miércoles, 28 de diciembre de 2016

La Voz del Imperio

La Voz del Imperio
Mur Lafferty

Ni digas ni una palabra. Con rostro inexpresivo, Mandora Catabe, editora de Noticias de la HoloRed, no lo había dicho en voz alta, pero el mensaje estaba claro. Los ojos de Calliope Drouth pasaron de Mandora, sentada en su escritorio, al hombre de pie tras ella, que sonreía ampliamente con las manos entrelazadas a su espalda. El rostro de Mandora estaba serio, adusto, con los ojos fijos en los de Calliope.
Esa es una sonrisa imperial. Calliope esperaba que le hubieran hecho llamar para que le anunciaran el ascenso que tanto había pedido, pero esa esperanza murió cuando vio el rostro de Mandora.
-Calliope, siéntate –dijo Mandora, indicando la mesa delante de su escritorio-. Éste es Eridan Wesyse. Quería decírtelo a ti la primera: me retiro, con efecto inmediato, y el señor Wesyse será vuestro nuevo editor jefe.
Mandora era pequeña y astuta, recelosa de cualquiera y de todos, mientras que Eridan parecía como si siempre escuchara con simpatía, sonriera amablemente, e informara de lo que encajara con la historia que quisiera contar; Calliope conocía a los de su clase.
Calliope asintió. Ya había visto a Eridan por allí, efectuando relaciones públicas imperiales.
-Encantado de conocerle, señor –dijo-. Le he visto en algunos eventos, ¿no es cierto?
Él asintió, ensanchando su sonrisa.
-Tiene buena vista –dijo-. Mandora dijo que sería mi reportera estrella. Sí, he efectuado algún trabajo para el Imperio, y seguiré haciéndolo como sustituto de Mandora. Ya ve, el Imperio quería tener más... –se detuvo, buscando la palabra adecuada- conexión con NHR. Aunque querremos mantener toda la plantilla leal, así que no debería preocuparse por su empleo.
Calliope no pudo evitar mirar a Mandora.
-No, yo soy la única que se marcha. Ya estaba pensando en retirarme –dijo Mandora, indicando lo contrario con los ojos-. El Imperio simplemente me ha hecho una oferta que no podía rechazar.
-Qué generoso –dijo Calliope, con la boca seca-. ¿Qué planes tiene para NHR, señor Wesyse?
-¡Vamos a comenzar por darle un ascenso! –dijo-. Le ascenderemos a reportera senior y le nombraremos Voz del Imperio. Estamos muy impresionados por su trabajo sobre la amenaza wookiee.
Calliope se quedó helada. Su reportaje sobre la “amenaza” wookiee había sido severamente editado por los censores imperiales, eliminando por completo el punto central de su historia, motivo por el cual Calliope casi presentó su dimisión.
-Basándonos en su destacada historia en NHR –continuó Wesyse-, es obvio que queramos ascenderla. ¡Es un gran honor ser la única persona cuya imagen verán incontables ciudadanos para informarse de las noticias!
-Es un honor, sí –convino Calliope, usando la voz suave que usaba con las fuentes que sabía que le estaban mintiendo-. Gracias por el ascenso. Estoy ansiosa de ver la nueva dirección en la que nos llevará, editor Wesyse.
Quería llevarse aparte a Mandora y preguntarle qué estaba pasando, por qué estaba ocurriendo eso, pero el habitualmente animado rostro de Mandora estaba inmóvil, lo que aterraba a Calliope más que nada.
-De hecho, como nuestra recién nombrada Voz del Imperio, vamos a enviarla a su primera historia –continuó Wesyse-. Cubrirá el Baile Imperial de esta noche. Le hemos conseguido una invitación, lo que no fue tarea fácil. –Hizo una pausa en ese punto, como si le estuviera dando la oportunidad de darle las gracias, pero ella extrajo un pequeño teclado y comenzó a tomar notas, haciéndole un gesto con la cabeza para que continuara-. Irá allí y entrevistará a los dignatarios, informará de cómo vestía la gente, mencionará la calidad de la comida, y todas esas cosas. Su trabajo es mostrar el Imperio de un modo que el público no alcanza a ver. Hacerlo más accesible. Ofreciéndoles una visión del interior, el Imperio se convierte en su Imperio. ¿Entendido?
