lunes, 23 de noviembre de 2015

El trato de la mensajera


Pez mineral andoano, fuente de sedrelio
El trato de la mensajera
Bill Smith

La aqualish llamada Myinyar esperaba en el parking de deslizadores elevado, viendo cómo los minutos se esfumaban en el crono de su deslizador. Una brisa salada soplaba desde el océano, llevando consigo un fuerte olor sulfuroso. El origen de ese olor, la Plataforma de Pesca de Ando Yinn-x34, apenas era visible. Conforme el sol se hundía en el horizonte, las llamas naranjas que manaban de los crisoles de fundición de mineral fueron bañando el cielo nocturno, ofreciendo un fantasmal crepúsculo a la silueta de la ciudad. Un par de cazas TIE salió volando sobre el océano como parte de su patrulla regular por la bahía.
Myinyar se revolvió nerviosamente en su asiento, comprobando de nuevo el crono. Se suponía que su contacto debía llegar en dos minutos, y cuando antes se hiciera el trato, antes podría volver a casa en el sector Quara de la ciudad. Desde el principio, ese trato no le había gustado, pero había una buena cantidad de créditos en juego... demasiado buena. Todo lo que necesitaba hacer era dar el sedrelio a la mujer, tomar el dinero, y luego largarse.
Observó a la multitud, buscando la delatora bufanda roja que señalaría a su clienta. Una extraña mezcla de humanos, sullustanos y aqualish aquala paseaba por allí; al ser la única aqualish quara, o “con dedos”, allí presente, se veía claramente que era una extranjera. Permanecer en el deslizador le ayudaría a asegurarse de que nadie la reconocía como un quara.
Finalmente, la humana con la bufanda salió del turboascensor. Era una mujer adulta, con gruesas pinturas cosméticas en los labios y cerca de los ojos. Tenía cabello amarillo. Aunque parecía bastante inofensiva, la aqualish había aprendido tiempo atrás que ningún humano era nunca inofensivo.
La humana caminó directamente al deslizador y Myinyar bajó lentamente la ventanilla.
-Entra –murmuró Myinyar en aqualish.
La humana se acomodó en el asiento del pasajero. Myinyar observó su lenguaje corporal y advirtió signos de aprensión. Débil. Todos los humanos parecen débiles, como esta.
-¿Tienes los créditos, humana?
La mujer mostró los dientes, algo que sus camaradas humanos llamaban “sonrisa”. Habló en básico, el lenguaje de los humanos.
-Lo tengo. ¿Tienes el sedrelio? ¿Tres kilos?
Myinyar buscó detrás de su asiento y extrajo un pequeño saco.
-Aquí está.
La humana tendió a la aqualish la barra de créditos. Myinyar captó movimiento por el rabillo del ojo: tres humanos, todos con idéntica vestimenta. Se acercaban al deslizador rápida y deliberadamente. Echando un vistazo, la mujer tomó aliento bruscamente.
-Esos hombres... deben ser agentes de la OSI. Arranca.
Myinyar soltó un bufido y empujó a la mujer.
-¡Fuera!
La mujer se acercó a ella y sacó un bláster de mano.
-No tenemos tiempo para esto. Arranca o ambas acabaremos en un centro de interrogación.
Myinyar pensó en ello y entonces empujó la palanca del acelerador. El generador repulsoelevador gimió conforme el motor impulsaba el deslizador desde el punto donde estaba aparcado y le hacía descender el carril de salida. Los tres humanos echaron mano al interior de sus abrigos, extrayendo pistolas bláster. Myinyar aceleró descendiendo la rampa y dobló la esquina antes de que pudieran tener un disparo limpio.
Mientras Myinyar conducía el deslizador al nivel de la calle, miró fijamente a la mujer.
-¿Por qué eres tan importante para ellos?
La humana se recostó en el asiento.
-Soy alguien a quien el Imperio necesita detener a toda costa... alguien que odia al Imperio tanto como tú. Sigue mis instrucciones y tengo amigos que pueden ayudar a ponerte a salvo.
Myinyar condujo el deslizador a través del denso tráfico, dirigiéndose hacia las afueras de la ciudad.
-De momento, soy toda oídos. Pero no confundas necesidad por... alianza. Y ahora, ¿adónde vamos?

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