Relatos de
piratas y corsarios
Timothy S.
O’Brien
...En otras
noticias, la OIS, la Armada Imperial, y la rama comercial de la Coalición por
el Progreso han emitido hoy un informe del comité conjunto sobre la creciente
oleada de piratería rebelde. El comité conjunto fue fundado originalmente en
respuesta a los ataques relámpago lanzados por la Órbita Lejana, una fragata rebelde que
aterrorizó los Mundos del Núcleo durante varios meses el año pasado. El informe
pide un incremento en gastos militares para la Armada y los Rangers del Sector,
en respuesta a la atmósfera de anarquía general extendida por esos terroristas
y piratas rebeldes. Más de una docena de capitanes pirata rebeldes han sido
añadidos a la lista de los más buscados del Imperio, y otros veinte añadidos a
la lista de Localización y Detención. El informe equipara la situación actual
con los días de piratería de los años previos al reinado del Emperador...
-Fragmento de un informe de la HVI.
Almirante Ackbar:
Señora, desearía abrir la cuestión del experimento con corsarios. Es mi firme
creencia que aunque resulten temporalmente convenientes, usar esos mercenarios
a la larga es contraproducente. La Alianza puede abastecerse sin recurrir a
contratar piratas a sueldo.
Jefa de Estado Mon Mothma: Almirante,
su reluctancia a implementar este plan está bien documentada, y veo de poca
utilidad seguir argumentándola. Para que conste, yo también contemplo con
ciertas dudas autorizar ataques pirata, incuso contra nuestros enemigos más
letales. Sin embargo, creo que el ministro Muvunc tiene algo que comentar.
Ministro Ral’Rai Muvunc: Sí, señora.
Almirante Ackbar, me gustaría indicar que si realmente no necesita las 400.000
toneladas de comida y aire, las 230 bombonas de gas de bláster, las 90 armas espaciales
y las 700.000 toneladas de equipo variado proporcionadas por este “experimento
mercenario”, es usted perfectamente libre de cargar todo ello en las 71
diversas naves de carga y auxiliares obtenidas por nuestros corsarios en el
último año estándar, y mandarlas en piloto automático al interior de la
estrella más cercana.
-Fragmento de varios minutos de la 267ª reunión del Alto Mando.
-No me digas que
estás en esto sólo por el dinero. Si así fuera, ¡nunca te habrías enrolado en
la Alianza!
-Comentario escuchado de un agente observador de
la Alianza a un capitán corsario
Patente de corso
SE HACE SABER
que Urias Xhaxin, propietario de la nave privada Independiente, en lo sucesivo el
Propietario, ha recibido licencia y autorización de la Alianza para Restaurar
la República, en lo sucesivo la Alianza, mediante esta Patente de Corso y
Represalia, para efectuar asaltos sobre el gobierno imperial, sus subsidiarios
y simpatizantes, para apropiarse de sus mercancías, propiedades y naves y
entregarlos a la Alianza. Asimismo, para capturar al personal, agentes y
oficiales del Imperio y sus simpatizantes. Está autorizado y se espera de él
que plante guerra al Imperio según sea capaz, sin poner en peligro en ningún
caso al público civil inocente y sin causar daños inapropiados a las
propiedades.
El Propietario deberá permitir
que todo botín o beneficio de tales actividades sea revisado por la Alianza, y
a cambio recibirá el 50 por ciento de su valor en créditos o en especie. La
Alianza puede optar a comprar una carga entera si así lo requiere. La Alianza
también proporcionará recompensas, pagaderas según una agenda publicada por la
Alianza, por prisioneros imperiales y destrucción confirmada de propiedades
imperiales. Todos los esclavos encontrados en el transcurso del deber serán
liberados, y todas las sustancias ilegales destruidas.
La Alianza proporcionará tanta
ayuda como pueda, sujeta a disponibilidad y discreción, incluyendo refugio,
inteligencia, reparaciones, suministros y combustible. A aquellos miembros de
la tripulación de la nave que antiguamente fueran criminales, por la presente
se les concede amnistía durante el tiempo que sirvan a nuestra causa, hasta que
el Imperio sea destruido, o hasta que expire esta Patente, siempre y cuando no
cometan nuevos crímenes. De hacerlo, se mantendrán todos los cargos contra
ellos.
Esta Patente tendrá efecto
durante un año desde su fecha de publicación, cuando será revisada. Si
cualquiera de las partes no está satisfecha, el contrato puede disolverse. La
Alianza se reserva el derecho de asignar observadores a la nave con el
propósito de esta revisión.
Ral’Rai Muvunc
Comandante Supremo
Aliado
Suministros y Armamento
Comienzos y renovaciones
Xhaxin revisó la
renovación del contrato para asegurarse de que no se habían colado en él cambios
de última hora; aunque la Alianza nunca había hecho nada para traicionarle,
Xhaxin no había llegado a comandar una nave de guerra privada siendo
excesivamente confiado. Satisfecho de que la patente de corso básica no había
sido alterada, firmó el documento y se lo tendió a su primer oficial para que
efectuara la contrafirma. El hombre de la Alianza también firmó a su vez, y
copió el documento en su propia tableta de datos.
