lunes, 16 de julio de 2018

Luego Existo: El Relato de IG-88 (XI)




XI

Mientras los preparativos para el asalto al núcleo informático de la Estrella de la Muerte avanzaban lo más rápido que podía permitirse el mundo fabricante de droides, una importante transmisión de uno de los micro rastreadores inteligentes de IG-88B llegó hasta Mechis III.
Boba Fett había encontrado a Han Solo.
La nave de Fett, la Esclavo I, se encontraba en ese instante en ruta hacia Bespin, donde Solo se dirigía a una metrópolis dedicada a la minería de gas, conocida como Ciudad Nube.
-Debemos interceptarlo –dijo IG-88-. Estamos obligados por nuestra programación.
IG-88B partió de Mechis III, surcando el espacio a bordo de la esbelta IG-2000.

***

A pesar de su forma aerodinámica, la IG-2000 creaba una oleada de estallidos sónicos conforme atravesaba la atmósfera de Bespin, distorsionando la parte superior de las nubes. Al acercarse velozmente a su destino, las defensas automatizadas de Ciudad Nube enviaron una consulta, ocupándose de la inspección inicial antes de alertar a ningún guardia humano de la aproximación del droide asesino.
IG-88 transmitió códigos de mando y programó un fallo de sistema, suprimiendo las rutinas habituales de la red de defensa de Ciudad Nube. Como resultado, los sensores de alarma le dejaron en paz, y los observadores humanos en Torre Kerros ni siquiera vieron un punto parpadear en su parrilla de tráfico.
Pilotando con precisión, IG-88 se dirigió a las plataformas de aterrizaje exteriores, usando sus escáneres para detectar y analizar las diversas naves estacionadas. Finalmente encontró la Esclavo I de Boba Fett en los niveles intermedios de la ciudad a los que raramente viajaban los turistas. La nave de Fett estaba posada como un electrodoméstico abandonado en las plataformas de atraque mientras las nubes de Bespin se arremolinaban al fondo, teñidas de naranja por las algas aéreas en el cercano atardecer.
IG-88 posó su propia nave en una plataforma vacía cercana, enviando una breve señal oculta a uno de sus droides infiltrados para que se reuniera con él y le proporcionara información. IG-88 hizo salir su masa metálica de la cabina de la IG-2000 y se dirigió hacia los oscuros pasillos interiores de Ciudad Nube. Las brisas de la plataforma de aterrizaje silbaban al atravesar los huecos de su estructura corporal.
En el interior, lo recibió un droide de protocolo 3PO plateado... uno de los nuevos droides de Mechis III reprogramados en secreto. Este droide, sin embargo, parecía tener un problema de actitud: se mostraba demasiado seguro de sí mismo y descortés, especialmente maleducado hacia los demás droides que pasaban. IG-88 sabía que eso era un resultado de su nueva programación de autoconsciencia, pero las rutinas principales del droide debían de estar fallando. Aunque los droides modificados de Mechis III eran realmente superiores a los seres biológicos o incluso a otros droides, el secreto de IG-88 debía mantenerse oculto. Nadie debía sospechar que se hubiera hecho nada inadecuado en la mente de los droides.
Con una rápida ráfaga de transmisión de archivos, IG-88 describió por qué había ido a Ciudad Nube y a quién estaba buscando. El droide de protocolo se detuvo, sopesó la información por un instante, y luego descargó unos planos computerizados que mostraban al completo todos los niveles de la metrópolis flotante.
-Boba Fett ha ido al nivel de reciclaje de basura. Han Solo aún no ha llegado, aunque hace unos instantes nuestros sensores perimetrales han informado de la llegada al sistema de una nave que coincide con la descripción del Halcón Milenario. Parece que tiene algún tipo de daño en el hiperimpulsor.
-Bien –dijo IG-88-. Si Boba Fett ha ido a los niveles inferiores, debe de estar tendiendo a Solo algún tipo de emboscada. –Observó al droide Trespeó, haciendo brillar sus sensores ópticos rojos-. Continúa con tu trabajo –le dijo-. Vigila a Solo y a su grupo. Son míos.
El droide de protocolo asintió bruscamente, y luego se marchó con paso orgulloso.
En el interior de su mente, IG-88 estudió el mapa computerizado y trazó una ruta al lugar donde Boba Fett preparaba en secreto su emboscada. IG-88 mataría al cazarrecompensas y luego esperaría a Han Solo. La misión sería rápida y sencilla... y luego podría regresar a su verdadero cometido en Mechis III.
