Una aplicación física de la ley
Rick D. Stuart
El círculo de luz verde que rodeaba su silla
proporcionaba un brillo fantasmal a los inesperados sucesos. Una hora antes, el
sub-prefecto Neris se encontraba a salvo y calentito en su cama. Y entonces,
tres matones con el rostro oculto bajo unos cascos, volaron la puerta.
¿Cómo han
conseguido superar todas esas carísimas medidas de seguridad?, se preguntó.
Entonces le inyectaron rápidamente un hipospray. Lo
siguiente que el asustado administrador recordaba era haberse despertado en la
oscuridad, atado a una silla metálica. Le pareció haber estado esperando ahí
durante una eternidad. Podía escuchar a alguien moviéndose en la oscuridad.
Alguien que prefería la oscuridad a la luz.
-Qué amable por su parte unirse a nosotros,
sub-prefecto.
-¿Quién habla?
-¿Es que no reconoce la voz de su más leal defensor,
Neris?
-¿Seron? ¿Gornt Seron?
-El mismo.
-¿Por qué me has traído aquí? ¡Exijo que me liberes
de inmediato!
-Me temo, sub-prefecto, que no se encuentra en
posición de exigir nada. Simplemente deseo hablar con usted. Tengo dificultades
para concertar una cita a través de su secretaria privada.
-La única cita que te concertaré, Seron, será tu
ejecución pública.
-Ya lo ven, caballeros. Siempre esa actitud
desconsiderada y entrometida. Es por esa actitud suya por la que quiero hablar
con usted, administrador. Ya lleva un tiempo emprendiendo una venganza personal
contra mí. No puedo ni empezar a imaginar el por qué. Nunca le he hecho daño,
nunca le he amenazado en ningún modo. Y aun así continúa persiguiéndome.
-¡Eres un hampón, Seron!
-Soy un hombre de negocios, sub-prefecto.
-¡Eres el mayor mafioso de este sistema!
-Encuentro trabajo a personas en tiempos de crisis
económica.
-¡Has cometido más de una decena de asesinatos!
-Me ocupo de mis competidores de forma expeditiva.
-Has corrompido a docenas de oficiales por todo el
sector. Pero no esta vez. ¡Haré que seas llevado ante la justicia, aunque sea
lo último que haga!
-¡Por favor, sub-prefecto, ahórreme el melodrama!
¿Por qué la gente como usted es tan aficionada lo teatral? Yo esperaba que
usted resultara ser un hombre razonable. De hecho, había preparado una
proposición de lo más lucrativa para ofrecerle. Pero ahora puedo ver que estoy
perdiendo el tiempo. Me decepciona usted, sub-prefecto. Qué triste, teniendo en
cuenta que usted y yo somos en realidad muy parecidos. Como usted, yo creo en
la firme aplicación de la ley. Sin embargo, prefiero la aplicación de las leyes
“físicas” en lugar de las “judiciales”. Su antecesor descubrió lo firme que
puede llegar a ser mi aplicación.
-¿Bregless? De algún modo, siempre supe que fuiste
responsable de su muerte.
-En realidad, jamás le puse la mano encima al pobre
hombre. Al igual que con usted, sub-prefecto, traté de razonar con él. Le pedí
(muy amablemente, a decir verdad) que se abstuviera de esas molestas
investigaciones sobre mis actividades. No sólo se negó, sino que lo hizo de
forma realmente maleducada. Pero yo no soy responsable de su muerte. Su actitud
le colocó en una situación en la que reaccionó de forma negativa a la
aplicación física de la gravedad.
-No comprendo qué...
-Mire, sub-prefecto, permítame que se lo demuestre.
El suelo se abrió con el agudo siseo del aire al
salir rápidamente. Neris fue brevemente consciente del pozo metálico por el que
estaba cayendo. Segundos después, recibió con fuerte impresión la fría brisa de
la noche, a 500 metros sobre la superficie de ferrocemento de la plaza. A esa
hora temprana, había pocas personas cerca para escuchar el grito agónico del
sub-prefecto. Los pocos que lo hicieron le prestaron poca atención. Después de
todo, en esa parte de la ciudad era bien conocido que a esas horas los
invitados de Seron generalmente reaccionaban negativamente a la aplicación
súbita de la gravedad.
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