-Este es el
agente especial Hast- Será su observador de la Alianza durante este viaje –dijo
el representante, señalando con un gesto al hombre alto y silencioso que se
hallaba a su lado-. Buena caza –dijo, y luego dio media vuelta y abandonó el
puente.
Xhaxin meneó la
cabeza con aire ausente.
-Señor Hast,
tengo entendido que tiene algo para mí –dijo Xhaxin.
Hast asintió,
alzando el estuche que había transportado a bordo.
-Esto debe
conectarse en su sistema de comunicaciones principal. Contiene códigos de
encriptación, frecuencias de comunicación, y el Código Quasar.
-Ya he hecho
esto otras veces, ¿sabe? –dijo secamente Xhaxin mientras estudiaba
detenidamente al silencioso agente. Un quarren demacrado llegó y se llevó el
estuche.
-Necesito
embarcar mi equipo, capitán. Si me disculpa... –Hast comenzó a moverse con los
característicos andares de un experimentado viajero espacial.
-Señor Hast.
–Algo en el observador perturbaba a Xhaxin, y el capitán corsario estaba
decidido a averiguar de qué se trataba-. ¿En qué armada sirvió usted?
-En la Alianza
desde hace tres años. Después de que dimití de mi puesto imperial –respondió
Hast, en voz baja pero todavía capaz de hacerse notar sobre el habitual barullo
del centro de mando operativo de una nave estelar.
-Ya veo
–respondió Xhaxin-. Para que conste, observador Hast, la Independiente no es exactamente una nave
imperial de aspecto impecable. Y la mayoría de mi tripulación odia al Imperio.
La rebelión confía en usted, pero yo no. Si hace cualquier cosa que ponga en
peligro mi nave o mi tripulación, yo personalmente le arrojaré por la esclusa.
-Lo tendré en cuenta, capitán
–respondió Hast, con su gélida mirada igualando la intensidad mostrada por
Xhaxin. Tras un instante, Hast giró sobre sus talones y se dirigió al
turboascensor-. Lo que yo quisiera que usted tenga en cuenta, es que yo soy su
cuerda salvavidas con la Alianza; también tengo el poder de revocar su patente
de corso –indicó el observador por encima del hombro-. Sólo para que nos
entendamos... Capitán.
Mientras se cerraban las puertas
del turboascensor, Xhaxin se sentó en silencio, observando el espacio mientras
el puente hervía de actividad con los preparativos para la partida. Escuchó las
estaciones informando, y miró a su tripulación trabajando diligentemente, un
colorido torbellino brillante de actividad cuyo gris corazón era él mismo. Jugueteó
con aire ausente con un par de monedas de crédito de oro mientras reflexionaba.
Mistik Arka, el técnico quarren, instaló rápidamente la consola de
comunicaciones de la Alianza, la probó con una breve transmisión, e informó de
su correcto funcionamiento.
-Capitán, todas las estaciones
informan de que están preparadas. La nave de la Alianza ha saltado. La Independiente espera sus órdenes
–informó Khwir, su primer oficial.
-Trace un rumbo a Medth
–respondió Xhaxin, con una feroz sonrisa en su rostro-. Prepare el salto a la
velocidad de la luz. No hagamos esperar al Imperio.
Asalto
-¿Está seguro de esta
información? –preguntó Hast.
-No –respondió Xhaxin-.
Simplemente estoy siguiendo una pista.
-Una pista proporcionada por un
induparano desleal con una cuenta pendiente con su rey –gruñó Hast, claramente
descontento con la situación.
La tripulación del puente se
puso tensa, esperando otra discusión del aparentemente interminable torrente de
conflictos que comenzó cuando Hast se convirtió en el observador de la Alianza
en la Independiente.
Xhaxin se volvió para mirar a
Hast.
-Siempre estoy dispuesto a
escuchar los consejos de mi tripulación, Hast. Recuerde eso... si alguna vez se
le llega a considerar miembro de mi tripulación –dijo, con voz tan afilada como
cristal camariano.
La Independiente acechaba justo en el interior de la zona de salto del
sistema Ec Pand, esperando la llegada de una nave objetivo. La zona de salto
estaba delimitada no por una boya de baliza (como era habitual en la mayoría de
sistemas civilizados), sino por un asteroide bastante grande que había sido
arrastrado a la zona por el gobierno local. Cualquier nave que viajara al
sistema calculaba un salto a esas coordenadas y luego se acercaba al propio Ec
Pand, una modesta gema en los Mundos de la Corona Induparana.
-Alerta de masa, capitán
–anunció el operador de sensores, un joven corelliano llamado Kett-. Tenemos
una nave saliendo al espacio real.
