domingo, 31 de enero de 2021

¿A alguien le apetece una partida de sabacc?

¿A alguien le apetece una partida de sabacc?

Bill Slavicsek y Eric S. Trautmann

 


El juego del sabacc se ha jugado desde hace miles de años, remontándose a los remotos días de la Antigua República. Pueden encontrarse mesas de sabacc en los casinos más lujosos, o en peligrosos establecimientos de mala muerte, y en cualquier otro lugar.

El sabacc se juega con una baraja de 76 cartas-chip. Mediante el uso de microcircuitos en las cartas-chip, los valores de las cartas cambian aleatoriamente, activados por impulsos electromagnéticos enviados por el crupier.

Hay cuatro palos en la baraja: Espadas, Báculos, Frascos, y Monedas. Cada palo consiste en once cartas numeradas (marcadas del uno al  once) y cuatro cartas de rango: el Comandante, la Dama, el Maestro y el As (numeradas del 12 al 15).

También hay dieciséis cartas de figura (dos de cada una de las ocho diferentes cartas), con nombres, símbolos y valores especiales. Son el Idiota (0), la Reina del Aire y la Oscuridad (-2), la Resistencia (-8), el Equilibrio (-11), la Muerte (-13), la Moderación (-14), el Maligno (-15) y la Estrella (-17).

Cuando se reparte una mano, el crupier pulsa un botón en la mesa que envía una serie de pulsos electrónicos aleatorios, que varían los valores de las cartas. Los valores de las cartas pueden cambiar en cualquier momento, y se dice que esta aleatoriedad salvaje es lo que hace que el sabacc sea tan popular.

Durante varias rondas de apuestas y faroles, los jugadores observan y aguardan a que sus cartas cambien. Pueden bloquear cualquiera de sus cartas-chip, o incluso todas, colocándolas en el campo de interferencia de la mesa (ubicado en el centro de la superficie de juego); la carta se queda “congelada” en ese valor.

El sabacc se juega en manos y partidas (una partida puede tener muchas manos). El objeto del sabacc es tener la mayor suma del valor de las cartas que sea menor o igual a veintitrés. Si un jugador tiene un total que sea mayor que veintitrés, menor que veintitrés negativo, o igual a cero, se dice que se ha bombardeado. A cada jugador se le reparten dos cartas-chip para empezar, y siempre debe tener al menos dos cartas-chip en su mano.

El sabacc tiene dos botes distintos. El primer bote, llamado el bote de la mano, se lo lleva aquel que gane una mano en concreto. El segundo es el bote de sabacc, que sólo puede ganarse de una de dos formas.

En las manos de sabacc, un jugador gana si todos los demás se plantan o si bloquea la mayor suma de cartas que sea menor a veintitrés. Si dos o más jugadores empatan, participan en una muerte súbita: a cada jugador se le reparte de la baraja una carta-chip que debe sumarse a su mano bloqueada. La mejor mano después de este reparto gana el bote de la mano. Si sigue habiendo un empate, el bote se reparte.

Hay dos modos de ganar el bote de sabacc. El primero, cuando un jugador tiene un total de exactamente 23, se le llama sabacc puro. El segundo es el arreglo de idiota, que consiste en que el jugador tiene una carta de figura del Idiota (0), una carta por valor de dos y una carta por valor de tres... ¡un veintitrés literal! En la mayoría de mesas, un arreglo de idiota supera a un sabacc puro. La partida termina cuando se ha ganado el bote de sabacc.

Algunos jugadores han encontrado un modo de hacer trampa en el sabacc usando una carta-chip trucada llamada skifter. Un skifter permite al jugador cambiar su valor golpeando la esquina de la carta. El jugador aguarda hasta que consigue el valor exacto que desea. Por supuesto, dejarse atrapar usando un skifter es un buen modo de acabar en el lado equivocado de un bláster...

Fuente Delta

Fuente Delta

Eric S. Trautmann

 


A lo largo de la duración de la campaña del gran almirante Thrawn, las brechas de seguridad asolaron la Nueva República. Si bien cualquier clase de traición es desagradable, que esta traición procediera del interior del Palacio Imperial de Coruscant era incluso más significativo. Teniendo en cuenta todo lo que dependía de la estabilidad –o, más bien, de la apariencia de estabilidad- de la Nueva República, la desconfianza entre miembros del Consejo Provisional podría haber tenido desastrosos efectos secundarios.

Consideremos el ejemplo del consejero Borsk Fey’lya de la delegación botana. Su ambición y su loco plan para hacerse con el poder casi desgarraron a la Nueva República, creando una gran brecha entre el ejército y el gobierno civil.

La princesa Leia Organa decidió rastrear la Fuente Delta durante el asedio de Coruscant. Tenía una inusual ayuda: su ayudante, Winter, y el cortacódigos proscrito Ghent.

El único enlace a Fuente Delta era un transmisor de pulsos multifase de bajo nivel que seguridad de la Nueva República no podía ubicar ni descodificar. Al menos, hasta que Ghent pirateó la secuencia encriptada al transmisor. Dándose cuenta de que el código de Fuente Delta era un elemento de información altamente sensible, Leia, Winter y Ghent mantuvieron silencio acerca de su descubrimiento y decidieron revelar Fuente Delta ellos mismos.

Desafortunadamente, saber qué estaba mandando Fuente Delta no les dijo quién era Fuente Delta. Usando las habilidades informáticas de Ghent, y usando la inusual capacidad de memoria absoluta de Winter, Organa Solo y sus compañeros comenzaron a filtrar desinformación por todo el palacio imperial en un intento de hacer salir al espía a la superficie.

En las transmisiones de Fuente Delta aparecía una extraña selección de elementos, y de acuerdo con la memoria de Winter y los ordenadores de Ghent, o bien había un esquivo sistema de grabación en el Palacio o había todo un nido de conspiradores. La corazonada de Leia era que se trataba de un único “topo” o sistema de grabación; sencillamente, la seguridad de palacio era demasiado efectiva como para no detectar un anillo de espías tan grande.

Otro destello de comprensión dio a Leia la respuesta. Mientras estaba sentada en el Gran Pasillo del Palacio Imperial, Leia se dio cuenta de que los árboles ch’hala que conformaban la principal pieza decorativa del pasillo eran la fuente de la filtración.

Advirtió un droide MN-2E podando hojas de los árboles ch’hala. El droide estaba “cacareando” y pitando para sí mismo. Entonces, se dio cuenta de que el árbol estaba parpadeando en sincronía con el droide. Leia dedujo finalmente lo que estaba ocurriendo. Los árboles ch’hala son notables debido a su constitución química. La presión de cualquier clase, incluyendo ondas sonoras, provoca “oleadas” y “estallidos” de color. Aunque son estéticamente agradables de contemplar, también son dispositivos de espionaje naturales. Las ráfagas rojas subían y bajaban formando espirales por el tronco, llevando con ellas “ecos” de las ondas sonoras.

Tras inspeccionar los árboles ch’hala del Palacio Imperial, los técnicos de la Nueva República encontraron una unidad como ninguna otra que hubieran encontrado nunca antes; en uno de los árboles se había implantado una serie de tubos. Esos tubos muestreaban los cambios químicos de la corteza y los volvían a convertir en datos de presión, y finalmente de nuevo en sonido: los árboles eran micrófonos naturales.

Otro módulo informático organizaba y preparaba los datos para su encriptado y difusión. Fuente Delta era un sistema de micrófonos orgánicos gigantes que llevaba instalado desde que el emperador había tomado el control del Palacio Imperial.

sábado, 30 de enero de 2021

Larga vida a la Alianza

Larga vida a la Alianza

Michael Stern

 

Para: Arhul Hextrophon

De: Voren Na’al

Asunto: Conclusión del informe Yavin

 

Un rayo de luz ha penetrado por el denso follaje vespertino sobre mi cabeza mientras estoy sentado aquí en el suelo del bosque, entre los cimbreantes árboles de Endor. Ilumina las sombras de la arboleda, y me permite ver el bosque por lo que es en realidad, un lugar de asombrosa belleza. En cierto modo, me recuerda a los héroes de Yavin. Han iluminado la oscuridad y las sombras de la galaxia, exponiendo brillantemente lo bueno que hay en ella.

Me estremezco al pensar lo que podría haber sido de la Alianza sin ellos. Me estremezco al pensar lo que podría haber sido de mí, de mi familia, mis amigos y de todas las personas que conozco.

Todo esto puede parecer una tremenda exageración viniendo de un hombre que ha pasado un largo periodo de tiempo siguiendo los pasos de esos grandes héroes, y puede que sea justo eso. Pero te aseguro que si hubieras pasado tanto tiempo haciéndolo como yo, te sentirías exactamente igual.

Les debemos mucho a estos extraños héroes. Han demostrado a la gente de la galaxia la clase de valor que es posible cuando te enfrentas al impresionante poder del Imperio. Y que hay una alternativa a limitarse a quedarse quieto mientras el mal comete atrocidad tras atrocidad. Han mostrado a la gente que es posible combatir al mal, pero aún más que eso, les han demostrado que es posible ganar.

La destrucción de la primera Estrella de la Muerte fue tapada con relativa facilidad por los propagandistas imperiales. Lo llamaron sabotaje, un violento ataque terrorista. Y la gente de la galaxia, en gran medida, los creyó. ¿Pero qué dirán ahora? Ahora que la principal flota imperial ha sido derrotada. Ahora que la nueva y mejorada Estrella de la Muerte, supuestamente “sin defectos”, ha sido destruida por esos mismos “terroristas”. Ahora que Darth Vader, el Señor Oscuro de los Sith, ha sido eliminado para siempre de la galaxia. Ahora que el mismísimo emperador, el ser vivo más poderoso de la galaxia, está muerto.

No hay nada que puedan decir. El Imperio ha perdido su guerra civil. Aunque mucho de su poder siga existiendo por toda la galaxia, y puede que tarde mucho tiempo en morir, su espíritu ha sido quebrado, y su arquitecto principal ya no está. Qué no daría por ver las reacciones de la gente a las noticias conforme se extiendan de sistema en sistema. Habrá algunos que lloren la defunción del emperador, y otros que teman la destrucción definitiva del Imperio. Pero sobre todo, creo que habrá júbilo. Una celebración a escala galáctica... un nuevo despertar, en el velatorio del frío y húmedo cadáver del Nuevo Orden.

Al alzar la vista ahora, un escuadrón de alas-X deja al pasar un deslumbrante espectáculo de fuegos artificiales, con estallidos y serpentinas de luz crepitante descendiendo sobre el bosque soñoliento. Los tambores ewok marcan atronadores el ritmo de la victoria, y por todas partes se oyen los sonidos de la celebración.

El Imperio ha muerto. Larga vida a la Nueva República.

viernes, 29 de enero de 2021

El ascenso al poder de Doole

El ascenso al poder de Doole

Paul Sudlow


Moruth Doole comenzó su carrera en Kessel como un burócrata menor en la Instalación Correccional Imperial. Era responsable de asignar prisioneros a la plantilla de las minas de especia. Ofreciendo a ciertos prisioneros destinos preferentes, Doole comenzó a construir una red de informadores y contactos entre la población de la prisión que le debía favores.

De ese hatajo de malhechores, Doole pronto aprendió cómo sortear las medidas imperiales diseñadas para controlar la producción de especia. Ofreciendo a sus hombres los medios para sacar de contrabando la especia, pronto tuvo en marcha un provechoso canal ilegal.

