martes, 13 de septiembre de 2011

El honor de los Jedi (148)

148
Luke se dirige hacia la estación de lanzamiento de mando.
-¿Estás loco? -sisea Erling.
-Confía en mí -responde Luke. Erling pronto tendrá que tragarse sus irrespetuosas palabras contra el camino de los Jedi. Aunque no cierra los ojos, Luke se concentra en su interior. No ocurre nada. Respira profundamente tres veces y se relaja, buscando la calma interior que sirve como conducto para la Fuerza. Siente un cosquilleo en la base del encéfalo. Bien... ahí viene.
-Esto no va a funcionar -dice Erling.
-¡Cállate y lo hará! -Luke maldice a Erling en silencio por interrumpir su meditación. Una oleada de fastidio recorre su cuerpo, llevándose consigo su tranquilidad. El cosquilleo en su mente se desvanece tan rápido como había llegado-. ¡Ben... ayúdame! -susurra.
-¿Código de autorización?
Han llegado a las puertas.
-No necesitamos un código de autorización -dice Luke, tratando de mantener la desesperación fuera de su tono de voz. Acerca su mano hacia el sable de luz, por si acaso.
-Todo el mundo necesita código de autorización.
-Este parece un prisionero -dice el segundo guardia.
Luke pone el carro repulsor marcha atrás. Salta del asiento del conductor, activando simultáneamente su sable de luz.
-¡Sal de aquí, Erling!
El guardia, sorprendido, levanta su bláster para bloquear el ataque de Luke. La hoja de energía lo atraviesa como un cuchillo caliente a través de grasa animal hidrogenada. Un destello blanco ciega a Luke, y luego una explosión lo arroja contra el muro de enfrente. Se desploma en el suelo, con su visión desvaneciéndose.

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