martes, 31 de mayo de 2016

Habla Thurm Loogg

Habla Thurm Loogg
Morrie Mullins

Thurm Loogg y el Cártel Metatherano no han disfrutado de mucha popularidad en Cularin durante los últimos años. Después de la debacle de la arboleda Ch’hala (considerada públicamente por el Cártel como una “pesadilla”, aunque no queda claro si usan esta palabra en términos de relaciones públicas o por los efectos reales de sus acciones), Loogg ascendió al mando del Cártel en Cularin. Su predecesor, el difunto Velin Wir, hizo mucho para dañar la imagen del Cártel... y, por algún motivo, Loogg aún tiene que deshacer el daño causado. Si creía que la transmisión simultánea del siguiente mensaje en cada dispositivo receptor del sistema podría ayudar a la imagen del Cártel, sigue siendo (como muchas de las cosas que rodean al Cártel) un misterio.

¡Hola, Cularin! Soy yo, el caritativo Thurm Loogg, representante del  omnibenevolente Cártel Metatherano, y estoy aquí para hablaros.
Bueno, ya sé lo que estaréis diciendo. “¿Por qué Thurm Loogg ha aparecido tan de repente en mi tableta de datos, o en mi holovídeo? ¿Es posible que este rostro amable se encuentre donde no creía que pudiera estar?”
¡Anímate, Cularin, porque el Cártel está en todas partes! Esta transmisión es nuestro modo de agradeceros todo lo que habéis hecho por el Cártel, y de recordaros lo mucho, mucho que el Cártel ama Cularin.
¿Cuánto os amamos? Os lo diré. Escuchad. Hace algún tiempo, descubrimos que se había desarrollado cierto problema en la holored de Cularin. Hay, por así decirlo, una brecha de seguridad. ¡Oh, es cierto, es cierto! Algo de lo más temible, una brecha de seguridad, especialmente una que permite que alguien con el equipamiento adecuado acceda a tantos flujos de datos. Cuando el Cártel descubrió la situación, hablamos acerca de qué hacer, y se decidió que no podíamos permitir que Cularin continuara de ese modo. Sería malo para todos nosotros si alguien llegara a descubrir demasiado o a ver demasiado. Muy malo.
Así que, para mostrar cuánto os amamos y cuánto nos preocupamos, hoy explotamos la debilidad del sistema simplemente para demostrar lo imperfecto que es. ¡En efecto, os queremos tanto como para explotar debilidades en vuestras defensas!
Pero sólo para ayudar, por supuesto. Nunca, nunca usaríamos ninguna información que obtuviéramos de las políticas financieras de la administración del gobernador Chistor en nuestro propio beneficio. ¡Cielos, no! Y ciertamente nunca pensaríamos en capturar datos encriptados enviados desde la academia Jedi al Consejo Jedi de Coruscant, desencriptarlos, y venderlos a un tercero. ¡No, el Cártel no! Y huelga decir que ni siquiera consideraríamos prestar atención a las transmisiones de las naves del clemente Lord Nirama a su líder, en las que describen debilidades en el perímetro thaereiano alrededor del sistema. ¡Sería de mala educación!
Le debemos demasiado a Cularin y a sus héroes. ¡Todo lo que habéis hecho por el Cártel no se olvida! Vaya, algunos de vosotros habéis visitado Caarimon, y pocos en la galaxia pueden afirmar tal cosa. Caarimon, hermoso Caarimon. Entendemos que algunos de vosotros incluso queráis casaros con la sociedad caarita, volveros más como nosotros.
No puedo culparos. Ser un caarita es casi ser parte del Cártel, y debe de ser realmente muy difícil ver cómo el Cártel, en su benevolencia, trabaja en Cularin, y saber que no puedes formar parte de él.
Me entristece que la galaxia se encuentre en tal torbellino que nuestro plan de permitiros invertir en el Cártel nunca pudo llegar a buen término. Habríais ganado tantas créditos, ¡que no sabríais qué hacer con ellos! Habríais tenido el capital incluso para ir a un cirujano y así comenzar a pareceros más a un miembro del Cártel. Habrían mejorado tantas cosas, pero no pudo ser. Una lástima.
Al menos algunos de vosotros habéis comenzado a realizar contratas para nosotros. Eso es bueno. Nos inquieta que no habléis de ello con vuestros compañeros de nave o vuestros vecinos, pero no pasa nada. Comprendemos que todavía hay mucho rencor por los árboles que mi muy poco sabio predecesor arrancó de Cularin, y que sintáis que debéis ocultar vuestra lealtad al Cártel, aunque os duela en el corazón.
Estoy seguro de que os decís a vosotros mismos: “¿Esto es todo lo que el magnánimo Thurm Loogg tiene que decirme? ¿Sólo va a hablar y a hablar sin decir nada sobre los asuntos actuales?”