Era una operación pequeña, pero proporcionó a Doole el capital inicial para comenzar algo más grande. Con el tiempo, mediante el chantaje o el soborno a guardias clave de la prisión, Doole consiguió establecerse como un magnate del contrabando de especia justo bajo las narices del Imperio.

Vendió a contrabandistas mapas y códigos de acceso de los campos de energía y redes de sensores de Kessel, y ayudó a que inversores de poca monta establecieran minas ocultas en partes aisladas del planeta. Los emprendedores trabajaban sus nuevas minas y vendían la especia a Doole.

Una vez que las vetas de especia comenzaban a agotarse, Doole, representando el papel del leal oficial de prisiones, “descubría” la operación ilícita y la reportaba a sus supervisores imperiales. Cuando las tropas imperiales asaltaban esas minas ilegales, guardias elegidos personalmente por Doole se aseguraban de que nunca sobreviviera a la captura nadie que pudiera señalar a Doole. Los demás trabajadores eran puestos a trabajar en las minas principales, esta vez como prisioneros.

Doole canalizaba la especia hacia los gánsteres a través de una red de contrabandistas, y nunca había escasez de contrabandistas dispuestos a realizar la muy provechosa Carrera de Kessel. Cada cierto tiempo, Doole le tendía una trampa a alguno para que lo atraparan, cuando decidía que el desventurado piloto era más útil como trofeo que entregar a las autoridades que como transportista de su producto.

En cierta ocasión, decidió tenderle la trampa a Han Solo. (Esto fue poco antes de que Han aceptase un cargamento compuesto por un anciano, un joven granjero y un par de droides.) Desafortunadamente, cometió el error de hacerlo cuando Han estaba llevando un cargamento para Jabba el hutt. Cuando llegó a oídos de Jabba que había perdido un cargamento de especia por culpa de Doole, mandó a sus matones para que asesinaran al rybet (había estado planeando apoderarse de la operación de Doole de todos modos). Mientras los asesinos de Jabba se divertían destruyendo uno de los ojos de Doole, Skynxnex se les acercó sigilosamente y los mató.

El movimiento de Jabba forzó la mano de Doole, y preparó una revuelta en la prisión. En el caos subsiguiente, Doole engañó a los guardias leales al Imperio para que se enfrentasen a los prisioneros y a los guardias leales a Jabba, e hizo que sus propios hombres eliminaran a los rivales principales que lograran sobrevivir.

Cuando las cosas se calmaron, Moruth Doole controlaba el espaciopuerto, las minas y las instalaciones imperiales de Kessel. Nombró a Skynxnex como su mano derecha y rápidamente se dedicó a apoderarse de todo Kessel, expulsando a varios esclavistas insignificantes que se habían establecido en el otro extremo del planeta. Afortunadamente para Doole, el emperador cayó antes de que el Imperio pudiera enviar a Kessel una fuerza para reclamarlo, y de repente el Imperio tenía cosas mejores que hacer con sus armadas. El burócrata menor había logrado conquistar todo un planeta con un ejército de prisioneros.

Los seguidores del Equilibrio Cósmico

Los seguidores del Equilibrio Cósmico

Kathy Tyers, Eric S. Trautmann y Bill Smith


Origen, doctrinas

En Bakura se practican muchas creencias, pero el Equilibrio Cósmico aparenta ser indígena (un error de interpretación; llegó desde Hemei IV, pero en Bakura alcanza más seguidores que en ningún otro sistema).

El Equilibrio Cósmico es un sistema de dualismo extremo. Su doctrina principal afirma que cada acción de cada ser inteligente (o poder político) está equilibrada por otra acción por parte de otro ser (o poder) en algún lugar de la galaxia. Dif Istuvi, que dirigió la fe en Bakura durante el Periodo Corporativo, escribió su texto sagrado, Fulcrum. Entre los principales preceptos de Istuvi: “El peso del universo podría equilibrarse sobre un átomo colocado correctamente.”

Los seguidores creen en un más allá en el que todas las desigualdades serán corregidas. Pretenden humillarse todo lo que puedan en el presente, de cara a cosechar grandes recompensas para sí mismos y su comunidad en eones futuros y en la “Vida Futura”.

 

Zanazi, Hogares Sencillos, Ascetas

Los seguidores del Equilibrio llaman zanaz a cada uno de sus sacerdotes-profetas; probablemente sea un término acuñado a partir de letras usadas en al alfabeto básico común. El término se refiere a la primera y última letra del alfabeto, rodeando la letra central.

Los zanazi enseñan públicamente y supervisan los Hogares Sencillos comunales, asistidos por las Madres y los Padres del Hogar. Son servidos por ascetas, individuos enrolados por padres que esperan enriquecer así a los hermanos de los ascetas. Los Hogares Sencillos dependen de las contribuciones de Seguidores  aculturados (incluyendo esos hermanos).

Además del Fulcrum, los ascetas siguen un código que especifica sus sacrificios y penitencias diarios. Los ascetas de distintos sexos viven separados. Su esperanza de vida es aproximadamente la mitad de la media de los humanos bakuranos (curiosamente, los zanazi disfrutan de una vida ligeramente más larga que la de otros bakuranos). Un asceta puede poseer un cuenco de limosnas (que debe llevar siempre en público, salvo cuando realiza ayuno) y un datapad, pero depende del Hogar para todas las demás necesidades. Incluso las ásperas túnicas marrones son una posesión comunitaria.

Los zanazi a menudo ordenan a grupos de ascetas (elegidos al azar) que se priven a sí mismos de algunas necesidades. Esos actos se realizan en servicio del Hogar Sencillo (a menudo para recaudar fondos), el planeta, o alguna entidad externa. Los ayunos públicos, dormir en la calle, y otras, son penitencias comunes pero poco divulgadas.

 


Seguidores No-Ascetas

La insignia principal de los seguidores Leales pero no ascetas es un anillo esmaltado mitad negro y mitad blanco, llevado habitualmente en una cadena al cuello. Los Creyentes no ascetas esperan servir a los ascetas en la Vida Futura.

Los seguidores del Equilibrio Cósmico se oponían a los Jedi incluso antes de que el Emperador Palpatine los persiguiera. Afirmando que los poderes aumentados de un Jedi mermaban a algún desafortunado en alguna otra parte de la galaxia, creían que la persecución de Palpatine a los Caballeros Jedi era oportuna y bien merecida.

Políticamente, los seguidores del Equilibrio no ayudan a ninguna de las partes. Siempre tratan de mantener un perfil bajo. Los Leales, aunque  pocos, pueden haber sido responsables de la perenne agitación política de Bakura.

jueves, 28 de enero de 2021

Náufragos en Endor

Náufragos en Endor

Por Daniel Wallace y Amy Pronovost; Ilustraciones de Amy Pronovost

Introducción

 “La mediocridad de la mente imperial continúa asombrándome. Incluso ahora, ocho años después de que Endor cobrase fama como el lugar de un cruento enfrentamiento entre la rebelión y el Imperio, el estudio más actualizado de las formas de vida de la luna boscosa es un informe presentado tiempo atrás por exploradores de las tropas de asalto. Ahora mismo cualquier bebé de teta de la galaxia conoce a los ewoks, los gorax y los yuzzums. ¿Pero qué pasa con los duloks, los phlogs y los jindas? ¿Qué pasa con el modo en el que muchas especies “náufragas” se han convertido en parte integral del ecosistema de Endor? ¿Qué pasa con el chamanismo y la magia que ha convertido a los líderes locales en hechiceros capaces de controlar el clima?

Este será mi tercer viaje a la luna boscosa, y mi tercera estancia entre los gupins. Tengo gran predilección por los cambiaformas, y la aparente capacidad de los gupins de ganar y perder masa a voluntad es de particular interés para mis mecenas de Sanbra. Por supuesto, los malditos viajeros de la hierba me estarán esperando... pero esta vez llevo conmigo un rifle de conmoción.”

Del escritorio del Profesor Mankuskett

Jefe del Departamento de Metacrecimiento y Polimorfismo, Universidad de Sanbra

 

Los mundos apartados del sector Moddell raramente son visitados incluso por el más aventurero de los viajeros. Como si estuviera hambrienta de compañía, la luna boscosa de Endor ha succionado durante milenios cientos de naves estelares y depositado sus residuos en los bosques y praderas. Los afortunados supervivientes de esos viajes por los bajíos del hiperespacio se han labrado nuevas vidas en esta “isla desierta en el espacio”.

Algunos náufragos en la luna boscosa han llegado a ser bien conocidos: la tribu de merodeadores sanyassanos y la bruja de Dathomir, por ejemplo, que atormentaron a la superviviente Cindel Towani y su familia antes de la destrucción de la segunda Estrella de la Muerte. Pero muchas de las poblaciones náufragas en Endor llevan viviendo miles de años en la luna, y a lo largo de generaciones se han convertido en parte del ciclo de la vida natural de la luna. En el año 12 dBY, un grupo de biólogos llevó a cabo un estudio sobre las formas de vida nativas y no nativas menos conocidas de Endor para aprender cómo especies a las que no se les da otra elección pueden prudentemente aprender a convivir.

 

 

La Luna de los Naufragios

 Incontables naves se han estrellado en Endor, y la mayoría de sus tripulantes murieron en el impacto o fallecieron tras infructuosos años de esperar ser rescatados. Pero unos pocos cargueros descarriados llevaban suficientes pasajeros para crear poblaciones alienígenas autosostenibles. Este influjo artificial de vida no nativa cambió la faz de Endor para siempre.

·          La nave colonia Libre Empresa partió de Eriadu aproximadamente 130 años antes de la batalla de Yavin, transportando varios cientos de colonos jinda y tulgah con cara de mandril. Desapareció de camino al Ojo de Kuna en el sector Moddell. Nadie en el planeta de origen supo de su destino hasta que, poco después de la batalla de Endor, comerciantes rebeldes descubrieron las florecientes poblaciones jinda y tulgah de la luna boscosa.

·          Una de las primeras arcas de animales de los Cazadores Estelares desapareció en las inmediaciones de Endor aproximadamente ocho siglos aBY. De acuerdo con el manifiesto de la nave, transportaba criaturas que coinciden con las descripciones de los gupins, las cabras arbóreas y los super rápidos teeks de pelaje blanco.

·          Nadie sabe con certeza si la carabela de esclavos Temblor Enfermizo llevó los phlogs a Endor, pero es una teoría destacada entre los biólogos. Mucho antes del año 1100 aBY, ante proveedores de equipamiento de Ovise III, el esclavista Zephyrus alardeaba de que había encontrado trabajadores que podían levantar un esquife de carga con una sola mano. Los proveedores equiparon el Temblor Enfermizo con jaulas de duracero, cada una de las cuales podía albergar una docena de banthas, y luego Zephyrus marchó para recoger su carga viviente. Nunca volvió a oírse hablar de él.

 

 

Especies Alienígenas


Jindas

Los jindas se estrellaron en Endor a bordo de la nave colonia Libre Empresa, y con optimismo sacaron lo mejor de una situación desafortunada. Son seres joviales y exuberantes que tienen una actitud juguetona hacia la vida y adoran entretener a los demás. Los jindas siempre tienen una sonrisa para los extranjeros, pero sufren de un horrible sentido de la orientación.

Estos alienígenas van desde los más esbeltos a los más orondos, pero incluso el más obeso de los jindas parece repleto de una inagotable energía. Todos los jindas tienen melenas de pelo rojizo en forma de pompón y narices negras. Si se ven amenazados, o para impresionar a las hembras, los jindas machos pueden hinchar sus cuellos con franjas rojas para aparentar ser más grandes de lo que son. Sus dientes romos y cúbicos y sus grandes bocas dejan claro que los jindas son herbívoros, y nada les gusta más que una buena comida.

