miércoles, 29 de junio de 2016

Conflicto y Maestría

Conflicto y Maestría
August Hahn y Cynthia Hahn

En el corazón de la Academia Jedi de Almas hay un edificio con senderos delimitados por piedras en todas direcciones. Muchos Padawans y Caballeros han caminado por esos caminos durante los años de su entrenamiento, pero pocos se han aventurado jamás al interior del edificio propiamente dicho. El Maestro Lanius Qel-Bertuk mantiene ese edificio separado del resto de su Academia; aunque se encuentra en su centro, a efectos prácticos está aislado tanto para estudiantes como para maestros.
Este edificio es donde Lanius realiza reuniones con miembros del Consejo de Coruscant, importantes oficiales del Senado, y aquellos que no se sentirían cómodos hablando con él en público. Aunque Almas no es exactamente el centro de la actividad del sistema Cularin, y los jóvenes Padawans raramente cotillean fuera de sus propios círculos, en esta parte de la galaxia las noticias se las arreglan para viajar rápido. Entre el ocasional exceso de celo de algunos reporteros y los perpetuos ojos escrutadores de aquellos que deberían tener cosas mejores que hacer, puede resultar difícil mantener un secreto... incluso para un Maestro Jedi.
Este edificio solitario también es donde Lanius acude a meditar en privado y contemplar el destino de su academia y sus estudiantes ante el cambiante rostro de la República. Desde hace un tiempo llevaba sintiendo los problemas que se avecinaban, y ahora que sus estudiantes –su mundo- han sido lanzados diez años antes de lo previsto en medio de eventos de tanta envergadura que escapan a su control, el Maestro Qel-Bertuk últimamente ha ido pasando cada vez más tiempo allí.
Hoy se encuentra allí no por motivos personales, sino administrativos. Una vez cada estación (aunque en Almas en realidad no existan las estaciones como tales), el claustro principal de la academia se reúne para hablar del entrenamiento, de los estudiantes que se muestran más prometedores, y otros asuntos Jedi. Lanius habitualmente disfruta de esas reuniones, pero en esta ocasión el tema principal del día no es agradable.
-Y volveré a decirlo. Si los cambios que se comentan en los rumores que he escuchado son ciertos, sólo traerán sufrimiento a nuestros Padawans. –Los ojos de la Maestro Devan brillaron en la cámara a la luz de las antorchas-. Esta escuela ya es lo bastante distinta a cualquier otra Academia Jedi de la galaxia. Arriesgamos demasiado haciendo cualquier cambio más.
En su silla de piedra en la cabecera de la cámara de conferencias, Lanius asintió con aire distante. Comenzó a hablar, pero Jurahi, el Maestro de Visiones de la escuela, interrumpió. Para un alma tan contemplativa, el visionario profesor podía ser enfático hasta llegar casi a la beligerancia cuando creía firmemente en algo.
-Raramente me encuentro de acuerdo en nada de lo que la Maestra de Batalla tenga que decir, Lanius, pero esta vez tengo que ponerme de su parte. ¿Por qué estamos siquiera discutiendo esto?
La atención de Lanius pasó a Devan. Le divertía más de lo que pensaba que podría ser apropiado ver cómo se ofendía instintivamente al ser llamada “Maestra de Batalla”. Sabía por su larga experiencia que Jurahi desdeñaba el mero concepto de la lucha, y creía que los Jedi que pensaban con sus sables de luz eran la mayor amenaza que la galaxia hubiera conocido jamás. Era un milagro que el Maestro de Visiones hubiera sido capaz de soportar siquiera a Kirlocca, pero el anterior instructor de sables de luz de la Academia había sido bien apreciado por todo el mundo en Almas... incluso por un pacifista como Jurahi.
La Maestro Devan suspiró.