¡Por supuesto que diré algo! Muchas cosas no están bien ahora mismo, pero el Cártel desea mejorarlas. Por eso hemos comenzado otra celebración. El Cártel disfruta de las celebraciones, y hemos visto lo catárticas que son para vosotros. Vaya, hace tan sólo un año que muchos de vosotros disfrutasteis disparando a un droide a mi imagen y semejanza.
Me siento muy halagado. Significa mucho para mí que dediquéis parte del tiempo de vuestro ajetreado horario de cazar Sith y luchar contra amenazas del otro lado de la galaxia para disparar una efigie de mi humilde figura. Es una señal de vuestro afecto hacia mí, lo sé, y es algo que os devuelvo con todo mi corazón.
Os devuelvo el afecto, por supuesto. No el deseo de dispararos. Nunca querría dispararos... ¡Ni siquiera sé disparar, así que no serviría de nada! No soy más capaz de disparar un bláster que la adorable senadora Wren o el honorable gobernador Chistor o el respetado Maestro Lanius. Aquellos de nosotros que nos encontramos con tantas vidas bajo nuestro control nunca pensaríamos en blandir un bláster contra aquellos que tanto nos necesitan. Sería una estupidez. No nos querríais tanto si os disparásemos.
Ha quedado claro para el Cártel que muchos de vosotros deseáis un objetivo para vuestra hostilidad. Cularin es un lugar bastante hostil, ¿no es cierto? Pero bueno, la galaxia es un lugar bastante hostil. Pero la galaxia es la galaxia, y esto es vuestro hogar. Desde luego, uno siempre debería defender su propio hogar. ¿Pero de quién lo defendéis?
Yo, Thurm Loogg, ofreceré sugerencias. Primero, deberíais defender vuestro hogar de cualquier Sith al que se le ocurra venir a Cularin.
Los Sith son malos. No deberíais quererlos aquí. Deberían ser vuestra primera prioridad a la hora de eliminar amenazas. ¡Cuidado con los Sith, porque son escurridizos! Podrían encontrarse ya entre nosotros, así que deberíais buscarlos. Gastad gran cantidad de tiempo buscándolos, y cuanto más busquéis, más pensará cualquier Sith: “Oye, en Cularin no aprecian a los Sith. Tal vez debería irme”. Y entonces se irán, y estaréis a salvo.
¿No os parece buena idea?
Oh, ¿puedo mencionar que jamás ha existido un Señor del Sith caarita?
Creo que también deberíais defenderos de los ejércitos droide de los separatistas. ¡Malvados separatistas! El maligno conde Dooku ha dividido la galaxia. ¡Es un hombre malo! Si el maligno conde Dooku viene a Cularin, ¡deberíais darle caza! Si los ejércitos droide de los separatistas vienen a Cularin, ¡deberíais destruirlos!
Después de todo, ya hemos visto que los valientes ciudadanos de Cularin destacan disparando contra droides.
En realidad, no hay muchas cosas contra las que los ciudadanos de Cularin no destaquen disparando, ¿verdad?
¡Es una broma! Sólo os estoy provocando. Hay cosas contra las que sois muy malos disparando. Árboles. Rocas. Pequeñas criaturas peludas.
Por cierto, ¿he mencionado que el Cártel apoya firmemente al canciller supremo Palpatine? ¡Los separatistas son malos! ¡Abajo los separatistas! Los clones son nuestros amigos. ¡El Cártel ama a los clones!
También merece mucho la pena que dediquéis vuestro tiempo a defender Cularin de los gundarks furiosos. Ahora puedo escucharos diciendo: “Pero Thurm Loogg, hemos visto muy pocos gundarks en Cularin. ¿Por qué deberíamos preocuparnos por ellos?” Yo os pregunto esto, Cularin: ¿Habéis visto alguna vez la devastación que puede provocar un gundark furioso? Si no lo habéis hecho, tendréis que aceptar mi palabra. No queréis un gundark furioso suelto en Cularin. ¡Evitad los gundarks rabiosos, defended vuestras fronteras contra su entrada!
Me siento obligado a señalar que el Cártel jamás ha traficado con gundarks, ni ahora ni nunca.
Puede que a estas alturas ya hayáis comprendido lo que quiero decir. Espero que lo hayáis hecho. ¡El Cártel no es una amenaza para Cularin! ¡Los rumores que hayáis podido escuchar sobre el Cártel trabajando con los thaereianos son simplemente inciertos! Debemos pasar nuestros bienes a través de su perímetro, pero lo hacemos igual que cualquier otro negocio legítimo. Con sobornos y contrabando.
¡Es una broma! El Cártel nunca será atrapado sobornando o contrabandeando. Aparte de esa ocasión con los árboles ch’hala, pero eso no fue realmente el Cártel propiamente dicho. Sólo un pobre y equivocado individuo enloquecido por demasiado tiempo en el hiperespacio.
Bueno, por mucho que me duela decirlo, mis expertos técnicos del Cártel me dicen que varios individuos del sistema han accedido a nuestra transmisión y, mientras hablo, están tratando de cerrar los problemas de seguridad que han permitido que esta transmisión fuera posible. Así que os deseo buenas noches. Que la Fuer...