El entretenimiento es la base de la sociedad jinda. Todos los jindas tienen una habilidad interpretativa innata, como los malabares, la magia, el baile o la música. Su pobre memoria a largo plazo es en realidad un recurso narrativo, ya que sus adornos involuntarios hacen que los cuentos sean más entretenidos. A pesar de la propensión de la especie a la exageración, una historia jinda siempre contiene una pizca de verdad.

Los jindas de la luna boscosa son nómadas. Vagan entre asentamientos remotos bajo el nombre de “Los Jindas Viajeros”, entreteniendo tanto a los seres racionales como a los irracionales. Que los jindas tengan un sentido de la orientación tan pobre es tanto una bendición como una maldición; pueden evitar problemas al no tropezarse con una tribu dulok hostil más de una vez, pero tienen una gran dificultad para encontrar a los ewoks, quienes son su audiencia favorita. A esta orientación deficiente, los ewoks la han denominado “la maldición de los jindas”, y las pocas tribus de ewoks nómadas de la luna son a veces llamadas jindas por los ewoks más tradicionales, desdeñosos ante su estilo de vida errante. Los jindas no tienen auténticos enemigos y en ocasiones actúan como mensajeros o recaderos neutrales entre especies de Endor enfrentadas.

Los cronistas jindas afirman que su pueblo tuvo en una ocasión un asentamiento agrícola estable en Endor. De acuerdo con el relato, un misterioso “brujo de la roca” poderoso en la Fuerza se enfadó con ellos y decretó que nunca jamás volverían a asentarse en un lugar.

 


Gupins

Los gupins tienen incluso menor estatura que los ewoks, pero sólo cuando quieren tenerla. Estos pequeños cambiaformas han usado sus dones biológicos para sobrevivir contra depredadores mucho mayores, que de otra forma los habrían exterminado hace mucho tiempo.

Los antropólogos planetarios creen que los gupins llegaron a Endor a bordo del arca de animales Cazador Estelar Dhelba, y hasta ahora ninguno ha determinado el planeta de origen de la especie. Dado su pequeño tamaño y tu temperamento afable, parece probable que sus capacidades metamorfas evolucionaron como una adaptación contra el estrés ambiental extremo. En la luna boscosa, los rapaces viajeros de la hierba han empujado a la población gupin a los límites de su supervivencia.

Los gupins modernos no sólo no recuerdan cómo llego por primera vez su especie a Endor, sino que además llevan viviendo en su nuevo hogar tanto tiempo que se refieren a los viajeros de la hierba como los “viejos enemigos”. Durante siglos han habitado un cráter volcánico inactivo al borde del Desierto de Salma, cerca de las llanuras de hierba al este del Gran Bosque. El interior del cráter está bien irrigado por pozos, y los gupins subsisten gracias a huertos y jardines cuidadosamente cultivados. La comunidad está protegida contra las intrusiones, ya que los viajeros de la hierba (cuya guarida está sólo a escasa distancia) la asaltan al menos una vez cada mes local. Los gupins se aventuran a las praderas para comerciar con otras civilizaciones, típicamente jindas y duloks, pero no se alejan demasiado de su hogar. La mayoría de los ewoks nunca han visto un gupin.

Los gupins tienen un aspecto vagamente humano, pero con cejas frondosas, prominentes dientes delanteros, y antenas en lugar de orejas. Todos los gupins tienen cola, y en los últimos años de la adolescencia les crecen cortas alas membranosas. Sus capacidades metamorfas no están restringidas por su musculatura o su estructura esquelética, y se conoce el caso de gupins que se han aplastado como alfombras o que han tomado la forma de bestias de cuatro patas. Para fascinación de los xenobiólogos, pueden asumir formas mayores y más pesadas que sus formas naturales.

Como especie, los gupins son altamente sensibles a la Fuerza viva, un rasgo que parece estar vinculado con su metamorfismo. Un gupin puede pedir a otros que “se concentren, dibujen la imagen en su mente y luego la retengan” antes de asumir una forma, y esta atención de otros seres vivos parece facilitar la transformación. Además, una reliquia de la Fuerza depositada en un recipiente denominado el Arca del Enebro se ha convertido en la pieza central de la vida gupin. Aparentemente, la reliquia amplifica las capacidades metamórficas naturales de los gupins. Los gupins han desarrollado multitud de rituales innecesarios alrededor del Arca del Enebro, incluyendo un rito conocido como Ceremonia de Renovación y una supuesta llave “mágica” que abre el cofre.

 

Magia Totémica

La Fuerza es poderosa en Endor. La luna boscosa es rica en vida, y aquellos sensibles a las energías de las cosas vivas pueden ostentar los poderes de hechiceros. Debido a que las disciplinas de la Orden Jedi nunca han sido introducidas aquí, los locales han desarrollado adornos totémicos superfluos alrededor de su uso de la Fuerza. El chamanismo ewok, la hechicería dulok y la magia gupin pueden emplear diferentes talismanes y amuletos, pero bajo la parafernalia son esencialmente lo mismo.

La magia totémica de Endor se complica por la presencia de artefactos amplificadores de la Fuerza encontrados en diversos lugares de la luna. A lo largo de los milenios se han conocido reliquias similares –amuletos Sith, por ejemplo, o el cristal Kaiburr de Mimban-, y se rumorea que Endor alberga artefactos de la Fuerza, entre los que se incluyen la gema Estrella de Sol, la Piedra de Sombra, y el Cetro de las Estaciones.

 


Duloks

Aunque no son una especie náufraga, los entrometidos duloks se han convertido en un dolor de cabeza ineludible para las poblaciones inmigrantes de Endor. Relacionados de cerca con los ewoks, los duloks son moradores de pantano con mal genio que pueden resultar útiles como socios comerciales, pero más comúnmente son temidos como dañinos saqueadores.

Los duloks son más altos que los ewoks, alcanzando entre 1,2 y 1,5 metros. El pelaje de su cuerpo varía en color desde el verde musgo al marrón oscuro, y todos tienen un largo rabo rígido que termina en un mechón peludo. Sus mandíbulas inferiores sobresalen pronunciadamente, y sus grandes y protuberantes caninos inferiores a menudo están adornados con intrincadas tallas tribales. Frecuentemente los duloks afeitan, marcan a fuego o pintan símbolos tribales en su pelaje, y visten accesorios de plumas y huesos para declarar abiertamente su estatus dentro de la tribu.

Bárbaros irredentos, los duloks viven en tribus aisladas en las zonas pantanosas de Endor. Usan para cazar armas simples de madera y piedra, y viven en chozas de barro o en cuevas. Tienen un gran desdén por los ewoks, en la creencia de que los espíritus del bosque los abandonaron cuando otorgaron a los ewoks el control de los bosques y dejaron los pantanos para los duloks. Este odio se convirtió en guerra; no sólo entre los duloks y los ewoks, sino entre tribus de duloks que compiten por los escasos recursos del pantano. Los ewoks saben bien que no deben subestimar a sus primos, ya que muchos ewoks han caído a manos de los ejércitos dulok.

Las tribus dulok están lideradas por un jefe, con un venerado chamán o curandero ofreciéndole consejo. Habitualmente el chamán es poderoso en la Fuerza viva y capaz de efectuar gran “magia”. Muchos chamanes se aventuran con las energías oscuras, aunque algunos usan sus habilidades para el provecho de la tribu. Esos chamanes pacíficos son vistos como rarezas excéntricas y a menudo desconciertan a sus compañeros de tribu. Las hembras son consideradas poco más que reproductoras y cuidadoras de niños; a pesar del hecho de que las hembras son habitualmente más inteligentes que los machos y resultan exploradoras excelentes, es extremadamente inusual ver una chamana o una guerrera. La esclavitud es el principal medio de trueque entre tribus dulok, y disfrutan de un comercio limitado con los jindas y los gupins.

 

 

Criaturas


Phlogs

Se cree que los Phlogs, una especie de gigantes, llegaron a la luna boscosa a bordo de una carabela de esclavos a la deriva que desapareció de los registros del sector. Algunos biólogos creen que la población de gorax de Endor provino de la misma nave, y que las dos especies gigantes pueden compartir un planeta natal ancestral. Hasta ahora ninguno se ha acercado lo suficiente a esos seres mastodónticos como para recoger una muestra genética. Como los gorax, los phlogs han gravitado hacia las zonas más secas y áridas de Endor. Casi todos los phlogs habitan el Desierto de Simoom, un erial de piedra polvorienta y liquen endurecido ubicado al sur del Gran Bosque, lejos del Desierto de Salma que es dominado por los gorax. Los phlogs son cazadores-recolectores que subsisten a base de hongos del desierto, así como frutas y cortezas encontradas en las afueras del bosque. Visten con andrajos y hablan su monosilábica lengua phlog nativa, aunque unos pocos han aprendido a hablar una titubeante y simplificada forma de ewokés. Los phlogs forman unidades familiares con un vínculo muy fuerte y raramente viajan lejos de sus cuevas del desierto en Simoom. Los residentes del Gran Bosque pueden pasar años sin poder ver un phlog, y la mayoría de ellos lo prefiere así.

Los phlogs machos pueden llegar a alcanzar los 20 metros de altura, y la media entre las hembras es de 17 metros o menos. Tienen piel dura y anaranjada, y uñas afiladas para arrancar la corteza de los árboles. Los machos tienen rasgos toscamente humanoides, con narices bulbosas, mientras que las hembras tienen orificios nasales planos y anchos, y cuernos que les crecen en la cabeza al alcanzar la adolescencia.

Los phlogs tienen un temperamento apacible, pero un phlog furioso puede destruirlo casi cualquier cosa que encuentre en su camino. Por ese motivo los duloks y otros grupos hostiles suelen usar a los phlogs como músculo de alquiler. Dado que los phlogs no son las criaturas más brillantes de Endor, pueden ser fácilmente engañados haciéndoles creer que otro grupo les ha hecho algún mal. Los ewoks todavía cuentan historias del Poblado de la Pluma Verde, reducido a astillas en menos de una hora cuando un phlog creyó que los ewoks habían robado su calavera de hanadak de la suerte.

Los phlogs también odian a los gorax, y en ocasiones las dos especies llegan a enfrentarse en violentas disputas territoriales. Un phlog y un gorax luchando en una pelea total cuerpo a cuerpo es una visión aterradora.

 

Viajeros de la Hierba

Bestias salvajes que pueblan el borde oriental del Desierto de Salma, los viajeros de la hierba son depredadores nativos de Endor que odian desde hace mucho tiempo a los gupins por invadir sus territorios de caza. Son mamíferos larguiruchos y bípedos que alcanzan entre 3 y 3,5 metros de altura, con un pelaje negro y grasiento atravesado por rayas blancas que les crece densamente en la cabeza y la espalda. Sus largos hocicos y sus ojos amarillos sin pupilas los hacen parecer casi demoníacos. Aunque no son del todo racionales, los viajeros de la hierba pueden manejar herramientas contundentes simples como palos y arietes.

Cuando cazan en busca de comida, los viajeros de la hierba se aventuran en las praderas al este del Gran Bosque para atrapar makants, diente de león guerreros, y ocasionalmente algún gupin, pero a pesar de su nombre prefieren vivir en los páramos muertos y polvorientos en los límites de Salma. Allá, no lejos de la fortaleza gupin, los viajeros de la hierba anidan en una estructura similar a un hormiguero conocida como el Santuario. Los viajeros de la hierba unen sus fuerzas regularmente para tratar de asaltar la fortaleza de sus enemigos, pero habitualmente los gupins cambiaformas los hacen huir. Las únicas criaturas lo suficientemente feroces para atacar a los viajeros de la hierba son los gorax, que en ocasiones atraviesan la zona en su camino para amenazar los poblados arbóreos de los ewoks.