-Maestro Lanius, ¿esta decisión ya ha sido tomada, o vamos a poder ser capaces de hacerle cambiar de opinión?
Sus sentimientos fueron repetidos por los demás sentados a la mesa. Seis pares de ojos se centraron en él, haciendo que Lanius se sintiera más incómodo de lo que se había sentido en mucho tiempo. De pronto, se encontró echando de menos a Kirlocca más que nunca. El gran wookiee habría entendido por qué estaba haciendo eso. A Kirlocca no le habría gustado, pero lo habría entendido.
Sin embargo, era la cabeza de la academia por un motivo, y una situación como esa requería que tomara una posición de líder. Se preparó para las reacciones que sabía que estaba a punto de recibir y miró al extremo de la mesa, hacia el punto normalmente reservado para dignatarios de visita y emisarios de Coruscant.
-Maestro Jeht, diga por favor a los demás lo que ha compartido conmigo esta mañana.
El hombre sentado al extremo de la larga mesa de piedra asintió sombríamente. Sus ojos negros examinaron los rostros de los Maestros reunidos durante un largo instante antes de hablar, y cuando lo hizo fue con un tono tranquilo y respetuoso.
-El Consejo Jedi de Coruscant ha ordenado que todos Jedi disponibles acudan a nuevas zonas de preparación de sector para recibir información y asignaciones tácticas. Aunque esto no incluye a los Padawans, por supuesto, y se están haciendo excepciones para los Caballeros Jedi con menos de tres años de experiencia en el cargo, todos los demás han sido llamados para misiones de guerra.
Las expresiones en los rostros de los integrantes del claustro fueron exactamente los que pensaba que serían. La peor fue la mirada de amarga aceptación en los ojos de Jurahi, como si finalmente hubiera escuchado algo que llevaba toda una vida temiendo. La expresión de Devan fue mucho menos resignada.
-¿Esto incluye a todos los Maestros de Almas?
El Maestro de cabello negro al extremo de la mesa negó con la cabeza. El gesto hizo que su túnica gris oscura se moviera ligeramente, revelando la armadura de combate ligera que había debajo. Por el aspecto de las ceñidas placas de la armadura, ligeramente dañadas, había visto uso muy reciente.
-No, todos no. Las personas de esta sala permanecerán en su lugar para entrenar Padawans y Caballeros, como es su misión. Sólo el personal adicional será trasladado de la Academia para complementar el Ejército de la República.
La expresión de Jurahi cambió, así como la de Devan, pero el viejo Maestro habló antes de que pudiera hacerlo ella.
-¿Personal adicional? ¿Complementar al Ejército? ¿Quién se cree el Consejo que somos? ¡Somos una escuela, no una guarnición!
Por la expresión de los ojos incoloros de Jeht, esta respuesta no le llegó de sorpresa.
-Lamento que se sienta así, señor. Pero se ha dado el mando de las Fuerzas Armadas de la República a los Jedi, y el Consejo ha decidido desplazar Jedi experimentados para una mayor presencia de liderazgo en ese sentido. Creen...
Devan abrió la boca, y por un instante, Lanius pensó que lo imposible ocurriría dos veces en un día: que volvería a estar de acuerdo con Jurahi.
-Lo entiendo, Maestro Jeht. Obviamente, el Consejo cree que si dejamos esta guerra sólo a los clones y los droides, durará eternamente. Quieren dar un paso adelante y acabar con ella de forma decisiva sin más pérdida de vidas, y antes de que más sistemas caigan en manos de los separatistas.
El Maestro visitante asintió, obviamente aliviado de que alguien de la mesa lo entendiera. Por la expresión incrédula del rostro de los demás instructores presentes, él, ella y Lanius estaban en minoría en lo que a ese tema concernía.
-¿Cómo afectará exactamente esto a Almas? –continuó preguntando Devan.