-Maravilloso –murmuró Hast. Esta
era la tercera llegada de naves desde que habían comenzado a esperar, y el
observador de la Alianza tenía serias dudas de que pudieran quedarse mucho más
tiempo sin que una nave patrulla investigara su presencia.
La recién llegada –una corbeta-
salió a velocidad subluz directamente delante de la independiente, en rumbo de colisión con el asteroide marcador. La
corbeta corrigió su rumbo en un viraje cerrado, librándose por escasos metros
del asteroide... y de una ardiente colisión.
-Navegante estúpido. Pero buen
piloto –observó Xhaxin.
-Código transpondedor confirmado.
Esa es la Nova de Indupar –informó
Kett.
-No le pierdas el rastro,
muchacho. Timonel, a toda marcha subluz. Muy bien, la Nova estará demasiado ocupada corrigiendo el error de su navegante
más o menos durante el próximo minuto. A mi señal, que la estación de
comunicaciones transmita el Código Quasar. Sensores: comience la interferencia.
Táctica: suba escudos y prepárese para disparar los cañones iónicos. A la
espera los rayos tractores y la lanzadera de abordaje; se desplegaran treinta
segundos después de mi señal –dijo Xhaxin, con voz dura mientras emitía las
breves órdenes a su tripulación.
La Independiente se echó encima de la corbeta.
-¡Ahora!
El puente estalló en intensa
actividad. Una ráfaga de disparos iónicos cruzó el espacio que separaba las dos
naves mientras los escudos de la Independiente
cobraban vida, invisibles. La corbeta se sacudió bajo el asalto, con oleadas de
energía fluyendo en su casco, mientras comenzaba a escorarse a estribor. Cuando
la disrupción iónica se desvaneció, los motores de la nave objetivo cobraron
vida con un destello.
-Está activando motores y
levantando sus escudos, capitán –informó Kett-. Parece que está tratando de
escapar.
-Parece que el capitán de la Nova tampoco es terriblemente
inteligente. Desplieguen la lanzadera y listos para el lanzamiento. Cañones
iónicos principales: ¡fuego!
Otra andanada iónica cruzó el
espacio, y los escudos de la corbeta destellaron con fulgor al sobrecargarse
mientas los motores se apagaban. La presa quedó flotando en el espacio.
Xhaxin se levantó de su silla de
mando y mostró una feroz sonrisa a su tripulación.
-Bien hecho, muchachos –dijo-.
Parece que es hora de hacerle una visita a ese estúpido capitán, ¿verdad?
Las Doce Normas de Xhaxin
Muchos corsarios siguen un
estricto código de conducta, elaborado a medida por un determinado capitán o
nave. Las “Doce Normas” del capitán Xhaxin (del corsario rebelde Independiente) son típicas de tales
códigos de conducta:
- Mantente en movimiento, sé flexible. El enemigo no puede matar lo que no puede encontrar. Esto significa más que saltar simplemente de sistema en sistema; también requiere moverse de territorio en territorio y evitar patrones de asalto. No te permitas caer en un hábito regular. Esto no significa que nunca debas usar dos veces la misma táctica, sólo que deberías evitar convertirte en un bantha de un solo truco.
- Nunca te metas con alguien de tu tamaño, y no pelees limpio. No eres un guerrero con un código de honor, eres un asaltante comercial privado. Asaltamos principalmente cargueros porque son más fáciles de golpear que las naves militares. Somos arteros y esquivos porque queremos continuar asaltando.
- Nunca caces en tu propio patio trasero. No atraigas atención indeseada en una zona por la que necesites moverte regularmente... como el sistema de tu base. Y si no, pregúntaselo al grupo Ettyrmin Batiiv.
- Apuesta. Corre riesgos. Nunca podrás saber exactamente las probabilidades, y deben evitarse las malas apuestas, pero si no estás dispuesto a arriesgarte a peligros deberías convertirte en oficinista.
- Consigue hacerte un nombre. Obtén una reputación, y hazlo rápidamente. Si se te conoce como un asaltante duro pero justo, es más probable que las presas se rindan. No te crees una reputación de sediento de sangre; ese camino conduce a que haya un mayor precio por tu cabeza y a que los cargueros devuelvan el fuego para evitar ser abordados. Si asustas demasiado al objetivo, entra en pánico. Si entra en pánico, hace estupideces. Si hace estupideces, tus beneficios se pierden por la esclusa.
- Mantente en las sombras. No te expongas a ti mismo o a tu nave a más riesgos de los que sean razonables, no te anuncies a nadie salvo a tus presas, y generalmente trata de pasar desapercibido en lo que refiere a las autoridades. Recuerda, de cara al Imperio y la ciudadanía en general, eres un rebelde y un pirata. Muestra tus dientes sólo cuando estés más que razonablemente seguro de que puedes ganar. De otro modo, mantén la cabeza agachada y espera a que los cañones grandes pasen de largo.