 

Makants

Los makants son insectos bípedos con cabeza de mantis que se alimentan de hongos y plantas de la pradera en las extensas superficies de hierba de Endor. Alcanzan grandes velocidades en carrera y pueden volar cortas distancias con sus alas compactas, pero sólo pueden alcanzar una altitud de tres metros. Los makants viajan en pequeños rebaños y siempre están alerta ante la aparición de los hambrientos viajeros de la hierba. Estas criaturas son asustadizas pero amistosas, y se sabe que los gupins los entrenan como monturas.

 

Diente de León Guerreros

Los diente de león guerreros habitan la primera línea de las praderas de Endor, donde la llanura limita con el borde del Gran Bosque. La aterradora presencia de los diente de león guerreros es la razón por la que pocos ewoks han llegado a cruzar nunca las praderas para llegar a la tierra de los gupins. “Diente de león guerrero” es, de hecho, una denominación ewok. Los miembros de la especie se refieren a sí mismos como fftssfft, un sonido realizado al hacer pasar aire a través de pequeños espiráculos en sus cuerpos en forma de tallo.

Los diente de león guerreros se asemejan a plantas de tallos gruesos y mechones amarillos de poco más de un metro de altura. Cuando detectan movimiento, sus ojos se abren como un relámpago, sus brazos se extienden desde los tallos de su cuerpo y sus mechones se erizan para formar una espesura de espinas amenazadoras. Un de diente de león guerrero enojado arrojará sus púas en una lluvia dirigida hacia su víctima, que generalmente cae a tierra, ensartada como un alfiletero.

Una de cada cien púas está envenenada, y una vez que este veneno se ha insertado en su objetivo, su extremo trasero se divide formando una característica forma de estrella. Aunque letales, estas púas de “erizo estrellado” tienen aplicaciones en la medicina ewok.

Las razones de los diente de león guerreros para matar parecen puramente territoriales; estas criaturas extraen todo el sustento que necesitan directamente de la tierra.

 

Choreamnos (Cabras Arbóreas)

Los choreamnos, conocidos coloquialmente en Endor como “sosas cabras arbóreas”, son apestosos herbívoros no nativos que pasan su vida colgando boca abajo de las ramas de los árboles y pastando sus hojas. A primera vista parecen muy lentos, pero cuando se ven amenazados huyen velozmente al punto más alto disponible. Los choreamnos, tanto machos como hembras, tienen cuernos curvos y barba, y sólo los pastores de cabras arbóreas pueden distinguir los dos géneros. Las cabras arbóreas son pastoreadas por muchos habitantes de Endor por su carne y su dulce leche.

 


Wisties

Las wisties de Endor son pequeñas hadas humanoides y brillantes que habitan las profundidades del bosque. Las calurosas noches de verano a menudo son iluminadas por cientos de wisties volando de acá para allá en un deslumbrante despliegue de luces. Las wisties son criaturas tímidas, pero ocasionalmente gastan bromas a los viajeros extraviados. Las wisties se han ganado merecidamente el apodo de “hadas de fuego”. Sus cuerpos generan calor, el cual –al ser abanicado por el rápido batir de sus alas- produce luz. Cuando las wisties se enfurecen pueden incrementar el calor hasta tal punto que sus cuerpos estallan en llamas, permitiéndoles escapar de trampas y redes al quemarlas. En una ocasión, la bruja tulgah Morag usó wisties para desatar un incendio forestal que casi destruyó el asentamiento ewok de la Aldea del Árbol Brillante.

Debido a que las wisties son escasas y extremadamente bellas, alcanzan altos precios en el mercado negro. Lamentablemente, las hadas se están volviendo cada vez más escasas en Endor debido a este comercio ilícito.

 

 

“Somos los E-e-e-e-ewoks...”

Los alienígenas y criaturas de “Náufragos en Endor” aparecieron originalmente en Ewoks, la serie animada de TV realizada por Nelvana y que se emitió en EE.UU. en la programación matutina de los sábados de la cadena ABC de 1985 a 1986. Aunque han sido ignorados en gran medida en la continuidad moderna de Star Wars, los dibujos animados de los Ewoks presentan algunos guiones brillantes de Paul Dini, guionista de Batman ganador del Emmy, y una pegadiza sintonía de apertura interpretada en su versión original por el artista de blues Taj Mahal. Ocho episodios de la serie se combinaron para formar dos “mini-películas” en un lanzamiento en DVD en 2004 (inédito en España), pero muchos episodios de la serie aún no han aparecido nunca en ningún tipo de formato doméstico.

Los siguientes episodios de la primera temporada de la serie proporcionarán más información sobre el contenido de este artículo. Una advertencia previa: no serás capaz durante días de quitarte de la mente la canción de la cabecera.

  •          “Los Gritos de los Árboles”: Las wisties prendieron fuego a los bosques en este episodio inaugural de Ewoks.
  •         “El Árbol de la Luz”, “El Carro de Wicket”, “Asha”: Los duloks hacen de matones en muchos episodios de la serie, pero estos tres seleccionados son representativos de la vil maldad característica de los duloks.
  •           “El Alboroto de los Phlogs”, “Cosecha Azul”: Los phlogs, gigantes de la luna boscosa, causan quebraderos de cabeza a los pequeños ewoks en este par de aventuras.
  •           “Para salvar a Deej”, “La Tierra de los Gupins”: Los guerreros diente de león se presentan en el primer episodio, los viajeros de la hierba y los makants juegan un papel en el segundo, y ambos episodios muestran la especie cambiaformas de los gupins.
  •           “Los Jindas Viajeros”, “La Maldición de los Jindas”: Todo lo que siempre hayas querido saber sobre los jindas puede encontrarse aquí. “Los Jindas Viajeros” contiene algunos rápidos vistazos a las cabras arbóreas.

 

Daniel Wallace es un escritor líder de ventas en el New York Times, co-autor de más de una docena de libros de Star Wars, incluyendo The New Essential Guide to Characters, The New Essential Chronology, The Complete Star Wars Encyclopedia, y Star Wars Atlas. Fan del género desde toda su vida, otros de sus libros incluyen The Marvel Encyclopedia y The Art of Superman Returns.

Amy Pronovost es principalmente ilustradora, pero está extraordinariamente contenta de que Náufragos en Endor sea su primer trabajo profesional como escritora. Algunos de sus primeros pinitos con la escritura incluyen tiras cómicas para la revista Star Wars Kids. Amy ha trabajado con Dan Wallace entre bastidores, diseñando y escribiendo el trasfondo para diversas criaturas y alienígenas de la galaxia Star Wars como los amaran y los bursa. Su trabajo como ilustradora puede encontrarse por toda StarWars.com y en cartas coleccionables. Como aspirante a escritora de libros infantiles, uno de sus objetivos es conseguir que se publique alguno de sus libros. (Esta información data de la época de publicación original del artículo, en 2008. En la actualidad Amy Pronovost es Robin Pronovost, persona de género no binario – N. del T.)