La Vara Oscura

La Vara Oscura
Morrie Mullins

Durante varios años, Cularin desapareció, dejando un vacío donde antes planetas y lunas orbitaban alrededor de dos soles que también desaparecieron. Desde el exterior del sistema, no se sabía nada de lo que podía haber ocurrido. Un instante, Cularin estaba presente. Al siguiente, ya no estaba.
Sin embargo, algunos de los héroes de Cularin vieron lo que precipitó la desaparición. Vieron a Len Markus extraer algo del cinturón de asteroides. Vieron a las criaturas que viven en las sombras del cinturón. Vieron destellos de lo que podía haber sido, y en el centro de todo se encontraba una vara negra de un metro de largo... algo que en las tabletas de datos de Len se denomina “la vara oscura”.
Poco se sabía de la vara oscura hasta hace poco, cuando un equipo de investigadores Jedi se abrió paso una vez más en las entrañas de la fortaleza Sith bajo Almas y surgió con un par de libros antiguos. Esos tomos, de los que se cree que son restos de los diarios personales de Darth Rivan, han sido entregados al Consejo Jedi. El siguiente texto es un fragmento de una de las escasas secciones a las que se ha dado acceso público a través de la HoloRed.
Uno no puede dejar de preguntarse: Si esto es lo que los Jedi creen que la galaxia está preparada para saber, ¿qué más puede estar oculto en esos tomos?

