jueves, 4 de agosto de 2011

El honor de los Jedi (139)

139
Luke alza su sable de luz, activando la hoja en cuanto pasa junto a Erredós. El guardia reacciona demasiado lento, y Luke hunde la hoja en su cuello. Un disparo de bláster del otro guardia pasa zumbando sobre su cabeza.
Algo golpea el hombro izquierdo de Luke, derribándolo del carro repulsor. Aterriza sobre el soldado de asalto. Cuando intenta levantarse, el dolor recorre todo su tronco. Se derrumba en el suelo, dándose cuenta finalmente de que tiene un agujero de bláster en el hombro.
El soldado de asalto restante empuja a Luke con su bota. Oleadas de agonía recorren su cuerpo. Trata de blandir su sable de luz, pero encuentra que tiene las manos vacías.
-Nadie escapa de Tol Ado -dice el soldado-. ¿Por qué los prisioneros seguís intentándolo?

Luke escapará... después de que se cure su hombro. Por desgracia, nunca descubrirá qué ocurrió con Erling Tredway, o por qué Erling es tan importante para Sebastian Parnell y Mon Mothma. Vuelve a la sección uno y prueba de nuevo.

El honor de los Jedi (103)

103
Justo antes de llegar al foco de luz, otro disparo de bláster destella desde el techo. El oficial retrocede ante el disparo y deja caer sus pantalones al suelo.
-Detened esta tortura -ordena Luke-. ¡En nombre de la Alianza! -Espera que el tono de su voz haga que se detengan y que mencionando la rebelión deje claras sus simpatías. Por desgracia, es imposible descifrar el súbito silencio que sigue.
La reacción del imperial es una mezcla de vergüenza, rabia, y extrañeza. Su mirada se enfoca lentamente en el joven piloto que ve ante él, con su sable de luz zumbando suavemente.
-¡La Alianza! ¿Cómo...?
Sin advertencia previa, dos de las criaturas de ojos rojos descienden a la altura de sus hombros, agarran al oficial imperial por los sobacos y lo alzan a la oscuridad que se cierne sobre ellos. El hombre ni siquiera tiene tiempo para gritar.
Luke reacciona una fracción de segundo después, saltando al lugar en el que antes estaba el imperial. Pero su sable de luz no encuentra otra cosa que una red estructural; una lluvia de chispas y un chirriante gemido metálico son testigos de ello. Entonces vuelve el silencio. El rebelde no puede ver nada más allá de las cuatro lámparas ancladas en las negras alturas sobre él. Se detiene, pero parece que se han ido, llevándose al oficial con ellos.
Cierra los ojos brevemente lamentando haber fracasado en liberar al imperial, pero Luke sabe que tiene poco tiempo que perder en lamentaciones. Él mismo es un fugitivo. Abandonar ese lugar debe ser su prioridad máxima.
El uniforme del hombre está en el suelo, arrugado en un montón. Luke lo toma y retrocede al pasillo, donde se lo prueba rápidamente. Es una talla más grande en todas las medidas, pero debería pasar una inspección casual. Luke sujeta su sable de luz al cinturón y luego avanza rápidamente por el pasillo.
Se detiene en el tercer panel de acceso que encuentra. Debería estar lo bastante lejos del lugar de su fuga para evitar ser detectado. ¡Y desde luego no quiere que encuentren ahí abajo vestido con un uniforme imperial!
Tras abrir cuidadosamente el panel para asegurarse de que su salida quedaría inadvertida, Luke sale de la sub-instalación. Vuelve a colocar el panel en su sitio y luego gira por un pasillo transversal. El pasillo transversal comunica con un pasaje más grande y transitado. Es entonces cuando Luke nota una humedad pegajosa en la parte izquierda del cuello de su uniforme.
Frota la zona, ¡y el dedo regresa cubierto de sangre! Luke se arriesga a bajar la mirada hacia el cuello. Por suerte, la naturaleza de la mancha no está clara; simplemente parece ser una zona más oscura y brillante en el uniforme negro. Luke gira pro el pasillo, tratando de mantener su lado izquierdo pegado a la pared.
-¡Teniente!
Un oficial imperial detiene su carro repulsor a tres metros frente a Luke. Un ithoriano está sentado en el asiento del copiloto. Mantiene su largo cuello plano orgullosamente alejado del oficial. Los dos ojos en su cabeza con forma de martillo miran a Luke con desdén.