miércoles, 20 de enero de 2021

El contacto

Charlene Newcomb y Rich Handley


El sudor perlaba la frente de Kaj Nedmak. Esta sección de Angjon no estaba en ningún mapa turístico, y por una buena razón. El contrabandista miró con recelo el callejón poco iluminado. Las ventanas al alcance parecían estar bien cerradas contra intrusos no deseados, y las puertas, sin duda, estaban cerradas con cerrojo.
Caminando lentamente hacia las sombras cada vez más profundas, Kaj se pasó una mano enguantada por la frente. Se dijo de nuevo a sí mismo que pasar armas de contrabando para la Alianza Rebelde tenía perfecto sentido. Pero cuando el callejón pareció tragarlo, comenzó a preguntarse si la información que había ganado en una partida de sabacc -en lugar de créditos- realmente valdría la pena.
Tal vez su socia Carmesí tenía razón. No habían tenido suerte al intentar ponerse en contacto con la Alianza. Cada pista se había convertido en un callejón sin salida. ¿Por qué esta vez sería diferente?
Un movimiento en el otro extremo del callejón llamó la atención de Kaj. Tres figuras silenciosas se movían con un propósito que solo podía significar problemas. Kaj sintió que se formaba un nudo en su estómago. Una luz se encendió en una ventana del segundo piso... la luz suficiente para vislumbrar una armadura blanca. ¡Soldados de asalto!
-¡Stang! –maldijo Kaj para sí mismo-. Una trampa.
Kaj se ocultó en las sombras. Algo pasó rozando su bota. Bajando la mirada, pudo ver un jaykah escabulléndose hacia un montón de basura apoyado contra la pared unos metros más adelante. El repiqueteo de las garras de la pequeña criatura peluda contra el viejo pavimento de piedra hizo que Kaj sintiera escalofríos. No le sorprendió cuando los soldados de asalto se volvieron hacia el sonido y abrieron fuego.
Una ráfaga de fuego de bláster barrió el montón de basura. El jaykah aulló de dolor. Enseñando los dientes, saltó desde su escondite y se abalanzó contra sus atacantes. Manteniendo su posición, los imperiales dispararon a la pobre criatura hasta hacerla papilla.
Se encendieron luces en un puñado de ventanas e iluminaron la escena con un brillo amarillento mientras los soldados de asalto avanzaban. Kaj se agazapó en un portal, con la respiración violenta y entrecortada. Echó un vistazo al camino por el que había llegado. Demasiado lejos. Las probabilidades de que alcanzara la esquina antes de que los soldados hicieran blanco en él eran como las de obtener un sabacc puro en la primera ronda.
Eso sólo le dejaba una opción. Kaj examinó a sus adversarios. Esperaba poder ser capaz de disparar su arma antes de que le descubrieran, pero un disparo rebotando en el muro a escasos centímetros sobre su cabeza le dijo que su suerte se había acabado.
Kaj abrió fuego, y su primera andanada alcanzó su objetivo. Un imperial menos. Los demás soldados de asalto respondieron al disparo de Kaj con una cortina de fuego de bláster. El ruido resonó por el callejón y se entremezcló con otro sonido familiar... un motor acelerando. Los soldados de asalto también lo oyeron. Kaj miró tras ellos justo cuando el XP-38 cruzaba rugiendo el callejón. Con un bláster apoyado sobre el parabrisas del deslizador terrestre, el maníaco conductor abrió fuego. Uno de los soldados cayó cuando el torrente de disparos cruzó atronando la estrecha calle.
De pronto, Kaj escuchó disparos a su espalda, y un proyectil de bláster pasó rozando su cabeza. Dio media vuelta y vio otros dos soldados de asalto pegados a la pared del callejón y avanzando rápidamente en dirección a él. Kaj hirió a uno en el hombro. Su segundo disparo hizo caer al soldado de cabeza al pavimento. El compañero del hombre se deslizó a un estrecho portal y efectuó varios disparos más.
El intercambio de fuego de bláster a espaldas de Kaj ganó intensidad, y luego cesó igual de súbitamente. Con la esperanza de que el conductor del XP-38 hubiera ganado ese asalto, Kaj salió rodando al callejón para efectuar un disparo limpio. La luz de su bláster iluminó las sombras, y un instante después su último oponente se desplomaba en el suelo.
-¡Vamos! –dijo una voz familiar desde el deslizador terrestre.
Levantándose con dificultad del suelo, Kaj corrió hacia el deslizador, esquivando los cuerpos inertes de los soldados de asalto, y saltó al interior del vehículo.
-Gracias –dijo Kaj mientras la persona al volante pisaba el acelerador para salir disparados del callejón. Echó una mirada de soslayo a la esbelta figura junto a él y sonrió. Unos cuantos mechones de cabello rojo asomaban bajo el sombrero que cubría la cabeza de su rescatadora. Llevaba levantado el cuello de su chaqueta de vuelo azul oscuro.
-Los problemas siempre consiguen seguirte, Kaj –dijo Celia “Carmesí” Durasha a su socio. Conduciendo bruscamente el deslizador a la calle principal, la joven zigzagueó cruzando el tráfico del distrito comercial de Angjon. Lo miró con aquellos ojos esmeralda y una sonrisa inundó su rostro-. Por suerte para ti, yo también.
-Gracias, Carmesí –dijo él-. Eso podía haber sido mi fin.
-Lo sé.
Kaj soltó una risita entre dientes para sí mismo.
-¿Nunca aprendes, verdad?
-Nop. Pero ha sido una pura casualidad que apareciera, Kaj. Estaba en el SalvaCartas, tratando de sonsacar algo de información sobre ese contacto rebelde tuyo. Nunca imaginé que los contrabandistas y los ladrones fueran unos tipos tan suspicaces. –Sonrió-. ¿Puedes volver a explicarme por qué estamos haciendo esto? Tiene que haber un modo más fácil de obtener los créditos que necesitamos para pagar a Bwahl el hutt y a Rass M’Guy.
Kaj ignoró la pregunta.
-¿Cómo terminaste en el callejón? –preguntó.
-El camarero me proporcionó el nombre Raider, el mismo que tú tenías. Teniendo en cuenta que lo obtuvimos por dos fuentes distintas, estaba comenzando a pensar que finalmente podríamos haber dado con la pista de uno de esos rebeldes.
-Sí, ¿y luego qué?
-La suerte estuvo de tu parte... otra vez. Escuché la conversación de un par de rodianos en el bar que fanfarroneaban acerca de un agente rebelde que habían entregado a las autoridades.
-Raider –dijo Kaj constatando el hecho-. El pobre tipo debe de haberlo rajado todo a los imperiales. Eso explica por qué aparecieron esos soldados de asalto colegas nuestros.
-Y siendo como soy una persona de recursos, los seguí.
Carmesí dirigió el deslizador terrestre por una calle lateral, alejándose del flujo de tráfico. Los edificios de oficinas dieron paso a almacenes ruinosos, y flotaban el aire los olores del puerto de mar cercano. Una pesada niebla envolvía la zona.
-Bueno, pues apareciste justo a tiempo, Roja. –Le puso la mano sobre el hombre-. Entonces, ¿sabemos dónde lo están reteniendo?
Carmesí miró a su socio. Sabía lo que iba a venir a continuación. Y sabía que no iba a gustarle.
-¿Y bien? –preguntó Kaj.
-No puedes hablar en serio –suspiró ella.
-¿Por qué no?
-¿Quieres rescatar a un espía rebelde de una guarnición imperial?
-¿Desde cuándo una oficina, ocupada por cuatro oficiales en el primer piso del edificio Jardansen, constituye una guarnición? Sólo es un viejo y pequeño destacamento.
Carmesí frunció el ceño.
-Vale, puede que también haya ahí fuera unas cuantas docenas de soldados de asalto –concedió Kaj-. Vamos, ¿qué dificultad puede tener liberar a ese tipo? El Imperio no está asentado en Angjon como lo está en...
-Ya estamos en poodoo hasta el cuello con Bwahl y Rass –señaló ella-. Volvamos a pensar ese plan reductor de deuda que tienes metido en tu cabeza. Tal vez debamos dirigirnos al extremo opuesto del Borde y sumergirnos en trabajos lucrativos.
-Mira –dijo Kaj, recorriéndole dulcemente la mejilla con un dedo-, si liberamos a este rebelde nos aseguramos un trabajo estable transportando armas o suministros...
Ella le apartó la mano de un manotazo.
-Ni siquiera sabemos si pueden pagar.
-Al menos no tendremos que preocuparnos de dónde vendrá nuestra próxima comida. Y tengo entendido que esas bases de la Alianza tienen las herramientas que necesitaremos para mantener el Luz Estelar Roja en plena forma.
-¡Ja! Yo he escuchado que tienen tan pocos suministros que andan mendigando ayuda allá donde pueden.
-Vamos, Roja, todo eso es propaganda imperial de las redes de noticias.
-Vale. ¿Pero qué hay de Bwahl y Rass? –A duras penas habían logrado escapar del último cazarrecompensas contratado por esos dos hombres de negocios-. Volverán a ir tras nosotros; sabes que lo harán. Necesitamos permanecer tan lejos de ellos como podamos.
-Bueno, sabiendo cómo operan los rebeldes, probablemente estemos tan lejos de ellos como podamos.
Carmesí detuvo el deslizador terrestre a un lado del camino. Se quedó mirando las luces del espaciopuerto de Angjon que brillaban fantasmalmente a través de la neblina.
-No sé.
Kaj tomó a Carmesí por la muñeca con algo más de fuerza de lo habitual. Si eso la incomodó de algún modo, ella optó por no demostrarlo.
-Stang, ¿cuál es tú problema? Sé que todo esto no es simplemente por miedo. Tú y yo hemos superado problemas mucho peores que este para conseguir trabajo antes. Si este fuera cualquier otro trabajo, te lanzarías a por ello. ¿Por qué te preocupa tanto esta historia de los rebeldes, eh? ¿Qué es lo que te han hecho para ponerte tan furiosa? –Kaj acarició suavemente la mano de Carmesí con sus dedos. Ella lo ignoró intencionadamente. El resquemor abandonó la voz de Kaj cuando éste tomó el rostro de Carmesí entre sus manos y la miró directamente a los ojos-. Mira, lo siento. Sólo es que me preocupo demasiado por ti como para verte de este modo, y quiero ayudar.
Un ligero temblor traicionó la postura estoica que Carmesí trataba de mantener con todas sus fuerzas. Cruzó su mirada con la de Kaj, se mordió el labio, y volvió a apartarla.
-Los rebeldes mataron a mi hermano –dijo finalmente.
Kaj la miró fijamente, inclinando la cabeza por la confusión.
-¿Quieres decir que un miembro de la Rebelión lo asesinó? Bueno, frag, Carmesí, eso es horrible, pero sigue sin ser una razón para culpar a toda la...
Ella apartó bruscamente la mano.
-Sí, lo es, Kaj. –La aspereza de su respuesta hizo que él se callara-. La unidad de Raine cayó en una emboscada de los rebeldes.
-¿Servía al Imperio?
Carmesí tensó y destensó la mandíbula.
-Raine estaba destinado en Ralltiir. Fue masacrado en su puesto antes de tener cualquier oportunidad de defenderse. –Dio un puñetazo al volante-. Los rebeldes se dan mucha prisa en señalar las atrocidades cometidas por el Imperio. Mucha prisa para gritar indignados ante la matanza de víctimas inocentes, para mostrar que ellos representan el bien y la justicia. Y tal vez sea así. –Su mandíbula se tensó-. Pero mi hermano nunca cometió ninguna atrocidad. Nunca masacró a ningún inocente.
Kaj se preguntó cómo podía estar segura de eso, pero permaneció en silencio.
-Raine era un buen hombre –dijo Carmesí-, un hombre honesto, que simplemente quería servir del único modo que sabía. El día que fue asesinado, no fue el Imperio quien cometió la atrocidad. Fueron los rebeldes. Nunca los perdonaré por ello.
Los dos contrabandistas permanecieron sentados en silencio durante un instante, el único sonido que podía escucharse procedía del motor del XP-38.
-Lo siento, Carmesí. –Kaj meneó la cabeza al comprender por fin la reticencia de su socia a elegir bando-. Puedo ver por qué no confías en los rebeldes. Si ellos hubieran matado a mi hermano, a mí también me costaría confiar en ellos. Pero tú misma me dijiste que tu mejor amigo fue asesinado por el Imperio. Así que deja que lo ponga de esta manera: si no puedes confiar en ninguno de los dos bandos, bien podrías unirte al que te ponga en menos peligro. Y la última vez que lo comprobé los rebeldes no habían puesto una recompensa por tu cabeza.
Carmesí exhaló ruidosamente pero no dijo nada mientras volvía a poner en marcha el deslizador. Pocos instantes después llegaron a la Pista de Aterrizaje Dyjillan, donde habían atracado su nave, el Luz Estelar Roja. El maltrecho carguero YT-1300, bautizado antiguamente como Facetado, había sufrido múltiples modificaciones, incluyendo una amplia variedad de armas y conjuntos sensores no autorizados. Sería un buen recurso para la Alianza... si los dos contrabandistas lograban localizarlos.
Carmesí apagó el motor del deslizador y se giró en su asiento para mirar de frente a su socio.
-Muy bien –dijo con un suspiro-. Respóndeme sólo a esto, Kaj. Digamos que podemos salir de esta y conseguimos sacar a ese tal Raider de esa prisión. Digamos que, por gratitud, nos deja trabajar para la Alianza, y que por algún milagro no nos matan pasando armas de contrabando. ¿Entonces qué? ¿Cómo convencemos a Bwahl y Rass para que no nos usen como leña para el fuego? ¿Cómo nos libramos de esa recompensa imperial por mi cabeza? ¿Cuáles son nuestros planes a largo plazo? ¿Tenemos siquiera planes a largo plazo? No podemos seguir corriendo eternamente, ¿sabes? ¿A dónde nos conduce esto?
-A una salida, Carmesí...
Ella bufó con desdén.
-...y por ahora, eso es todo lo que puedo prometerte. –Kaj la tomó suavemente de la mano-. Mira, no sé mejor que tú dónde nos conducirá el futuro. Pero sea lo que sea que tengamos que afrontar, lo podemos superar juntos. Confía en mí sobre esto, Roja. –La besó suavemente en la mejilla-. Después de un sueño reparador, verás que tengo razón.