- Limítate a tu trabajo. Elige una zona del espacio, o una corporación, o alguna clase de objetivo. Una vez lo has hecho, ve a por ese objetivo hasta que hayas acabado con él o las ganancias comiencen a flaquear. Si tienes alguna rencilla con una corporación particular, bien. Conviértete en su azote personal, vuélvelos locos, híncale el diente a sus beneficios y hazles morder el polvo. Luego pasa al siguiente objetivo de tu atención. No permitas que las consideraciones personales te distraigan de tu objetivo... tan sólo haz el trabajo.
- Planifica obsesivamente, pero permanece abierto a lo inesperado. Los planes mejor trazados de generales y piratas no consiguen sobrevivir al contacto con el enemigo. Haz que tus planes sean simples y recuerda el hecho de que no eres perfecto ni omnisciente. Ten una idea de lo que harás cuando (no si) una desagradable sorpresa muestra su rostro. Retírate, ataca, o prepara tu propia sorpresa desagradable. Si avanzas con anteojeras y no eres capaz de manejar la situación, morirás. Junto con tu tripulación.
- No puede darse nada por seguro. El carguero renqueante sobrecargado y pobremente armado al que estás a punto de atacar puede ser lo que parece, pero siempre existe la posibilidad de que realmente se trate de una nave señuelo, o esté repleto de armas, o tenga un hipermotor clase uno con un astrogador givin. Prepárate para la decepción y para asaltos que no salen bien.
- La tripulación de la presa no es el enemigo. No abuses de ellos. Construye tu reputación sobre el excelente trato que ofreces a tus presas vencidas, no de una conducta de matón más propia de piratas e imperiales.
- Mantén la iniciativa. Sé siempre pro-activo. En combate, necesitas ser el capitán que inicia la actividad, no el que reacciona a ella. En general, debes ser tú –y no las circunstancias- quien elija tus objetivos. Si pierdes la iniciativa, abandona el campo de batalla tan deprisa como puedas.
- Mantén bien a tu tripulación.
La vida pirata
Missa esperaba
nerviosa mientras el capitán pirata, Xhaxin, debatía algo con otro hombre, que
llevaba la insignia de la Alianza Rebelde. Los prisioneros –dispuestos en una
desigual fila a lo largo del mamparo de babor- se movían nerviosamente bajo la
atenta mirada de los piratas asaltantes.
El letrero sobre
la escotilla cercana atrajo la atención de Missa: “Esclusa”, podía leerse. Y estamos alineados justo delante, pensó. Esto no pinta bien.
¿Puede ser que ese pirata, Xhaxin, esté debatiendo a quién arrojar primero por
la esclusa?
Uno de los piratas, un obeso
gamorreano, caminó como un paro hasta Missa y le soltó un bufido. A tan poca
distancia pudo oler su penetrante olor –un hedor rancio que le recordaba a gas
de pantano y comida putrefacta- y vio tres pequeños parásitos con aspecto de
babosa anidados en la piel del alienígena. Acercó hacia ella sus rechonchas
manos de tres dedos. Missa se encogió, incapaz de gritar. El gamorreano le
agarró de la garganta, y comenzó a apretar su agarre...
-¡Gorug! –resonó la voz de
Xhaxin por el pasillo.
El gamorreano quedó inmóvil.
-Ya te he advertido acerca de
acosar a los prisioneros. Dos veces.
Los ojos del capitán pirata
brillaron con furia conforme se acercaba, mirando fijamente al gamorreano.
Gorug soltó a Missa y
retrocedió, gruñendo y refunfuñando airadamente. Los demás piratas también
retrocedieron, aunque sus armas seguían desenfundadas y –a pesar de la
distracción- su atención seguía firmemente centrada en los prisioneros.
-¡No me importa lo mucho que
puedan gustarle a tu matrona las joyas de esa mujer! Los estatutos de la nave
son muy claros: no se roba a los
prisioneros. Nadie se queda con nada hasta que el comité reparte el botín
–exclamó Xhaxin con voz clara y autoritaria. Hizo una pausa, entrecerrando los
ojos hasta formar ranuras finas y peligrosas-. Pero ya sabías eso, ¿no? Tal vez
lo olvidaste... o tal vez simplemente eres idiota.
Gorug entrecerró los ojos a su
vez y soltó una serie de gruñidos y bufidos. Incluso Missa –que nunca antes
había visto un gamorreano- se dio cuenta de que Gorug acababa de lanzar un
peligroso ultimátum.
-¿Crees que esta vez puedes
vencerme? ¿Cuántas veces tengo que patearte el trasero para convencerte de que yo estoy al mando de esta tripulación?
Con un rugido que llenó todo el
pasillo, Gorug se lanzó al ataque.
