lunes, 30 de marzo de 2015

Testigo del apocalipsis

Testigo del apocalipsis
Michael Allen Horne

El siguiente relato está extraído de una comunicación personal enviada por Rivoche Tarkin, corresponsal de la Nueva República, durante la lucha en Coruscant. Fue enviada a Voren Na’al, Historiador Consejero de la República.

Voren.
Pesa sobre mí como una carga invisible, Voren. Ver este mundo, donde pasé tanto tiempo de mi infancia, de este modo... Que las deidades nos ayuden, los sonidos por la noche, los fuegos...
A veces es casi más de lo que puedo soportar. Pensar que se han hecho esto los unos a los otros. ¿Para qué?
Ayer pasé junto al Templo del Círculo, o lo que queda de él.
No empieces otra vez, puedo sentir tu preocupación. El general Antilles insistió en que llevara una escolta y no me he alejado ni un instante de la vista de Demolinn y el señor Greybird. Tomamos un deslizador, en busca de más supervivientes.
Es peor de lo que habíamos escuchado. Mucho peor. Los amotinados están quedándose con todo, acaparándolo. Destruyen lo que no quieren. Queda muy poco para los supervivientes.
El general Calrissian nos ha ordenado distribuir los suministros adicionales entre los supervivientes. No podemos evacuarlos por nuestra cuenta, pero más tarde podemos mandar algunos cruceros de evacuación calamari y salvar a algunos de ellos. Alguien debe hacerlo.
Incluso si algunos de ellos eran matones de la COMPNOR, nadie se merece esto.
Parece que la lucha ha vuelto a trasladarse fuera del planeta. En los últimos días ha sido así. Escarbar en busca de algo útil y luego volver a subir a órbita. Parece que no puedes alzar la mirada sin ver alguna nave imperial rasgando la atmósfera. Aún esperamos que Base Pináculo pueda enviar a alguien.
Calrissian afirma que le debe algún dinero a Solo y que en tal caso Solo nunca le dejaría morir. Nadie le ha creído, pero sí que ha ayudado a levantar algo la moral.
Aquellos que sirvieron aquí antes lo están soportando bien; son los nuevos reclutas los que nos preocupan.
El problema es lo que creí escucharle al técnico de comunicaciones. Recuerdas a Ivo, ¿verdad? Bueno, pues dijo que había detectado algunas naves nuevas saliendo del hiperespacio.
No son imperiales. Esperamos que sean amistosas.
Dale recuerdos a Arhul y dile que se cuide la pierna. No todo el mundo en la Sección de Historia sufre un intento de asesinato.
Y aún menos sobrevive a él.
Espero que este mensaje te llegue...

miércoles, 4 de marzo de 2015

Sobre el origen de las tormentas de Fuerza

Sobre el origen de las tormentas de Fuerza
Michael Allen Horne

He descubierto que la Ira y la Voluntad, unidas, son el mayor de los Poderes. He aprendido a meditar sobre la Ira y la Voluntad con claridad y precisión, y he aprendido a abrir las reservas ocultas del Poder del Lado Oscuro. La Ira concentrada por la Voluntad en el centro vital del cuerpo crea un portal a través del cual se liberan grandes energías: las energías del Lado Oscuro de la Fuerza. Permaneciendo alerta con la mente, en mi meditación de Ira, he asesinado a mis enemigos a grandes distancias, a través del Poder del Lado Oscuro que impregna la Galaxia. He creado relámpagos y desencadenado su fuego destructor. Usando este conocimiento, puedo desencadenar las energías del Lado Oscuro que nos rodean por todas partes, incluso para destrozar el tejido del propio espacio. De esta forma, he creado tormentas.
-Palpatine
De El Libro de la Ira

Una advertencia sobre el Lado Oscuro

Una advertencia sobre el Lado Oscuro
Michael Allen Horne

Jedi. ¡Escuchad las Palabras de Bodo Baas!
Algunos de entre nosotros han pensado en conquistar el Lado Oscuro aprendiendo sus secretos...
Tres, según mis conocimientos, tres lo han intentado...
...Y perecieron, todos y cada uno de ellos perecieron.