***

El edificio Jardansen no era el complejo prisión imperial estándar. La modesta estructura de plastipiedra, con tres pisos y una cantidad innumerable de ventanas, había sido anteriormente una fábrica dedicada a la producción de barajas de sabacc y otros juegos de cartas. El Imperio nunca había hecho demasiado caso a Angjon, pero un incremento en las actividades rebeldes era suficiente motivo para apostar pequeños destacamentos en este mundo y en otros conocidos por albergar contrabandistas a los que, habitualmente, no les importaba quién pagaba sus tarifas. En lugar de malgastar créditos en construcciones innecesarias, los imperiales simplemente se habían apropiado de edificios existentes para sus propios propósitos y se trasladaron a ellos. La Corporación Jardansen había sido de las primeras en ser expulsadas.
-Esto va a ser más fácil que encontrar a un hutt en una madriguera de piojos de arena –dijo Kaj a Carmesí desde su posición en lo alto de un edificio enfrente de la prisión-. Típica arrogancia imperial; no creen que nadie vaya a atreverse a rescatar un prisionero, así que no se molestan en dificultarlo demasiado.
Carmesí miró al otro lado de la calle, y luego se agachó para no ser vista. Arrastrándose en el suelo, se acercó a Kaj y se quitó su incómodo casco.
-Llámame loca, pero yo diría que probablemente piensen que los más de treinta soldados de asalto que tienen dentro hagan que la gente se lo piense dos veces.
-¿Tú crees?
Carmesí frunció el ceño, pero la ira de la conversación de la noche anterior había abandonado su voz. Echó un vistazo a los dos hombres inconscientes que habían apoyado contra un gran generador de energía en el lado opuesto del tejado.
-En cualquier momento echarán de menos a esos guardias. Puede que los uniformes nos permitan pasar la puerta principal, pero, ¿y después? –Golpeó la armadura de plastoide blanco que le cubría el pecho-. Ni siquiera tenemos todavía un plan para sacar de ahí a Raider. ¿Qué vamos a hacer, limitarnos a entrar y decir “Hola, hemos venido a liberar a uno de vuestros prisioneros”?
Kaj soltó una risita nerviosa entre dientes y tomó un par de macrobinoculares para examinar las ventanas de la prisión. Las habían oscurecido ligeramente y habían montado barrotes metálicos a ambos lados del cristal, pero aún podía distinguir las siluetas de figuras moviéndose.
-Muy bien, tenemos dos tipos montando guardia en el exterior del edificio. Dentro y a la izquierda, veo el puesto de guardia principal. Allí hay dos oficiales y cuatro soldados de asalto. Luego hay más o menos otra docena de soldados vigilando las celdas, estacionados en diversos puntos a lo largo del pasillo. No puedo decir dónde están el resto de las tropas.
Carmesí soltó un bufido. Cuanto más pensaba en esa idea, menos le gustaba.
-Parece que sólo se está usando el primer piso. Desde aquí, calculo al menos cincuenta prisioneros en celdas individuales. Aunque no tengo ni idea de cuál de ellos será Raider -añadió.
-Sin problema –dijo Carmesí, poniendo los ojos en blanco-. Podemos limitarnos a liberarlos a todos.
Kaj se agachó y se quitó el casco. Su rostro irradiaba felicidad.
-Exactamente lo que estaba pensando.
Se inclinó hacia ella y la besó plenamente en los labios.
-¿Qué...? –tartamudeó ella mientras Kaj descendía la escalera a toda velocidad. Recuperándose de su sorpresa, Carmesí se puso el casco y se precipitó tras él.
Los “soldados de asalto” Kaj y Carmesí cruzaron la calle hacia el edificio Jardansen. Con los hombros rectos, Kaj inclinó la cabeza para saludar con gesto confiado a los guardias de la puerta delantera, y luego se acercó apresuradamente al puesto de guardia principal con Carmesí un paso por detrás. El oficial al mando, un capitán de mediana edad, levantó irritado la mirada y estudió el rostro oculto de Kaj.
-¿Qué estáis haciendo aquí...?
-Los prisioneros están escapando, señor -informó Kaj.
-¿Qué? –exclamó el oficial, casi gritando, mientras se ponía en pie de un salto.
Dos de los guardias se volvieron inmediatamente a los sensores del panel de control principal para verificar la fuga.
-No detecto ninguna anomalía, capitán –informó un guardia-. No hay señal de ningún disturbio en el bloque prisión.
-Eso es porque todavía no ha comenzado –dijo Kaj mientras alzaba su rifle bláster y abría un agujero humeante en la armadura del soldado de asalto.
Antes de que los demás imperiales pudieran reaccionar, Carmesí levantó su rifle. Lanzó una ráfaga de disparos, alcanzando al capitán y a dos de sus guardias con impactos que los enviaron trastabillando contra la pared.
Kaj derribó al segundo oficial y al otro guardia, y luego saltó hacia el panel de control. Tomándose un instante para quitarse el casco y respirar una profunda bocanada de aire sin reciclar, encontró los controles del bloque de detención y liberó todas las puertas de las celdas.
-¡Vamos! –exclamó.
Kaj y Carmesí corrieron por el pasillo adyacente, saltando sobre los cuerpos de dos soldados de asalto, cuyas armaduras blancas mostraban marcas ennegrecidas de disparos. Irrumpieron en el bloque de celdas en medio de un caos absoluto. Los prisioneros liberados golpeaban a los guardias atónitos y luchaban con ellos para quedarse con sus armas. Kaj dejó escapar un grito de guerra y se dirigió hacia el guardia más cercano, con su rifle bláster en posición de ataque. Carmesí escaneó rápidamente la pasarela del segundo nivel. No había rastro de más guardias... aún. Agarrando con fuerza su arma, esprintó para alcanzar a su socio.
Escapándose del agarre de un prisionero, un soldado de asalto hizo sonar una alarma general y se dirigió hacia las escaleras. Media docena de prisioneros corrieron tras él. Fue atrapado en la mitad de las escaleras y, sin ninguna delicadeza, lo arrojaron por encima de la barandilla al ferrocemento de abajo. La sorpresa, el entusiasmo y la superioridad numérica estaban del lado de los prisioneros y, en cuestión de instantes, la mayoría de los guardias estaban sometidos.
Los reclusos se precipitaron hacia la salida, tomando las armas de los soldados caídos. Kaj estaba a punto de hablar cuando un disparo golpeó la pared justo sobre su cabeza. Se volvió en la dirección de la que provenía el disparo. ¡Tres de los prisioneros le estaban disparando!
-¡Eh, esperad! –aulló Kaj-. ¡Yo no soy del Imperio! ¡Acabo de liberaros, desagradecidos...!
Otro disparo chamuscó el ferrocemento justo tras Carmesí, y los contrabandistas comenzaron a levantar sus armas para defenderse. De pronto, una cortina de disparos de bláster llovió sobre la confusión desde la pasarela del segundo nivel. Dos de los prisioneros con armas se derrumbaron a pocos metros de Kaj, apenas un parpadeo antes de que fueran ellos quienes le mataran a él.
Carmesí martilleaba con sus disparos al mar de armaduras blancas sobre sus cabezas. Un disparo procedente de algún lugar de la sala le rozó la placa facial del casco. Se lo quitó, lo arrojó a un lado, y disparó acertando a otro guardia.
-Stang –aulló Kaj, disparando aleatoriamente a los soldados de asalto del segundo nivel.
-¡Bueno, creo que ahora ya sabemos dónde están todos los demás guardias! –gritó Carmesí.
Los cuerpos se apilaban conforme el tiroteo ganaba intensidad. Uno de los prisioneros se volvió hacia Kaj y Carmesí y corrió hacia ellos. Llevaba una capucha oscura, y su cuerpo era alto y ágil. Kaj volvió su bláster hacia el hombre, pero un instante antes de que disparara Carmesí le tomó por el brazo.
-¡Kaj, no! No está armado.
Kaj no abrió fuego, pero un disparo con buena puntería desde arriba le golpeó en el hombro. Maldiciendo, cayó de espaldas contra el muro, golpeándolo con un ruido sordo.
-¡Kaj! –gritó Carmesí.
El prisionero desarmado se agachó junto a Kaj, le ofreció la mano, y gritó por encima del caos.
-¿Puedes correr?
-Sí, estoy bien. –Kaj hizo una seña a Carmesí levantando el pulgar, y luego se volvió hacia el prisionero-. ¿Quién eres?
-Soy Raider.
-¡Frag! No te lo vas a creer, pero...
-Ahora no hay tiempo para eso –dijo Raider. Bajo la capucha, sus ojos se cruzaron con los de Carmesí. Había en ellos cierta dulzura familiar que la puso nerviosa. Él la tomó del brazo-. Vamos. Los refuerzos no tardarán mucho en llegar.
Temblorosa, sin decir nada, Carmesí dejó que Raider liderara la marcha. Corrieron de vuelta al puesto de guardia, saltando sobre cuerpos caídos. Miró hacia atrás para ver si les estaban siguiendo, pero las ocupadas tropas no se habían percatado de su retirada. Fuera del edificio, zigzaguearon a través de un grupo de alarmados viandantes. Kaj aceleró para adelantar a sus compañeros, dio un rodeo en un callejón cercano, y giró para entrar en un garaje a oscuras, donde estaba estacionado su deslizador terrestre.
Sin esperar a ser invitado, Raider saltó al asiento del conductor. Kaj se encogió de hombros, trepó al lado del pasajero, y ofreció la mano a Carmesí. Ella apenas había logrado subir a bordo del deslizador cuando este aceleró demasiado rápido como para que los compensadores se adaptasen. Kaj dejó escapar un jadeo poco habitual en él cuando ella cayó torpemente en su regazo, golpeándole el hombro herido.
Carmesí lanzó una mirada asesina a su nuevo compañero mientras este aceleraba el motor.
-¡Eh –se quejó-, qué demonios crees que estás...!
Raider se volvió hacia ella y se quitó la capucha. Su cabello largo y color fuego estaba áspero y mate, y su vello facial era del mismo tono de rojo. Ella conocía bien ese rostro y ese pelo, tan bien como si fueran los suyos propios.
-¡Raine! –jadeó Carmesí.
-¿Raine? –repitió Kaj, mirando fijamente a la versión masculina de su socia-. ¡Santo cielo!
-Estás vivo –exclamó Carmesí, rodeando el cuello de su hermano con sus brazos-. ¡Por las estrellas, Raine, estás vivo!
El súbito movimiento de Carmesí hizo que Raine diera un tirón a los controles, girando el deslizador hacia el tráfico que venía de frente.
-Guau –exclamó-. Tranquila, Celi. Cálmate antes de que hagas que nos matemos.
Carmesí lo liberó del abrazo con el que casi lo estaba estrangulando.
-Estás vivo –repitió, mientras las lágrimas chorreaban por sus mejillas. Con manos temblorosas, tocó la pelusa roja del rostro de Raine. Meneó la cabeza con incredulidad, pasó la mano por su hombro y aferró su brazo, temerosa de dejarle marchar-. No lo entiendo... ¿cómo has llegado aquí? –preguntó-. Los informes decían que te mataron en una emboscada rebelde en Ralltiir.
-A mí no me parece que esté muerto –indicó Kaj.
Raine hizo una mueca y miró a su hermana.
-Es una historia muy larga, hermanita. Tal vez debamos escapar de Angjon, y luego encontrar un minuto para tendernos en el suelo, en una colina en alguna parte, y contemplar las estrellas, como hacíamos cuando éramos niños...
-Y hablar de sueños y esperanzas –terminó la frase Carmesí. Hizo una pausa y le guiñó el ojo-. ¿Y morir como soldados imperiales, volviendo a la vida como agentes rebeldes?
-Sí –respondió con una sonrisa.
-Me encantaría escuchar esa historia –dijo Kaj-, pero si quieres abandonar Angjon, te diriges en dirección opuesta al espaciopuerto.
Raine asintió y giró hacia el norte, guiando el deslizador terrestre fuera de la ciudad.
-Hablando de historias, Celi, ¿cómo la navegante de una nave crucero acaba sirviendo como apoyo en esta misión? Tendré que agradecer a mis amigos que te enviasen para cuidar de mí –dijo con una risita-. ¿Disfrutáis vistiéndoos como soldados de asalto e irrumpiendo en centros de detención imperial?
-Abandoné Galaxia Tours y me asocié con Kaj hace un par de años –dijo Carmesí a su hermano.
Raine asintió.
-Más o menos cuando el Imperio destruyó Alderaan.
Carmesí bajó la mirada y se mordió el labio.
-No dejé mi trabajo debido a...
-No nos ha enviado la Alianza para cuidarte las espaldas, Raine –interrumpió Kaj.
-Raine está muerto. Ahora respondo al nombre de Raider –dijo secamente. Echó una mirada a Carmesí-. Perdona, no pretendía ser tan brusco. –Frunció el ceño-. Espera, ¿no trabajáis para la Alianza? Tal vez sea mejor que comencéis a explicaros.
-¿Recuerdas al tipo con el que planeabas reunirte en un callejón anoche? Bueno, soy yo. Me llamo Kaj Nedmak. Carmesí y yo somos comerciantes independientes, buscando trabajo estable. Pensábamos que podríamos ayudarte a mover el cargamento que estabas comprobando aquí.
-¿Carmesí? –Raider alzó la mejilla de su hermana, mirando de soslayo su rostro, su cabello, y el fuego de sus ojos-. Bonito nombre... te encaja.
Kaj insistió.
-¿Qué opinas, Raider? ¿Puedes conseguirnos trabajo?
-¿Me habéis sacado de una prisión imperial sólo para pedirme trabajo?
-Bueno, hemos estado tratando de hacer contacto con la Alianza.
-¿Por qué?
-Necesitamos el trabajo –dijo Carmesí.
-¿Y?
-Y estamos tratando de mantenernos unos cuantos pasos por delante de un par de indeseables a los que les gustaría arrojar a Kaj a la guarida de un rancor.
-¿Problemas con el Imperio? –preguntó Raider mientras descendía por la tenuemente iluminada carretera hacia el espaciopuerto.
-Yo no –respondió Kaj-. Pero Carmesí tiene una recompensa imperial...
Carmesí puso la mano sobre la boca de Kaj.
-Es una larga historia.
-¿Una larga historia, eh? –dijo Raider con una sonrisa-. Supongo que esa también tendrá que esperar.