Xhaxin giró ágilmente
apartándose de su camino, permitiendo que el impulso de Gorug le hiciera chocar
contra el mamparo. El gamorreano rebotó contra la pared, aturdido. Xhaxin se
acercó a Gorug, giró a su alrededor, le puso la zancadilla y le agarró por la
espalda. Xhaxin extrajo una vibrodaga y la apoyó contra la garganta de Gorug. Si Xhaxin activa el arma, pensó Missa,
con alarmas sonando en su diálogo interno, esa...
cosa... morirá.
-Una vez más, Gorug. Una vez
más, y sales por la esclusa –siseó Xhaxin. Levantándose de golpe, se giró para
mirar a la fila de prisioneros.
Xhaxin hizo una ligera
reverencia a Missa.
-Mis disculpas, señora.
Volvió la cabeza a la izquierda.
-Oficiales de la Nova de Indupar: sois prisioneros de la
Alianza y seréis retenidos a bordo de la Independiente
hasta que podáis ser entregados a las autoridades pertinentes. La Nova de Indupar es tomada como botín de
guerra. Pasajeros: seréis liberados en cápsulas salvavidas.
Missa fue invadida por el
alivio.
-Pero vosotras dos no –añadió,
señalando a Missa y a la mujer que estaba de pie a su lado, vestida con las
modestas ropas de una dama de compañía de la Casa de Indupar-. Usted, lady
Kalena, es una noble de la Casa de Indupar, y está incluida en nuestra patente
de corso. Se os asignarán camarotes y se os tratará adecuadamente siempre que
os comportéis. Causadme problemas, y os meteré en el calabozo.
-Al menos libere a mi doncella,
Missa –dijo Missa, señalando a la “sirvienta”. Ambas (Missa y Lady Kalena)
habían intercambiado sus identidades por esta misma razón, pensando que
cualquier pirata lo bastante estúpido para atacar la Nova caería en el engaño.
Él la observó durante un largo
minuto con sus gélidos ojos azules.
-Me temo que no. Ella será buena
compañía para usted. Además, necesitará alguien que le vista y le arregle el
cabello.
Se giró como si fuera a
marcharse, y se detuvo sólo para hacer un comentario por encima del hombro:
-Además, es muy probable que los
rivales de su Casa nos paguen un pequeño extra por un holovídeo de Lady Kalena
vestida como sirvienta. Para echar unas risas, ya me entiende.
Con una risita, Xhaxin pasó
junto a los prisioneros y regresó a la Independiente.
Entrando en “La Vida”
¿Que cómo
comencé a asaltar? Muy fácil, gusano. Era navegante en un salta sistemas, tan
sólo un operador de poca monta, comerciando entre el Perímetro Shwuy y el
sector Parmic. Malos tiempos. Apenas había flujo de comercio. Los impuestos
imperiales hacían la vida poco menos que imposible, aunque ese idiota del moff
Balfour hizo que el contrabando fuera una opción fácil. Quiero decir, no es que
realmente supiera lo que estaba haciendo, ¿verdad?
Bueno, mi
tripulación y yo nos quedamos a dos velas muchas veces; los contrabandistas
abundaban en aquella época como garrapatas de pantano, principalmente porque
era fácil salirse de rositas. Así que compensábamos las pérdidas de los
beneficios con algún saqueo ocasional a la competencia.
No de forma
habitual, claro. Ni a mala idea. Sólo tomábamos de los que tenían más.
Era fácil. Hasta
que nos descubrió una patrulla imperial. Así que huimos.
Pasé un tiempo
vagabundeando, pero los impes tenían nuestro código transpondedor, y eso me
puso en la lista de “Detención para Interrogatorio” del sector. No pude obtener
ningún trabajo legal después de que se hiciera público mi nombre, así que me
enrolé como navegante en una nave pirata. Cuando ese grupo se deshizo –suelen
hacerlo después de un tiempo- me enrolé en otra. Y luego en otra. Se convirtió
en mi carrera oficial.
Claro, estoy
cansado de ello. Y probablemente pienses que nunca debería haber comenzado en
“la Vida”.
Pero no respondo
ante nadie salvo mi capitán y mis camaradas. Y sé que yo puedo contar con
ellos. Tal vez debería haberme dedicado a algo más “civilizado”, pero estoy
jodidamente feliz de no haberlo hecho.
-Atribuido a un miembro de los Supervivientes
Khuiumiin
El honor de un pirata
Generalmente se piensa
que los piratas son matones viles y sádicos sin sentido de la decencia o el
honor. En muchos casos, esto es cierto, Sin embargo, existe un código de honor
entre algunos piratas. Desde hace varios siglos, la adhesión y la obediencia a
esté código varía y fluctúa, pero en general pervive. Arvo Norstrag, el primer
Rey Pirata de los piratas del Cinturón Phosphura, acuñó una de las versiones
más famosas:
Llévate sólo lo que has ganado en batalla. No robes a tus aliados.
No robes a los que te protegen. Respeta y honra a tus hermanos y hermanas
piratas. Respeta y honra sus lealtades. Respeta y honra a aquellos que luchan
contra ti. Disfruta reclamando el botín. No disfrutes de la destrucción por
amor a la propia destrucción.
