Trabajando el mercado
Rick D. Stuart
I
...Como cazador de recompensas profesional, Suroc
sabía desenvolverse en muchos planetas. La mayoría no tenía ningún atractivo, y
muchos eran directamente hostiles. Pero Andasala era diferente. En la mayoría
de planetas, podías confiar en algunas personas, algunas veces. Andasala era
todo lo contrario.
Sin embargo, Suroc quería una mercancía especial...
un nashtah. Los créditos no eran un problema, pero conseguir un animal
semejante en Midani, su próxima escala, sí lo sería. Y necesitaría el nashtah
para una caza muy especial. Era mejor tratar de conseguir la bestia de ataque
aquí primero.
El propietario de la Guarida del Rancor parecía
haber perdido una pelea con alguien. Al igual que la mayoría de los
parroquianos. Justo la clase de lugar que
estoy buscando, pensó Suroc para sí mismo mientras se acercaba a la barra.
-Ron corvani. Gracias. ¿Dirige usted solo este
sitio? ¿No tiene ningún hijo que le ayude? Sí, una lástima. Yo tampoco. Aunque
tengo un sobrino[1].
Y es todo un coleccionista. Le encantan los animales exóticos... los animales realmente exóticos[2].
”¿Esos pretzels de pimienta son para alguien? Sí, se
acerca su cumpleaños. Creo que este año le conseguiré algo especial, si
entiende a qué me refiero[3]. Lléveme otra copa a ese reservado.
Gracias...
II
...Tres copas y dos cuencos de pretzels de pimienta
más tarde, Suroc escucha que alguien se desliza en el reservado detrás de él.
-Tengo entendido que está buscando un regalo de
cumpleaños. Busca algo especial, ¿no es así?
El interlocutor habló en huttés. Suroc tuvo
problemas para distinguir el acento... ¿Rodiano, tal vez?
-Es para mi sobrino. Me gustaría conseguirle algo
antes de marcharme[4].
-¿Adónde se dirige?
-A un lugar donde no hacen un montón de preguntas
innecesarias.
-Necesito saber dónde va para saber lo que quiere.
De otro modo, no sé si tengo lo que necesita.
-Como dije, es para mi sobrino. Colecciona animales
exóticos. Muy peligrosos[5]. Creo que le gustaría un
nashtah... son animales guardianes perfectos. ¿Tiene algo así?
-Yo no, pero conozco a un tipo...
-Suena prometedor. ¿Cuánto?
-Creo que podríamos arreglarlo por, digamos,
15.000.
-Qué lástima. No quiero tanto a mi sobrino[6].
-¿Tal vez él se conforme con otra cosa?
-Lo dudo. Creo que lo quiero lo bastante como para
gastarme 9.000[7].
-Por mí está bien. Veré qué puedo hacer.
-Dejaré el nombre de mi hotel y mi código de
videocomunicador en esta servilleta. Cuando contacte con su amigo me dejaré
caer.
-Aquí no[8].
-¿Dónde y cuándo?
-Espaciopuerto de Andasala, muelle de atraque 127.
Tardará un tiempo[9].
-Me marcho dentro de dos días. De otro modo, mi
sobrino no habrá tenido suerte[10].
-Esta noche, entonces.
III
Poca gente iba al espaciopuerto de Andasala por la
noche. Aquellos que lo hacían iban con cautela. No era una gran sorpresa que el
muelle de atraque 127 estuviera desierto a esa hora.
Por suerte, Suroc no tuvo que esperar mucho. El
claro golpeteo del sintocuero con las placas de metal del suelo le alertó de la
llegada de su antagonista. El intermediario se detuvo nada más entrar en la
zona iluminada por una farola de flujo cercana. Suroc veía ahora por primera
vez al operador cara a cara. Su piel verde, su hocico y sus ojos multifacetados
lo identificaban como rodiano, tal y como Suroc había sospechado. Incluso a esa
distancia, la abultada chaqueta indicaba la presencia de un arma oculta.
Maldición.
-Me alegro de que pudieras llegar aquí, cazador[11].
