62
Justo antes de llegar al foco de luz, otro disparo de bláster destella desde el techo. Luke salta y blande su sable de luz.
Algo grita, y luego una pistola bláster y una garra curtida caen al suelo.
-¡Deteneos! -grita Luke. Mira hacia arriba, hacia cuatro lámparas brillantes; no puede ver en absoluto a las criaturas.
-¡Mátalo! -susurra una voz enfadada. El imperial agarra el bláster y dispara a la oscuridad.
Luke escucha el sonido de las criaturas al escapar, pero no puede verlas. Deja de mirar y se relaja. Tiene otros sentidos aparte de la vista. Algo chasquea sobre su cabeza y Luke mueve su sable de luz sin pensar... deteniéndose sin más donde era necesario. Una criatura sisea y se aleja.
Luke da media vuelta y luego se lanza a la oscuridad. Un disparo de bláster resuena en e pasillo y una de las criaturas oscuras grita. Otra forma oscura cae al suelo, con un líquido verde azulado manando de la herida de sable. Sobre su cabeza se oyen susurros y siseos.
Luke se acerca al cuerpo sin vida.
-Alejaos antes de que mueran más de vosotros.
Un disparo de bláster explota a su izquierda, pero el instinto de Luke le dice que permanezca inmóvil. Se oye un sonido de algo moviéndose. Luke salta hacia arriba y agita su hoja. Otro grito resuena en la oscuridad y un cuerpo sin vida cae pesadamente al suelo.
No necesita volver a advertir a los supervivientes. Se alejan apresuradamente, llevándose sus luces con ellos.
-No entiendo por qué me has ayudado, fugitivo, pero tienes mi gratitud -dice el imperial.
-Yo tampoco estoy muy seguro de por qué lo he hecho -dice Luke, manteniendo su sable de luz activado-. Pero que no se te ocurra pensar en entregarme.
El imperial le mira detenidamente.
-Te debo mi vida, y no voy a pagar mi deuda con una traición. -Muestra a Luke su índice dislocado. En la segunda articulación, está torcido noventa grados hacia el pulgar-. ¿Te importaría guardar eso?
Luke desactiva su sable de luz y lo sujeta en su cinturón.
-¿Me ayudarás a salir de Tol Ado?
Luke agarra el índice del oficial entre sus dedos.
El oficial lo piensa un instante.
-Sí -dice finalmente. Aleja su mano de Luke en un movimiento firme y constante. El dedo se endereza lentamente y vuelve a su posición con un chasquido. Suelta un gemido-. Esto servirá de momento. Ahora busquémoste un disfraz.
El oficial dirige la marcha a través de un laberinto de pasillos. Durante el camino, explica que los prisioneros ocasionalmente escapan a la instalación subterránea. Nadie sabe cuántos hay, pero la cifra debe pasar del millar. Muchos oficiales no se atreverían a entrar solos en la sub-instalación. Se negaba a creer que la situación fuera tan peligrosa, de modo que cuando le pidieron que comprobase unos daños en unos conductos de ventilación, bajó solo. No volvería a cometer ese error.
Al rato, el oficial abre un panel de acceso en el techo. Tras asegurarse de que el camino está despejado, hace gestos a Luke para que le siga. Rápidamente se acercan a una de las 100 puertas que se alinean en un largo pasillo.
-Mi cubículo -explica, presionando la palma de su mano contra el sensor de la cerradura. La puerta se abre deslizándose, revelando una pequeña habitación que contiene un escritorio, una cama y un armario. Saca del armario un uniforme y se lo da a Luke.
-Ponte esto. Puede que no te quede perfecto, pero tendrá que servir. Volveré; no abras esta puerta hasta que regrese.
Luke se pone el uniforme y espera. Le está un poco grande por todas partes, pero en general tampoco le queda tan mal. A pesar del hecho de haber salvado la vida de ese hombre, Luke no está seguro de que deba confiar en el Imperial. El hombre parece bastante sincero, pero el engaño imperial es legendario. Por otra parte, el oficial fácilmente podía haberle conducido sin más a un calabozo. Finalmente, Luke se da cuenta de que su mejor oportunidad de escapar consiste en confiar.
Una hora más tarde, el oficial regresa. Le da a Luke un datavídeo con un mapa, y luego le dirige a un pequeño carro repulsor.
-Dirígete a la estación de lanzaderas del personal de mando. Tu número de autorización es 061960; eso te llevará al depósito de suministros imperial en Poe. ¿Entendido?
Luke asiente.
-Gracias... Ni siquiera sé tu nombre.
-Dejémoslo así -dice el oficial-. Por si acaso.
Luke sonríe.
-Comprendo. -Se siente mucho mejor por haber confiado en el hombre.
Dos horas más tarde, alcanza las puertas de la estación de mando. Dos soldados de asalto montan guardia. Un oficial que escolta a un ithoriano está detenido ante las puertas. Conforme Luke se acerca tras ellos, el ithoriano se vuelve y le mira fijamente. Por un instante, teme que el ithoriano se de cuenta de que es un prisionero.
El alienígena se vuelve al conductor.
-¿Has tomado la ruta turística? Casi hemos llegado tarde a mi lanzadera.
Luke respira con signos de alivio. La actitud del ithoriano es simple arrogancia.
-Tenemos tiempo de sobra, Oosea, señor -responde el oficial, avanzando hacia la estación. Oosea no responde.
Luke avanza. Con su corazón latiendo salvajemente de aprensión y miedo, recita a los soldados de asalto su código de autorización. Para gran alivio suyo, le indican que pase a la estación. Luke aparca su carro cerca de la entrada.