En respuesta, Lanius hizo un gesto hacia el arco en sombras que conducía fuera de la sala y E1-6RA, su droide ayudante personal, entró en la cámara. En sus múltiples brazos, llevaba varias pequeñas tabletas de datos. Se desplazó diestramente alrededor de la mesa, tendiendo una a cada uno de los Jedi presentes.
-Aquí están listados los actuales residentes de Almas y aquellos que se encuentran de servicio en el sistema de Cularin que han sido llamados por la orden del Consejo –dijo con su voz suavemente modulada.
Hubo una larga pausa mientras los miembros del claustro navegaban por sus pantallas. Lanius observó detenidamente sus rostros, sabedor de lo mal que algunos de ellos recibirían los nombres que estaban leyendo. El Maestro Ti-Amun Tiro se puso en pie, dejó caer la tableta de datos sobre la mesa, y se marchó airadamente de la sala, indignado. Por las reacciones de los demás presentes, más de uno de sus colegas quería unirse al instructor de filosofía en silenciosa protesta.
Nadie habló durante varios tensos segundos. No fue una gran sorpresa cuando la voz de Jurahi rompió el silencio.
-Esto deja nuestra plantilla docente en prácticamente nada. Acabamos de aceptar un número sin precedentes de nuevos Padawans. ¿Cómo puede esperarse que encontremos mentores para todos ellos? –Su tono había perdido su irritación. Había vuelto la silenciosa resignación.
Lanius negó con la cabeza.
-Ya no podremos ofrecer mentores a nuestros estudiantes en proporción de uno a uno. Los tamaños de las clases tendrán que aumentar, y nosotros tendremos que arreglárnoslas con los instructores que quedan. Algunos Caballeros con sólo uno o dos años de servicio pueden ayudar a completar nuestras filas.
A nadie de la mesa pareció gustarle la idea, y Lanius apenas podía culparles. La historia de los Jedi estaba llena de ejemplos de miembros de la Orden que enseñaban antes de estar plenamente capacitados para ello. Los ejemplos nunca terminaban bien; tanto el maestro como el estudiante a menudo caían al Lado Oscuro. Obviamente, tales preocupaciones cruzaron la mente de los demás. Lanius no tenía que tocar sus pensamientos para saberlo. Lo podía leer en sus caras.
El Maestro Jeht habló de nuevo, sin alterar en ningún momento el tono tranquilo de su voz.
-Para completar lo que el Maestro Qel-Bertuk no ha llegado a decir antes, esta decisión ya ha sido tomada. Se me ha encargado que supervise la transferencia de personal y luego me quede atrás para ayudar con entrenamiento adiciona para sus estudiantes. El Consejo no desea dejarles completamente faltos de personal. Haré todo lo que pueda para compensar la diferencia.
Lanius decidió hablar antes de que más preguntas pudieran incendiar la situación.
-Estamos agradecidos al Consejo por enviarle. Al menos es uno de nosotros, Darrus, y siempre será bienvenido aquí. El cambio es difícil, pero agradecemos escucharlo de boca de alguien conocido.
El Maestro Jeht hizo una ligera reverencia. Devan secundó los agradecimientos de Lanius, pero el resto de la mesa sólo murmuró o inclinó la cabeza expresando su consentimiento. Lanius rápidamente hizo marchar a los instructores. Tal vez regresar a la tarea habitual de clases y lecciones les ayudaría a calmar sus comprensiblemente turbulentas emociones. Se fueron sin hacer comentarios, marchándose cada uno para llevar las duras noticias a su personal y sus estudiantes.
Devan fue la última en marcharse, pasando la mirada alternativamente de Darrus a Lanius en busca de algún rastro de emoción. Al no ver nada, finalmente se marchó y regresó al salón de prácticas. Lo sentía por los Padawans, tanto por los cambios que estaban a punto de afectarles como por el estado de ánimo con el que iba a enseñarles...

