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-Mira, colega –gruñes-. No voy a separarme de mi bláster. ¿Te crees que soy estúpido? Así que, ¿dónde está mi bebida?
El sullustano parece ligeramente
sorprendido, luego sonríe y ríe entre dientes para sí mismo. Varios de los
parroquianos de la cantina también te están mirando, riéndose. La mujer de
cabello rubio platino al fondo de la barra te llama.
-Eh, novato –dice-. Cálmate un poco. Vanb sólo se está burlando un poco de
ti. No pretende causarte ningún daño. ¿Por qué no vienes aquí y te tomas un
trago? Yo invito.
Te sientes ligeramente estúpido;
el sullustano sólo es un camarero.
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