Justo antes de llegar al foco de luz, otro disparo de bláster destella desde el techo. Luke salta y blande su sable de luz.
Algo grita, y luego una pistola bláster y una garra curtida caen al suelo.
-¡Deteneos! -grita Luke. Mira hacia arriba, hacia cuatro lámparas brillantes; no puede ver en absoluto a las criaturas.
-¡Mátalo! -susurra una voz enfadada. El imperial agarra el bláster y dispara a la oscuridad.
Luke escucha el sonido de las criaturas al escapar, pero no puede verlas. Deja de mirar y se relaja. Tiene otros sentidos aparte de la vista. Algo chasquea sobre su cabeza y Luke mueve su sable de luz sin pensar... deteniéndose sin más donde era necesario. Una criatura sisea y se aleja.
Luke da media vuelta y luego se lanza a la oscuridad. Un disparo de bláster resuena en e pasillo y una de las criaturas oscuras grita. Otra forma oscura cae al suelo, con un líquido verde azulado manando de la herida de sable. Sobre su cabeza se oyen susurros y siseos.
Luke se acerca al cuerpo sin vida.
-Alejaos antes de que mueran más de vosotros.
Un disparo de bláster explota a su izquierda, pero el instinto de Luke le dice que permanezca inmóvil. Se oye un sonido de algo moviéndose. Luke salta hacia arriba y agita su hoja. Otro grito resuena en la oscuridad y un cuerpo sin vida cae pesadamente al suelo.
No necesita volver a advertir a los supervivientes. Se alejan apresuradamente, llevándose sus luces con ellos.
-No entiendo por qué me has ayudado, fugitivo, pero tienes mi gratitud -dice el imperial.
-Yo tampoco estoy muy seguro de por qué lo he hecho -dice Luke, manteniendo su sable de luz activado-. Pero que no se te ocurra pensar en entregarme.
El imperial le mira detenidamente.
-Te debo mi vida, y no voy a pagar mi deuda con una traición. -Muestra a Luke su índice dislocado. En la segunda articulación, está torcido noventa grados hacia el pulgar-. ¿Te importaría guardar eso?
Luke desactiva su sable de luz y lo sujeta en su cinturón.
-¿Me ayudarás a salir de Tol Ado?
Luke agarra el índice del oficial entre sus dedos.
El oficial lo piensa un instante.
-Sí -dice finalmente. Aleja su mano de Luke en un movimiento firme y constante. El dedo se endereza lentamente y vuelve a su posición con un chasquido. Suelta un gemido-. Esto servirá de momento. Ahora busquémoste un disfraz.
El oficial dirige la marcha a través de un laberinto de pasillos. Durante el camino, explica que los prisioneros ocasionalmente escapan a la instalación subterránea. Nadie sabe cuántos hay, pero la cifra debe pasar del millar. Muchos oficiales no se atreverían a entrar solos en la sub-instalación. Se negaba a creer que la situación fuera tan peligrosa, de modo que cuando le pidieron que comprobase unos daños en unos conductos de ventilación, bajó solo. No volvería a cometer ese error.
Al rato, el oficial abre un panel de acceso en el techo. Tras asegurarse de que el camino está despejado, hace gestos a Luke para que le siga. Rápidamente se acercan a una de las 100 puertas que se alinean en un largo pasillo.
-Mi cubículo -explica, presionando la palma de su mano contra el sensor de la cerradura. La puerta se abre deslizándose, revelando una pequeña habitación que contiene un escritorio, una cama y un armario. Saca del armario un uniforme y se lo da a Luke.
-Ponte esto. Puede que no te quede perfecto, pero tendrá que servir. Volveré; no abras esta puerta hasta que regrese.
Luke se pone el uniforme y espera. Le está un poco grande por todas partes, pero en general tampoco le queda tan mal. A pesar del hecho de haber salvado la vida de ese hombre, Luke no está seguro de que deba confiar en el Imperial. El hombre parece bastante sincero, pero el engaño imperial es legendario. Por otra parte, el oficial fácilmente podía haberle conducido sin más a un calabozo. Finalmente, Luke se da cuenta de que su mejor oportunidad de escapar consiste en confiar.
Una hora más tarde, el oficial regresa. Le da a Luke un datavídeo con un mapa, y luego le dirige a un pequeño carro repulsor.
-Dirígete a la estación de lanzaderas del personal de mando. Tu número de autorización es 061960; eso te llevará al depósito de suministros imperial en Poe. ¿Entendido?
Luke asiente.
-Gracias... Ni siquiera sé tu nombre.
-Dejémoslo así -dice el oficial-. Por si acaso.
Luke sonríe.
-Comprendo. -Se siente mucho mejor por haber confiado en el hombre.
Dos horas más tarde, alcanza las puertas de la estación de mando. Dos soldados de asalto montan guardia. Un oficial que escolta a un ithoriano está detenido ante las puertas. Conforme Luke se acerca tras ellos, el ithoriano se vuelve y le mira fijamente. Por un instante, teme que el ithoriano se de cuenta de que es un prisionero.
El alienígena se vuelve al conductor.
-¿Has tomado la ruta turística? Casi hemos llegado tarde a mi lanzadera.
Luke respira con signos de alivio. La actitud del ithoriano es simple arrogancia.
-Tenemos tiempo de sobra, Oosea, señor -responde el oficial, avanzando hacia la estación. Oosea no responde.
Luke avanza. Con su corazón latiendo salvajemente de aprensión y miedo, recita a los soldados de asalto su código de autorización. Para gran alivio suyo, le indican que pase a la estación. Luke aparca su carro cerca de la entrada.
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