Los nativos –si es que se les puede llamar así, ya que he visto su especie en todas partes de la galaxia, aunque son una de las pocas especies con las que me he encontrado que han conseguido realmente perder la capacidad del viaje hiperespacial- son bastante tolerables. Tienen su planeta, y no salen de él. No pueden, tras haber rechazado incluso la tecnología que les permitiría moverse más allá de los picos de esos patéticos montones de rocas a los que llaman “montañas”. En ocasiones voy a ese mundo para ver qué están haciendo, y para ver si tienen algún recuerdo de lo que les trajo aquí. No lo tienen. Se les trajo aquí, y llegaron, y ellos creyeron que fue su propia voluntad la que les trajo aquí, que les atrapó en este rincón olvidado de la galaxia.
Aunque hay mucho que decir de los rincones olvidados. Yo mismo a menudo me siento cómodo visitando lugares que otros evitan. En la mayoría de los casos, hay esperándote una fresca oscuridad, una humedad como el aire después de la lluvia bajo el cielo iluminado por la luna. Una persona corriente encuentra incómoda esa oscuridad. Poco atractiva. Peligrosa.
Eso es porque no comprenden.
La oscuridad es un amigo, un aliado. La oscuridad nos permite comprender a otros, ver qué valoran cuando creen que nadie les está viendo. Nos permite ser honestos con nosotros mismos, expresar aquellos valores que rechazaríamos bajo la luz. La luz nos ciega. Sólo en la oscuridad podemos ver claramente, y hay una gran oscuridad oculta en esos mundos.
Yo había pensado que la oscuridad estaría aquí, bajo las arenas heladas. El frío asusta a los estúpidos igual de eficazmente que la oscuridad, ya que ambos van juntos. Pero conforme el mundo comienza a deshelarse, conforme el kaluthin finalmente echa raíces, estoy descubriendo que aquí no hay más oscuridad que la que encuentro en cualquier otra parte que vaya. Este mundo nunca ha conocido la vida más allá de un nivel microscópico. Eso puede cambiar. Este mundo nunca ha conocido un progreso distinto del desplazamiento de las arenas azotadas por el viento y el lento giro del planeta sobre su eje. Eso también puede cambiar.
Me gustan la oscuridad y el frío. Me gusta que los soles estén tan lejanos. Me gusta que haya algo cerca –no en este planeta, pero en este sistema- que atraiga hasta aquí a esas criaturas y que, incluso ahora, sigue llamándome.
No lo quiero para mí mismo. Quiero destruirlo.
No podría blandirlo. No lo haría. No me haría más poderoso; me destruiría. Y por tanto, quiero que desaparezca, borrado de la galaxia. No debería permitirse que siga existiendo algo que tenga el poder de destruirme, por muy dulces que sean las promesas que haga, por muy oscura que fuera la noche si lo empuñara. Debe ser destruido.
Los sueños me perturban, aunque sólo un poco. Veo esa cosa (a la que he dado en llamar la “vara oscura”, aunque apenas merece el nombre de vara, ya que siempre he pensado que la longitud de esas cosas debe igualar prácticamente mi altura) no como un objeto, sino como una ausencia. Es un vacío, un trozo de universo en el que no hay ni luz ni calor, pero tampoco frío ni oscuridad. La luz se mueve a su alrededor pero no cae en su poder. La vara no quiere la luz. Quiere la Fuerza.
Eso es lo que hace que la vara oscura sea tan traicionera. Si fuera una herramienta, algo que pudiera usar para dominar la Fuerza para mis propios fines, para demostrar la realidad del dolor y el sufrimiento al resto de la galaxia, podría querer blandirla. Aún hay momentos en los que pienso: “Sí, podría tomarla y usarla contra todos los demás. Podría usarla para drenar la Fuerza de sus cuerpos, para ver cómo se convierten en polvo y su esencia se evapora”. Pero sé que tales pensamientos no son míos. Son los pensamientos de la vara oscura. Me usaría para drenar a otros, y luego me drenaría a mí.
Me ha atraído hasta aquí. Atraerá aquí a más de nosotros. Pero yo haré lo que ninguno de ellos tiene la sabiduría de hacer. Yo, que sé a qué me enfrento, construiré en este mundo una defensa, un medio de asegurar que este objeto no pueda ser extraído de este sistema.
He estado trabajando con un holocrón, tratando de encontrar cualquier cosa que me permita comprender mejor la vara oscura. Ahora creo que fue creada por uno de mis ancestros, aunque han pasado incontables generaciones desde su creación. También tengo problemas para desentrañar por qué pudo haber sido creada esa cosa, y he llegado a la conclusión de que fue un accidente, un subproducto de algún extraño experimento que no pudo ser destruido... y que en última instancia causó la destrucción de su creador.
La Fuerza es nuestra herramienta, después de todo. Es lo que nos hace poderosos, lo que nos permite alzarnos sobre aquellos que podrían dominarnos. Un objeto que se alimenta de la Fuerza –que puede, de hecho, almacenar la Fuerza en su interior, sea cual sea el propósito último que esto pueda tener- es antiético para nuestra existencia, y aquel de nosotros que creó tal cosa sin duda habría querido destruirla. Sin embargo, existe, y cualquier registro sobre su creador ha desaparecido hace tiempo.
No la he visto físicamente, pero sé qué aspecto tiene. De un metro de largo y tal vez cuatro centímetros de diámetro, succiona la luz de igual modo que succiona la Fuerza. Quiere energía, poder. Quiere destruir. Quiere arrebatar vidas. Quiere... y eso, por sí mismo, es el aspecto más inquietante, la razón por la que la temo y deseo y busco su destrucción.
Esa cosa quiere.
La ambición ya es lo bastante peligrosa en una criatura viviente. En un objeto, una creación sin nada que perder, puede ser catastrófica.
Parte de la oscuridad de este sistema es la imagen residual de un grito. Es confortante. En la mayoría de lugares, no puedes sentir la muerte. Aquí, es parte del mismo tejido de la existencia. Algo realmente horrible, espantoso más allá de toda descripción, ocurrió aquí. Eso es lo que mantiene lejos de aquí a los temerosos, y lo que atrae a los curiosos.
Ese grito vino de la última vez que surgió la vara oscura. Fue sostenida y se le dio poder, y entonces se le pidió que ofreciera algo a cambio. Y lo hizo. Ofreció muerte.
Respeto eso. Pero no serviré a una herramienta que busca mi destrucción, que quiere mi poder. Construiré defensas, y cuando esté preparado, me adentraré en la oscuridad y la traeré a la mezquina luz.
Debo hacerlo. Si he de vivir eternamente, no hay otro camino.

