viernes, 27 de noviembre de 2015

Una reclamación de daños de lo más inusual

Makthier de presa
Una reclamación de daños de lo más inusual
Rick D. Stuart

Sirlos Brill: Para que conste, nos mudamos a la región junto al Arroyo Quantrax hace seis meses. Aproximadamente una semana después reunimos nuestro primer rebaño de lacas lanudos. Al principio, todo parecía ir bien. El rebaño se adaptó sin ninguna molestia a las nuevas tierras de pasto. El clima era bueno. Estábamos convencidos de que no había depredadores de los que preocuparse. Todo iba transcurriendo sin problemas.
Entonces, hace unos tres meses comenzamos a perder ganado. Descubríamos que cada mañana faltaban dos o tres cabezas. Colocamos inhibidores sónicos de baja frecuencia, pero no parecían tener ningún efecto. Incluso apostamos guardias, pero nadie jamás escuchó ni vio nada. Y sin embargo, con las primeras luces del día, seguíamos encontrándonos con dos o tres cabezas menos. Lo siguiente que supimos fue que los lugareños más supersticiosos se marcharon y Tovis y yo nos quedamos con menos de una docena de hombres para frenar las pérdidas. Y seguíamos perdiendo ganado.
Así que finalmente, Tovi y yo, junto con un puñado de trabajadores a los que no les importaba ganarse algo de paga extra, decidimos acampar una noche para ver si podíamos descubrir qué diantre estaba pasando con nuestros beneficios. Plantamos la tienda justo en medio del rebaño, apostamos guardias y comenzamos a esperar.
Resulta que a mí me tocó la tercera guardia, unas tres horas antes del amanecer. Todo iba yendo a la perfección, tan tranquilo y pacífico como podrías esperar. Estoy sentado junto al fuego, sosteniendo una taza de asdac caliente, mientras observo el rebaño. Bueno, ahí estoy, mirando un poco alrededor, ¡y entonces ese laca comienza a elevarse en el aire! Tuve que frotarme los ojos para asegurarme de lo que estaba viendo. Lo siguiente que sé es que, -¡zas!- otro más decidió darse un paseo por el campo a la luz de la luna.
Pienso que puedo estar volviéndome loco. Cuando un tercer laca comienza a desafiar la gravedad, comienzo a gritar con todas mis fuerzas. Tovi toma una magnantorcha y apunta al cielo. Ahí está mi laca desaparecido, flotando en medio del aire, con esas tres cosas de un verde enfermizo flotando sobre él. No se parecían a nada que hubiera visto antes, y he pastoreado en más planetas de los que puedo recordar. A todo el mundo les parecieron como larvas de insecto, con esas grandes membranas a cada lado, agitándose como alas. Tenían largas colas que usaban para rodear al laca; así es como debían conseguir levantarlos del suelo... ¡Esos bellacos eran realmente fuertes! En todo caso, tenían esos largos aguijones en las colas, y vi a uno de ellos clavando el suyo en el laca una y otra vez.
El pobre y estúpido animal nunca tuvo ninguna opción. ¡No, el laca no, me refiero a Tovi! Parecía que esa noche había todo un enjambre de ellos. Tan pronto como Tovi les alumbró con su luz, uno de ellos se lanzó en picado y aguijoneó a Tovi. Con el tiempo, volvió en sí, pero con un dolor de cabeza que no te quieras imaginar.
¡En todo caso, esa era la gota que colmaba el vaso! ¡Nadie pica a mi hermano y vive para contarlo! Saqué mi bláster y comencé a disparar. Por supuesto, no soy el mejor tirador de la galaxia, y era de noche. Un par de los chicos comenzaron a disparar también, pero no le dimos a nada. Supongo que, si acaso, les asustamos y les hicimos huir.
Bueno, no podía permitirme seguir teniendo las pérdidas que tenía, así que Tovi y yo decidimos mover el rebaño al norte. Eso fue hace unos tres meses y no hemos tenido ningún problema desde entonces. Así pues, esos son los hechos, exactamente tal y como ocurrieron. Supongo que esto probablemente se salga un poco de lo ordinario, una reclamación de daños de lo más inusual, se lo admito, pero estoy cubierto contra pérdidas por depredadores indígenas. Así que, ¿qué dice? ¿Cuándo tendré mis créditos?

Agente de reclamaciones de Sirloss Brill: Entonces, deje que me aclare: ¿un enjambre de gigantes larvas de insecto voladoras conspiró para llevarse sus mejores lacas, cada uno de ellos con un peso medio de 300 kilogramos?

Sirloss Brill: ¡Exactamente!

Agente de reclamaciones de Sirloss Brill: Por supuesto... ¡El siguiente!