Este código llama a los piratas
a ser piratas: a apropiarse de
botines en batalla, no a robar sigilosamente en la noche y escabullirse, o a
robar a los débiles e indefensos. Un pirata honorable trata con respeto a sus
compañeros saqueadores. Los agentes de mercado negro, los habitantes de puertos
clandestinos y aquellos que conspiran con los piratas también deben ser
tratados como aliados. El honor demanda que las víctimas deben ser tratadas lo
mejor posible; abundan leyendas sobre magnánimos capitanes pirata que ofrecen
festines a sus víctimas más valientes, agasajándoles con las mejores viandas
disponibles, y dejándoles marchar con su bolsa y su persona intactas. Este
código se extiende incluso a los agentes de la ley y el orden; los Rangers del
Sector y la Seguridad Corelliana tienen varios informes de piratas que perdonan
la vida de agentes particularmente decididos o capaces.
El código es un mecanismo de
supervivencia. Los piratas que asaltan indiscriminadamente y masacran o
esclavizan a sus víctimas tienden a ascender muy rápidamente en la lista de los
más buscados. Comparemos a la pirata aqualish Gunda Mabin (Gunda la Terrorífica)
con “el Pirata Caballeroso” Beyla Rus. Mabin sólo lleva saqueando un par de
años, atraca ferozmente a sus víctimas, y vende a los supervivientes como
esclavos. Tiene una recompensa de 50.000 créditos por su cabeza y ha atraído la
atención de numerosas organizaciones criminales que han resultado víctimas de
sus acciones. Rus lleva asaltando varios años, siempre usa armas aturdidoras,
deja a sus víctimas con vida, sólo se lleva los cargamentos, y es encantador y
educado desde su lado del cañón. Sólo hay una recompensa de 15.000 créditos por
él y tiene aliados y amigos en prácticamente todos los puertos de los
territorios del Borde Exterior, que le protegen de la captura imperial.
Estatutos de la nave
La mayoría de naves
piratas y corsarias están gobernadas por una sencilla serie de normas y
regulaciones, denominadas estatutos de la
nave, acordadas por la tripulación. El infame
Celis Mott estableció un clásico ejemplo de estatutos de la nave en sus tiempos
de pirata de poca monta que saqueaba la Ruta Nanth’ri, que luego fueron usados
por su flota pirata, los Bandidos Nanth’ri.
Estas normas, a menudo
modificadas, aún siguen en uso entre los piratas de Nanth’ri, mucho después de
la misteriosa desaparición de Mott.
1. Cada miembro de la
tripulación tendrá voto cuando haya votaciones, y recibirá una parte equitativa
de las provisiones encontradas.
2. Todo botín será distribuido
de forma justa, bajo la mirada de un grupo de siete tripulantes seleccionados
por la tripulación. Defraudar a la compañía será castigado con el abandono en
un planeta desierto.
3. Nada de apuestas ni
estupefacientes estando de servicio.
4. Las armas y los trajes de
vacío deben mantenerse limpios y listos para usar en todo momento.
5. No se aceptan menores de edad
ni haraganes.
6. La deserción de la estación
de combate se castiga con el abandono o la muerte, a votación de la
tripulación.
7. Nada de peleas a bordo. Las
disputas personales deben zanjarse en la superficie de un planeta mediante
duelo.
8. No habrá retiro ni se
disolverá la compañía hasta que cada uno de nosotros haya obtenido un mínimo de
100.000 créditos. Los tripulantes lisiados durante el transcurso de nuestras
actividades recibirán 80.000 créditos de la bolsa común del grupo.
9. El capitán, el ingeniero y el
oficial de armamento recibirán cada uno dos partes; otros oficiales recibirán
parte y media; todos los demás tripulantes recibirán una parte cada uno.
Los estatutos de
otras naves pirata especifican la elección de oficiales, incluyendo al capitán,
mayores participaciones para los equipos de abordaje (o participaciones menores
para la tripulación), y ocasionalmente directrices para el trato a prisioneros.
Los estatutos corsarios habitualmente incluían un artículo afirmando su lealtad
hacia su contratante y la obediencia a su Patente de Corso.
La oposición
Para: Almirante de
la Flota Gor Lequar, Tercera Flota de Superioridad de Ado
De: Gobernador Mirash Peet, Indupar
Asunto: Ataques piratas
Almirante:
Debo solicitar urgentemente que
la fuerza de escolta en los Mundos de la Corona Induparana sea aumentada para
reflejar el incremento de ataques piratas sobre transportes imperiales e
induparanos. Aunque el comodoro Soleric ha sido de gran ayuda y altamente
cooperativo en sus esfuerzos para suprimir esta piratería, y la Fuerza de
Defensa de la Corona Induparana ha cooperado en todos los aspectos,
sencillamente nos faltan naves para montar una defensa efectiva contra estos
continuos asaltos.
