Una sincera conversación con el prestigioso clonador sobre mutaciones genéticas, Dick Clark y aprender a quererse a uno mismo
Aunque pocos han escuchado hablar de
los kaminoanos, aquellos que los conocen saben que son los clonadores más
preeminentes de la galaxia. Sus habilidades se desarrollaron como medio de
supervivencia cuando los océanos de su planeta cubrieron la tierra. La práctica
de la crianza selectiva fue necesaria para mantener viable la especie
kaminoana.
Los aparentemente serenos e
inocentes kaminoanos poseen un ingenio científico que les permite destacar en
la manipulación genética de las especies. Se enorgullecen de su trabajo,
aparentemente ajenos a las consecuencias de su destreza.
Los kaminoanos son educados en la
superficie, pero albergan una profundamente asentada intolerancia a la
imperfección. En la clonación, un simple fallo puede causar dañinas mutaciones
genéticas en una remesa completa. Supervisan minuciosamente cada remesa, en
busca de cualquier desviación en la bioquímica durante el proceso de
crecimiento y reacondicionando a clones díscolos que se hayan vuelto demasiado
individualistas durante el entrenamiento.
Los kaminoanos se interesan poco por
la vida más allá de su sistema solar, excepto cuando realizan un pedido. Están
muy apartados de la política galáctica y no tienen reservas éticas acerca de su
trabajo. Sin embargo, desde que proporcionaron un ejército hecho a medida para
la República, han sido arrastrados al meollo de los asuntos galácticos. Hemos
pensado que sería interesante dar a nuestros lectores la oportunidad de conocer
a estos seres y aprender un poco acerca de su “producto”.
Así pues, hemos enviado al
guionista/director Kevin Rubio a Ciudad Tipoca, capital del mundo asolado por
tormentas de Kamino. El vuelo chárter de Kevin se perdió ligeramente navegando
por el laberinto Rishi, pero afortunadamente pudo evitar ser engullido por agujeros
negros. Después de que le ofrecieran una muy necesaria toalla, una
sorprendentemente buena comida, y una exhaustiva visita a las instalaciones de
clonación, Kevin se sentó con el primer ministro Lama Su y una “muestra” de su
producto.
LS: Bienvenido, Señor Rubio. Confío
en que nuestra visita le haya resultado instructiva.
KR: Ha sido muy educativa, gracias.
Me ha extrañado un poco que uno de los miembros del equipo quisiera uno de mis
cabellos...
LS: ¿Puedo ofrecerle algo antes de
comenzar?
KR: ¿Tendría un poco de agua?
LS: Muy divertido. Tengo entendido
que es usted un poco gracioso.
KR: En realidad, no trataba de ser
gracioso. Tanto caminar me ha dado mucha sed... ¿qué quiere decir con “un
poco”?
LS: (a su ayudante) Un vaso de agua para el señor Rubio, por favor.
KR: Gracias. ¿Qué tal si empezamos
por las preguntas sencillas? ¿Por qué la clonación?
LS: Es lo que mejor sabemos hacer.
Al principio, era para salvarnos a nosotros mismos de la extinción. Lo que
inicialmente era crianza selectiva para fortalecer la base genética evolucionó
en una forma muy avanzada de duplicación genética. Por tanto, clonación.
KR: ¿Hay mucho mercado para los
clones?
LS: Nuestra clientela es mínima,
pero lucrativa. Por supuesto, siempre hay margen para la expansión. La
República tiene que recibir otro millón de soldados clon dentro de pocos años,
nuestro mayor encargo hasta la fecha.
KR: ¿Quién fue su primer cliente?
LS: Por favor, discúlpeme. No tengo
la libertad de divulgar esa información. Nos enorgullecemos de nuestra
confidencialidad. Puedo decirle que era un encargo pequeño y personal que nos
proporcionó mucho reconocimiento.
KR: La clonación está en auge allá
de donde vengo, pero aún no está ni de lejos a su nivel. ¿Cree que hay mercado en
la Tierra para sus servicios?
