domingo, 16 de mayo de 2010

Ylesia (XIX)

Jacen estaba de pie en silencio y mantenía la fusión Jedi en su mente. Los últimos del grupo de desembarco estaban abandonando Ylesia, con Jaina y Lowbacca, y el comandante enemigo todavía no había hecho su movimiento. En cambio, continuaba extendiendo su flanco, desplazando un goteo constante de naves al vacío. El almirante Kre'fey emparejó cada despliegue enemigo con uno propio. Ahora, ambas líneas estaban atenuadas, demasiado dispersas para ser útiles como línea de batalla real.
¿Pero por qué? ¿Por qué el comandante enemigo se había perjudicado de esta manera, separando sus fuerzas hasta que ya no fueran capaces de luchar coherentemente? Había perjudicado de igual modo a Kre'fey, eso era cierto, pero no estaba en posición de sacar partido de ello. Lo que debería haber hecho era atacar inmediatamente e intentar atrapar a las fuerzas de tierra en Ylesia.
En la mente de Jacen podía sentir a los pilotos Jedi en sus naves de patrulla, dispersos por encima y por debajo de la delgada línea enemiga. Sentía sus percepciones superpuestas con las suyas propias, de modo que también conocía las posiciones de la mayor parte de la flota. Y a través de su concentración unificada en sus propias pantallas, podía averiguar donde se encontraban en relación con el enemigo.
¿Por qué? ¿Por qué el comandante yuuzhan vong estaba maniobrando de esta manera? Casi era como si faltase una pieza.
Una pieza que faltaba. La pieza encajó en su lugar con un chasquido que Jacen sintió estremeciéndose en sus nervios. Con un poco de renuencia abandonó la Fuerza y la comodidad de la fusión su mente, y llamó a su sentido vong, la extraña telepatía que había desarrollado con las forma de vida yuuzhan vong durante su cautividad.
Una sensación de existencia inmensamente alienígena llenó sus pensamientos. Podía sentir la flota enemiga extendiendo sus alas allá fuera, en el espacio, la hostilidad implacable de cada uno de sus seres, desde las naves vivientes hasta los yuuzhan vong que respiraban, pasando por los grutchins que esperaban compactados en los misiles yuuzhan vong...
Jacen luchó por extender su mente, extender sus sentidos en la profundidad del espacio, en el vacío que rodeaba el sistema de Ylesia.
Y allí encontró lo que buscaba, un microcosmo alienígena lleno de bárbaras intenciones.
Abrió los ojos y miró fijamente a Kre'fey, que estaba de pie en medio de su silencioso personal, estudiando las pantallas.
—¡Almirante! —dijo Jacen—. ¡Hay otra flota vong de camino! —Marchó con paso firme entre los oficiales del personal y apuntó decididamente con un dedo a la pantalla holográfica—. Va a aparecer justo aquí. Justo detrás de nuestra ala extendida, donde pueden golpearnos contra la otra fuerza yuuzhan vong.
Kre'fey miró fijamente a Jacen con sus ojos de color de violeta con motas doradas.
—¿Estás seguro?
Jacen devolvió la mirada fija de Kre'fey.
—Absolutamente, almirante. Tenemos que sacar a nuestra gente de allí.
Kre'fey volvió a mirar la pantalla, a los modelos de interferencia que brillaban débilmente corriendo sobre el dedo con el que Jacen estaba apuntando.
—Sí —dijo—. Sí, eso tiene que ser la explicación. —Se volvió a su personal—. Ordenen al ala extendida que se repliegue.
Un grupo de especialistas de comunicaciones se puso muy ocupado con sus micrófonos. Kre'fey continuó mirando fijamente al dedo señalador de Jacen, y entonces asintió para sí mismo.
—Que el ala extendida dispare una barrera de misiles aquí —dijo Kre'fey, y dio las coordenadas indicadas por el dedo de Jacen.
Las naves capitales del ala desplegada disparó una gigantesca barrera de misiles, dirigida aparentemente al espacio vacío, y se apresuraron a retroceder a la seguridad del cuerpo principal. Cuando los refuerzos yuuzhan vong aparecieron en el espacio real, los proyectiles ya estaban en medio de ellos, y los recién llegados aún no habían configurado sus naves para la defensa, ni lanzado un solo coralita.
En las pantallas, Jacen observó los estragos que los misiles causaron en el sobresaltado enemigo. Casi todas las naves fueron alcanzadas, y algunas quedaron destruidas.
Kre'fey soltó un grito de victoria.
¿Qué puedo hacer hoy para hacer daño a los yuuzhan vong? Hemos contestado esa pregunta, ¿no es cierto?
Uno de sus oficiales de personal sonrió triunfante.
—Las naves de transporte de tropas informan de que el grupo de desembarco ha sido recuperado, almirante.
—Ya era hora —murmuró alguien.
Dado que el ala se estaba dirigiendo hacia el centro de la formación de todos modos, Kre'fey hizo que toda la flota se moviera en la misma dirección. Los yuuzhan vong recién llegados estaban demasiado desorganizados, y demasiado fuera de posición, como para hacer una persecución eficaz. Las que habían llegado primero comenzaron a perseguir a Kre'fey, pero estaban dispersos mientras que las fuerzas de Kre'fey estaban concentrándose, y su intervención no tenía la menor esperanza de ser decisiva.
Pero aunque Kre'fey había asegurado el escape de sus fuerzas, la batalla estaba lejos de haber terminado. El comandante yuuzhan vong estaba enfadado y sus guerreros todavía poseían la valentía suicida que caracterizaba a su raza. Las naves fueron duramente golpeadas, y se vaporizaron cazas, y cascos de naves quedaron varados dando vueltas a través del frío vacío del espacio ylesiano, antes de que la flota saliera de la sombra de masa de la capital traidora y efectuase el salto hiperespacial hasta Kashyyyk.

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