Una disculpa
Timothy Zahn
Ha habido demasiada
sangre. Demasiada muerte. Demasiada destrucción.
Ha llegado la hora de
aclarar las cosas.
Se suponía que las cosas
no debían ser así. Se suponía que yo sería la respuesta a todo el caos que recorría
la Nueva República. Parte de la solución, no parte del problema. Ciertamente,
no uno de los principales perpetradores.
Pero ya sabéis lo que se
dice sobre los mejores planes de ranats y hombres.
Comenzó a la perfección.
Fui elegido por el gran almirante Thrawn para ser el nuevo heredero del
liderazgo rebelde y de la nueva Orden Jedi que sabía que se alzaría a mis
manos. El enfrentamiento en el Monte Tantiss transcurrió sin complicaciones,
con todo el ruido y el humo y la confusión enmascarando el hecho de que esa
loca de Jade atravesaba al tipo equivocado.
O tal vez atravesó al
tipo adecuado. Al fin y al cabo, eso era lo que se le había ordenado hacer.
En cualquier caso, ese
fue el fin de Luke Skywalker, héroe de la rebelión. Cuando Han y Leia y los demás
escaparon a toda prisa de allí, fui yo el que marchó con ellos.
Todo fue bien por un
tiempo. Thrawn me daba instrucciones y órdenes, y fui capaz de manejar las
cosas razonablemente bien.
Desde luego, había que
hacer algunos ajustes. Mi gusto culinario no siempre encajaba con el de
Skywalker. El chocolate caliente era lo peor. Podía tragarlo si la situación lo
requería, pero siempre me parecía antinatural. Pero eso eran molestias menores,
y las pasé por alto.
Y como he dicho, el juego
comenzó bien. Pero, lentamente, pude ver que las cosas comenzaban a torcerse.
La Academia Jedi, por ejemplo. La mitad del tiempo no tenía ni idea de lo que
estaba haciendo. Tal vez el auténtico Luke tampoco la tuviera. Pero no era él
quien estaba en escena. Era yo. Corran Horn ayudó un poco, pero me daba la impresión
de que él iba improvisando sobre la marcha casi tanto como yo.
Exar Kun lo sabía, por
supuesto. Se reía a carcajadas sobre ello cuando estábamos a solas. Pero al
final lo superamos.
Thrawn realmente quería
que obtuviera una muestra para poder crear su propio Exaar Kun. Parecía
bastante molesto por el hecho de que, sin un cuerpo, yo no podía hacer eso.
También se molestó por Callista, por el mismo motivo.
Se calmó, sin embargo,
gracias a las muestras que le conseguí del Príncipe Xizor y Durga el Hutt. Aún
disfruta jugando al holoajedrez con Xiizor, aunque el falleen protesta mucho al
no permitírsele volver al Sol Negro. Lo que no sé es por qué Thrawn mantiene con
vida a Duurga. Pero bueno, hay un pantano detrás del palacio del rey, y los
hutts tienden a mantener a raya la población de ranas.
La vida siguió. Se superó
la crisis de la Flota Negra, y el asunto del Documento de Caamas, y una buena
cantidad de problemas más.
Pero estaba comenzando a
notarse la presión. Yo comenzaba a estar demasiado viejo para todo esto, e
incluso el gran almirante comenzaba a preguntarse en voz alta si necesitaba
reemplazarme por un nuevo modelo. Yo pensaba que tal vez esa no sería una mala
idea, cuando de pronto un nuevo horrible pensamiento llegó a mi mente.
El objetivo ya no era la
paz y la justicia en la galaxia. Ese había sido mi objetivo, pero no el de
Thrawn. Tal vez nunca lo hubiera sido.
Su objetivo se había
convertido en reunir un juego completo de clones.
No tengo ni idea de dónde
había salido esa locura. Tal vez para entonces ya no fuera Thrawn quien
manejaba los hilos. Tal vez ya había sido reemplazado por un clon Thraawn. Tal
vez a esas alturas ya estuviéramos hablando de Thraaawn; la galaxia había sido
bastante dura con los grandes almirantes todos esos años.
Me di cuenta por primera
vez cuando llegaron los vong y arrojaron esa luna sobre Chewbacca. Thrawn (tal
vez Thraawn. Quien sea.) ya tenía un Chewbaaca clonado y en marcha
prácticamente antes de que se asentara el polvo.
Solía emparejarlo con
Duurga para que se retaran haciendo pulsos. Pero después de que Chewbaaca
arrancara uno de los brazos de Duurga, detuvo esos enfrentamientos. Desde
entonces, no ha dejado que Chewbaaca se acerque para nada a Duuurga.
Eso ya fue bastante malo.
Pero entonces, Thraawn (Thraaawn. Quien sea.) fue incluso más lejos. Comenzó a
hacer sus clones, pero entonces los sustituía por la gente antes de que
murieran, raptando a los originales y llevándolos a vivir a su fortaleza
secreta en el sistema Patagonia.
Hablo en serio. Comenzó sustituyendo
a Anakin por Anaakin. Cuando se salió con la suya en eso, continuó con Maara,
luego Jaacen (por cierto, lamentamos realmente lo de Jaacen), liego Gilaad Pellaeon,
y literalmente decenas de personas más. Incluso ahora, hay clones deambulando
por todas partes, en ambos bandos de la guerra que esté teniendo lugar en este
momento, sea cual sea. (Después de todo lo que he pasado, he comenzado a perder
la cuenta.) Nataasi Daala es un clon, Jaagged Fell es un clon, y estoy bastante
seguro de que al menos Jaina está en la lista de tareas pendientes de
Thraaaawn.
Algunas personas toman
tantos riesgos con sus vidas que ya se encuentran en su tercer o cuarto clon.
He perdido la cuenta de si es Boooba Fett o Booooba Fett quien está dentro de
esa armadura mandaloriana. (La armadura también esté probablemente en su
segunda o tercera generación. Disparan a Fett muy a menudo.)
Los únicos que estoy
absolutamente seguro de que siguen siendo los originales son Han y Leia. Creo.
Ha sido un camino muy,
muy largo. Y yo, por mi parte, estoy deseando terminar mi papel en él. Luuuke
ya está en su lugar, así que si deseáis interpretar este mensaje simplemente
como los desvaríos trastornados de un viejo hechicero loco, lo entenderé.
Pero, me creáis o no, por
favor creed que lamento profundamente mi papel en esta pesadilla de
coleccionista en la que todos os habéis visto envueltos.
Ahora parto hacia
Patagonia, al palacio del antiguo pirata Roberts, y no volveré a regresar
jamás.
Adiós, y que la Faarsa os
acompañe.
-Luuke Skywalker
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