miércoles, 29 de junio de 2016

Conflicto y Maestría

Conflicto y Maestría
August Hahn y Cynthia Hahn

En el corazón de la Academia Jedi de Almas hay un edificio con senderos delimitados por piedras en todas direcciones. Muchos Padawans y Caballeros han caminado por esos caminos durante los años de su entrenamiento, pero pocos se han aventurado jamás al interior del edificio propiamente dicho. El Maestro Lanius Qel-Bertuk mantiene ese edificio separado del resto de su Academia; aunque se encuentra en su centro, a efectos prácticos está aislado tanto para estudiantes como para maestros.
Este edificio es donde Lanius realiza reuniones con miembros del Consejo de Coruscant, importantes oficiales del Senado, y aquellos que no se sentirían cómodos hablando con él en público. Aunque Almas no es exactamente el centro de la actividad del sistema Cularin, y los jóvenes Padawans raramente cotillean fuera de sus propios círculos, en esta parte de la galaxia las noticias se las arreglan para viajar rápido. Entre el ocasional exceso de celo de algunos reporteros y los perpetuos ojos escrutadores de aquellos que deberían tener cosas mejores que hacer, puede resultar difícil mantener un secreto... incluso para un Maestro Jedi.
Este edificio solitario también es donde Lanius acude a meditar en privado y contemplar el destino de su academia y sus estudiantes ante el cambiante rostro de la República. Desde hace un tiempo llevaba sintiendo los problemas que se avecinaban, y ahora que sus estudiantes –su mundo- han sido lanzados diez años antes de lo previsto en medio de eventos de tanta envergadura que escapan a su control, el Maestro Qel-Bertuk últimamente ha ido pasando cada vez más tiempo allí.
Hoy se encuentra allí no por motivos personales, sino administrativos. Una vez cada estación (aunque en Almas en realidad no existan las estaciones como tales), el claustro principal de la academia se reúne para hablar del entrenamiento, de los estudiantes que se muestran más prometedores, y otros asuntos Jedi. Lanius habitualmente disfruta de esas reuniones, pero en esta ocasión el tema principal del día no es agradable.
-Y volveré a decirlo. Si los cambios que se comentan en los rumores que he escuchado son ciertos, sólo traerán sufrimiento a nuestros Padawans. –Los ojos de la Maestro Devan brillaron en la cámara a la luz de las antorchas-. Esta escuela ya es lo bastante distinta a cualquier otra Academia Jedi de la galaxia. Arriesgamos demasiado haciendo cualquier cambio más.
En su silla de piedra en la cabecera de la cámara de conferencias, Lanius asintió con aire distante. Comenzó a hablar, pero Jurahi, el Maestro de Visiones de la escuela, interrumpió. Para un alma tan contemplativa, el visionario profesor podía ser enfático hasta llegar casi a la beligerancia cuando creía firmemente en algo.
-Raramente me encuentro de acuerdo en nada de lo que la Maestra de Batalla tenga que decir, Lanius, pero esta vez tengo que ponerme de su parte. ¿Por qué estamos siquiera discutiendo esto?
La atención de Lanius pasó a Devan. Le divertía más de lo que pensaba que podría ser apropiado ver cómo se ofendía instintivamente al ser llamada “Maestra de Batalla”. Sabía por su larga experiencia que Jurahi desdeñaba el mero concepto de la lucha, y creía que los Jedi que pensaban con sus sables de luz eran la mayor amenaza que la galaxia hubiera conocido jamás. Era un milagro que el Maestro de Visiones hubiera sido capaz de soportar siquiera a Kirlocca, pero el anterior instructor de sables de luz de la Academia había sido bien apreciado por todo el mundo en Almas... incluso por un pacifista como Jurahi.
La Maestro Devan suspiró.
-Maestro Lanius, ¿esta decisión ya ha sido tomada, o vamos a poder ser capaces de hacerle cambiar de opinión?
Sus sentimientos fueron repetidos por los demás sentados a la mesa. Seis pares de ojos se centraron en él, haciendo que Lanius se sintiera más incómodo de lo que se había sentido en mucho tiempo. De pronto, se encontró echando de menos a Kirlocca más que nunca. El gran wookiee habría entendido por qué estaba haciendo eso. A Kirlocca no le habría gustado, pero lo habría entendido.
Sin embargo, era la cabeza de la academia por un motivo, y una situación como esa requería que tomara una posición de líder. Se preparó para las reacciones que sabía que estaba a punto de recibir y miró al extremo de la mesa, hacia el punto normalmente reservado para dignatarios de visita y emisarios de Coruscant.
-Maestro Jeht, diga por favor a los demás lo que ha compartido conmigo esta mañana.
El hombre sentado al extremo de la larga mesa de piedra asintió sombríamente. Sus ojos negros examinaron los rostros de los Maestros reunidos durante un largo instante antes de hablar, y cuando lo hizo fue con un tono tranquilo y respetuoso.
-El Consejo Jedi de Coruscant ha ordenado que todos Jedi disponibles acudan a nuevas zonas de preparación de sector para recibir información y asignaciones tácticas. Aunque esto no incluye a los Padawans, por supuesto, y se están haciendo excepciones para los Caballeros Jedi con menos de tres años de experiencia en el cargo, todos los demás han sido llamados para misiones de guerra.
Las expresiones en los rostros de los integrantes del claustro fueron exactamente los que pensaba que serían. La peor fue la mirada de amarga aceptación en los ojos de Jurahi, como si finalmente hubiera escuchado algo que llevaba toda una vida temiendo. La expresión de Devan fue mucho menos resignada.
-¿Esto incluye a todos los Maestros de Almas?