jueves, 23 de junio de 2016

El legado de Riboga

El legado de Riboga
Morrie Mullins

Saludos, amigos. Os habla Ryk Osentay, informando para “El Ojo de Cularin”. Hoy estoy en directo desde Tolea Biqua, el pequeño lugar de maldad y vileza de Cularin.

Ryk sale del portal en el que se encontraba y comienza a caminar por una estrecha calle de Tolea Biqua. Brillantes luces de neón destellan sobre su cabeza, y un deslizador pasa disparado junto a él, peligrosamente cerca, haciéndole girar sobre sí mismo un círculo completo antes de continuar caminando como si no hubiera ocurrido nada. Pasa junto a un trío de tipos sospechosos que se alejan de la cámara entre susurros frenéticos. Otros individuos, en su mayor parte ajenos a su presencia, pasan junto a él por la calle. Ryk no parece tan alto cuando está de pie junto a otras personas que cuando está sentado. Se gira, mira por encima de su hombro, y habla sin ralentizar su marcha.

Como saben, Holodifusión Central de Cularin no ha sido autorizada a conectar en directo desde Tolea Biqua desde la desaparición de Melanda Forswoth hace más de un año. Melanda sigue desaparecida, y sólo gracias a serias negociaciones (la palabra “Súplicas” aparece por la parte inferior de la pantalla) he podido obtener permiso para venir aquí con un remoto. Sin embargo, tengo algunas ventajas que Melanda no tenía. Por ejemplo, me he puesto en forma.
La pantalla muestra:También tiene un equipo de seguridad cuya existencia desconoce apostado a unos 500 metros justo sobre su cabeza.”
Estoy hoy aquí para encontrar personas que me hablen acerca de Riboga. ¿Qué significó el hutt para Cularin, y qué legado dejó atrás? No hay ningún otro lugar donde este legado pueda ser más aparente que Tolea Biqua, la ciudad que prácticamente fue construida por el hutt. Apuestas, cantinas, toda clase de vicios... son por lo que se conocía a Tolea Biqua. Por lo que aún es conocido, en gran medida. Estas calles son muy peligrosas para un individuo incauto. Afortunadamente, Ryk Osentay no es en absoluto un incauto.
“Por eso desconoce que hay una nave con una batería turboláser de repetición directamente sobre su cabeza.”
Muy bien. ¿Estamos preparados? Veo allí a alguien que podemos entrevistar.

Ryk corre cruzando la calle para acercarse a una figura apoyada contra la pared, sentada con las piernas pegadas al pecho y la frente descansando sobre las rodillas. Bajo la iluminación de la cámara, vemos un par de cuernos surgiendo de cada sien... un devaroniano.

Ryk: Disculpe, señor. Soy Ryk Osentay, de “El Ojo de Cularin”, y me gustaría hablar con usted. ¿Tiene unos minutos?
Devaroniano: (Sin levantar la cabeza) ¿Eh?
Ryk: Me gustaría hacerle algunas preguntas sobre la época en la que Riboga estaba aquí. ¿Estaba usted aquí cuando Riboga gobernaba el inframundo criminal de Cularin con puño de hierro?
Devaroniano: (Aún sin levantar la cabeza) ¿Eh?
Ryk: ¿Señor? ¿Está usted despierto?
Devaroniano: Pareces tonto. No quiero hablar.
Ryk: ¡Pero soy Ryk Osentay, de “El Ojo de Cularin”!
Devaroniano: (Sin levantar todavía la mirada) Creía que ése era el programa de Yara. ¿No eres más que uno de esos perritos falderos que ella tiene alrededor para salir y hacer el trabajo estúpido cuando está demasiado ocupada?
Ryk: (Ruborizándose) En realidad, “El Ojo” es ahora mi programa. Yara pidió ser reasignada permanentemente a la mesa de noticias para ocuparse de los asuntos relativos a la guerra, dejándome a mí los temas de interés local. Y ciertamente Riboga es un interés local, ¿no le parece?
“No es que Ryk nos caiga realmente bien, eso sí. Tiene un ego del tamaño del presupuesto para maquillaje de Yara, y para él la “preparación” es lo que la gente hace en la cocina. Nos ha estado insistiendo en dejarle ir a Tolea Biqua desde que vio los índices de audiencia que obtuvo la desaparición de Melanda.”
Devaroniano: Cuanto menos diga la gente de ese bicho raro hinchado y lame-barro, mejor. De todas formas, ¿por qué galaxias te importa?
Ryk: Porque, como nos enseña el Código Jedi, realmente el mal nunca se crea o se destruye, sino que sólo cambia de forma.
El devaroniano alza la mirada. Sus ojos son totalmente negros, y el lugar donde solía estar su nariz está ocupado por un agujero sangriento. Mira fijamente a Ryk.
Devaroniano: Uno, eso no es el Código Jedi. Ni siquiera es algo que leerías en un souvenir Jedi. Dos, estás empezando a hacer que Yara parezca una doctora en astrofísica. ¡Ahora, márchate antes de que atraiga la cólera de los cielos sobre mi cabeza sólo para conseguir que te vayas!