Antes de que Calliope pudiera protestar diciendo que su área del periodismo preferida era el de investigación, Mandora la pasó algo empujándolo sobre el escritorio.
-Voy a darte a Zox. No lo necesitaré cuando me retire. Ahora es tuyo. –Dio unas palmaditas a un pequeño droide, una vieja unidad X-0X aproximadamente del tamaño de su mano-. Me ha sido muy útil, y sé que te servirá a ti del mismo modo.
El droide tenía forma de cúpula, y su color original probablemente fuera rojo o naranja, pero era difícil de saberlo ya que la pintura se había desgastado con los años. Extendió tres patas de arácnido y se levantó del escritorio, se tambaleó, y cayó de costado. Emitió pitidos quejumbrosos hasta que Mandora lo enderezó.
-Probablemente esté mejor sobre tu hombro, ahora que pienso en ello –dijo, sonriendo afablemente a Zox e ignorando por completo la confusión de Calliope.
-Pero X-0X no transmite, sólo graba –dijo Calliope-. ¿Por qué no me llevo uno de los droides más nuevos?
Wesyse frunció el ceño.
-Por desgracia, el ejército ha requisado todos los droides transmisores que usaban los reporteros. Resulta que había algunos problemas técnicos.
Calliope quería soltar una carcajada, pero su columna vertebral se había quedado helada. ¿Sabía Wesyse lo transparente que estaba siendo? Reprimir a la prensa retirándose su capacidad de transmitir vídeo en directo conduciría la prensa en una dirección que Calliope no quería seguir. Abrió la boca, pero Mandora la interrumpió.
-De todas formas, voy a retirarme y necesita un buen propietario. Sé que cuidarás de él tanto como yo siempre he hecho.
Le dio otro empujoncito, con sus acerados ojos azules fijos en los de Calliope. Quédate el droide.
La mente de Calliope pensaba a toda velocidad mientras colocaba la mano sobre la pequeña cúpula. En ese momento se encontraban haciendo equilibrios sobre un filo muy afilado.
-Gracias, Mandora. Cuidaré de él.
Gran parte de la plantilla de NHR tenía planeado subir a la azotea del edificio de Noticias de la HoloRed para observar desde allí el desfile del Día del Imperio. Miles de oficiales y soldados desfilaban, flanqueados por las máquinas de guerra del Imperio. Les seguían pequeños vehículos que mostraban el nuevo TIE striker imperial, diseñado para vuelo tanto suborbital como atmosférico, construido con los últimos avances tecnológicos en navegación y velocidad.
Calliope estrechó la mano de Mandora, deseando poder hablar con ella y averiguar qué estaba pasando en realidad. Saludó con la mano a sus colegas y se marchó durante el desfile. No iba vestida adecuadamente para un Baile Imperial, ya que se esperaba un día normal de oficina, y tenía que darse prisa para ir a su casa a cambiarse.
Calliope echó un vistazo por encima del hombro mientras los nuevos cazas TIE se mostraban a la multitud. Había esperado hacer un reportaje sobre ellos, pero dudaba que ahora llegara a tener la oportunidad si se dedicaba a realizar frívolas entrevistas a gente famosa.

***

Calliope rebuscó en su armario para encontrar sus escasas prendas de ropa elegantes. Había informado desde la línea del frente en guerras, desde los puentes de naves estelares, desde lo alto de un árbol mientras informaba de un asalto a una planta de fabricación de droides. Había sufrido un brazo roto, varias quemaduras, y un corte en la mejilla, que se negaba a que retiraran quirúrgicamente, ya que era un recordatorio de lo serio que se tomaba su trabajo.
Y ahora tenía que sacar el vestido color marfil que había llevado en la boda de su hermana. Tenía que admitir que era hermoso, sabiamente tejido con hebras de fibra sintética que lanzaba destellos de distintos colores en función del ángulo de incidencia de la luz sobre el vestido. El marfil contrastaba bien con su piel oscura y sus rasgos delicados, aunque complementarlo con un droide oxidado sería todo un desafío.
Una vez vestida, colocó a X-0X sobre su hombro. Él emitió unos pitidos interrogantes. Su pitido era más bien un gorjeo ahogado: este droide llevaba décadas en activo, y su jefa nunca lo había remplazado.