***

-¿Qué aspecto tengo?
Carmesí observó cómo su hermano, recién afeitado, entraba al salón de tripulación del Luz Estelar Roja.
-Ese es el hombre que yo recuerdo –dijo, guiñándole un ojo.
Kaj dejó su taza sobre la consola del sistema, hizo una mueca por una punzada de dolor en la herida vendada de su hombro, y evaluó la apariencia de Raider.
-Todo un cambio respecto a antes, pero el pelo rojo puede delatarte, amigo. Haré que Uthre te prepare...
-Está bien. Mi gorro tapará el rojo. –Raider sonrió y se sentó junto a su hermana-. Ahora hablemos de negocios. Decís que queréis trabajar para la Alianza. Hace una semana o así...
-¿Le apetece un poco de raava frío, amo Durasha?
Raider se volvió hacia el droide de protocolo que llevaba una bandeja. Similar al modelo 3PO estándar, se diferenciaba lo bastante de ese diseño –especialmente en su tinte verduzco- para distinguir que formaba parte de la serie THR. Sin embargo, la voz, agradable y pese a ello provista de un aire bastante aristocrático, confirmaba que las dos series estaban relacionadas.
-No, gracias, U-THR. Tal vez más tarde. Necesito la cabeza despejada para el trabajo que nos espera. Todos la necesitaremos –dijo, mirando con intención a Kaj, que había levantado su jarra de nuevo a los labios. Kaj se detuvo en medio de un trago, y luego fingió no haber escuchado el comentario mientras bajaba la jarra a medio vaciar y hacía señales al droide para que se la rellenara.
Raider resopló.
-En todo caso, como iba diciendo, hace una semana o así mi piloto de carga se vio envuelto en una pelea de bar.
-¡Oh, qué terrible! –dijo el droide.
-Trey era un buen amigo y un piloto del demonio. Seguramente lo mataron. Su muerte es una pérdida para la rebelión. –El tono de Raider se volvió más serio-. Si puedo localizar su alijo, necesitaré transporte para sacarlo de aquí. Nos vendrían bien naves como la vuestra, buenos pilotos, infiltrados hábiles... pero la paga no es gran cosa. Los créditos son difíciles de conseguir en esta línea de trabajo.
-Bueno, eso es un factor, por supuesto –indicó Kaj-, pero hay otras cosas como comida, refugio, partes para mantener actualizada nuestra nave...
-¿Y? –Raider fijó su mirada en Carmesí.
Carmesí y su hermano siempre habían estado muy unidos; lo bastante como para que leer las pistas verbales, el lenguaje corporal y la mente del otro resultase casi como una segunda naturaleza. Ella sabía a dónde quería llegar él, y no le gustaba.
-Sáltate las lecciones ideológicas y guárdate tu política para ti –gruñó ella, con la cara roja y brillante-. Mi mejor amigo fue acribillado por el Imperio. Tú fuiste asesinado por los rebeldes. Pero aquí estás, ¡y ahora estás trabajando para ellos! –Apartó la mirada un instante, y la rabia dejó paso a la confusión-. Mi amigo Kaileel me dijo que estudiase atentamente al Imperio, para ver la maldad que...
-Tenía razón, Celi.
-Tal y como yo lo veo, ambos lados son horribles –dijo ella-. No quiero que esa sea mi lucha. No puedo. Y lo siento, pero, ¿no lo ves? Sólo quiero un trabajo que lleve comida a mi barriga. Si trabajar para la Alianza sirve para eso, entonces me parece bien.
-Celi, no puedes estar diciendo que trabajarías para el Imperio...
-No, desde luego que no. –Negó con la cabeza y suspiró-. No es que piense que los rebeldes tengan razón o no. Es sólo que todo a lo que he tenido que enfrentarme...
-Los compromisos que has evitado –añadió bruscamente Raider.
La voz de Carmesí se tensó.
-Estaba furiosa y dolida. Odiaba a los rebeldes porque creía que te habían matado.
Kaj se acercó a ella rodeando la mesa y le tomó la mano.
-Está bien, Carmesí –le dijo con dulzura.
-¿Qué esperas que diga ahora? –preguntó Carmesí a Raider, mirando a su hermano fijamente a los ojos-. ¿”Adoro a los rebeldes”? Dame un poco de tiempo mientras me acostumbro a la idea.
-Lo sé. Esto debe ser un poco chocante –concedió Raider.
-¿Un poco chocante? –replicó ella, agarrando con fuerza la mano de Kaj-. Piensa más a lo grande, querido hermano.
-¿Como la explosión de una Estrella de la Muerte?
Carmesí trató de forzar una sonrisa.
-Sí, eso se acercaría más.
Durante un largo instante, nadie dijo ni una palabra. Incluso Uthre parecía mantenerse apartado para evitar contacto visual con los demás. Finalmente, Kaj se dio un manotazo en la rodilla.
-Bueno, Raider... ¿crees que podrías ser capaz de encontrarnos trabajo? –preguntó.
Raider inspiró profundamente.
-Probablemente los impes estén peinando la ciudad tratando de encontrar mi cargamento y a nosotros tres. Permanecer en Angjon no puede ser una buena idea.
-Viniste hasta aquí para averiguar qué le había pasado a tu piloto y tu cargamento –dijo Kaj-. Bien podrías terminar lo que empezaste. Ese cargamento debe ser bastante importante para la Alianza. ¿Qué es, de todas formas?
-Suministros que nuestra base necesita; material médico, armas, explosivos, calentadores de bobinas repulsoras...
Kaj alzó la ceja al escuchar el último elemento.
-¿Haciendo modificaciones para clima frío?
Raider se encogió de hombros, indicando un tácito “tal vez” con el que se negaba a divulgar más información.
-Incluso si localizamos el cargamento, todavía tendríamos que salir pitando de aquí sin que nos inspeccionen. –Su mirada pasó de Carmesí a Kaj, y luego de vuelta a ella. Una ligera sonrisa curvó los extremos de su boca-. Pero si os apuntáis, todavía hay otro sitio en el que me gustaría echar un vistazo.
Después de una pausa, Carmesí asintió y trató de devolverle la sonrisa. Raider le dio un reconfortante abrazo, y luego propinó a Uthre una palmada de camaradería en su hombro metálico.
-Pensándolo mejor, Uthre, creo que me vendría bien ese trago ahora.

***

El camarero del SalvaCartas proporcionó alegremente a los contrabandistas la dirección del transportista original de Raider. Doscientos créditos más pobres, Carmesí, su hermano y Kaj atravesaban a toda velocidad una calle residencial en su XP-38. Elevadas estructuras conectadas sobre el nivel del suelo por pasarelas cubiertas asfixiaban el distrito, ahogándolo entre sombras grises.
El apartamento del piloto carecía de pretensiones y estaba escasamente decorado, aparte de una estatua de plastipiedra del Emperador Palpatine, una imagen clásica del arrugado monarca otorgando benevolentemente su Nuevo Orden sobre la galaxia. Carmesí arqueó una ceja al ver la estatua, sorprendida de ver semejante objeto en el hogar de un rebelde.
No estaba segura de qué estaba buscando Raider, pero la acerada concentración de su mirada mientras registraba la habitación le decía muchísimo acerca de su experiencia como agente rebelde. Con una atención formada inicialmente por su servicio al Imperio, examinó todo el apartamento en busca de claves de la ubicación de la carga, pero la búsqueda resultó infructuosa.
Exhalando ruidosamente, abriendo y cerrando las manos como si necesitase permanecer activo, Raider tomó la estatua de Palpatine y leyó distraídamente la inscripción de la base:
-Del Caos, Orden. De la Decadencia, Control. De la Corrupción, Pureza. –Rio fríamente-. Y pensar que nuestra familia... que yo... me tragué toda esta retórica retorcida.
Volviéndose, arrojó la estatua al suelo, donde se partió por la mitad con un satisfactorio estruendo.
Una sonrisa cruzó el rostro de Raider. Siguiendo su mirada, Carmesí y Kaj se descubrieron a sí mismos sonriendo también.
En el suelo, entre polvo de plastipiedra y las mitades dentadas de la estatua, brillaba un objeto metálico. Un pequeño cilindro-llave con una base hexagonal y el otro extremo suave y redondeado. Y tallada con toscas letras en el cilindro... una dirección.

***

Carmesí avanzaba pisando con fuerza hacia la única puerta del oscuro almacén que aún no habían intentado abrir. Tenía sólo un metro de alto, una entrada más adecuada para un jawa que para un humano. El extremo hexagonal del cilindro se deslizó suavemente en la cerradura. ¿Quién iba a pensarlo? Una ligera sonrisa asomó en su rostro cuando la cerradura se abrió con un chasquido. Haciendo con la cabeza una discreta señal al esquife estacionado a una manzana de distancia, abrió la puerta de un empujón.
Justo al entrar en el almacén, en la pared, Carmesí localizó el interruptor de las luces, y un panel de control adyacente que abría un par de grandes puertas dobles. Esa reciente racha de suerte resultaba insólita. De algún modo, las cosas estaban encajando un poco demasiado fácilmente. Un súbito escalofrío recorrió su cuerpo mientras el esquife entraba en la gigantesca sala. Sus ojos vagaron hacia el techo. ¡Cámaras de seguridad!
Carmesí pulsó los controles para cerrar las puertas, agarró su DL-44, y desintegró la cámara más cercana. Kaj vio el rayo de luz y su objetivo. Localizando una segunda cámara ubicada en la esquina opuesta de la sala, abrió fuego.
-¡Vamos a tener compañía! –exclamó mientras Carmesí examinaba ansiosamente la sala en busca de otras medidas de seguridad y otras vías de escape-. Démonos prisa.
Raider saltó desde el vehículo y forzó la tapa de uno de los contenedores que se alineaban junto a la pared. Apartando cuidadosamente las mantas y los kits médicos, inspeccionó el contenido. Ojeó varias cargas de megonita, y luego sopesó un BlasTech A280 completamente nuevo. Satisfecho, se volvió a sus camaradas.
-Bien, esto es lo que estábamos buscando. Kaj, ¿puedes...?
Unos focos llenaron la sala de cegadora luminosidad.
-Vosotros... ¡alto ahí!
Medio cegado por los focos, Kaj permaneció inmóvil mientras dos soldados de asalto caminaban hacia él. Raider, parcialmente oculto por el esquife, mantenía su arma fuera de la vista.
-Vais a venir con nosotros –ordenó uno de los soldados-. El administrador quiere tener una palaba con vosotros.
Raider sonrió con desdén.
-Sí... y esa palabra es... ¡Abajo!
Kaj se tiró al suelo buscando cobertura mientras Raider hacía un barrido con el A280 en un movimiento fluido, su dedo mimetizado con el gatillo. Un soldado de asalto logró efectuar un disparo certero antes de que Raider lo derribara. Con una mueca de dolor, Raider ignoró la ardiente y dolorosa hinchazón de su brazo y disparó al segundo guardia. Su disparo falló por mucho. Otro disparo de bláster cruzó la habitación desde la puerta. El bláster de Carmesí alcanzó su objetivo.
-¿Estáis los dos bien? –preguntó Raider.
Carmesí se acercó a sus compañeros. Ayudó a Kaj a volver a levantarse.
-Estamos bien, pero esos soldados de asalto nos estaban esperando –dijo.
-Os dijo que el Imperio estaría buscando este cargamento –replicó Raider, escrutando la sala.
Kaj se frotó el hombro, aún dolorido por el disparo que había recibido durante la fuga de la prisión.
-Parece que lo han encontrado.
A pesar del dolor palpitante en el brazo, Raider cargó en el esquife una caja sin marcas.
-No tenemos mucho tiempo. Subamos estas armas al esquife y salgamos de aquí.
Carmesí asintió.
-Haré que Uthre prepare el Luz Estela Roja para que podamos despegar en cuanto lleguemos.

