bajo mi autoridad, una recompensa por el arresto de Ulicx Vinaq, bajo los cargos de posesión y transporte ilegal de armas restringidas. Añádalo a todas las agencias de avisos locales dentro de tres horas a partir de ahora. ¿Lo ha entendido?
-Desde luego, gobernador, pero, si puedo preguntarlo, ¿disponemos de pruebas sobre la culpabilidad del comerciante?
Desh volvió a su despacho y abrió un compartimento cerrado. Extrajo un pequeño bláster y se lo arrojó a su ayudante, quien lo tomó con una mano.
-Ahora sí, prefecto Wann...
Mientras su asistente se marchaba en silencio, el gobernador Desh volvió a mirar el puerto estelar bajo él. Casi podía imaginar a Ulicx ahí fuera, en alguna parte, gastándose sus créditos. Pensó que, efectivamente, aprender algunas lecciones resulta caro...

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