lunes, 30 de mayo de 2016

Los problemas nos siguen


Los problemas nos siguen
Morrie Mullins

La publicación de su tratado sobre la naturaleza de la muerte, “Recuerdos de la vida”, ha proporcionado un pequeño nivel de fama a San Herrera y Nia Reston. Lo bastante breve para ser consumido fácilmente por los lectores de las holoredes, el ensayo ha dejado a la gente hablando y preguntándose acerca del significado de lo que ocurre después de que el cuerpo ha dejado de funcionar. Esto ha atraído la atención de los medios, incluyendo una entrevista con Yara Grugara. San y Nia tenían una idea sobre cómo podría ir la entrevista. Sin embargo, como suele ocurrir a menudo, Yara tenía una idea completamente distinta...

San y Nia están sentado juntos en un sofá con un grueso acolchado y un respaldo muy alto. Están relativamente limpios y presentables, aunque ambos parecen más que ligeramente pálidos y miran en numerosas ocasiones en dirección a la holocámara. Yara está sentada en una silla frente a ellos, manipulando su tableta de datos, revisando notas, y haciendo “Mm-hmm” cada pocos segundos. Finalmente, levanta la mirada y sonríe.

Yara: Buenas noches y bienvenidos a “El Ojo de Cularin”. Les habla Yara Grugara, y esta noche tengo el absoluto placer de entrevistar a dos de las más recientes celebridades intelectuales de Cularin: San herrera y Nia Reston. ¡Saludad a la cámara, chicos!

San y Nia parecen algo aturdidos, pero se vuelven y saludan con la mano a la holocámara.