El calvario de Boba Fett

El calvario de Boba Fett
Michael Allen Horne

Los restos aún emanaban humo acre mientras Dengar avanzaba lentamente cerca del pozo de Carkoon. Abriéndose camino entre fragmentos, podía ver lo mal que habían ido las cosas. No la batalla, aunque había sido bastante feroz; había visto muchas batallas. Era lo que quedó después lo que le daba escalofríos. Tatooine tenía leyendas acerca de criaturas nocturnas y lo que hacían a las ocasionales almas perdidas. Nunca volvería a dudar de ese tipo de relatos. Y tampoco pasaría allí ni un día más de lo necesario. Si no hubiera estado reponiéndose de un exceso de vino especiado zeltron, ya hace mucho que se habría marchado.
Sin embargo, el destino actuaba de forma curiosa. Boba Fett nunca había sido muy dado a beber, y quería un asiento de primera fila para la ejecución de Solo y Skywalker. Para cuando Dengar se hubo recuperado, el grupo de la gran ejecución ya había partido hacia el único punto realmente turístico del sistema. Se rumoreaba que Jabba había salido a horas intempestivas sólo para apreciar su propia maldad.
Pero las cosas fueron muy mal en ese viaje en particular. Después de ese último mensaje confuso, cundió el pánico en el castillo. La mitad de la gente supuso que los tusken tuvieron suerte e iban a llegar para acabar el trabajo; el resto se tragó esa historia absurda de los gamorreanos acerca de Vader disfrazado.
Cualquier idea de un equipo de rescate murió cuando un virus informático temporizado hizo estragos en los ordenadores de las mazmorras y cientos de los peores cautivos de Jabba escaparon sin control. Normalmente los matones de Jabba podían ocuparse de eso incluso dormidos, sólo que en ese momento la mayoría de ellos ya era alimento para los dragones krayt.
Dengar supuso que podría haber ayudado, pero no iban a pagarle, por lo que no se ofreció a hacerlo. Se ocultó en el pozo vacío del rancor durante unas pocas horas hasta que los supervivientes escaparon o se cobraran la débil venganza que aún pudieran. Mientras tanto, Dengar comenzó a trazar un plan.
Se le ocurrió que un señor del crimen tan poderoso como Jabba tendría muchas riquezas por ahí. Hmmm...
Para cuando Dengar terminó de registrar el palacio, supuso que la mayor parte de las riquezas de Jabba estaban ocultas en una docena de residencias privadas por toda la galaxia. Incluso las cámaras privadas de Jabba en el palacio eran precisamente eso: privadas. Puertas selladas magnéticamente en una cámara construida con planchas de casco de acorazado.
La única forma de entrar era con el chip de identidad. Por supuesto, Jabba nunca dejaría algo tan valioso fuera de su vista. Dengar supuso que probablemente lo llevaba consigo cuando le mataron. Sólo había una forma de averiguarlo.
Al alba, robó un esquife. Desde luego, robarle a un hutt era mala idea, pero inmediatamente pensó que alguien acababa de hacer algo considerablemente peor y había escapado. Así que ahí estaba, en el punto menos placentero del universo...
Dengar comprobó el macrodetector de bestias una vez más, con la esperanza de que el polvo no lo hubiera arruinado ya todo. Estaba obteniendo algunas lecturas extrañas, algo a unos cien metros de distancia, y todo lo que podía ver era arena y cráter. Probablemente un nido de termitas de roca, o algo.
O algo...
En la distancia estaba la ardiente mole de la barcaza velera de Jabba. Un reptador de arena jawa ya había llegado rodando hasta él y los odiosos carroñeros ya estaban arrancando placas del casco y piezas de maquinaria medio fundida de los restos.
Dengar se rio. ¿Quién habría pensado que Jabba, el mayor gánster de los Bordes Exteriores, acabaría como un objeto decorativo para un mercader de droides usador? Dengar aminoró la velocidad de su esquife para acercarse a la barcaza de vela, preparando su rifle bláster. Era el momento de mostrar a los jawas quién era el jefe. Entonces vio la llamarada. ¿Quién más podría ser salvo...?
Revolucionando los motores, se acercó rápidamente y vio... a Boba Fett.