La imagen se vuelve negra. Aparecen las palabras “Ryk no llegó a entender realmente ese último comentario”, y luego desaparecen mientras la imagen funde a Ryk acercándose a un grupo de tres rodianas, cada una de un tono distinto de verde, y un wookiee bastante alto.

Ryk: Hola, soy Ryk Osentay, de “El Ojo de Cularin”.
Rodiana 1: ¡Ni hablar! ¡No fastidies, tío!
Rodiana 2: Tú tampoco eres Yara. ¿Qué pasa aquí? O sea, es como si siempre aparecemos en “El Ojo”, pero nunca con Yara, o sea. ¡Yo solía ser su mayor admiradora, antes de que fuera y se pusiera toda seria y comenzara a perseguir túnicas! Aunque sigue siendo mejor que tú.
Rodiana 3: ¿No solías presentar carreras de vainas desde la línea de boxes? ¿No fuiste tú el que dejó caer aquella vez un micrófono en el motor de ese dug malhumorado, y recibió una paliza en directo?
“Además de ser un egocéntrico, Ryk no es particularmente listo. Por ejemplo, estamos seguros de que no se molestará en revisar la versión completa de este segmento. Sólo querrá el vídeo con sus imágenes, para ver qué aspecto tiene. En serio, ¿qué clase de persona intenta duplicar las tasas de audiencia conseguidas por una desaparición en directo volviendo al mismo lugar donde ocurrió la desaparición? Si Yara aún estuviera al mando, las cosas irían mejor. No podemos creernos que acabemos de decir eso.”
Ryk: Hmm, no. Ese no era yo. Y esto ya no es el programa de Yara, es mío. Soy Ryk Osentay, el nuevo presentador de “El Ojo de Cularin”.
Rodiana 2: ¿Sabes que somos como, o sea, unas de las últimas personas que vieron a esa Melanda antes de que ese Falsswon la atrapara? ¡Tío, qué fuerte! Deberías haber visto el aspecto que tenía aquel día. Con todo el calor y eso. ¿Es por eso que estás aquí?
“Ryk no se molestó en estudiar el vídeo de Melanda antes de salir. Nosotros sí. Los editores confirman que esas son las mismas personas que Melanda entrevistó antes de desaparecer.”
Ryk: (Ligeramente alterado) No estoy aquí por Melanda. Está desaparecida, así que actualmente no está trabajando en el programa. Me gustaría hablar con ustedes acerca de Riboga, el hutt que en otro tiempo controlaba el sistema.
Wookiee: Grunt. Grunt.
“Veamos si Ryk cae en la trampa.”
Ryk: (A la cámara) Mi traductor se ha estropeado. ¿Qué es lo que ha dicho el felpudo?
Wookiee: He dicho: “Grunt. Grunt.” Es una táctica estándar que uso para decidir si estoy tratando con un idiota que depende de un traductor. Ahora ha funcionado dos veces contra personas de tu cadena. Sin embargo, si insistís en ser estúpidos, os concederé vuestra entrevista. Llamadlo simpatía. Soy Nerrowr. Estas son mis compañeras, Nesha, Besha y Kesha.
Ryk: Ah. ¿Trillizas?
Nesha: Hmm, no.
Ryk: ¿Gemelas?
Besha: O sea, no. No somos parientes. Sólo somos rodianas. A menos que tú seas pariente de todos los demás humanos, o sea.
Ryk: Bueno, ¿qué hay entonces de la entrevista? ¿Qué pueden decirme sobre Riboga?
Nerrowr: ¿Qué quieres saber? Todos trabajamos para él, al menos durante un tiempo, antes del surgimiento de Nirama como la figura más poderosa del sistema.
Ryk: El criminal más poderoso, querrá decir. Estoy seguro de que el Maestro Lanius Qel-Bertuk de la Academia Jedi es más poderoso que Nirama.
Nerrowr: Quería decir lo que he dicho. ¿Quieres oír lo que tengo que decir, o no?
Kesha: Es patético. Tiene tanto carisma como los dedos de los pies de Yara. Si llega.
Ryk: ¿En serio? Pensaba que Riboga rezumaría carisma. Después de todo, era una figura criminal bastante temida. Por supuesto, nunca llegué a conocerle.
Nesha: No estaba hablando de Riboga.
Ryk: (Alterado) Centrémonos en la tarea, damas. Y caball... wookiee. Estamos aquí para hablar de Riboga. ¿Qué pueden decirme?
Mientras hace la pregunta, una joven pasa a trompicones, golpeando la cámara y cayendo al suelo. Su rostro es un caos de sangre y suciedad, y le han afeitado el cabello de un lado de la cabeza. Gimotea, luego se pone en pie y comienza a avanzar tambaleante por la calle. La cámara la sigue, aunque seguimos escuchando la entrevista de Ryk.
Nerrowr: Riboga era un individuo muy poderoso, muy amenazador. Se marchó de Cularin, pero sólo del modo que un hutt llega a “marcharse” realmente de un lugar que ha ocupado. Aún hay gente en Cularin que es leal a Riboga, y seguirán siéndolo hasta que mueran, o hasta que él muera.
Ryk: Entonces, cuando usted dice que en realidad no se ha marchado, ¿qué quiere decir? ¿El hutt aún está aquí?
Nerrowr: No. He dicho que se marchó de Cularin. Hablar contigo es inútil. Esta conversación ha terminado.
La cámara continúa siguiendo a la joven tambaleante. Ella mira hacia atrás y la imagen se congela. Su rostro se aparta a la mitad izquierda de la pantalla, y un rostro familiar aparece a su lado, en la mitad derecha de la pantalla. Es Melanda Forswoth, en una imagen de las entrevistas que llevó a cabo el día anterior de desaparecer en Tolea Biqua. No cabe duda: las dos mujeres son la misma.