Yara: Bueno, recientemente habéis causado un buen revuelo con ese pequeño panfleto sobre la muerte, ¿verdad? ¿Cómo se llamaba?
San: Se... hm... titula “Recuerdos de la Vida”. Pero no es ningún “panfleto”. Es un tratado académico...
Yara: Exacto. Yara cree que todos lo hemos leído. Una lectura interesante.
Nia: Gracias. En realidad nos gustaría hablar de...
Yara: Vosotros dos tenéis vidas interesantes, ¿sabéis? Yara ha puesto a su gente a trabajar para comprenderos mejor y así poder tener un marco para esta entrevista. Quiero decir, ¿por qué dos niños tan normales decidirían gastar su tiempo pensando y escribiendo sobre la muerte?
San: En realidad no somos niños. Yo tengo veintitrés años, y Nia veintidós.
Yara: Muy jóvenes, para ser tan macabros.
San: No creo que seamos macabros en absoluto. Hay muchas formas macabras de escribir sobre la muerte, pero esa no era una de ellas.
Nia: En realidad era optimista. Quiero decir, lo es. Optimista. El ensayo. Porque no discutimos que la muerte es mala, sólo que es algo sobre lo que en realidad no pensamos correctamente. Creo que los Jedi lo hacen, en cierta medida, pero ya sabe cómo son los Jedi. Predican mucho a su propia gente, pero no predican demasiado a nadie de fuera. ¿No es usted una de las personas que dicen que los Jedi no están haciendo lo suficiente para proteger Cularin? ¿Acaso decirnos cómo enfrentarnos a la muerte no contaría como ayudar a Cularin?
Yara: Estás sacando de contexto los comentarios de Yara. Lo que Yara dijo fue que los Jedi han sido demasiado reactivos... no lo suficientemente proactivos. Pero como ya se ha informado en otros canales, así como en un anterior informe especial de “El Ojo de Cularin·, Yara no era ella misma ese día. Posteriores controles voluntarios de estupefacientes demostraron que alguien había puesto algo en la bebida de Yara, y mi juicio estaba perjudicado. Yara ofreció todo un espectáculo, y ha pedido perdón una y otra vez por lo ocurrido. ¡Creedlo, ha habido muchos ruegos y súplicas para mantener la entrevista que Yara tiene programada dentro de poco con el Maestro Lanius!

San y Nia parecen poco convencidos.

Yara: Bueno, vosotros habéis hecho vuestra buena ronda por Cularin, ¿no es así? Tengo entendido que algunos de vuestros primeros esfuerzos incluyeron organizar misiones de ayuda a los tarasin. ¿Era eso necesario?
Nia: No, como se pudo demostrar. Estábamos convencidos de que eran primitivos que necesitaban nuestra ayuda...
San: Ayuda de alguien.
Nia: Exacto. Pensábamos que necesitaban ayuda para vivir. Resulta que en realidad no la necesitan. Llevan generaciones viviendo aquí perfectamente. Simplemente asumimos de algún modo que tenían que tener nuestra ayuda.
San: Realmente desarrollamos parte de nuestra teoría sobre la muerte basándonos en la Madre Dariana y su...
Yara: Vaya, eso fue más o menos al mismo tiempo que el Cártel estaba estableciendo su base secreta en Cularin, ¿no? ¿La misma que ellos mismos acabaron haciendo volar en pedazos desde la órbita cuando se descubrió que el líder en Cularin era un usuario de la Fuerza que poseía un sable de luz robado?
San: Eso fue por la misma época, sí.
Yara: ¿De modo que os encontrabais en la jungla al mismo tiempo que el Cártel?
Nia: Mucha gente estaba allí. ¿Está sugiriendo que tuvimos algo que ver con ellos?
Yara: Bueno, veamos. Vosotros dos parecéis aparecer en un buen puñado de lugares interesante. ¿No es así? Os tenemos a los dos llevando suministros a las junglas de Cularin mientras el Cártel estaba estableciendo su base, ¿correcto?
San: No teníamos ni idea. En serio. Simplemente estábamos en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Yara: ¿Cómo lo de Uffel?

San y Nia se ruborizan y luego se miran entre sí. Yara aguarda pacientemente una respuesta.

San: Mire, la cosa fue así. Fuimos allí cuando mucha gente estaba yendo allí, para ver las instalaciones y descubrir lo que estaba pasando. Y, bueno, se nos pidió nuestra ayuda. Había unos cuantos grupos de gente ayudando. Éramos nosotros, y unos cuantos más... estaba Philinda, y... Nia, ¿quién más estaba?
Nia: Oh, claro. De ella sí te acuerdas. ¿Sabes, Yara? Lleva seis meses llamándola “la caliente”.
Yara: ¿Oh?
Nia: Oh, sí. “Veamos si la caliente quiere que hagamos algo.” “Llamemos a la caliente a ver si tiene noticias de algún nuevo trabajo.” La caliente esto, la caliente aquello. Es decir, es mona y todo eso, pero tampoco es que sea la mujer definitiva. Sólo tiene mucho carisma.
Yara: Eso suena a celos. ¿Vosotros dos sois pareja?
San: No.
Nia: Sí.