El honor de los Jedi (62)

62
Justo antes de llegar al foco de luz, otro disparo de bláster destella desde el techo. Luke salta y blande su sable de luz.
Algo grita, y luego una pistola bláster y una garra curtida caen al suelo.
-¡Deteneos! -grita Luke. Mira hacia arriba, hacia cuatro lámparas brillantes; no puede ver en absoluto a las criaturas.
-¡Mátalo! -susurra una voz enfadada. El imperial agarra el bláster y dispara a la oscuridad.
Luke escucha el sonido de las criaturas al escapar, pero no puede verlas. Deja de mirar y se relaja. Tiene otros sentidos aparte de la vista. Algo chasquea sobre su cabeza y Luke mueve su sable de luz sin pensar... deteniéndose sin más donde era necesario. Una criatura sisea y se aleja.
Luke da media vuelta y luego se lanza a la oscuridad. Un disparo de bláster resuena en e pasillo y una de las criaturas oscuras grita. Otra forma oscura cae al suelo, con un líquido verde azulado manando de la herida de sable. Sobre su cabeza se oyen susurros y siseos.
Luke se acerca al cuerpo sin vida.
-Alejaos antes de que mueran más de vosotros.
Un disparo de bláster explota a su izquierda, pero el instinto de Luke le dice que permanezca inmóvil. Se oye un sonido de algo moviéndose. Luke salta hacia arriba y agita su hoja. Otro grito resuena en la oscuridad y un cuerpo sin vida cae pesadamente al suelo.
No necesita volver a advertir a los supervivientes. Se alejan apresuradamente, llevándose sus luces con ellos.
-No entiendo por qué me has ayudado, fugitivo, pero tienes mi gratitud -dice el imperial.
-Yo tampoco estoy muy seguro de por qué lo he hecho -dice Luke, manteniendo su sable de luz activado-. Pero que no se te ocurra pensar en entregarme.
El imperial le mira detenidamente.
-Te debo mi vida, y no voy a pagar mi deuda con una traición. -Muestra a Luke su índice dislocado. En la segunda articulación, está torcido noventa grados hacia el pulgar-. ¿Te importaría guardar eso?
Luke desactiva su sable de luz y lo sujeta en su cinturón.
-¿Me ayudarás a salir de Tol Ado?
Luke agarra el índice del oficial entre sus dedos.
El oficial lo piensa un instante.
-Sí -dice finalmente. Aleja su mano de Luke en un movimiento firme y constante. El dedo se endereza lentamente y vuelve a su posición con un chasquido. Suelta un gemido-. Esto servirá de momento. Ahora busquémoste un disfraz.
El oficial dirige la marcha a través de un laberinto de pasillos. Durante el camino, explica que los prisioneros ocasionalmente escapan a la instalación subterránea. Nadie sabe cuántos hay, pero la cifra debe pasar del millar. Muchos oficiales no se atreverían a entrar solos en la sub-instalación. Se negaba a creer que la situación fuera tan peligrosa, de modo que cuando le pidieron que comprobase unos daños en unos conductos de ventilación, bajó solo. No volvería a cometer ese error.
Al rato, el oficial abre un panel de acceso en el techo. Tras asegurarse de que el camino está despejado, hace gestos a Luke para que le siga. Rápidamente se acercan a una de las 100 puertas que se alinean en un largo pasillo.
-Mi cubículo -explica, presionando la palma de su mano contra el sensor de la cerradura. La puerta se abre deslizándose, revelando una pequeña habitación que contiene un escritorio, una cama y un armario. Saca del armario un uniforme y se lo da a Luke.
-Ponte esto. Puede que no te quede perfecto, pero tendrá que servir. Volveré; no abras esta puerta hasta que regrese.
Luke se pone el uniforme y espera. Le está un poco grande por todas partes, pero en general tampoco le queda tan mal. A pesar del hecho de haber salvado la vida de ese hombre, Luke no está seguro de que deba confiar en el Imperial. El hombre parece bastante sincero, pero el engaño imperial es legendario. Por otra parte, el oficial fácilmente podía haberle conducido sin más a un calabozo. Finalmente, Luke se da cuenta de que su mejor oportunidad de escapar consiste en confiar.
Una hora más tarde, el oficial regresa. Le da a Luke un datavídeo con un mapa, y luego le dirige a un pequeño carro repulsor.
-Dirígete a la estación de lanzaderas del personal de mando. Tu número de autorización es 061960; eso te llevará al depósito de suministros imperial en Poe. ¿Entendido?
Luke asiente.
-Gracias... Ni siquiera sé tu nombre.
-Dejémoslo así -dice el oficial-. Por si acaso.
Luke sonríe.
-Comprendo. -Se siente mucho mejor por haber confiado en el hombre.
Dos horas más tarde, alcanza las puertas de la estación de mando. Dos soldados de asalto montan guardia. Un oficial que escolta a un ithoriano está detenido ante las puertas. Conforme Luke se acerca tras ellos, el ithoriano se vuelve y le mira fijamente. Por un instante, teme que el ithoriano se de cuenta de que es un prisionero.
El alienígena se vuelve al conductor.
-¿Has tomado la ruta turística? Casi hemos llegado tarde a mi lanzadera.
Luke respira con signos de alivio. La actitud del ithoriano es simple arrogancia.
-Tenemos tiempo de sobra, Oosea, señor -responde el oficial, avanzando hacia la estación. Oosea no responde.
Luke avanza. Con su corazón latiendo salvajemente de aprensión y miedo, recita a los soldados de asalto su código de autorización. Para gran alivio suyo, le indican que pase a la estación. Luke aparca su carro cerca de la entrada.

