Conflicto y Maestría
August Hahn y Cynthia Hahn
En el corazón de la Academia
Jedi de Almas hay un edificio con senderos delimitados por piedras en todas
direcciones. Muchos Padawans y Caballeros han caminado por esos caminos durante
los años de su entrenamiento, pero pocos se han aventurado jamás al interior
del edificio propiamente dicho. El Maestro Lanius Qel-Bertuk mantiene ese
edificio separado del resto de su Academia; aunque se encuentra en su centro, a
efectos prácticos está aislado tanto para estudiantes como para maestros.
Este edificio es donde Lanius
realiza reuniones con miembros del Consejo de Coruscant, importantes oficiales
del Senado, y aquellos que no se sentirían cómodos hablando con él en público.
Aunque Almas no es exactamente el centro de la actividad del sistema Cularin, y
los jóvenes Padawans raramente cotillean fuera de sus propios círculos, en esta
parte de la galaxia las noticias se las arreglan para viajar rápido. Entre el
ocasional exceso de celo de algunos reporteros y los perpetuos ojos
escrutadores de aquellos que deberían tener cosas mejores que hacer, puede
resultar difícil mantener un secreto... incluso para un Maestro Jedi.
Este edificio solitario también
es donde Lanius acude a meditar en privado y contemplar el destino de su
academia y sus estudiantes ante el cambiante rostro de la República. Desde hace
un tiempo llevaba sintiendo los problemas que se avecinaban, y ahora que sus
estudiantes –su mundo- han sido lanzados diez años antes de lo previsto en
medio de eventos de tanta envergadura que escapan a su control, el Maestro
Qel-Bertuk últimamente ha ido pasando cada vez más tiempo allí.
Hoy se encuentra allí no por
motivos personales, sino administrativos. Una vez cada estación (aunque en Almas
en realidad no existan las estaciones como tales), el claustro principal de la
academia se reúne para hablar del entrenamiento, de los estudiantes que se
muestran más prometedores, y otros asuntos Jedi. Lanius habitualmente disfruta
de esas reuniones, pero en esta ocasión el tema principal del día no es
agradable.
-Y volveré a decirlo. Si los
cambios que se comentan en los rumores que he escuchado son ciertos, sólo
traerán sufrimiento a nuestros Padawans. –Los ojos de la Maestro Devan
brillaron en la cámara a la luz de las antorchas-. Esta escuela ya es lo
bastante distinta a cualquier otra Academia Jedi de la galaxia. Arriesgamos
demasiado haciendo cualquier cambio más.
En su silla de piedra en la
cabecera de la cámara de conferencias, Lanius asintió con aire distante.
Comenzó a hablar, pero Jurahi, el Maestro de Visiones de la escuela,
interrumpió. Para un alma tan contemplativa, el visionario profesor podía ser
enfático hasta llegar casi a la beligerancia cuando creía firmemente en algo.
-Raramente me encuentro de
acuerdo en nada de lo que la Maestra de Batalla tenga que decir, Lanius, pero
esta vez tengo que ponerme de su parte. ¿Por qué estamos siquiera discutiendo
esto?
La atención de Lanius pasó a
Devan. Le divertía más de lo que pensaba que podría ser apropiado ver cómo se
ofendía instintivamente al ser llamada “Maestra de Batalla”. Sabía por su larga
experiencia que Jurahi desdeñaba el mero concepto de la lucha, y creía que los
Jedi que pensaban con sus sables de luz eran la mayor amenaza que la galaxia
hubiera conocido jamás. Era un milagro que el Maestro de Visiones hubiera sido
capaz de soportar siquiera a Kirlocca, pero el anterior instructor de sables de
luz de la Academia había sido bien apreciado por todo el mundo en Almas...
incluso por un pacifista como Jurahi.
La Maestro Devan suspiró.
-Maestro Lanius, ¿esta decisión
ya ha sido tomada, o vamos a poder ser capaces de hacerle cambiar de opinión?