Se miran entre sí.

San: Sí.
Nia: No.
Yara: Bien. Así que estabais en Uffel con la caliente y algunos otros que no eran tan calientes. ¿Qué pasó entonces?
Nia: Bueno, alguien decidió que íbamos a escuchar lo que cada estúpido droide del lugar nos contara, así que cuando uno de ellos nos dijo que había un grupo de no-droides suelto por ahí cometiendo actos de sabotaje, y, oye, están en la sala de al lado, bueno, alguien decidió que debíamos ir allí a toda prisa y detenerles. Ya sabes, por el bien del sistema.
Yara: No funcionó, ¿no?
San: ¿Puedo decir algo? (No espera a que le respondan) Fuimos mal informados. Creo que todos nos sentimos bastante estúpidos cuando atacamos, y se trataba de algunas de las mismas personas que nos habían estado ayudando cuando llevábamos suministros a los Tarasin. El droide nos engañó para que nos mataran, o para que matáramos a parte de la gente que en realidad se encontraba allí para capturar al droide.
Yara: ¿Lugar equivocado, momento equivocado?
Nia: Desde luego. Y escuchar a la gente equivocada. Bueno, a los droides.
Yara: Entonces, ¿qué pasa cuando un droide muere?

Durante unos segundos, San y Nia no dicen nada. No parecen recordar sobre qué se suponía que trataba la entrevista.

San: Bueno, nada. En realidad no están vivos, así que no pueden morir.
Nia: No estoy segura. Quiero decir, que pueden pensar y hablar, y a veces tienes la sensación de que también pueden sentir cosas. No exactamente del mismo modo que nosotros. Son racionales, después de todo.
San: Pero son máquinas. La Fuerza no está en su interior.
Nia: ¿Ves, Yara? Esto es algo en lo que no estamos de acuerdo. Todo el tema de “¿qué es la vida?” Él cree que si algo no tiene alguna especie de proceso orgánico desarrollándose, si no respira o tiene latidos o algo, entonces no está realmente vivo. Y yo creo que es estúpido, porque hemos visto tantas clases distintas de vida que realmente no podemos decir que sólo por el hecho de que algo es diferente no está vivo o no tiene la Fuerza en su interior.
San: Sólo que los droides no nacen, se fabrican.
Nia: Según esa lógica, los clones no están vivos, ya que se fabrican en tanques. ¿Entonces no existe la Fuerza en los clones?
San: Yo no he dicho eso.
Nia: ¡Sí lo has dicho!
San: Que no.
Nia: ¡Que sí!
Yara: Niños, todo esto es muy interesante. ¿Por qué no escribís alguna vez otro ensayo sobre la posibilidad de que la Fuerza exista en un droide, y así tendremos otra de estas fascinantes charlas? Sin embargo, por ahora, habladme de Tilnes.
San: Hmm... ¿Realmente debemos?
Yara: ¿Por qué? ¿Estaba la caliente allí?

Nia suelta un gruñido y aparta la mirada.

Yara: Tomaré eso como un sí. De modo que estabais en Tilnes cuando la base secreta del Cártel fue descubierta, así como la base secreta thaereiana.
San: Cuando lo dice de ese modo, realmente no suena muy bien, ¿verdad?
Yara: No sé a qué te refieres.
San: Mire, creo que usted ha hecho sus deberes. O su equipo lo ha hecho. Y tiene razón. Una de las razones por la que escribimos lo que escribimos fue porque necesitábamos encontrarle sentido. A la muerte, quiero decir. Porque parece aparecer cuando estamos cerca.
Yara: Los problemas os siguen, ¿no?
San: Supongo que sí. Le avisaremos si escribimos ese texto sobre los droides.

Yara sonríe. La sintonía de “El Ojo de Cularin” suena de fondo, y vemos cómo la imagen funde en negro.