-No tengo ni idea de por qué Mandora insistió en que te llevara conmigo –dijo, y entonces se calló de repente. X-0X zumbó de un modo que sonaba más parecido a los droides más nuevos y refulgentes, y su arañada lente ocular brilló. ¿Había sido modificado?
Un holograma apareció frente a Calliope. Mandora entró caminando en el pequeño círculo del haz de X-0X, mostrando finalmente la energía y ferocidad que Calliope habría esperado.
-Calliope, no tengo mucho tiempo. En este momento, el Imperio se está apoderando de NHR. Yo me voy, pero tú puedes seguir dentro. Te censurarán. Te silenciarán. Te enfurecerán. –Mandora se detuvo y apuntó con el índice a Calliope, remarcando con movimientos del dedo cada una de sus palabras-. Pero necesito que te quedes donde estás.
El holograma caminó de nuevo, unos pocos pasos para permanecer dentro del rango de grabación de X-0X.
-Éste será mi último mensaje para ti. Voy a marcharme de Coruscant. La lucha contra el Imperio es más grande de lo que jamás hubiéramos imaginado, y voy a ayudarles como pueda.
-¿Contra el Imperio? –susurró Calliope. Había encontrado pruebas de resistencia mientras investigaba algunas de sus historias, pero Mandora había detenido todos los intentos de hablar sobre ellas. Decía que aún no tenían suficiente de lo que informar.
-Tienes algunas opciones. Estoy segura de que si haces lo que Eridan Wesyse desea que hagas, serás recompensada. Voz del Imperio. El Imperio aprecia la lealtad. Pero eres mejor que todo eso. Eres más lista que todo eso. Y podrías resultar útil para mis... amigos. La segunda opción que se presenta ante ti es peligrosa y –realizó una pausa y sonrió- subversiva.
Calliope escuchó la segunda opción, con la esperanza y la emoción floreciendo en su interior. Ese era el tipo de reportaje que le gustaba realizar.

***

X-0X se agarraba a su vestido, y a ella ni siquiera le molestaba que le arrugara la tela. El droide le hablaba con pitidos y burbujeos mientras se acercaba al Palacio Imperial.
-Entonces, ¿exactamente qué es lo que te ha modificado? –preguntó ella. El droide permaneció en silencio.
Calliope caminó pasando junto a docenas de guardias imperiales, y luego soldados con casco, que siempre le causaban escalofríos. Mostró sus credenciales de prensa y su invitación al guardia de gesto adusto en lo alto de la escalinata. Él frunció el ceño, mirando recelosamente a X-0X.
-¿Es un droide grabador?
-Sí –dijo, sonriendo-. Es un modelo clásico, principalmente para aparentar. Está aquí con permiso de Eridan Wesyse, editor jefe de NHR.
Al reconocer el nombre, el guardia le hizo un gesto dejándole pasar.
Calliope pensó en la empobrecida gente de los sistemas lejanos y se preguntó quién de ellos querría saber de qué diseñador vestía un diplomático de Alderaan. Pero fue a averiguarlo como una buena profesional.
Curiosamente, Alderaan había enviado un diplomático de bajo rango que parecía muy incómodo con su traje. Se unió a él en el bar.
-Parece que este es su primer Día del Imperio –le dijo con una sonrisa-. Soy Calliope Drouth, de Noticias de la HoloRed.
Sus ojos pálidos escanearon los de ella, y tragó saliva.
-Pol Treader. La reconozco. Y lo que está preguntando realmente es por qué Alderaan envía a alguien tan joven a un día tan importante.
Ella rio.
-Si ha de tener éxito en la diplomacia, va a tener que ser mucho menos directo.
Tomó la bebida que le ofrecía el camarero.
-La diplomacia no es mi trabajo habitual –dijo Pol, alisándose el chaleco-. Estoy aquí como un favor a los Organa. No han podido venir.
Eso era interesante.
-¿Por qué no?
Él se encogió de hombros y le echó una mirada irritada.
-No me dicen esa clase de cosas. Sólo soy un asesor sobre antigüedades.
Comenzó a marcharse.