-¿Tienes la mercancía?
-Aquí mismo.
El rodiano acercó a la luz una gran jaula repulsora.
Un grito penetrante resonó por encima del zumbido del generador de campo de
fuerza. Suroc sonrió con su característica sangre fría.
-Entonces vayamos al grano, ¿de acuerdo? Usted
manda[12].
-Camine hacia mí, sin trucos. Deténgase a unos
cinco metros delante de mí. Lentamente.
Suroc nunca disfrutaba con la sensación de tener
una diana pintada en el pecho, pero no tenía elección.
-Así está bien. Bueno, ¿tiene el dinero?
Suroc, muy lentamente, metió la mano en la chaqueta
y extrajo un gran sobre. El rodiano arrugó el hocico; una sonrisa engreída en
el lenguaje corporal rodiano.
-Déjeme ver el nashtah.
-Aquí mismo. Deje que eche un vistazo a esos
créditos mientras usted examina el animal.
Suroc le entregó el sobre sellado y examinó el
animal del interior de la jaula con ojo experto. Su suave piel verde se
ondulaba cuando la bestia flexionaba sus músculos; un largo gruñido escapó de
la criatura cuando ésta se percató de la presencia del cazarrecompensas. El
sonido de pasos a ambos lados sugería que los dos tenían compañía[13].
-¿Qué gfersh es esto? ¿Un chip de código? ¿Dónde
están mis créditos?
-Los tiene en la mano. Ese chip desbloquea una caja
de seguridad en la caja fuerte de mi hotel. Dentro están los créditos que pidió,
todos en monedas y billetes pequeños. ¿No esperaba realmente que viniera hasta
aquí a estas horas de la noche con todo ese efectivo, verdad? Quiero decir, no
es seguro, ¿no es cierto?[14]
-No, supongo que no. Pero, dígame, ¿qué le hace
pensar que está a salvo ahora? Quiero decir; ¿y si yo fuera un hombre de
negocios sin escrúpulos? ¿Y si decidiera jugársela? Vaya, podría limitarme a
tomar su dinero y dejarle a usted aquí, bastante muerto.
-Tal vez, pero si lo hiciera nunca conseguiría sus
créditos.
-No me venga con ese cuento. Tengo su chip aquí
mismo, en mi mano.
-Sí –dijo Suroc, sonriendo ante el chiste
involuntario del rodiano-, pero no tiene mi
mano. Antes de venir aquí esta noche, hice que el gerente del hotel
instalara una cerradura adicional con reconocimiento de la palma de la mano en
la caja de seguridad que contiene su dinero. Puede que tenga el chip que
necesita, pero sigue necesitando la huella de mi mano. Además, la cerradura es
sensible a la temperatura: tengo que estar vivo para que funcione[15].
IV
Suroc sabía que llevaba ventaja. Por desgracia, el
rodiano también lo sabía. A los rodianos no les gusta que les lleven ventaja.
Tenía que hacer algo para calmar la situación.
-Me ha sorprendido. Es difícil conseguir por aquí
un nashtah en buena forma. Debe conocer a gente muy importante para conseguir
una bestia de ataque de esta calidad[16].
-Basta de cháchara. Volvamos a mis créditos.
-No hay problema. Están todos allí, esperándole.
Dejaré a mi nuevo compañero en un lugar seguro y luego puede volver conmigo y
recogerlos ahora si desea. O, si lo prefiere, volveré y retiraré la cerradura
de huella. Me marcharé de Andasala a primera hora de la mañana. Puede retirar
sus créditos en cualquier momento que desee[17].
-¿Con quién cree que está tratando? Si retira esa
cerradura de palma, retirará también mis créditos. No soy ningún estúpido. Iré
con usted ahora mismo. No voy a darle la oportunidad de engañarme[18].
-Comprendo su punto de vista. De acuerdo, cuanto
antes mejor, entonces. Usted primero[19].
[1]
Suroc no se refiere a sí mismo como la parte interesada. Sabe que el tabernero
podría ser un informante o un agente de la ley encubierto.