martes, 2 de agosto de 2011

El honor de los Jedi (146)

146
Luke gira a la izquierda hacia el muelle de suministros. Pasar esos guardias sin crear un disturbio es demasiado complicado. Al acercarse, la pesada puerta se abre con una ráfaga de aire.
Un pasillo corto se extiende unos 20 metros y luego se abre en un inmenso hangar. Justo al otro lado del pasillo, un campo de fuerza selectivo mantiene a raya al tornado negro de la atmósfera de Tol Ado. Una barcaza de carga está pasando por el campo de fuerza cuando ellos entran.
Las puertas dobles se cierran con un golpe seco tras ellos. Luke avanza al final del pasillo.
-¿Código de autorización? -pregunta una voz a su izquierda. Ahí se encuentra un único soldado de asalto, apuntando con su bláster a Luke. Luke deja caer la mano a su sable de luz.
-Este parece un prisionero -dice otro soldado, esta vez a la derecha.
-¡A ver cómo nos saca la Fuerza de ésta! -susurra Erling.
Las palabras de Erling hacen que un escalofrío de rabia recorra el cuerpo de Luke. Tal vez ya es la hora de enseñarle una lección acerca del poder de la Fuerza.

El honor de los Jedi (56)

56
Luke aterriza en el lado izquierdo de la camilla y se escabulle por el pasillo. Activa la apertura de la primera puerta que alcanza, y luego entra en una pequeña habitación llena de armarios. Un uniforme negro se encuentra pulcramente doblado en un banco en el centro de la sala. Trajes anti-contaminación cuelgan de unos percheros al fondo de la sala. Una videoseñal sobre los trajes indica: “Selle su traje antes de entrar en la zona de eliminación”.
Tal como esperaba, la bolsa de la camilla de Luke contenía sus efectos personales... incluyendo su sable de luz. Luke se prueba el uniforme; le cuelga un poco de los hombros y le sobra en la cintura, pero debería pasar una inspección casual. Sujeta el sable de luz en el cinturón y sale de la sala.
Sigue el pasillo alejándose del centro de eliminación, y luego continúa por un pasillo transversal hacia un pasaje más transitado. Con cierta regularidad pasan carros repulsores que transportan oficiales y soldados de asalto. Luke gira a la izquierda.
-¡Teniente!
Un oficial imperial detiene su carro a tres metros frente a Luke. Un ithoriano está sentado en el asiento del copiloto. Mantiene su largo cuello plano orgullosamente alejado del oficial. Los dos ojos en su cabeza con forma de martillo miran a Luke con desdén.