-¿Quién ha hecho su traje? –preguntó ella mientras ser marchaba, pero él no le escuchó. Dejó de perseguir al Señor Antigüedades cuando alguien nuevo apareció en la sala. Todos los ojos se fijaron en el recién llegado, y algunos jóvenes oficiales imperiales en el bar comenzaron a susurrar en voz baja. Calliope se acercó a ellos.
-No te creo –decía una de ellos al otro. Era alta, de casi dos metros, con la misma piel oscura que Calliope.
Su compañero era más bajo y pálido, con las mejillas sonrosadas por efecto del disfrute del abundante alcohol.
-Vale, no me creas –dijo él-. Pero no por eso va a ser menos cierto.
-¿Estuviste allí, con él? ¿Para el Proyecto Poder Celestial? –preguntó ella.
Él la hizo callar frenéticamente, mirando a un lado y a otro para ver quién podría haberla escuchado. Calliope seguía observando al hombre recién llegado a la sala; alto, pálido, con una larga capa blanca que brillaba a la luz. Todo el mundo parecía fascinado con él, pero él sólo prestó atención a los imperiales de alto rango que bebían de vasos estrechos y alargados en un rincón.
-Sí, estaba con él, y ahora deja de hablar de ello. ¡Si nos escuchan podrían degradarme! –Se señaló la insignia de rango en el pecho-. Y esto es todo lo que tengo.
-Sí, ya me lo has dicho. Como unas cinco veces –dijo su compañera, con voz de aburrimiento.
Calliope miró sus uniformes como si fuera por primera vez, y se aproximó. El oficial pálido parecía preocupado, pero no se movió.
-Calliope Drouth, de Noticias de la HoloRed –dijo-. Todo el mundo está impresionado con ese hombre que acaba de entrar, pero no logro ubicarlo. ¿Quién es?
-Es el comandante Krennic –dijo la mujer alta-. Es el arquitecto detrás de algunos de los mayores proyectos del Emperador.
-Todos ellos confidenciales, supongo –dijo Calliope con una sonrisa.
-Por supuesto –dijo el oficial pálido.
-Me encantaría averiguar más sobre él, oficial...
Alzó las cejas y esperó a que él le dijera su nombre.
-Tifino. Oficial Tifino –dijo él. Señaló a su compañera-. Ella es la oficial Wick.
La oficial Wick inclinó levemente la cabeza, con aire divertido. Calliope decidió que le caía bien.
-Yo invito a la próxima ronda –dijo-. Por cierto, ¿qué pensáis sobre los modelos que se están viendo aquí esta noche?

***

Una vez que entabló conversación con los oficiales, Calliope logró dirigir la misma hacia los diversos dignatarios que se pavoneaban en el salón de baile.
-Mira, esa es la embajadora Oaan de la tercera luna de Jaatovi –dijo Wick. La embajadora era alta y delgada con largo cabello negro que caía sobre su espalda, y se movía con gracia entre la multitud. Se acercó al comandante Krennic y comenzó a hablar con él.
-Es tan sutil que podría atravesar una tormenta de rayos y salir intacta –dijo Wick-. Yo tendría cuidado con ella.
-O la entrevistaría –dijo Calliope, guiñando un ojo. A modo de tentativa, dio un paso alejándose de sus nuevos amigos, y comenzaron a protestar.
-¡No puedes marcharte, acabas de llegar! –dijo Tifino-. ¡Puedes hablar con ella más tarde!
Todo el mundo quiere a la mujer que invita a las bebidas, le había dicho siempre Mandora, y volvió junto a ellos y pagó otra ronda. Si podía hacer que esos oficiales sintieran que le debían algo, tanto mejor.
Calliope señaló el distintivo de rango de Tifino.
-Parece que le has causado buena impresión al comandante Krennic –dijo, tendiendo al camarero unos créditos por las bebidas-. Suena como si estuviera haciendo cosas de alto secreto. Podríais ser héroes y pocos lo sabrían siquiera. ¿Cómo se siente uno en esa situación?
Tifino se terminó la bebida de un trago y enfocó la mirada en Calliope, parpadeando un par de veces. Sus ojos se posaron en el silencioso droide que llevaba al hombro.
-Él ya es un héroe de guerra –confesó-. Yo... no puedo decir por qué.