En el pasado
Indupar ha tenido la fortuna de escapar a la actividad rebelde, pero los
recientes eventos demuestran que esto puede haber cambiado. Recientemente han
llegado a mi conocimiento informes de un pirata rebelde que se hace llamar
Xhaxin. Me preocupa que este pirata sólo sea el comienzo de una operación
rebelde de más envergadura en la zona, sobre todo teniendo en cuenta el
efecto... desestabilizador que sus recientes asaltos han tenido en las casas
políticas induparanas más antiguas. Es precisamente este elemento político de
los asaltos de Xhaxin lo que indica un interés rebelde. Se necesitan más naves,
agentes de inteligencia y apoyo de los Rangers del Sector para suprimir esta
amenaza al Imperio.
Al servicio del
Emperador,
Gobernador
Mirash Peet, Indupar
Cc: Moff
Stavveld, Gran Almirante Markand, Prefectura Induparana, Comodoro Soleric, Rey
Dahon Indupar, compañías del capítulo de Indupar
***
Para: Gobernador Peet,
Indupar
De: Moff Irnst Stavveld
Asunto: Ataques piratas
Gobernador:
He recibido una copia de su memorándum
al almirante Lequar y lo he leído con gran interés. He conferenciado con mi
plantilla y con el Almirantazgo del sector Ado, COMPNOR e Inteligencia
Imperial, y aunque estamos preocupados por el incremento de la piratería y la
posibilidad de un aumento de actividad rebelde en la zona, actualmente no
tenemos posibilidad de transferir ninguna nave al mando de Soleric.
Sin embargo, su región ha sido
subida en la lista de prioridad de asignación para nuevas naves conforme salgan
de las líneas de montaje en los astilleros. Estoy seguro de que Soleric tendrá
una nueva línea de naves en menos de un año, y de que su 16ª Fuerza de Escolta
llegará a tener en cinco años la potencia de una Fuerza de Batalla estándar.
Mientras tanto, daré
instrucciones al Mando Central de los Rangers del Sector para que desplieguen
una patrulla adicional en la zona.
A título personal, señor, le
recomendaría que se calme; soy más que consciente de la situación política en
los Mundos de la Corona Induparana. La simple existencia de una holoimagen de Lady
Kalena con ropajes de sirvienta –aunque embarazosa para las antiguas casas
induparanas- es motivo de ligera preocupación, pero difícilmente presagia la
perdición del Imperio.
Piense, preferiblemente antes de
transmitir informes alarmistas a sus superiores.
Al servicio del Emperador,
Moff Irnst Stavveld
Cc: Gran Almirante Markand,
Almirante Gor Lequar, Prefectura Induparana, Comodoro Soleric, Coalición para
el Progreso del Comercio, OIIC (Oficina Imperial de Investigaciones Criminales),
OIS
Justicia y piedad
-Joha Marik, ha sido encontrado
culpable de 102 cargos de piratería, 12 cargos de agresión contra personal imperial,
y diversos crímenes menores demasiado numerosos para ser detallados ante este
tribunal. Antes de que se dicte sentencia, ¿tiene algo que decir en respuesta a
estos cargos? –El magistrado miró fijamente a Marik desde el estrado.
-¡Nunca me habríais atrapado de
no haber sido por esos rebeldes y ese gusano de asteroide, Xhaxin! –bufó Marik.
-¿Ah, sí? Debo admitir, Marik,
que siento curiosidad al respecto. Si no le importa explicarse, tal vez le
reduzca la condena. ¿Por qué Xhaxin se volvió en su contra? Estoy seguro de
que, al menos por esta vez, podemos olvidarnos de ese famoso “código de honor”
entre piratas como usted mismo –dijo el magistrado con una mueca, con las manos
entrelazadas ante él, como si la mera presencia del pirata le hiciera sentirse
sucio.
-Claro, ¿por qué no? Quería convencerle
de que se separara de esos triplemente malditos rebeldes, pero Xhaxin dijo que
sabía exactamente lo que se hacía. Algo acerca del sentido de su vida. Quería
que yo me uniera a los rebeldes, ¿se
lo puede imaginar? Pero incluso entonces él no era para ellos más que un simple
lacayo –dijo Marik, con una expresión amarga cruzando su rostro mientras
añadía-: y ese maldito idiota no se daba cuenta.
-¿Pero por qué él no le mató?
¿Por qué molestarse en organizar su captura? –La voz aumentada por ordenador
del magistrado resonó ominosamente en la cámara del juzgado.
-Dijo que era justicia. Que era
justo que él pagara sus deudas. Que era justo que yo fuera castigado. Y en
cuanto a dónde está él ahora, supongo que está en la Estación Fragua Estelar.
Ese es uno de sus principales puertos favoritos.
-Ya veo. Muy bien, le condeno a
la ejecución inmediata.