El honor de los Jedi (94)

94
Luke se deja caer por el lado derecho de la camilla y se arrastra hacia el panel de acceso. Lo levanta y, sin detenerse, se deja caer en la oscuridad.
Aterriza en un pasillo tenuemente iluminado. Tuberías, conductos, cables y equipamiento de todo tipo se alinean en el pasaje a ambos lados. La maraña es tan gruesa que a Luke le recuerda la jungla de la luna de Yavin.
Un disparo de bláster resuena más adelante. Luke abre la bolsa que recogió de su camilla. Como esperaba, contiene sus efectos personales... incluyendo su sable de luz. Saca el cable de la bolsa, cierra el panel de acceso sobre su cabeza, y luego comienza a caminar por el pasillo hacia el sonido de los disparos de bláster.
Un centenar de metros más adelante, un único oficial imperial vestido sólo parcialmente está de pie en una columna de luz. Está desarmado, y tiene varios cortes dentados en la cara. Seis criaturas, negras como el propio Tol Ado, cuelgan del techo mediante largos y delgados rabos. Tienen orejas como aletas cuadradas y, haciendo las veces de ojos, finas ranuras rojas ubicadas bajo un peludo ceño fruncido. Cada uno de ellos sostiene un bláster en sus manos con garras.
-¡Desnúdate, imperial! -dice uno. Le dispara al pie con el bláster-. Desnúdate y muere de humillación.
Al activar su sable de luz, el joven rebelde estudia la situación. Las criaturas están claramente torturando hasta la muerte al oficial. Luke no puede permitirlo. Cuando piensa en los desgarradores gritos que soportó mientras estaba sentado en su celda, el piloto se reafirma en su odio hacia semejante crueldad... sea cual sea el bando al que juren lealtad los torturadores. Puede tratar de convencer a las criaturas negras para que cesen en sus actividades, o puede simplemente atacar.

lunes, 1 de agosto de 2011

El honor de los Jedi (138)