El Maestro de cabello negro al extremo de la mesa negó con la cabeza. El gesto hizo que su túnica gris oscura se moviera ligeramente, revelando la armadura de combate ligera que había debajo. Por el aspecto de las ceñidas placas de la armadura, ligeramente dañadas, había visto uso muy reciente.
-No, todos no. Las personas de esta sala permanecerán en su lugar para entrenar Padawans y Caballeros, como es su misión. Sólo el personal adicional será trasladado de la Academia para complementar el Ejército de la República.
La expresión de Jurahi cambió, así como la de Devan, pero el viejo Maestro habló antes de que pudiera hacerlo ella.
-¿Personal adicional? ¿Complementar al Ejército? ¿Quién se cree el Consejo que somos? ¡Somos una escuela, no una guarnición!
Por la expresión de los ojos incoloros de Jeht, esta respuesta no le llegó de sorpresa.
-Lamento que se sienta así, señor. Pero se ha dado el mando de las Fuerzas Armadas de la República a los Jedi, y el Consejo ha decidido desplazar Jedi experimentados para una mayor presencia de liderazgo en ese sentido. Creen...
Devan abrió la boca, y por un instante, Lanius pensó que lo imposible ocurriría dos veces en un día: que volvería a estar de acuerdo con Jurahi.
-Lo entiendo, Maestro Jeht. Obviamente, el Consejo cree que si dejamos esta guerra sólo a los clones y los droides, durará eternamente. Quieren dar un paso adelante y acabar con ella de forma decisiva sin más pérdida de vidas, y antes de que más sistemas caigan en manos de los separatistas.
El Maestro visitante asintió, obviamente aliviado de que alguien de la mesa lo entendiera. Por la expresión incrédula del rostro de los demás instructores presentes, él, ella y Lanius estaban en minoría en lo que a ese tema concernía.
-¿Cómo afectará exactamente esto a Almas? –continuó preguntando Devan.
En respuesta, Lanius hizo un gesto hacia el arco en sombras que conducía fuera de la sala y E1-6RA, su droide ayudante personal, entró en la cámara. En sus múltiples brazos, llevaba varias pequeñas tabletas de datos. Se desplazó diestramente alrededor de la mesa, tendiendo una a cada uno de los Jedi presentes.
-Aquí están listados los actuales residentes de Almas y aquellos que se encuentran de servicio en el sistema de Cularin que han sido llamados por la orden del Consejo –dijo con su voz suavemente modulada.
Hubo una larga pausa mientras los miembros del claustro navegaban por sus pantallas. Lanius observó detenidamente sus rostros, sabedor de lo mal que algunos de ellos recibirían los nombres que estaban leyendo. El Maestro Ti-Amun Tiro se puso en pie, dejó caer la tableta de datos sobre la mesa, y se marchó airadamente de la sala, indignado. Por las reacciones de los demás presentes, más de uno de sus colegas quería unirse al instructor de filosofía en silenciosa protesta.
Nadie habló durante varios tensos segundos. No fue una gran sorpresa cuando la voz de Jurahi rompió el silencio.
-Esto deja nuestra plantilla docente en prácticamente nada. Acabamos de aceptar un número sin precedentes de nuevos Padawans. ¿Cómo puede esperarse que encontremos mentores para todos ellos? –Su tono había perdido su irritación. Había vuelto la silenciosa resignación.
Lanius negó con la cabeza.
-Ya no podremos ofrecer mentores a nuestros estudiantes en proporción de uno a uno. Los tamaños de las clases tendrán que aumentar, y nosotros tendremos que arreglárnoslas con los instructores que quedan. Algunos Caballeros con sólo uno o dos años de servicio pueden ayudar a completar nuestras filas.
A nadie de la mesa pareció gustarle la idea, y Lanius apenas podía culparles. La historia de los Jedi estaba llena de ejemplos de miembros de la Orden que enseñaban antes de estar plenamente capacitados para ello. Los ejemplos nunca terminaban bien; tanto el maestro como el estudiante a menudo caían al Lado Oscuro. Obviamente, tales preocupaciones cruzaron la mente de los demás. Lanius no tenía que tocar sus pensamientos para saberlo. Lo podía leer en sus caras.
El Maestro Jeht habló de nuevo, sin alterar en ningún momento el tono tranquilo de su voz.
-Para completar lo que el Maestro Qel-Bertuk no ha llegado a decir antes, esta decisión ya ha sido tomada. Se me ha encargado que supervise la transferencia de personal y luego me quede atrás para ayudar con entrenamiento adiciona para sus estudiantes. El Consejo no desea dejarles completamente faltos de personal. Haré todo lo que pueda para compensar la diferencia.
Lanius decidió hablar antes de que más preguntas pudieran incendiar la situación.
-Estamos agradecidos al Consejo por enviarle. Al menos es uno de nosotros, Darrus, y siempre será bienvenido aquí. El cambio es difícil, pero agradecemos escucharlo de boca de alguien conocido.
El Maestro Jeht hizo una ligera reverencia. Devan secundó los agradecimientos de Lanius, pero el resto de la mesa sólo murmuró o inclinó la cabeza expresando su consentimiento. Lanius rápidamente hizo marchar a los instructores. Tal vez regresar a la tarea habitual de clases y lecciones les ayudaría a calmar sus comprensiblemente turbulentas emociones. Se fueron sin hacer comentarios, marchándose cada uno para llevar las duras noticias a su personal y sus estudiantes.
Devan fue la última en marcharse, pasando la mirada alternativamente de Darrus a Lanius en busca de algún rastro de emoción. Al no ver nada, finalmente se marchó y regresó al salón de prácticas. Lo sentía por los Padawans, tanto por los cambios que estaban a punto de afectarles como por el estado de ánimo con el que iba a enseñarles...

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