El flautista del valle


Los excursionistas de Ganlihk a menudo usan ludos como "compañeros de mochila" como ayuda para mantener alejados a los depredadores y mantener a los miembros del grupo a la vista unos de otros. Aquí, varios excursionistas y sus ludos de compañía se encuentran una colonia de ludos salvajes en las profundidades del bosque de Ganlihk.
El flautista del valle
Rick D. Stuart

En un momento u otro, la mayoría de niños tiene amigos imaginarios. Por tanto, no me pareció en absoluto extraño que Jasten anunciara que tenía un nuevo amigo poco después de llegar a Ganlihk. Dijo que su amigo era músico; un “flautista”, lo llamó. El flautista del valle. Bueno, tanto mi Locris como yo sabíamos que en ese momento no había otros músicos entre los colonos del planeta, ni había en las vecindades de nuestro campamento ningún niño que pudiera tener esa habilidad. De modo que nos limitábamos a mirarnos con una sonrisa y asentir condescendientemente cada vez que Jasten nos hablaba sobre las distintas canciones que su amigo le tocaba cuando bajaba al valle a jugar.
Por supuesto, eso fue antes de que nosotros mismos comenzáramos a escuchar el sonido. No era realmente música de flauta; ciertamente no era nada que pudiera provenir de un instrumento de viento o de caña. Era demasiado agudo, demasiado etéreamente melodioso, pero extraño y misterioso, si sabes a qué me refiero. Siempre tenía lugar justo antes del amanecer, y siempre duraba más o menos una hora. Parecía proceder del claro que hay siguiendo el arroyo Deseib. Jasten decía que su amigo a menudo iba allí a jugar, pero, por supuesto, nunca encontramos nada cuando íbamos allí a verlo por nosotros mismos. Nada, claro está, durante el día. Dos veces, justo antes de salir el sol, mientras escuchaba la extraña música y trataba de ubicar su origen, me levanté para ver cómo estaba Jasten. Dos veces, justo antes del amanecer, creí haber vislumbrado luces –luces multicolores que brillaban suavemente- descendiendo sobre el valle.
Entonces comencé a estar realmente preocupada. Después de todo, se suponía que éramos las únicas personas en esa zona, en varios kilómetros a la redonda. Si realmente había otros ahí fuera, tan alejados de la civilización, ¿por qué no se mostraban, y qué querían de Jasten y nosotros? Entonces, una noche, mientras escuchaba esas relajantes notas que flotaban sobre los prados, fui a ver a Jasten sólo para descubrir que ya no estaba. Mirando por la ventana, le vi, vestido aún con su pijama carmesí favorito, corriendo hacia el valle. Mirando un instante más allá de él, pude ver, primero individualmente y luego por parejas, pequeñas luces de colores que se reunían cerca de donde yo sabía que corría el arroyo. ¡Entonces me asusté de verdad! ¿Y si Jasten se acercaba demasiado a la orilla del agua de noche? Le llamé a gritos, pero él no me oyó o no quiso responderme.
Mis gritos despertaron a Locris. Echó un vistazo al lugar hacia donde se dirigía Jasten y, tomándome de la mano, salimos tras él. Apenas nos detuvimos el tiempo suficiente para tomar un par de lámparas portátiles, y salimos corriendo al exterior, pero ese tiempo fue suficiente para que perdiéramos de vista a nuestro Jasten. A medio camino del valle, volvió a comenzar ese extraño sonido. Los temores de Locris debieron sacar lo mejor de él en ese momento, porque soltó mi mano y se adelantó corriendo. En ese momento podía ver más y más luces, todas de distintos colores, brillando con fuerza en la distancia. Llegar a ese claro nos costó lo que pareció una eternidad, aunque probablemente no fueran más de cinco largos y agonizantes minutos. Al girar la última revuelta y mirar hacia el arroyo, no estaba preparada para la visión que iba a ver esa noche.
Jasten estaba sentado tranquilamente al borde del arroyo, y Locris estaba arrodillado a su lado y le rodeaba con el brazo. Sobre la superficie del agua, extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista, estaban esas cosas flotantes y brillantes, luminiscentes. Cada una de ellas medía tal vez medio metro de ancho, y tenían grandes y bulbosas... ¿cabezas? Brillaban suavemente, mostrando todos los diferentes colores del espectro. Algunos parecían brillar al unísono con otros de su alrededor, otros pasaban de un color a otro. Todos emitían ese sonido suave y vibrante. Supongo que podría decirse que se estaban cantando entre sí. No, no cantaban... era más bien como si tocaran la flauta. A menos de un metro de distancia de Jasten, un “flautista” de mayor tamaño flotaba en la corriente, con sus característicos sonidos agudos formando una especie de estribillo melodioso que se repetía una y otra vez. Así que ahí estaba el amigo imaginario de Jasten.
Como si de algún modo sintiera mis propios pensamientos, Jasten se volvió para mirarme, y con una gran sonrisa en su rostro dijo:
-Este es mi amigo.
Dicho eso, volvió de nuevo la cabeza tranquilamente y siguió escuchando la serenata que aparentemente estaba teniendo lugar en su honor.
Viendo las cosas ahora en retrospectiva, pienso que tal vez debería haber seguido asustada. Me refiero a que, hoy en día, aún sabemos muy poco acerca de los ludos. Sin embargo, ninguno de su especie nos ha mostrado nunca a nadie de nosotros la menor hostilidad. No sé si en algún momento recibieron algo de nosotros a cambio –y, desde luego, puede que sólo sean imaginaciones mías- pero a veces pienso que realmente disfrutaron de los aplausos. El amigo de Jasten siempre consigue ruborizarse con un tono particularmente brillante de rojo siempre que empezamos a aplaudir.