Bueno, supuso que era Boba, ya que nunca lo había visto sin armadura ni ropa. Por su aspecto actual, ése era un hábito que preferiría mantener.
-Boba, ¿qué ha pasado aquí?
-...no... me... llames... ehhhhhhh...
Ciertamente era Fett, cerca del borde de una grieta. Tenía un aspecto horrible, lleno de ampollas y cubierto con alguna clase de material fibroso con nódulos, como el interior de un melón wyyk. Mientras Dengar avanzaba por el borde, por un instante creyó ver el casco de Fett desaparecer por un agujero más allá del borde.
Fett seguía agarrando alguna especie de pistola de bengalas, aunque no era nada que Dengar pudiera reconocer. Allí fuera, al otro lado del borde, unos cientos de metros más abajo, había un montón de fragmentos metálicos. Debía ser un vertedero jawa, si es que tal cosa existía. Fett estaba rodeado de docenas de fragmentos de metal, corroídos, suaves y brillantes.
Subiéndolo a bordo, notó el olor y casi deja a Fett allí mismo. Esa clase de olor hacía que quisieras volarte la nariz.
Poco después, estaban de vuelta. Le había administrado a Fett cuatro inyecciones estimulantes, sin efectos visibles salvo empeorar las convulsiones. Una vez que llegaron al castillo, trató de lavarlo, pero no funcionó. La materia fibrosa, fuera lo que fuese, era tan correosa que tuvo que cortarla con una vibrohoja.
Mientras los droides médicos atendían a Boba, Dengar pudo ver sus heridas con más claridad. Esas no eran heridas de batalla; eran marcas de succión, como las de los calamares del éter de Gyndine, que moteaban su cuerpo. De acuerdo con el droide, estaban conectadas con las venas y arterias de Fett. Se trataba de algún tipo de intercambio sanguíneo. No cabía duda, Boba había sido engullido por el mismísimo sarlacc.
Extrañamente, los desmayos de Fett no eran debidos a la insolación o a la sed. Fett estaba aparentemente bien alimentado, dado que había toda clase de proteínas alimentarias en su sangre. El problema era una reacción alérgica a grupos sanguíneos extraños en su sistema, combinados con cantidades industriales de neuro-toxina. Preguntó al droide acerca del intercambio de sangre.
La única teoría que tenía era que el sarlacc no podía digerir su propia comida sin ayuda, así que introducía su sangre en sus víctimas, y la sangre rompía lentamente sus proteínas, antes de volver al sarlacc. De algún modo, la sangre proporcionaba a las víctimas suficientes nutrientes para mantenerlos vivos, de modo que el Sarlacc tuviera una fuente constante de alimento.
Mientras tanto, las pobres victimas iban dando vueltas y se disolvían lentamente.
Dengar se estremeció mientras el droide seguía hablando, pensando en las muestras genéticas de la sangre de Boba. Algunas de ellas coincidían con tipos que Jabba había condenado años atrás. Toda esa cantinela de “digerido durante mil años en el vientre del sarlacc” era cierta, y Boba había estado justo allí. Le causaba escalofríos.
Un mes más tarde, Fett salió de su coma. Dengar prefirió no interrumpirle mientras le escuchaba hablar de planes de fuga con tipos que llevaban muertos diez años. O que deberían llevar muertos diez años. Cuando Fett volvió a comer sólido, hablaron.
-Pensé que nadie había salido jamás de esa cosa...
-Todos trataban de salir del modo más obvio. Yo no. Todos ellos buscaban la salida: yo creé mi salida.
Dengar había intentado convencer a Boba de no volver, pero no lo consiguió. Cruzando el Mar de Dunas, se acercaron al claro. Una forma oxidada estaba medio cubierta por la arena. Flotaron sobre la única tumba que Jabba tendría jamás. Tres kilotones era excesivo, incluso para los estándares de Dengar, pero era bueno ver a Fett tan vengativo: demostraba que estaba volviendo a la normalidad.
Conforme Tatooine desaparecía de los escáneres, el ordenador de navegación mostró las coordenadas de Nar Shadaa mientras calculaba el salto al hiperespacio. Dengar vio cómo Fett se relajaba por primera vez en semanas.
Ahora era el momento de ajustar cuentas.

martes, 3 de marzo de 2015

Holo-posters

Holo-posters
Michael Allen Horne

Los siguientes archivos de texto proceden de holo-posters colocados en zonas públicas del Imperio.

