miércoles, 25 de noviembre de 2015

Relato presencial


Ganjuko - Detalle de la cabeza
Relato presencial
Bill Smith

Es curioso cómo un poco de perspectiva puede hacerte cambiar la visión de las cosas. Sé que esos extravagantes xenobiólogos tienen toda clase de extravagantes términos para los animales. Yo sólo tengo dos: peligrosos e inofensivos.
Por desgracia, hay una tremenda cantidad de criaturas que encajan en esa primera categoría. Déjame que hable de uno de ellos con el que tuve el placer de tener un “cara a pico”.
Ganjukos. Los bothanos tienen muchas frases para describirlos, aunque la mayoría de ellos no pueden traducirse al básico ya que no puedo erizar la piel de forma sincronizada con las palabras. Yo me limito a decir que son grandes y desagradables.
Yo no era como uno de esos glamurosos cazadores de caza mayor que pagan a los guías bothanos una pila de chips de crédito para tener el “privilegio” de ir tras esos monstruos. Yo era un simple, digamos, “hombre de negocios”, buscando un lugar “discreto” donde hacer negocios.
Los detalles son irrelevantes ahora; no logro recordar si se trataba de blásters o de holos pirata. Todo lo que sé es que mi contacto quiere reunirse conmigo en un valle a unos pocos clicks de distancia de Fey’starn; es un pequeño pueblo pesquero que recibe mucho tráfico de barcos. Mi contacto supone que con tantas naves entrando y saliendo, nadie va a advertir unas cuantas cajas adicionales al fondo de una bodega de carga, especialmente si el capitán de la nave obtiene una pequeña bonificación por su tiempo.
De modo que accedo a reunirme con ese tratante de cargamentos bothano en medio de la nada, en ese valle. Un lugar muy hermoso; cielos despejados, aire fresco, montañas tan altas como los edificios de la capital, y todo el lugar cubierto de hielo y nieve. Ni un solo ser vivo en los alrededores.
El trato transcurrió rápidamente; recibo mi dinero, y el bothano y sus compinches reciben su mercancía. Y entonces, de repente, sus peludos amigos comienzan a erizar el pelaje. No de la forma normal, ligera, que puedes ver en la mayoría de casos; están completamente alterados. Supuse que esos tipos no jugaban a sabacc demasiado a menudo...
En cualquier caso, mi tratante comienza a ponerse nervioso, sin decir gran cosa, pero su pelaje comenzó a erizarse también. Mientras sus colegas retroceden hacia su esquife, hago doble clic en mi comunicador, esperando que mi copiloto capte la señal: “Hay problemas”.
El tratante bothano me mira y dice:
-Contrabandista, deberías marcharte cuanto antes. Va a haber problemas.
Entonces, comienza a retroceder hacia su esquife.
Pienso que ya recibí mis créditos, y que sea lo sea que esté pasando, probablemente no sea de mi incumbencia. Entonces, mientras me giro para dirigirme de vuelta a mi nave, advierto cual es el problema. Es grande, cerca del doble de alto que yo, y se dirige hacia a mí tan rápido como un dewback asustado. La mayor parte de las veces sueles preocuparte de observar a tus “socios de negocio” para asegurarte de que no te la jueguen... No se me ocurrió estar pendiente de bichos locales pensando en su comida.
Esta cosa carga directamente contra mí, dejando escapar un chillido agudo. Sé que no hay forma de que consiga llegar hasta la nave, así que simplemente intento esquivarla, lanzándome fuera de su camino. Mientras caigo sobre la nieve, capto por primera vez su olor -menos mal que no había comido en horas-, pero esa enorme cola me golpea en toda la espalda. Al chocar en la nieve puedo sentir como se sacuden todas las vértebras de mi espalda. No puede ver porque todo se ha vuelto completamente negro, pero eso no es mayor problema porque tampoco puedo sentir las piernas.
De modo que supongo que me limitaré a yacer en la nieve y esperar a ser devorado –no había muchas más opciones- cuando oigo el gemido de un esquife repulsor bothano. Abro los ojos y trato de alzar la vista. Todo lo que veo es esa cosa grande y repugnante cargando contra mí, con el pico completamente abierto. Mi corazón se detuvo. Y entonces, al menos dos o tres disparos de bláster rebotaron, y realmente quiero decir rebotaron, en el pico de esa cosa. Bueno, eso no pareció causarle ningún daño, pero desde luego la cosa se detuvo rápidamente para ver quién le estaba disparando. Desde luego, son los bothanos. Bueno, sé que no tendré una segunda oportunidad, así que trato de levantarme –ahora incluso puedo sentir las piernas- y corro tan rápido como puedo hacia mi nave.
Mientras despegábamos, vi el esquife alejándose, dejando esa bestia atrás. Hice parpadear las luces de aterrizaje para hacerles saber que agradecía su ayuda... y luego me aseguré de que mi corazón latía de nuevo.
Voy a decirte una cosa... me he enfrentado a esclavistas, me he peleado con droides asesinos, incluso he escapado de bloqueos imperiales... pero cuando me despierto por la noche cubierto de sudor frío, lo que veo es esa cosa echándose sobre mí...

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