jueves, 7 de junio de 2018

Luego Existo: El Relato de IG-88 (X)


X

Cuando Minor Relsted entró lentamente en la oficina con aspecto de mazmorra del supervisor imperial Gurdun, el joven subordinado sonreía con estúpida placidez.
-Supervisor Gurdun –dijo, sosteniendo la placa y su transmisión codificada-. Noticias importantes del palacio imperial. Le han transferido. Le han asignado más tareas de campo. Son buenas noticias, ¿verdad? –añadió con un brillo en los ojos.
Gurdun agarró la placa y escaneó la transmisión verificando los campos holográficos superiores para comprobar que no se trataba de alguna clase de broma.
-Me ponen a cargo de... ¿Qué es este ultraje? ¿Otro proyecto de Estrella de la Muerte? Ni siquiera sabía que tuviéramos uno en marcha.
-No, señor –corrigió Relsted-. Usted no está a cargo del proyecto, sólo de recoger los núcleos informáticos y llevarlos al lugar de construcción.
Gurdun llevó sus dedos regordetes al cuenco de aperitivos transparente cuyas resbaladizas paredes trataban de escalar unos brillantes escarabajos-nuez. Tomó uno de los insectos y se lo echó a la boca, usando los colmillos para atravesar el caparazón exterior. Lo abrió por la mitad y usó la lengua para recolectar la suave y jugosa carne del interior. Escupió las patas, que aún se agitaban, en una papelera junto a su escritorio.
-No he solicitado ese traslado. ¿Es un ascenso, o sólo debo suponer que lo es? ¿No quedó Lord Vader satisfecho por mi trabajo con los droides sonda Arakyd? Completé el pedido exactamente a tiempo y dentro del presupuesto.
-Estoy seguro de que debe ser un ascenso, señor –dijo Minor Relsted-. Felicidades, señor. –Dio media vuelta, dudó un instante, y luego volvió a girarse-. Oh, por cierto, yo ocuparé su puesto en esta oficina. ¿Sería tan amable de retirar sus efectos personales tan pronto como sea posible?
El supervisor imperial Gurdun descubrió que había perdido su apetito por los aperitivos.

Luego Existo: El Relato de IG-88 (IX)


IX

En el interior de una cámara ultra refrigerada de inspección informática en Mechis III, las cuatro copias idénticas de IG-88 miraban fijamente a una gigantesca pantalla plana de ordenador. Volutas blancas de vapor frío se arremolinaban alrededor de sus piernas metálicas, ascendiendo hasta el techo donde la corriente de aire de refrigeración se absorbía a través de las rejillas de ventilación, llevándose consigo el exceso de calor generado por los potentes ordenadores procesando a toda capacidad.
IG-88B había descargado los datos obtenidos del núcleo principal del Ejecutor, y en ese momento los archivos estaban siendo asimilados, copiados y distribuidos a los homólogos idénticos de IG-88.
Con sus sensores ópticos ajustados a su rendimiento óptimo, los cuatro IG-88 estudiaron los relucientes planos secretos de la segunda Estrella de la Muerte. Las curvas perfectas de la esfera armilar indicaban dónde debían colocarse vigas de refuerzo, dónde se alinearía el super láser central... dónde encajaría el nuevo y preciso núcleo informático.
El núcleo informático de la Estrella de la Muerte aún no se había instalado. Ni siquiera había llegado a la luna santuario... pero ahora IG-88 tenía el calendario y el destino. De acuerdo con los planes de Vader robados del Ejecutor, IG-88 sabía qué vigilancia tendría el núcleo informático, y qué ruta seguiría para entrar y salir del hiperespacio. Era toda la información que necesitaba.
-La solución es obvia –dijo IG-88A. Los demás estuvieron de acuerdo.
-Debemos crear un duplicado del núcleo informático, en el que nos introduciremos.
-Haremos el cambio en secreto. Un núcleo idéntico será entregado en Endor.
-El núcleo original será destruido.
-El núcleo idéntico contendrá nuestra mente, nuestra personalidad... nuestros objetivos.
Al principio la Estrella de la Muerte sería un confinamiento pesado e inmóvil... pero una vez que la propia arma estuviera operativa, nada podría detener los planes de IG-88.
Totalmente de acuerdo, los cuatro droides asesinos salieron de la cámara de inspección informática por una pesada puerta de duracero que se cerró tras ellos con un golpe metálico. Al salir a las salas más cálidas y húmedas, sus exoesqueletos se cubrieron rápidamente de escarcha.
Transmitiendo instantáneamente los planos y especificaciones detalladas, IG-88 ordenó al droide administrativo Tresdé-Cuatroequis que dedicara las instalaciones a construir un nuevo núcleo informático que coincidiera exactamente con el diseño de la Estrella de la Muerte... y también otros objetos que IG-88 iba a necesitar.

***

Los cuatro droides asesinos caminaron por el permacemento hacia la plataforma de aterrizaje donde esperaban las lanzaderas imperiales bajo la luz del sol filtrada por la sucia niebla industrial: un transporte pesado de larga distancia y dos naves de escolta bien armadas. Los droides marchaban en fila india, con sus armas visibles y conducta amenazante.
Un destacamento completo de soldados de asalto con pulidas armaduras blancas permanecía en perfecta formación frente al transporte pesado y las naves de escolta. Sus rifles bláster descansaban sobre sus hombros. Un centenar de soldados esperaba en posición de firmes, listos para el combate, mientras los IG-88s se aproximaban.
IG-88 recorrió sus filas con sus sensores ópticos; la armadura de plastiacero, los cascos similares a calaveras, las protecciones oculares negras, las botas, las armas, los cinturones de accesorios. Los soldados de asalto no hacían ni un solo movimiento.
Cuando quedó satisfecho, IG-88A habló:
-Perfecto –dijo-. Réplicas exactas. Nadie se dará cuenta nunca de que sois droides.