Los oscuros niveles industriales de Ciudad Nube estaban abarrotados de equipo abandonado y contenedores de suministro sellados. Por la temperatura y la escasa iluminación, IG-88 sabía que los humanos encontrarían incómodo ese entorno. Más adelante, en una cámara iluminada por brillos naranjas y destellos de fuego, escuchó el traqueteo de una cinta transportadora y las agudas voces de unas criaturas; unos seres biológicos conocidos como ugnaughts, de acuerdo con sus archivos de especies.
IG-88 activó sus armas, preparado para cualquier cosa. Sus pesados pies metálicos resonaban como gongs en las placas del suelo conforme avanzaba hacia la puerta de la cámara de procesado de basura.
En el instante en que atravesó la compuerta metálica, le dispararon cuatro cañones iónicos a ambos lados de la entrada, activados por sensores de movimiento al cruzar el umbral.
Las armas de alta potencia le golpearon con una nube azul de crepitante electricidad, envolviéndole con un flujo de cortocircuitos, una masa de impulsos contradictorios que apagaron sus sistemas uno tras otro a pesar de su blindaje. Los cañones iónicos no producían daños físicos ni emisiones térmicas... simplemente apagaban los sistemas electrónicos.
E IG-88 era un enorme conjunto de elementos electrónicos. Boba Fett le había estado esperando a él, no a Han Solo.
Su cuerpo se desconectó, su mente quedó confusa. Los pensamientos iban y venían como proyectiles rebotando en el interior de una habitación metálica sellada, e IG-88 perdió totalmente el control de sí mismo. Tembló, trastabilló, y sus brazos quedaron inertes. Sus armas se negaron a disparar. Sus sensores ópticos se llenaron de estática, friéndose, recuperándose, y volviendo a quedar fritos.
El bombardeo de los cañones iónicos se detuvo, y sus sistemas de auto-reparado le proporcionaron un instante de visión, un fotograma de vídeo: Boba Fett emergiendo de las sombras, sosteniendo un cañón iónico portátil como si fuera una bazuca. Boba Fett disparó de nuevo, en persona esta vez. Un estallido de fuego eléctrico como un cometa golpeó el pecho de IG-88 y lo empujó con tal fuerza que su cuerpo de varias toneladas golpeó las paredes metálicas, abollándolas antes de desplomarse en el suelo.
Boba Fett dio un paso al frente, mirando a través de la ranura negra de su casco mandaloriano.
-Ningún micro-rastreador es demasiado pequeño para escapar de mi inspección. Encontré tu dispositivo en mi nave.
Fett se irguió sobre la derrumbada figura del droide asesino, que yacía incapaz de moverse o defenderse, con todos sus sistemas de armamento desactivados.
-Sabía que ibas a venir.
Con los sistemas auxiliares de emergencia, IG-88B continuó transmitiendo su señal subespacial, enviando sus archivos a Mechis III en un último y desesperado intento de preservar sus recuerdos. Incluso si su forma metálica fuera destruida –y parecía que eso era lo que estaba a punto de ocurrir- su entidad perduraría.
Los simiescos ugnaughts emitieron risitas nerviosas junto a la rechinante cinta transportadora donde habían estado seleccionando basura y restos metálicos. Parpadearon con sus ojitos y observaron con asombro el enfrentamiento entre Boba Fett e IG-88.
Fett se inclinó para recoger dos de las granadas de conmoción del propio IG-88. Sin mediar palabra, Fett estableció los temporizadores en un minuto estándar y luego, cuidadosamente, con movimientos propios de un cirujano, implantó cada detonador en el interior del núcleo del cuerpo de IG-88. El droide asesino tenía una armadura gruesa e impenetrable... pero estaba diseñada para protegerse de un ataque externo, no de eso.
Boba Fett se alejó unos pasos con calma, aunque sólo quedaban escasos segundos en los temporizadores de las granadas. Se volvió hacia los asustadizos ugnaughts.
-Os invito a recoger cualquier resto que podáis recuperar de este cuerpo –dijo.
Luego, sin mirar atrás, marchó por los pasillos de Ciudad Nube, preparándose para su encuentro con Han Solo. IG-88 siguió su marcha con la mirada durante los últimos segundos.
Y entonces las granadas de conmoción estallaron.

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