-Claro que no –dijo Calliope, asintiendo-. Esa no es forma de actuar para un oficial que ha captado la atención del comandante. Y hablando de él, ¿dónde ha conseguido esa fabulosa capa?
Había supuesto correctamente; a ninguno de los oficiales le apeteció seguir la conversación hacia el tema de la moda. Wick comenzó a hablar sobre cómo podía ser transferida a la nave de Tifino.
-Necesitamos sobre todo exploradores –dijo-. ¿Qué tal se te da rastrear?
Wick hizo una mueca.
-Soy piloto. No he pasado tiempo en otro terreno que no sea una ciudad desde que era una niña.
-¿Para qué necesitáis exploradores? –preguntó Calliope-. ¡Apuesto a que el Emperador está buscando un lugar para pasar sus vacaciones! –Dio un golpecito a X-0X y frunció el ceño al ver que no hacía nada. Entonces extrajo del bolso su pequeño teclado y comenzó a teclear-. ¿Dónde tiene planeado ir de vacaciones?
Tifino frunció el ceño.
-No, no es nada de eso. Vaya, ¿quién querría pasar tiempo en Jedha por diversión?
-¿Y quién querría explorar allí? –dijo Calliope. Pidió otra ronda de bebidas. Tifino se excusó para visitar los servicios.
-Ese tío. Un inútil durante toda la Academia. Le llevaba a remolque, ¿sabe? Y entonces la suerte le llega a él y pasa de largo junto a mí, y él está bajo el mando de Krennic y yo, bueno...
Bajó la mirada a su vaso vacío y Calliope lo retiró amablemente, colocando en su lugar uno lleno.
-Yo hago vuelos de lanzadera –dijo ella finalmente.
-Los pilotos de lanzadera pueden explorar –dijo Calliope-. Tienen una visión más amplia del terreno. Necesita aferrarse a la oportunidad, decirles por qué la necesitan. Tiene mano firme al timón, ¿no? –Wick asintió, con el entendimiento asomando en su rostro-. Tiene vista aguda, ¿verdad? ¿Más aguda que la de Tifino?
-Mucho más aguda –se burló Wick.
-Entonces diga a sus superiores que los pilotos de lanzadera pueden ser tan buenos exploradores como las tropas de tierra. Mejores. Pueden ver luces, humo, movimientos de grupos. El Imperio la necesita para buscar enemigos ocultos.
Wick había estado asintiendo fervientemente, y entonces frunció el ceño y dejó de asentir.
-No, no están buscando enemigos. Están buscando alguna clase de cristales. ¿Cómo se llamaban? ¿Cyder? ¿Kyber? ¿Hyper? Algo así. En todo caso, el equipo de Tifino acaba de encontrar un inmenso yacimiento de ellos. Por eso ha conseguido su nuevo rango.
-¡Y tú le llevaste a remolque! –dijo Calliope, con ojos llenos de indignación.
-Y yo le llevé a remolque –dijo Wick firmemente, asintiendo. Chocaron sus vasos y bebieron.
Tifino regresó con una sonrisa aturdida.
-Esperad, yo también quiero. ¿Por qué brindamos?
-Por el futuro de Wick –dijo Calliope, alzando su vaso de nuevo.
-Que te llevó a remolque durante la Academia –le recordó Wick-. ¡Que podría ser el siguiente oficial afortunado que le encuentre al comandante algunos de esos curiosos cristales!
Tifino miró significativamente a Calliope, quien estaba inclinada sobre la pared y trasteaba con X-0X, que seguía sin responder. Wick agitó la mano, restándole importancia.
-Está tan borracha como nosotros. Además, su droide grabador murió hace un buen rato. –bebió un trago y se sentó un poco más erguida, mirando a Calliope-. No vas a mencionar esto, ¿verdad?
-Depende –dice-. ¿Vais a decirme quién ha hecho la capa del comandante, o no? Porque esa es la historia que estoy siguiendo.
Rieron, y Calliope fingió fruncir el ceño.
-No, en serio. Si no informo de eso, voy a meterme en un buen lío con mi nuevo editor. ¡Todo el mundo en Coruscant va a querer una!