LS: Por lo poco que sé de su
cultura, deduzco que la mayoría de estrellas de cine resultarían fuentes
populares... particularmente ese tal Brad Pitt; tengo entendido que sus
servicios son muy solicitados.
KR: Si tuviera la oportunidad, ¿a
quién de la Tierra estaría interesado en clonar?
LS: El líder espiritual que oficia
el ritual anual de la caída de la estrella ante miles de devotos feligreses.
¿Cómo lo llaman?
KR: ¿Dick Clark?[1]
LS: ¡Sí! Un ejemplar excelente.
KR: ¿Qué hay de Albert Einstein, o
Gandhi?
LS: No conozco a esos dos. ¿Siguen
en activo?
KR: Bueno, ambos están muertos, pero
pensaba que todo lo que necesitaban era una muestra genética.
LS: Cierto, pero nos preciamos de
buscar la perfección. Las muestras más viables proceden de donantes vivos, y la
reanimación está en contra de nuestra política. Sin un donante disponible para
estudiarlo en detalle, no podemos asegurar que el producto alcance nuestros
elevados estándares.
KR: ¿Alguna vez han tenido una...
hm, remesa mala?
LS: No desde hace bastante tiempo.
Hemos perfeccionado el proceso, eliminando virtualmente todas las mutaciones
aleatorias.
KR: Teniendo en cuenta su línea de
negocio, ¿qué opina sobre la teoría del caos? Ya sabe, “la vida se abre camino...”
LS: La teoría del caos sólo puede
aplicarse a entornos naturales donde las variables están en constante estado de
flujo. Dado que nuestro proceso está bajo meticulosa supervisión, su “teoría
del caos” es irrelevante. Seríamos negligentes si permitiéramos tal cosa aquí.
KR: ¿Han eliminado todas las
mutaciones aleatorias?
LS: Ninguna mutación es realmente
aleatoria; sólo es cuestión de lo bien que las documentes. Tenemos una media de
siete clones aberrantes cada doscientos. Habitualmente podemos corregir
mutaciones dañinas mediante condicionamiento intensivo.
KR: Hablando de acondicionamiento,
he visto la última remesa de clones –eso todavía sigue sonando raro- con esos
alucinantes auriculares. Parecían aprender a un ritmo acelerado.
LS: En realidad estaban jugando a
uno de esos juegos multijugador masivo en línea. Es triste, en realidad.
Siempre acaba del mismo modo: Todos quieren ser soldados, así que no hay nadie
para cosechar comida, construir tabernas, o fabricar armas. Sin nadie que les
diga qué hacer, se limitan a dar vueltas y esperar a que el siguiente monstruo
aparezca y se los coma.
KR: Este último pedido –el Ejército
de la República- ¿es su mayor logro?
LS: Desde luego que sí. Nuestro
éxito se debe a nuestra fuente original tanto como a nuestros elevados estándares.
Jango Fett es uno de los mejores ejemplares que hemos visto jamás. No sólo
proporciona su material genético, también ayudó en el entrenamiento de la
primera remesa. Nunca antes habíamos tenido una fuente tan involucrada en el
proceso. El material genético de Jango se ha usado para producir 200.000 ejemplares
totalmente desarrollados y entrenados, y el millón restante en proceso. ¿Le
apetecería conocer a uno?
KR: Claro.
LS: (señalando la entrada de la habitación) Le presento al soldado clon
CT-282-SD00001-98372513B. Puede llamarle “dos-ocho-dos” para abreviar. Si no le
importa, les dejaré a los dos a solas por instante. Se requiere mi atención
inmediata, pero regresaré en breve.
KR: Es un placer conocerle.
282: Gracias, señor.
KR: Bueno, ¿qué se siente al
levantarse cada mañana y encontrarse con uno mismo durante todo el día?
282: Es bastante reconfortante,
señor. No tengo necesidad de demostrar que soy mejor que ningún otro, porque
todos somos iguales.
KR: Si dos clones se enfrentasen en
una pelea, ¿quién ganaría?
282: Eso dependería de su
entrenamiento, señor. Una competición entre dos miembros de la misma clase
terminaría en tablas.
KR: Eso debe de ser frustrante.