Ciudadanos:
No os dejéis engañar. Habéis escuchado acusaciones de los REBELDES. Acusaciones de “atrocidades”, de crímenes de guerra. Se las han inventado para engañaros. Son mentiras. ¿Por qué os mentirían a menos que estén desesperados, incapaces de lograr la victoria?

¡EL IMPERIO ES VICTORIOSO EN TODOS LOS FRENTES!

¿LOS REBELDES?
Las únicas ATROCIDADES son las suyas, ya que destruyen el orden y la paz.
Ellos comenzaron esta GUERRA.
Son TERRORISTAS.
Son CRIMINALES.
Son ASESINOS.
Confiad en vuestros líderes. Os defendemos de aquellos que remplazarían el Nuevo Orden por la anarquía y la miseria económica.
Apoyad a Vuestro Imperio.
¡EL IMPERIO ES VICTORIOSO EN TODOS LOS FRENTES!
APOYAD AL IMPERIO
Alistaos en el ejército, donad bienes, informad acerca de sospechosos... ¡hoy!
No sospechéis de ellos. ¡INFORMAD DE ELLOS!

¡EL IMPERIO ES VICTORIOSO EN TODOS LOS FRENTES!

Abatidos en Coruscant


Abatidos en Coruscant
Michael Allen Horne

Se acabó la unidad imperial. El modo en que se lanzaron al amotinamiento hacía que te dieras cuenta de que habían estado queriendo matarse entre ellos durante décadas; sólo que habían estado demasiado ocupados matando a todos los demás para darse cuenta.
Eso es lo que trajo a los rebeldes a Coruscant. Habían estado recibiendo algunas malas noticias desde el Núcleo. Aparentemente, la Ciudad Imperial estaba bajo ataque; una facción del Imperio contra otra. Esa podría ser una gran oportunidad para la rebelión. Podría ser capaz de conseguir algo más de información sobre la zona de la batalla y tal vez Lando y los suyos podrían obtener algo acerca de los códigos del Núcleo Profundo que aún no habían conseguido. Lo mejor de todo es que, al hacerlo, podrían sacudir un nido de cucarachas aturdidoras.
Ni siquiera Lando tenía idea de lo mal que se habían puesto las cosas. Cuando el Liberador salió al espacio real, parecía como si se hubieran destruido flotas enteras. Acto seguido, tres vagones de batalla comenzaron a escupir códigos de identificación que nunca antes habían escuchado. Lando supuso que él mismo se lo había buscado cuando él y Wedge decidieron que un Destructor Estelar solitario sería menos sospechoso. Segundos más tarde, el plasma comenzó a volar, ardiente y pesado; para cuando vieron siquiera el cañón de iones ya estaban cayendo en la atmósfera. De algún modo, Luke posó la nave con bajas mínimas y trataron de aprovechar la situación.
Enviaron equipos para contactar con los supervivientes, obtener información; lo habitual. Lando había realizado un buen trabajo manteniendo unidas las tropas y ubicándolas en un punto relativamente seguro. Tuvieron que enfrentarse a tropas imperiales, pero al menos fueron capaces de evitar el corazón de la batalla.
Mientras tanto, Luke estaba investigando un rumor muy desagradable que había escuchado.
Esperaron varios días antes de que apareciera un equipo de rescate. Para el quinto día, su suerte finalmente les abandonó. Unos imperiales encontraron a la tripulación del Liberador y decidieron usarlos para prácticas de tiro. Con los rebeldes armados únicamente con blásters de mano contra AT-AT’s, droides de combate y tanques TIE, no era un desafío muy grande. Lo único que los salvó fue la llegada de Han Solo y Leia con los tan necesitados refuerzos. Coruscant se había perdido, pero al menos lograron escapar.