Interior, estudios de Holodifusión Central de Cularin. Yara y Ryk están sentados juntos en la mesa del presentador. Las dos imágenes de Melanda cuelgan suspendidas en el aire tras ellos.
Ryk: Me complace informar de que Melanda está en un hospital de Cularin, y parece estar recuperándose físicamente. No está claro dónde ha estado, o qué le han hecho, y el estado de su recuperación psíquica es dudoso. Bien podría permanecer como un vegetal ambulante por el resto de su vida, pero al menos sigue con vida. Y, me complace decir, todo ha sido gracias a mi genial reportaje de investigación.
Yara le mira y fuerza una sonrisa.
Yara: Por supuesto, Ryk. Bien hecho. Y estoy segura de que te alegrará saber que vas a volver a Tolea Biqua la semana que viene para preguntar a más gente acerca de Riboga. ¿No te parece divertido?
Ryk: ¡Apenas puedo esperar!
“Y lo triste es que estamos bastante seguros de que lo dice en serio.”

martes, 21 de junio de 2016

El oficio de contrabandista

El oficio de contrabandista
Morrie Mullins

La cantina es una de las docenas de establecimientos anónimos de Tolea Biqua, cuya parte delantera es una fachada prefabricada poco llamativa pero inmediatamente reconocible, con el mismo diseño de cualquier otro antro de los que Riboga estableció para dirigir anónimamente lo que quisiera dirigir. Está llena de una neblina purpúrea que flota cerca del suelo, alzándose casi hasta tu línea de visión cuando es agitada por pies presurosos. Apenas se mueve en absoluto con el lento arrastre de los pies beodos mucho más habituales esta noche. La música resuena de fondo, una grabación de una banda bith cuyo estudio privado a las afueras de Coruscant se quemó el año pasado en un “extraño accidente”. Las autoridades podrían investigarlo, si no hubiera una molesta guerra distrayendo su atención. La música, como la neblina, es extraña –amortiguada-, como si estuviera ocurriendo algo más importante y tus sentidos hubieran sido cegados para todo excepto ese único evento más importante.
Examinando la cantina, tus ojos ignoran a los individuos aislados sentados a las mesas o inclinados contra la barra en una achispada demostración de inercia. Con el tiempo, una fuerza externa actuará sobre ellos, y se moverán. Pero no hasta entonces.
Pasan unos instantes mientras te adaptas al ambiente. Justo sobre el palpitante lamento de la música, comienzas a escuchar un murmullo. Comienzan a llegarte voces, ocultas en la niebla que se arrastra y se arremolina por el suelo, procedentes de una mesa en la oscura esquina trasera de la cantina. Ese es el motivo de que la música se oiga tan bajo, la niebla sea tan densa y de olor penetrante, y los parroquianos tan inactivos. Esto es el Algo Más Importante, y lo más natural parece ser acercarse para echar un vistazo. Cuando lo haces, un trandoshano –su rostro rojo brillante por el alcohol y sus ojos muy abiertos como los de un niño- se vuelve y se aleja tambaleándose de su mesa. Deja un hueco justo lo bastante amplio para que puedas pasar antes de que la pequeña multitud agrupada alrededor de la mesa vuelva a cerrarse.
Allí, al otro lado de la mesa, se sienta un humano de mediana edad. Lleva el pelo blanco cortado muy corto, y le crece una pálida pelusa que podría ser el comienzo de una barba. Incluso con la débil luz de la cantina, puedes ver sus ojos con perfecta claridad. Enormes pupilas te miran fijamente desde el centro de unos iris de un azul tan pálido que casi parece blanco. Inclina la cabeza, casi en tu dirección, casi aparentando darse cuenta de tu presencia, y luego toma un sorbo de su cerveza y parece continuar donde se había quedado.
-Nar Shaddaa. Como decía, no se parece a ningún otro lugar que hayáis visto...