282: No, señor. Confirma que todos
somos igualmente capaces.
KR: ¿Cómo el comunismo?
282: En realidad sería más como el
socialismo, pero la analogía seguiría siendo incorrecta. La palabra que está
buscando es “militarismo”.
KR: Muy bien... ¿Hay alguna cosa en
la que usted como individuo sea mejor, que no tenga que ver con su
entrenamiento?
282: Sí, puedo... no, espere. Hay
como otros 30.000 que pueden hacer eso... Bueno, yo... hmm. Hay una... no,
ellos también pueden hacer eso. Me temo que debo decir que no, señor.
KR: Entonces supongo...
282: ¡Espere! Puedo manejar un...
no. Maldición, todo el mundo puede hacer eso. Eh, continúe, por favor.
KR: Entonces realmente no sabe lo
que es ser “uno entre un millón”, ¿verdad?
282: No, en realidad es más como ser uno
de un millón.
KR: ¿Alguna vez os hacéis bromas
entre vosotros, como fingir ser otro?
282: Con el debido respeto, señor,
esa broma se hizo vieja antes de mi primer cumpleaños.
KR: Lo siento... bueno, parece que
Lama Su está de vuelta, y ha traído a alguien más... ¡Oh, dios mío! ¡Soy yo!
LS: Señor Rubio, confío en que dos-ocho-dos
le haya resultado instructivo.
KR: Eh... parece que la clonación
añade unos cuantos kilos, ¿no? Sin embargo, tengo muy buen aspecto, aunque sea
yo quien lo diga. De todas formas, es un poquito espeluznante... Lo siento,
primer ministro, ¿qué decía?
LS: Su editor me dijo que tiene
usted cierta tendencia a entregar sus encargos a última hora. Le presento esta
muestra de nuestro trabajo, sin coste para usted. Esperamos que nuestro
presente le ofrezca buen servicio.
KR: Eso es muy amable, pero, eh...
KR2: ¿A quién tratas de engañar? Si
alguien necesita esto, eres tú. Primer
ministro, ¿le ha preguntado acerca de su loca teoría de la “mente colmena”?
LS: Bueno, no, él no...
KR2: ¿No le has preguntado eso?
KR: Me despisté un poco con todos
los clones rondando...
KR2: ¿Y la pregunta del marxismo
frente al socialismo?
282: En realidad, él pensó que era
comunismo.
KR2: Qué idiota...
KR: ¡Eh!
LS: Asombroso, señor Rubio, ¿no cree?
KR: No es exactamente la palabra que
yo usaría...
KR2: No me sorprende, teniendo en
cuenta tu vocabulario.
KR: Oh, cállate.
KR2: Cállate tú.
KR: Sabes, si no fueras yo, te...
KR2: ¿Qué, me agredirías verbalmente
con coletillas mal citadas de películas icónicas de los 80?
KR: ¡Basta! Cuando salgamos de
aquí...
KR2: ¿Sabían que su predilección por
las rubias se basa en el hecho de que nunca pudo olvidar a una chica que le
rechazó en el instituto?
LS: ¿En serio? Qué triste. Podríamos
ser capaces de conseguir otra muestra que pueda ayudarle con su, hm,
“problema”.
KR: ¡Espera a que te ponga las manos
encima! ¡Estás muerto!
KR2: ¿Cómo se llamaba? ¡Ah, sí,
Pamelyn Ferdin!
KR: ¡Deja de huir, cobarde!
KR: ¡Atrápame si puedes, pringado!
LS: Ha sido un placer, señores
Rubio. Por favor, vuelvan otro día, y hablen de nosotros a todos sus amigos.
[1] Dick Clark (1929-2012) fue un conocido presentador de televisión estadounidense
que se encargó durante cuatro décadas (de 1972 a 2012) de retransmitir la
llegada del año nuevo desde Times Square, en Nueva York. En la fecha de
publicación original de este artículo (abril de 2003) contaba con 73 años de
edad y ya era una de las personas de más edad en activo en la televisión. Aún
permaneció en activo hasta su muerte, con 82 años. (N. del T.)
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