138
Luke hace girar el carro. Una hora más tarde, rodean una suave curva y el zumbido incrementa súbitamente su volumen.
-Espero que este camino no haga que nos maten -dice Luke.
-No sé qué es lo que está causando ese ruido -dice Erling-, pero sí que sé que por aquí se va a las estaciones de lanzamiento.
El zumbido continúa, haciéndose más fuerte conforme avanzan. Una gran tubería amarilla de un metro de diámetro aparece sobre ellos. Luke y Erling deben agacharse para evitar golpearse las cabezas. Cinco kilómetros más adelante, el pasaje se ensancha y la tubería entra en una gran caja. Tan pronto pasan de largo la caja, el zumbido desaparece.
Dos horas más tarde, alcanzan una intersección. Erling indica a Luke que giren a la derecha. El pasillo pronto comienza a ascender y termina en unas puertas activadas por sensores. Luke avanza hacia los sensores, nervioso ante lo que puedan encontrarse al otro lado. Las puertas se abren con un siseo.
Un breve pasillo se extiende unos 20 metros ante ellos, antes de formar un cruce con forma de T con otro pasillo. Hay una puerta cerrada a cada lado del breve pasillo. Al contrario de los túneles de la instalación subterránea, estos pasillos están tan bien iluminados que le hacen daño a Luke en los ojos. Las puertas se cierran con un golpe tras ellos. Luke aparca el carro junto a la puerta de la derecha.
-No podemos seguir viajando así -dice Luke-. Si nos topamos con alguien antes de que nuestros ojos se acostumbren, estaremos en serios apuros.
Descarga a Erredós y lo coloca frente a la puerta.
-Ábrela.
El droide extiende obedientemente un apéndice y desactiva el cerrojo. Luke entra dentro tan pronto como la puerta se hace a un lado con un siseo.
La luz es menos brillante en el interior. La sala está repleta de equipo confiscado; blásteres de todas las formas y tamaños, un par de cañones láser y de iones, vibro-hachas, picas de fuerza, y armaduras personales. Una armadura en concreto atrae la atención de Luke. Es negro como el polvo de nebulosa, con una capa y un casco acampanado. Aunque no es una réplica exacta del traje de Darth Vader, es lo bastante parecido como para engañar a alguien que sólo conociera de oídas al Señor Oscuro. Luke no tiene la menor duda de que el propietario de esa armadura fue arrestado por hacerse pasar por Vader. De todos los crímenes que un ser pudiera cometer, Luke no puede pensar en nada más estúpido.
Erling se acerca a Luke.
-Me gustaría que aceptases mi agradecimiento -dice. Incluso cuando intenta ser humilde, Erling construye sus frases en función de sus propios deseos y voluntades.
-¿Por qué?
-Por salvarme la vida, a pesar de los problemas que pueda haber causado.
-Que causaste -corrige Luke. Aún no está dispuesto a perdonar a Erling-. Buenas personas murieron.
-Entonces acepta también mis disculpas. Lo compensaré.
-¿Cómo? -salta Luke-. ¡Han muerto! No puedes devolverles la vida. -Erling baja la mirada y lucha por no dar una respuesta airada-. Olvídalo -dice Luke un instante después. Los resentimientos no servirían de nada-. Gideon vino porque quería hacerlo. Acepto tu agradecimiento, pero no merezco ninguna disculpa.
El rostro de Erling se suaviza. Toma el casco negro en sus manos.
-Terrorífico, ¿verdad?
-No es tan malo comparado con el de verdad. ¿Alguna vez has visto a Darth Vader?
-¡Vader! -Erling jadea, dejando caer el casco-. ¡Él mató a mi padre!
-Al mío también -dice Luke. Devuelve el casco a su lugar adecuado.
-¿En serio? ¿Tu padre era un Jedi?
Luke asiente. Aunque no se siente cómodo revelando su identidad, continúa teniendo la esperanza de encontrar otro arma que haya sufrido dolores similares.
-Anakin Skywalker. ¿Lo conociste?
Erling asiente.
-Sí. Era un hombre alto, fuerte como un bantha y rápido como un dewback. Mi padre le admiraba mucho.
-Cuéntame más.
-No recuerdo mucho. Era pequeño cuando nos visitaba. Era orgulloso en exceso, tremendamente inteligente e inusualmente reservado. Recuerdo a mi padre comparándolo con una central geotérmica; templado en el exterior, pero hirviendo en su interior con energía apenas controlable. Era tan devoto como mi padre hacia esa equivocada mitología Jedi.
-¿Equivocada mitología? -repite Luke de forma cortante.
-Creía en muchas filosofías fantasiosas.
-¿Quieres decir “filosofías fantasiosas” como la Fuerza?
-Exactamente. Por favor, no pienses que dejo que sus pintorescas creencias empañen su memoria...
Luke le corta.
-Mis ojos ya se han adaptado. -Luchando por mantener la calma, abre la marcha fuera de la sala.
No mucho más tarde, llegan a otra intersección en forma de T. A la izquierda, el pasillo termina en una gigantesca puerta doble sin vigilancia. A la derecha, el pasillo termina en una puerta más pequeña vigilada por dos soldados de asalto.
-El camino a la derecha conduce a la estación de lanzaderas del personal de mando -le informa Erling-, y el de la izquierda a un muelle de suministros.
-¿Cómo sabes todo esto? -pregunta Luke.
-Simplemente confía en lo que te digo -replica Erling.
Luke considera sus opciones. Probablemente sea más fácil entrar en el muelle de suministros... pero esa misma facilidad le preocupa. La falta de guardias indica lo seguros que se sienten ante las posibilidades de un prisionero de colarse de polizón en una barcaza de suministros.
Las puertas que conducen a la estación de lanzaderas de mando parecen más accesibles. Si pueden pasar los guardias sin levantar la alarma, probablemente puedan marcharse sin incidentes. Pero pasar junto a los guardias será un problema... a menos que pueda usar la Fuerza para persuadir a los soldados de asalto de que los dejen pasar. Es un truco que una vez vio usar a Ben Kenobi. Con un poco de suerte, puede imitarlo ahora... y probar a Erling que la Fuerza es más que sólo una “filosofía fantasiosa”.

El honor de los Jedi (73)