Nar Shaddaa. Como decía, no se parece a ningún otro lugar que hayáis visto. No me entendáis mal. Los he visto más grandes y los he visto peores, pero es el espacio hutt en el estado más auténtico que puedas encontrar. Ahí, justo sobre Nal Hutta, enganchada en su órbita, con torres y plataformas por todas partes. He pasado allí más tiempo del que me habría gustado, eso seguro. Pero cada minuto que vives allí es un minuto en el que no mueres allí, y eso tiene su dificultad.
No me entendáis mal. No voy a estar aquí sentado soplándoos arena por la nariz y diciéndoos que es especia. Yo no trabajo así. Quiero decir que soy Kodo Arr, el mejor contrabandista de la galaxia, y había momentos en los que pensaba: “Kodo, no hay forma de que escapes de este montón de rocas. Vas a morir aquí como cualquier otro cerebro de bantha que pensaba que podía venir aquí, engañar a los hutts, y salir airoso.”
Esta vez –no os miento- estaba haciendo un viaje por la cara de la luna. Así es como lo llamamos cuando sólo estamos moviendo mercancía de una parte de Nar Shaddaa a otra, y dejadme que os diga que incluso eso no es moco de dug. Hay patrullas por todas partes. Mirad, habéis escuchado todas esas historias de que Nar Shaddaa es un lugar sin ley y peligroso, y eso es porque es así. No hay una “ley” como la que os oigo que tenéis en Cularin. Tenéis vuestros tipos de paz y seguridad, y vuestros tipos de la milicia. ¿Sabéis qué tienen los hutts? Cazarrecompensas. Cazarrecompensas y matones. Y si creéis que los hutts no patrullan lo que es suyo, le habéis dado demasiado al jarro. No consigues poder en esta galaxia sin estar dispuesto a marcar ciertas normas. Supongo que podéis llamarlas “leyes”, si queréis, pero nadie escribe las leyes de los hutts. O las sabes y las sigues, o no lo haces y acabas muerto. A menos que seas como yo. Porque se supone que no debe haber viajes por la cara de la luna no autorizados, pero ahí estaba yo, realizando uno, moviendo un cargamento de objetos frágiles y delicados de un vendedor a otro.
De modo que estoy de camino en mi T-16... podéis reíros, pero tomad uno de esos bichos y dedicadle un millar largo de créditos, y puede hacer cosas asombrosas mientras sigue pareciendo un pedazo de chatarra. No me entendáis mal. Los que aún seguís arrastrándoos con la versión de fábrica lo estáis haciendo bien por vuestra cuenta, pero a veces un hombre necesita un poco más.
Tengo los objetos delicados y frágiles en el contenedor que llevo arrastrando. Porque, como todos sabemos, no pones los objetos delicados y frágiles dentro de tu nave. Eso causa toda clase de problemas, crea líos, llena de peste todo el sitio... ya sabéis cómo va. Además, cuando estás llevando una carga no autorizada, necesitas saber que puedes librarte de ella si quieres y dejar que caiga a tierra por sí misma. Hay cosas peores que perder un cargamento, y la mayoría de ellas implican dejarte atrapar por los hutts transportando productos sin licencia.