Los oficiales rieron, y Wick se lanzó a contar un chiste muy divertido sobre camareros en planetas con alto contenido en agua de mar. De pronto, X-0X emitió un gorjeo sofocado y cayó del hombro de Calliope. Aterrizó con fuerza sobre su cúpula y rebotó a un metro de distancia. Calliope fue a recuperarlo y, mientras trataba de alcanzarlo, una bota negra se posó suavemente sobre el cuerpo rodante del droide y lo detuvo. Calliope se irguió y se encontró mirando el rostro del comandante Krennic.
-¿Es suyo? –preguntó él, recogiendo ágilmente el droide silencioso. Calliope reprimió un gemido para sí misma.
-Sí, no es demasiado fiable –dijo Calliope, mirando fijamente el pequeño droide. Alzó la mirada y encontró los ojos de Krennic, azules y escrutadores. Tendió la mano enfundada en un guante y él la miró por un instante, antes de estrecharla en lugar de devolverle a X-0X. Así que ella optó por presentarse-. Comandante Krennic, es un honor. Soy Calliope...
Él examinó el droide.
-Drouth, sí, de Noticias de la HoloRed –dijo-. Tenía la impresión de que suministrábamos mejor equipo a nuestros reporteros.
-De hecho, acabamos de saber que el ejército ha requisado nuestros droides más modernos. Todo sea por servir a la causa del Emperador, pero nos deja con, bueno... –dijo, señalando el lamentable estado de X-0X.
-¿Qué antigüedad tiene este droide? –preguntó él.
-No lo sé –dijo ella-. Fue un regalo de mi antigua editora. Lo guardo sobre todo por nostalgia. Y para grabar, cuando funciona.
-Nostalgia y conexión con los seres queridos –murmuró él-. Algunos considerarían eso una debilidad.
-Mientras que otros lo considerarían un consuelo –dijo ella.
Él sonrió ligeramente.
-Desde luego, yo consideraría que la incapacidad de grabar cosas es una debilidad para una reportera. Podría perderse algo que diera un empujón a su carrera. O podría ser lo bastante afortunada de perderse algo que pudiera destruir su carrera.
Calliope pensó en los datos que Mandora le había enviado. Aún no los había borrado del droide; y ahora estaba en manos de Krennic.
Ella le devolvió la sonrisa.
-Trato de no depender demasiado de él.
-¿Entonces cómo reunirá sus datos para informar sobre el Baile Imperial? –preguntó él-. Sin duda, se está perdiendo todos los cotilleos jugueteando con un droide roto.
-Estoy consiguiendo cotilleos en el bar, señor –dijo ella-. Acabo de averiguar el nombre de su sastre. ¿Sabe usted que está creando tendencia en moda?
Krennic centró su atención en los oficiales tras ella, que estaban congelados en posición de firmes.
-Tifino –dijo-. ¿Está usted aprovechando su día libre?
Tifino asintió, incapaz de hablar.
-Bien. –Bajó la mirada hacia X-0X, sosteniéndolo en sus largos dedos enguantados-. Si me permite que tome prestado este droide, señorita Drouth –dijo-, conozco algunos mecánicos que pueden arreglarlo.
Calliope sabía que si protestaba demasiado, levantaría sospechas. Volvió la mirada a Wick y entonces miró significativamente a Krennic. Vamos, vocalizó sin emitir sonido. Ahora es tu oportunidad.
Wick tragó saliva y entonces se lanzó hacia delante, tambaleándose ligeramente.
-Comandante –tartamudeó, posando la mano sobre el abrigo blanco de Krennic y luego retirándola como si acabara de recordar quién era-. Oficial Ianna Wick, señor, y quiero presentar mis servicios para unirme a su próxima misión.
Krennic la miró frunciendo el ceño, y abrió la boca, pero Wick siguió adelante.
-Soy piloto de lanzadera, la mejor de mi clase en la Academia, y Tifino dijo que usted necesitaba exploradores...
Calliope no sentía simpatía por el Imperio, pero Wick había llegado a caerle bien. Rogó por que la imperial no lo estropeara hablando demasiado delante de Calliope. Por suerte para todos los implicados, X-0X eligió ese momento para volver a funcionar; su sensor se iluminó de nuevo y comenzó a pitar de un modo confuso. Zumbó, vibrando en la mano de Krennic.