[2]
Suroc acaba de identificarse como un comprador con una necesidad muy inusual.
[3]
Llegado a este punto, probablemente quiera adquirir un animal extremadamente
peligroso y cuidadosamente regulado. Si ha recibido el mensaje, el tabernero
hará el resto. Nótese que no se han intercambiado créditos (aparte del coste de
las bebidas). No ha sido necesario; Suroc sabe que el tabernero probablemente
obtenga una comisión de la venta una vez el trato se haya completado.
[4]
Mantener la ficción de comprar un regalo no es sólo para mantener las formas:
Suroc necesita impresionar a este extraño para que vea que no es un aficionado.
Al no admitir que quiere el nashtah para su propio uso, muestra cierto grado de
control profesional.
[5]
Leyendo entre líneas, lo que Suroc está diciendo realmente es que le gustan las
cosas exóticas y, por implicación, que es un sujeto peligroso, a quien no conviene
jugársela.
[6]
Suroc sabe que aceptar la primera oferta arruinaría el trato. Como normal, la
primera cifra siempre es alta; aceptar la primera cifra casi garantiza que se
añadirán algunos “gastos de manipulación” de última hora cuando vaya a cerrarse
el trato.
[7]
Suroc básicamente está diciendo: “Esta es mi contra-oferta. O la acepta o me
voy a hacer negocios a otra parte.”
[8]
El intermediario sospecha que Suroc va a hacer negocios en otra parte. Aunque
no quiere que el trato se le escape, está irritado de todas formas. Quería
conseguir al menos 12.000. Para compensar las pérdidas en este aspecto, el
intermediario se recupera asegurándose de que se haga en un lugar de su
elección.
[9]
¡No lo creo! ¡Esto es Andasala! El intermediario no debería tener problemas en
conseguir algo aunque sea tan peligroso y exótico como un nashtah. Si quiere
tiempo extra debe ser por otros motivos.
[10]
Ahora es el turno de Suroc de retomar el control de la situación. No le gusta
el lugar convenido, pero teniendo todo en cuenta, el precio es adecuado.
Imponiendo un límite de tiempo al intermediario, Suroc recupera una apariencia
de control de los acontecimientos. Esto también refuerza la idea de que está
dispuesto a ir a otro sitio si es necesario.
[11]
El rodiano revela que sabe que Suroc es un cazarrecompensas. Con toda seguridad
ha investigado a fondo acerca de él.
[12]
No hay normas estrictas que regulen el intercambio físico de bienes en un trato
del mercado negro. Suroc sabe que su mejor opción es dejar que el intermediario
lleve la iniciativa y seguir sus indicaciones lo más cuidadosamente posible.
[13]
El intermediario había llevado consigo su propio seguro de vida. ¡Sin embargo,
había cometido el error de mostrar sus cartas demasiado pronto! Al revelarle su
presencia, los matones del rodiano no hicieron sino terminar de convencer a
Suroc de que el intermediario pretendía jugársela.
[14]
Suroc sabe que nunca debe llevar efectivo, ¡o al menos nunca la cantidad
completa!
[15]
¡Suroc tuvo la previsión de llevar su propio seguro de vida!
[16]
El cumplido pretendía insinuar que el rodiano es un comerciante del mercado negro
con talento y recursos suficientes para conseguir mercancía de calidad en poco
tiempo. Un pequeño gesto que no haría ningún daño dado el inestable
temperamento del rodiano.
[17]
Suroc deja que el rodiano crea que la elección es realmente suya cuando, en
realidad, no tiene demasiada elección. Algunos llamarían a esto “salvar las
apariencias”. ¡Suroc lo llama “salvarse el pellejo”!
[18]
Como suponía, el rodiano estaba dispuesto a creer que Suroc planeaba engañarle.
[19]
Mostrando esa aparente deferencia al rodiano, Suroc hace que su adversario crea
que vuelve a tener el control de la situación. La escena se ha calmado, pero
Suroc recuerda en el último instante mantener al rodiano delante de él en todo
momento.
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