Sus sentimientos fueron
repetidos por los demás sentados a la mesa. Seis pares de ojos se centraron en
él, haciendo que Lanius se sintiera más incómodo de lo que se había sentido en
mucho tiempo. De pronto, se encontró echando de menos a Kirlocca más que nunca.
El gran wookiee habría entendido por qué estaba haciendo eso. A Kirlocca no le
habría gustado, pero lo habría entendido.
Sin embargo, era la cabeza de la
academia por un motivo, y una situación como esa requería que tomara una
posición de líder. Se preparó para las reacciones que sabía que estaba a punto
de recibir y miró al extremo de la mesa, hacia el punto normalmente reservado
para dignatarios de visita y emisarios de Coruscant.
-Maestro Jeht, diga por favor a
los demás lo que ha compartido conmigo esta mañana.
El hombre sentado al extremo de
la larga mesa de piedra asintió sombríamente. Sus ojos negros examinaron los
rostros de los Maestros reunidos durante un largo instante antes de hablar, y
cuando lo hizo fue con un tono tranquilo y respetuoso.
-El Consejo Jedi de Coruscant ha
ordenado que todos Jedi disponibles acudan a nuevas zonas de preparación de
sector para recibir información y asignaciones tácticas. Aunque esto no incluye
a los Padawans, por supuesto, y se están haciendo excepciones para los
Caballeros Jedi con menos de tres años de experiencia en el cargo, todos los
demás han sido llamados para misiones de guerra.
Las expresiones en los rostros
de los integrantes del claustro fueron exactamente los que pensaba que serían. La
peor fue la mirada de amarga aceptación en los ojos de Jurahi, como si
finalmente hubiera escuchado algo que llevaba toda una vida temiendo. La
expresión de Devan fue mucho menos resignada.
-¿Esto incluye a todos los
Maestros de Almas?
El Maestro de cabello negro al
extremo de la mesa negó con la cabeza. El gesto hizo que su túnica gris oscura
se moviera ligeramente, revelando la armadura de combate ligera que había
debajo. Por el aspecto de las ceñidas placas de la armadura, ligeramente
dañadas, había visto uso muy reciente.
-No, todos no. Las personas de
esta sala permanecerán en su lugar para entrenar Padawans y Caballeros, como es
su misión. Sólo el personal adicional será trasladado de la Academia para
complementar el Ejército de la República.
La expresión de Jurahi cambió,
así como la de Devan, pero el viejo Maestro habló antes de que pudiera hacerlo
ella.
-¿Personal adicional?
¿Complementar al Ejército? ¿Quién se cree el Consejo que somos? ¡Somos una
escuela, no una guarnición!
Por la expresión de los ojos
incoloros de Jeht, esta respuesta no le llegó de sorpresa.
-Lamento que se sienta así,
señor. Pero se ha dado el mando de las Fuerzas Armadas de la República a los
Jedi, y el Consejo ha decidido desplazar Jedi experimentados para una mayor
presencia de liderazgo en ese sentido. Creen...
Devan abrió la boca, y por un
instante, Lanius pensó que lo imposible ocurriría dos veces en un día: que
volvería a estar de acuerdo con Jurahi.
-Lo entiendo, Maestro Jeht.
Obviamente, el Consejo cree que si dejamos esta guerra sólo a los clones y los
droides, durará eternamente. Quieren dar un paso adelante y acabar con ella de
forma decisiva sin más pérdida de vidas, y antes de que más sistemas caigan en
manos de los separatistas.
El Maestro visitante asintió,
obviamente aliviado de que alguien de la mesa lo entendiera. Por la expresión
incrédula del rostro de los demás instructores presentes, él, ella y Lanius
estaban en minoría en lo que a ese tema concernía.
-¿Cómo afectará exactamente esto
a Almas? –continuó preguntando Devan.