-¡Mira por donde! –dijo Calliope, interrumpiendo a Wick. Lanzó la mano y arrebató el droide del distraído Krennic, que la miró frunciendo el ceño-. Ya funciona, señor. Gracias por su oferta, pero tiene cosas más importantes que hacer en este baile. Como escuchar a esta joven discutir su carrera con usted. –Lanzó una ostentosa mirada por la sala a su alrededor y se centró en el miserable don nadie de Alderaan-. Veo un embajador con el que debo hablar, espero que ambos pasen una velada agradable.
Les saludó a ambos con la cabeza, pasó detrás de Krennic, y luego hizo un gesto a Wick levantando los pulgares. La mujer le sonrió antes de seguir presentando su caso al adusto comandante.
-Después de todo, ella llevó a Tifino a remolque –murmuró Calliope para sí misma. Se puso a X-0X en el hombro, donde se agarró a ella tan fuerte como antes-. Demos una o dos vueltas a la sala y luego te llevaré a casa para darte un buen baño de aceite que te limpiará todo.

***

Calliope miró a la cámara, sonriendo con experimentada facilidad mientras concluía la transmisión a incontables planetas. Comprobó diestramente el monitor para asegurarse de que sus manos seguían siendo visibles en el mensaje.
-Desde NHR deseamos que hayan disfrutado del Día del Imperio. La pasada noche, se me permitió ver desde dentro la elegancia y el refinamiento del baile en el Palacio Imperial. –Los monitores mostraron el metraje que X-0X había captado antes de fallar, realizando una panorámica de la sala y centrándose en los dignatarios elegantemente vestidos-. ¡Puedo asegurar que la moda de Coruscant va a tomar ejemplo de los asistentes! Desde el cuidadosamente vestido dignatario de Alderaan a los elegantes uniformes de gala del escalafón superior de las Fuerzas Imperiales, estos asistentes no sólo mostraron su poderío diplomático y militar, sino también su sentido de la moda. Nuestras Fuerzas Imperiales son, bueno, una fuerza que hay que tener en cuenta, ¡tanto en el campo de batalla como en el salón de baile! Pueden leer en pantalla los nombres de algunos de los estelares sastres que vistieron a nuestros dignatarios. ¡Será mejor que contacten con ellos rápidamente! Le ha hablado Calliope Drouth, su voz del Imperio.
La luz sobre la cámara se apagó, y Calliope se recostó en el respaldo y suspiró, forzando a sus hombros para que se relajaran. Eridan Wesyse corrió hacia ella, radiante.
-¡Incluso mejor que tu guión, qué natural! –dijo en tono cantarín-. ¡Voy a ponerte en todas las crónicas de sociedad! –Frunció el ceño-. Aunque me habrían gustado más entrevistas con lo más granado del Imperio.
-Mi droide estuvo fallando durante toda la noche –dijo Calliope sin faltar a la verdad-. Hice lo que pude.
Él le dio una palmadita en la espalda y fue apresuradamente a conversar con otro reportero. Ella finalmente separó sus manos. Lo he logrado.
Ahora, la pregunta era si alguien había escuchado su auténtico informe. El mensaje de Mandora había incluido un archivo sobre frases en código y claves, que Calliope había usado para seleccionar cuidadosamente las palabras en su transmisión. La posición de sus manos durante la transmisión daría a los subversivos la clave de qué algoritmo utilizar con un informe tan aparentemente banal. Con algo de suerte, estarían de camino a Jedha en cuestión de una hora. Calliope no sabía qué eran los cristales kyber, pero si eran lo bastante importante como para que Krennic fuera tras ellos, debían ser lo bastante importante como para informar de ello.
Si lo que Mandora dijo era verdad, Calliope era uno de muchos espías, recopilando información contra el Imperio.
Pensó en los oficiales Wick y Tifino: posiblemente “héroes” invisibles ante los ojos del Imperio. Ahora conocía esa sensación.
Nadie conocería nunca su obra, no si hacía bien su trabajo. Nadie salvo X-0X, que descansaba sobre su escritorio en su oficina, pitando suavemente para sí mismo.
Ese pequeño incordio estaba comenzando a caerle bien.

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