En cualquier caso, estoy pilotando, tratando de evitar descender demasiado entre edificios. Lo que nadie te cuenta de Nar Shaddaa –y recordad lo que os digo, porque no tengo motivos para mentiros- es que una vez que bajas más o menos a medio kilómetro por debajo de la punta de los rascacielos, nadie sabe conducir. Ni siquiera es por incompetencia, no me lo parece, porque para ser incompetente tienes que tener cierta idea de lo que estás tratando de hacer, y la mayoría de la gente que vuela sobre Nar Shaddaa no tiene ni la menor idea de lo que está haciendo. Les observas tratando de pilotar, y están ahí sentados con una mano en el control y otra en su comunicador, de cháchara, sin prestar ni una pizca de atención a nada de lo que les rodea. Y entonces se estampan contra algún otro, y ambos deslizadores se desploman desde el cielo, dos grandes bolas de fuego que se llevan por delante a otros tres o cuatro deslizadores en su caída.
Pero el viaje que estoy haciendo es fácil. Llevo los objetos delicados y frágiles al almacén correcto y validan mi tableta de datos, pienso. Me pagan, todo el mundo contento, y de momento las cosas están yendo a pedir de boca.
Mirad, esa es la clase de pensamiento que nunca deberíais tener. Porque nunca va todo a pedir de boca. Apenas he terminado de decir eso, escucho algo que comienza a chirriar en la parte trasera de mi deslizador. Y además no es un chirrido familiar. Es un chirrido desagradable, como si algo estuviera a punto de desprenderse. Conecto a R5 en los controles y le digo: “No dejes que mi deslizador golpee nada que no deba golpear.” R5 me contesta con un pitido –porque es un droide, ¿sabes?, y no puede hablar- y comienza a pilotar mientras yo me dirijo a la parte de atrás a ver qué está pasando.
Si alguna vez habéis estado en un t-16 sabéis que no son lo más robusto en lo que puedas volar. Incluso con todas mis modificaciones especiales, aún tiene debilidades, y una de las mayores es la superestructura de popa. Aparentemente –y, si queréis mi opinión, esto es algo que necesitan poner en el manual de usuario- si sujetas a la parte posterior del deslizador una gran caja metálica que es más grande que el propio deslizador, y luego la arrastras por una atmósfera sucia y asquerosa, ofrece una resistencia aerodinámica considerable. Y si ofrece suficiente resistencia, puede que comience a arrancar la parte trasera de tu nave. Lo que viene a definirse como “nada bueno”.
Llego ahí atrás, veo el metal doblándose, los remaches saltando, y le grito a R5. Grito: “¡Apaga los motores y activa los escudos de popa!” Pensar que realmente iba en una nave que tenía escudos de popa casi consigue matarme, también. Mirad, el deslizador tiene frenos, pero la gran caja metálica que flota detrás del deslizador no.
No me importa deciros que eso me puso nervioso por un par de segundos, cuando me di cuenta de que no teníamos escudos y teníamos unas cuantas toneladas de metal lleno de objetos frágiles y delicados viniendo hacia nosotros. Luego recordé que una de las cosas que transportaba eran algunas piezas de repuesto de droideka, y que estaban abajo, en mi bodega. Así que salté ahí abajo, saqué rápidamente esa caja, conecté los generadores de escudo de esos grandes droides a la pared trasera de mi nave, los conecté a la parrilla de energía principal, los potencié con unos cuantos ajustes rápidos, y los encendí... justo dos segundos antes de escuchar un golpe seco al otro lado de la pared.
Oh, ¿no me creéis? No me importa.
¿Moraleja? Supongo que no hay ninguna moraleja. Es sólo uno de los trucos que aprendí en Nar Shaddaa. Y tengo billones de ellos. Cada día es algo nuevo, y siempre hay contrabandistas de los que aprender. Lo malo es que nadie va a aprender del mejor en los próximos días. Porque está aquí mismo.
Bueno, ¿quién va a invitarme a la próxima ronda?