***

-Carguero Facetado, le habla la teniente Yma Smada del Control Portuario Dyjillan. Nuestros escáneres muestran que su nave está arrancando motores para el despegue. No tiene autorización de salida. Por favor, apague sus motores inmediatamente, o sus privilegios de atraque serán revocados. Repito, al habla el Control Portuario Dyjillan. Aborte su despegue. No tiene permiso. Responda inmediatamente.
Sentado en la cabina, Kaj Nedmak rio y dio una palmada al reposabrazos de su asiento de capitán.
-¡Ja! Tal vez no haya sido tan malo que nunca encontrase el tiempo para cambiar el identificador de registro de la nave en la OdNS. Aún emitimos la señal del Facetado.
-No empieces todavía a celebrarlo, Kaj –replicó Carmesí, señalando a estribor-. Control Portuario no son los únicos que se han fijado en nosotros.
Kaj echó una mirada en la dirección que estaba señalando y soltó un juramento al ver una escuadra de soldados corriendo hacia su carguero.
-Y TIEs aullando desde babor –añadió Carmesí.
-¡Maldición! –exclamó Kaj-. Salir del Mar de Dunas para caer en el pozo del sarlacc. –Pulsó un interruptor sobre su cabeza-. Raider, tenemos compañía. Será mejor que vayas a la torreta inferior. Algo me dice que este despegue va a hacer que el Cúmulo de las Fauces parezca un crucero de placer rulaariano.
-Entendido –respondió la voz de Raider transmitida desde la bodega de carga.
Carmesí activó interruptores en el panel de navegación.
-Kaj, no sé si ahora mismo el Roja está en forma para enfrentarse a tres globos oculares.
-No creo que tengamos mucha elección. –Sus dedos bailaron sobre los controles como un bith dándolo todo en un fanfar, y el YT-1300 se elevó tan rápidamente que los contrabandistas quedaron clavados en los respaldos de sus asientos-. Lo único que podemos hacer ahora es tratar de cegarlos.
-Muy bien –respondió Carmesí, soltándose el arnés de seguridad.
-Carguero Facetado, repito, aquí el Control Portuario Dyjillan –repitió Smada, con una voz que se volvía más vehemente con cada palabra-. No tiene autorización de salida. Las autoridades han sido alertadas...
Carmesí saltó de su asiento, dio un manotazo al panel para silenciar la voz, y salió corriendo por cubierta en dirección a la torreta artillera superior. Abrochándose el arnés, saludó con la mano a su hermano bajo ella. Sonrió y devolvió su atención al ordenador de objetivos mientras la nave escapaba de la atmósfera de Angjon.
El carguero se sacudió cuando los TIE realizaron una diestra pasada, disparando sus láseres. Kaj aceleró el Luz Estelar Roja, proporcionando a Carmesí y Raider mejor posición para efectuar disparos claros a sus atacantes.
Un TIE estalló instantáneamente en llamas, que quedaron igual de rápidamente extinguidas en el vacío del espacio.
-¡Le di a uno! –exclamó Raider, girando sesenta grados para tratar de apuntar a su compañero de ala. Justo cuando su ordenador de objetivo indicaba el blanco fijado, el tercer TIE consiguió hacer blanco sobre la torreta de Raider, arrancando de cuajo la montura del cañón y haciendo que cayera sobre él una lluvia de chispas-. ¡Frag!
Carmesí se volvió abruptamente al escuchar la explosión y la maldición de Raider.
-¡Raine! –gritó, vislumbrando el ennegrecido transpariacero de la torreta artillera-. ¿Estás bien?
-Bien –respondió él, flexionando los dedos para aliviar los efectos del leve shock que había sufrido-. Pero voy a poder serte de mucha ayuda desde aquí abajo.
Girando en su asiento de artillera para ametrallar a los TIEs atacantes, Carmesí se llevó la mano al auricular.
-Kaj, la torreta inferior está hecha polvo. Raine está bien, pero no sé cuánto podremos durar con sólo un cañón. Será mejor que te luzcas con tu pilotaje.
La estresada voz de Kaj llegó filtrada desde la cabina.
-Limítate a no perder de vista a los dos globos oculares restantes, Roja. Tengo un plan. –Lanzó el carguero en un rápido patrón en zigzag, evitando los cazas-. Raider, vuelve a la bahía de carga. Esos explosivos que hay en tus cajas... podrían resultarnos útiles ahora mismo. Hazte con unas cuantas cargas, ponte un traje de vacío, y dirígete a la esclusa de la compuerta superior.
-¿Traje de vacío? –dijo Raider-. ¿Qué? No...
Carmesí no tenía ni idea de en qué estaba pensando Kaj, pero casi pudo ver la comprensión naciendo en el rostro de su hermano...
-Espera... –dijo Raider-. Creo que sé qué pretendes. Me pongo a ello.
Mientras Raider corría por el pasillo hacia la bodega, el Luz Estelar Roja se sacudió con fuerza. Sonaron explosiones a ambos lados de la nave. Los sensores del equipo de puntería de Carmesí le dijeron que los TIEs habían tomado posiciones de flanqueo.
Genial, pensó. Los generadores de escudo han caído. Un impacto ahora, por pequeño que sea, y somos fuegos artificiales.
-Kaj, vienen de babor y estribor. ¡Sácanos de aquí!
Con una inmediatez que la mayoría de ingenieros sensatos habría creído imposible para una nave de su clase, el Roja rotó sobre su eje, realizando un giro de casi 180 grados sin apenas disminuir su velocidad. Sonaron alarmas y brotaron chorros de vapor por el esfuerzo, con profundo gemido manando de mamparos que nunca se habían diseñado para una maniobra semejante. Pero la nave aguantó de una pieza, gracias a las modificaciones realizadas por su anterior propietario.
Luchando contra la náusea mientras las estrellas pasaban ante ella a velocidad mareante, Carmesí se encontró con ambas naves atacantes de frente. Por el retardo en su respuesta, pudo advertir la aturdida confusión de los pilotos mientras trataban de volver a localizar su presa.
Para un TIE, el retardo fue fatal. Ráfagas continuadas del cañón de la torreta superior del Roja redujeron el caza a polvo espacial. La otra nave se mantuvo fuera de su cono de alcance, danzando alrededor del carguero como una wistie frenética.
Por el auricular, Carmesí escuchó la voz de Kaj.
-Vale, Carmesí, prepárate... espera mis instrucciones.
-Muy bien –respondió ella sin demasiada convicción, esperando que él supiera lo que estaba haciendo.
-Raider, ¿preparado ahí atrás, colega?
-En posición, Kaj. No tienes más que decir la palabra.
-La palabra es... ¡Abajo!
Por un instante, a Carmesí le pareció que no había ocurrido nada, pero de pronto sus sensores registraron el rastro de un objeto a babor, aparentemente procedente del propio Luz Estelar Roja. El carguero giró sobre sí mismo, colocando el objeto entre las dos naves, y luego se detuvo en seco. El corazón de Carmesí hizo lo mismo. Por la galaxia, ¿qué estás haciendo, Kaj? ¡Así parados somos mynocks de feria!
Viendo una apertura, el TIE giró para realizar una última pasada de ataque sobre su esquiva presa.
-Espera, Roja –indicó Kaj. Pasaron un par de segundos, pero parecieron toda una vida-. Aguarda... espera... –y entonces gritó-: ¡Dispara a ese objeto a babor!
Más te vale tener razón, Kaj. Mientras el TIS se les echaba encima, Carmesí fijó en su visor el objeto que flotaba lentamente, y abrió fuego. Una brillante explosión llenó el espacio ante ella, obligándola a protegerse los ojos con las manos. Volviendo a mirar un instante después, vio cómo el TIE volaba directamente a la explosión. El caza estalló en una detonación secundaria que no fue tan espectacular como la primera, pero que desde luego fue más satisfactoria para los ocupantes del Luz Estelar Roja.

***

-Esa ha sido una demostración de estrategia intuitiva de lo más efectiva e inspirada, capitán Nedmak. ¡Muy impresionante!
Kaj sonrió al droide de protocolo de color verde mientras este rellenaba de raava las tazas de sus compañeros.
-Gracias, Uthre. No ha estado nada mal, si se me permite decirlo.
-Hacer que el amo Raider expulsara esa carga de megonita por la escotilla de la esclusa superior para que la ama Carmesí la detonara fue ciertamente una maniobra poco ortodoxa. ¿Cómo discurrió una ofensiva tan poco usual con tan poco tiempo para planearla?
-Bueno, tú mismo lo has dicho, Uthre: Soy inspirado, intuitivo, e impresionante... ¡supongo que podría decirse que pongo los puntos sobre las íes!
Carmesí rio, la primera risa franca que había disfrutado en semanas, que sabía que se debía en gran parte al alivio por haber sobrevivido a los últimos días.
Raider dejó escapar un gruñido y levantó su taza, vaciando su contenido de un largo y suave trago.
-¿Sabes, Kaj? De algún modo tu sentido del humor me parece mucho mejor después de haberme remojado en raava. Vaya, me pregunto por qué será. –Guiñó uno ojo al contrabandista, y luego indicó a U-THR que volviera a servirle.
Efusiva y animada por la bebida, Carmesí deslizó un brazo sobre los hombros de su hermano y otro sobre los de Kaj.
-Bueno, muchachos, aquí estamos. Hemos contactado con la Alianza Rebelde. He encontrado a mi hermano perdido. Hemos logrado encontrar un importante cargamento y escapar con él. Los escudos están arreglados y estamos viajando a salvo trazando círculos en piloto automático. ¿Qué hacemos ahora?
Raider sonrió.
-Ahora, querida hermana, haremos una entrega que lleva mucho tiempo retrasada. –Llevándose la taza a la boca, Raider tomó otro largo trago. Sus ojos verdes brillaron traviesos mientras pasaban de Carmesí a Kaj-. ¿A vosotros dos os gusta la nieve?