-Diario personal de Elisha Merew,
colonizadora original de la Colonia Ganlihk 15.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Según el cristal con que se mira


Lepusa
Según el cristal con que se mira
Rick D. Stuart

Extracto del testimonio jurado realizado por Yasil Senerio, director de una granja en el Sector de la Cresta Norte de Freliq, a un Comité de Investigación Imperial acerca de la inteligencia lepusana.

Advertí a Jullisa que se mantuviera alejada de la vía férrea abandonada que cruza el Arroyo Veriss. ¿Pero hizo caso a su padre? Por supuesto que no.
Tal vez viera alguna flor especialmente colorida creciendo junto al borde de los raíles. Tal vez sólo quería gatear y mirar hacia abajo por encima del borde de las vías. Por suerte, Lox y yo estábamos en los campos del norte y escuchamos sus gritos pidiendo ayuda. Cuando llegamos, estaba colgando de un trozo de lazo roto, muerta de miedo. Entonces Lox me agarró del brazo y señaló hacia la izquierda. Entonces fue cuando vi al lepusa.
Era un macho grande y blanco, de casi un metro de alto. Seguramente tendría la entrada a la madriguera en algún lugar de la ladera. Saltó sobre el puente y miró desde arriba a Jullisa y al agua bajo ella. Entonces comenzó a mirar a su alrededor, como si estuviera buscando algo. Lo siguiente que sé es que estaba excavando en el suelo con sus patas traseras. Extrajo de la tierra una larga enredadera.
La criatura se inclinó y bajó la enredadera hasta Jullisa. Luego la izó hasta arriba. En cuanto ella estuvo a salvo, se escabulló de un salto.
No puedo responder a aquellos que han dicho que el lepusa es sólo una bestia estúpida. Tienen derecho a tener su opinión. Pero para mí, ver es creer. Veo a mi pequeña aquí, hoy, en este patio, gracias a ese denominado “animal estúpido”. Esa es la única prueba que necesito.

La inmensa importancia de una pequeña criatura


Kalaides
La inmensa importancia de una pequeña criatura
Bill Smith

De los materiales promocionales del Gremio de Cosechadores de Kalaides de Cols...

A primera vista, la mayoría de vosotros jamás pensaría que este humilde animal, el kalaide, haya sido responsable de salvar millones de vidas por toda la galaxia. Ahora sabréis la verdad detrás de esta extraordinaria criatura.
Los kalaides se encuentran únicamente en los puertos naturales de agua marina de la Bahía de la Cosecha, en el planeta Cols; los esfuerzos por trasplantar los animales a otros mundos han fracasado. Debido al extremadamente limitado entorno en el que puede sobrevivir este valioso animal, durante más de 5.000 no se ha permitido que ninguna industria se estableciera en un radio de 500 kilómetros de la Bahía de la Cosecha. Sin embargo, el humilde invertebrado ha sido para este mundo un beneficio económico, no una carga. Y no se puede poner precio a las vidas salvadas por este asombroso animal.
Los kalaides barren el fondo de los puertos de la Bahía de la Cosecha, consumiendo muchas clases de bacterias, así como algas y plantas microscópicas. Tienen una glándula única que usa nutrientes específicos para crear masrizeen, un compuesto químico que los kalaides usan para estimular periodos fértiles en su ciclo reproductor. Sin embargo, los científicos usan el masrizeen como base para el primer antídoto efectivo contra los letales virus urticantes Jurrinex6 y Jurr-5, que fueron responsables de más de 100 millones de muertes en los últimos cuatro siglos. A pesar de los intensos esfuerzos de investigación, los científicos no han sido capaces de sintetizar un sustituto del masrizeen, ni han podido trasplantar los kalaides fuera de su hábitat natural. Aunque los incidentes modernos con esos dos virus urticantes han descendido drásticamente gracias al antídoto, siguen siendo una amenaza peligrosa para la salud pública, por lo que la investigación del masrizeen continúa.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

El canto del crepúsculo


Humbaba
El canto del crepúsculo
Phil Brucato

Oh noble Hurrungat
La oscuridad llama, el crepúsculo cae
Sobre nuestro mundo, sobre nuestras tribus
Dirígenos entonces hacia la noche
Tumba de dientes y ojos y rabia
Sobre tu corcel Aarwynn, el primer humbaba
De la sagrada estirpe nacida bajo los dedos de la Reina Árbol.

Gran Hurrungat
Las brisas lloran por nuestras tierras
Aplastadas bajo el puño del Tirano

Gran Aarwynn
Libéranos de nuestro crepúsculo
Entréganos a la furiosa oscuridad
Antes de la llegada del sol.