En respuesta, Lanius hizo un
gesto hacia el arco en sombras que conducía fuera de la sala y E1-6RA, su
droide ayudante personal, entró en la cámara. En sus múltiples brazos, llevaba
varias pequeñas tabletas de datos. Se desplazó diestramente alrededor de la
mesa, tendiendo una a cada uno de los Jedi presentes.
-Aquí están listados los
actuales residentes de Almas y aquellos que se encuentran de servicio en el
sistema de Cularin que han sido llamados por la orden del Consejo –dijo con su
voz suavemente modulada.
Hubo una larga pausa mientras
los miembros del claustro navegaban por sus pantallas. Lanius observó
detenidamente sus rostros, sabedor de lo mal que algunos de ellos recibirían
los nombres que estaban leyendo. El Maestro Ti-Amun Tiro se puso en pie, dejó
caer la tableta de datos sobre la mesa, y se marchó airadamente de la sala,
indignado. Por las reacciones de los demás presentes, más de uno de sus colegas
quería unirse al instructor de filosofía en silenciosa protesta.
Nadie habló durante varios tensos
segundos. No fue una gran sorpresa cuando la voz de Jurahi rompió el silencio.
-Esto deja nuestra plantilla
docente en prácticamente nada. Acabamos de aceptar un número sin precedentes de
nuevos Padawans. ¿Cómo puede esperarse que encontremos mentores para todos
ellos? –Su tono había perdido su irritación. Había vuelto la silenciosa resignación.
Lanius negó con la cabeza.
-Ya no podremos ofrecer mentores
a nuestros estudiantes en proporción de uno a uno. Los tamaños de las clases
tendrán que aumentar, y nosotros tendremos que arreglárnoslas con los
instructores que quedan. Algunos Caballeros con sólo uno o dos años de servicio
pueden ayudar a completar nuestras filas.
A nadie de la mesa pareció
gustarle la idea, y Lanius apenas podía culparles. La historia de los Jedi
estaba llena de ejemplos de miembros de la Orden que enseñaban antes de estar
plenamente capacitados para ello. Los ejemplos nunca terminaban bien; tanto el
maestro como el estudiante a menudo caían al Lado Oscuro. Obviamente, tales
preocupaciones cruzaron la mente de los demás. Lanius no tenía que tocar sus
pensamientos para saberlo. Lo podía leer en sus caras.
El Maestro Jeht habló de nuevo,
sin alterar en ningún momento el tono tranquilo de su voz.
-Para completar lo que el
Maestro Qel-Bertuk no ha llegado a decir antes, esta decisión ya ha sido
tomada. Se me ha encargado que supervise la transferencia de personal y luego
me quede atrás para ayudar con entrenamiento adiciona para sus estudiantes. El
Consejo no desea dejarles completamente faltos de personal. Haré todo lo que
pueda para compensar la diferencia.
Lanius decidió hablar antes de
que más preguntas pudieran incendiar la situación.
-Estamos agradecidos al Consejo
por enviarle. Al menos es uno de nosotros, Darrus, y siempre será bienvenido
aquí. El cambio es difícil, pero agradecemos escucharlo de boca de alguien conocido.
El Maestro Jeht hizo una ligera
reverencia. Devan secundó los agradecimientos de Lanius, pero el resto de la
mesa sólo murmuró o inclinó la cabeza expresando su consentimiento. Lanius
rápidamente hizo marchar a los instructores. Tal vez regresar a la tarea
habitual de clases y lecciones les ayudaría a calmar sus comprensiblemente
turbulentas emociones. Se fueron sin hacer comentarios, marchándose cada uno para
llevar las duras noticias a su personal y sus estudiantes.
Devan fue la última en
marcharse, pasando la mirada alternativamente de Darrus a Lanius en busca de
algún rastro de emoción. Al no ver nada, finalmente se marchó y regresó al
salón de prácticas. Lo sentía por los Padawans, tanto por los cambios que
estaban a punto de afectarles como por el estado de ánimo con el que iba a
enseñarles...
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