73
-¡Aaaaahhhhhh!
Todo está oscuro. Más que oscuro; negro.
-¿Dónde está Ire Eleazari?
Luke yace sobre metal frío. Sus sienes laten con dolor insoportable, y todo su cuerpo está dolorido como si un droide le hubiera dado una paliza sónica.
-¡Aaaaaaahhhhhh! -Otro grito de agonía.
-¿Crees que estoy disfrutando con esto? Habla... o el dolor será peor aún. -La voz del interrogador parece razonable y empática; sólo está haciendo su trabajo.
Luke balbucea.
-No conozco a ningún Ire...
Otro grito le interrumpe; la voz pertenece a otra persona. El piloto rebelde vuelve lentamente en sí. Está tumbado en un sencillo camastro de metal en una celda oscura. La voz del interrogador -y los gritos de la víctima- provienen de una gran cámara en algún lugar fuera de su habitación.
Con el corazón en un puño, Luke se da cuenta de que los imperiales le han capturado. Se pone en pie y explora su celda con las manos. Tiene dos metros de ancho y tres de largo. Hay un cubículo sanitario cerca de la cabecera del camastro. A los pies del camastro hay una puerta con dos ranuras.
El interrogatorio continúa durante horas. Luke no puede hacer otra cosa salvo escucharlo. Los imperiales deben haber diseñado este bloque de celdas para que todos los interrogatorios se escuchasen desde cada una de las celdas. Para Luke, los peores momentos son cuando una máquina zumba o sisea y la víctima no grita. Hace que se pregunte si el ser ha muerto, o si el dolor es tan intenso que le impide gritar. El mero hecho de estar en una celda es una tortura.
Nadie molesta a Luke durante lo que lo que podrían haber sido días, aunque no tiene ningún modo de medir el paso del tiempo. Incluso sus comidas -que consisten en una insípida pasta de proteínas- llegan a intervalos irregulares. En los escasos momentos en los que una tortura no le impide pensar racionalmente, Luke piensa en su situación. Aunque no tiene forma de saber qué ha pasado con Erredós-Dedós, está seguro de que el pequeño droide ya está de vuelta en la base rebelde. Erredós tiene un don para la autoconservación. Casi parece que fuera invisible para los seres vivos, porque raramente se les cruza por la mente que un droide pueda ser algo de lo que deban preocuparse. En cuanto a los demás... no sabe nada, y aunque lo supiera no podría hacer nada.
En cuanto a sí mismo, por otra parte, Luke tiene mucho de lo que preocuparse. Por lo que sabe, los imperiales pretenden dejarle en esa celda oscura para que se pudra. Si quiere escapar, debe ponerse manos a la obra. Pero está atrapado en una oscura celda de metal sin ningún equipo. Su único contacto con el mundo exterior llega cuando algún droide desliza un plato de comida en su celda. ¿Qué puede hacer?
Se le ocurre un plan; debe usar el único recurso que tiene para aprovecharse de su único contacto con el mundo interior. Se tumba en el camastro y se concentra en su interior, tratando de encontrar la tranquilidad que sirve como conductor para la Fuerza. Una extraña ligereza invade su cerebro; se agarra a esa sensación y enfoca toda su concentración en ella. Su meditación dura horas, se extiende durante días, tal vez incluso semanas. Luke sólo advierte borrosamente los platos de comida que caen en si celda; él extra su sustento de una fuente distinta.
Finalmente, la puerta se abre. Un oficial imperial pasa sobre la pila de comida en descomposición que se acumula en la entrada y entra en la celda.
-Nunca me acostumbraré al olor de la podredumbre -dice, sofocando una arcada. Luke enfoca su voluntad en permanecer perfectamente inmóvil, en ralentizar su respiración y sus latidos hasta frecuencias imperceptibles, y en bajar su temperatura corporal. Se concentra en parecer muerto.
El oficial le alumbra la cara y luego coloca dos dedos en su garganta. Luke sigue inmóvil.
-Me pregunto cómo ha podido pasar esto. Ni siquiera estaba previsto todavía su interrogatorio.
El oficial se retira rápidamente.
Dos soldados de asalto entran en la celda y llevan a Luke a una camilla repulsora que espera en el exterior de la celda. La camilla está en una balconada metálica que recorre toda la longitud de ese nivel. Al otro lado de la balconada, un pozo abierto desciende hacia el fondo del escasamente iluminado bloque.
-Me reuniré con vosotros fuera del centro de procesado.
Los dos soldados se llevan a Luke a través de una serie de oficinas brillantemente iluminadas. Finalmente, enganchan su camilla al final de un largo tren de “vagones” similares. El oficial deposita una bolsa sobre la camilla.
-¡Llévatelos, Stan!
La camilla avanza sacudiéndose por un largo pasillo y pasa unas pesadas compuertas blindadas. Treinta minutos más tarde, el fantasmal tren se detiene mientras unas pesadas puertas dobles se abren. Las puertas conducen a una sala donde varios droides descargan cuerpos desde trenes similares a una cinta transportadora. A la derecha del tren, un panel de acceso en el suelo se encuentra ligeramente entreabierto. A la izquierda, un breve pasillo conduce a una serie de puertas. Luke agarra la bolsa de su camilla y baja rodando al suelo.