-¿Qué? ¡Creía que había dicho que iba a reducir mi condena! –Los ojos
de Marik brillaban de terror, mientras forcejeaba con sus esposas, presa del
pánico
-He reducido su condena, Marik –dijo
el magistrado imperial, con voz suave y peligrosa, como la brilloseda y el
veneno malkita-. Tenía pensado condenarle a cadena perpetua de trabajos
forzados en las minas de especia de Kessel. En lo que respecta al Imperio, usted
ha recibido poco castigo.
Galería de piratas
Hast se abrió camino por los
pasillos de la Independiente, explorando
la nave y familiarizándose con los rostros de los tripulantes, mientras se
mantenía cuidadosamente apartado del camino de los bandidos. La Independiente era una fragata Nebulon-B
fuertemente modificada, no muy distinta de una fragata médica en la que había
servido una vez, pero lo bastante diferente para que mereciera la pena
investigar.
Ya había estudiado las
especificaciones técnicas de la nave. Las armas incluían una variada potencia
de fuego, desde turboláseres pesados hasta cañones iónicos ligeros. Los
deflectores habían sido mejorados y el casco reforzado con puntales, placas de
armadura redundantes, y blindaje de partículas adicional. La botavara de
ingeniería había sido reforzada con una manga acorazada que debería ser capaz
de resistir uno o dos impactos de un Destructor Estelar. La nave transportaba
un par de pequeñas lanzaderas de asalto en las cubiertas de vuelo convertidas;
una lanzadera privada, presumiblemente para visitas discretas a puerto, también
estaba preparada para despegue inmediato.
Sus exploraciones encontraron
algunas sorpresas. El soporte vital de la nave era confortable en todas partes
salvo en la cubierta de las lanzaderas (donde cualquier exceso de calor tendía
a perderse en el espacio). La sección médica era más grande de lo que esperaba,
dirigida por un médico, e incluía una plantilla completa de droides médicos y
tres tanques bacta. Eso tiene sentido,
pensó Hast. Probablemente los asaltos
pasen mucha factura a la tripulación.
Los camarotes de la propia
tripulación eran pequeños pero cómodos. El comedor parecía tener una inacabable
provisión de comida fresca (no la basura rehidratada con la que la mayoría de
tripulaciones rebeldes –o imperiales, ya puestos- se veía obligada a aguantar).
Hast soltó un bufido de disgusto: los suministros frescos eran buenos para la
moral, pero caros y difíciles de encontrar. Tendrían que reabastecerse
demasiado a menudo. Una extravagancia absurda,
pensó. Una que podría hacer que nos
mataran tarde o temprano.
La tripulación tampoco era lo
que había esperado que fuese. Una mezcla de especies como jamás encontrarías en
ninguna nave imperial, y tal vez ni siquiera en una nave de la Alianza. Los
imperiales no permitirían que los no humanos sirvieran en su ejército, y las
tripulaciones de la Alianza estaban compuestas principalmente por especies del
mismo origen. Las naves piratas tenían que mostrar diversidad, supuso Hast, por
falta de opciones. Y además parecía funcionar. Aqualish recibían órdenes de quarren,
y gamorreanos comían con humanos... y parecían satisfechos –incluso felices- de hacerlo.
Tampoco la nave ni la
tripulación eran tan lamentables como había temido. Cierto, eran rudos y dados
al exceso en sus vidas personales, pero cuando se trataba de hacer su trabajo,
la profesionalidad estaba a la orden del día. Salvo por el soporte vital y los
excesos en el comedor, esa era una de las naves más pulcras que jamás hubiera
visto.
Tecleando su código de
encriptación en su tableta de datos, Hast realizó la primera entrada en su
diario de observador:
-Hast: observador corsario de la
Alianza, acceso GL-4. Tras el examen inicial, puede llegarse de inmediato a una
conclusión acerca de esta misión: va a ser un viaje muy interesante...
***
De: Ral’Rai Muvunc, Alto Mando de la
Alianza
Para: Moris Malvarra
Asunto: Petición de traslado
Malvarra, debo denegar su
petición de ser trasladado de su actual puesto observando al corsario Dharus.
Aún no ha transcurrido ni una tercera parte de su viaje, y sus motivos para
solicitar el traslado son inadecuados. No tenga miedo: trataron mucho, mucho peor a sus tres primeros
observadores. Se encuentra en excelente compañía al solicitar su traslado; casi
todos los demás observadores asignados realizaron la misma petición. Sin
embargo, ninguna de las excentricidades de Dharus ha resultado aún ser fatal,
así que relájese y recuérdese cuál es su deber.
A propósito, no necesita
preocuparse de que vayamos a considerarle responsable de las acciones de
Dharus. Nunca lo hacemos. Espero que se sienta confortado al saber que se ha
enfrentado repetidamente a investigaciones por sus correrías, y nunca hemos
encontrado motivos suficientes para revocar su patente de corso.
Buena caza,
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