150
-¡Espero que tengas razón! -dice Luke, acelerando directamente hacia los cazas TIE.
Erredós silba una estridente protesta.
-Limítate a dejar atrás esos bichos -dice Erling, introduciendo instrucciones en el ordenador de navegación.
La maniobra de Luke toma por sorpresa a los pilotos imperiales. Ni siquiera disparan hasta que la lanzadera está casi sobre ellos. Cuando finalmente reaccionan, el efecto es devastador. Diez disparos de energía explotan en el escudo delantero, y 20 más destellan alrededor. La tormenta zarandea la lanzadera en seis direcciones distintas al mismo tiempo... algo que Luke consideraba imposible antes de experimentarlo.
Advertencias de control de daños destellan como chispas saliendo de un volcán. Erling lee con aire casual un informe de daños:
-Escudos sobrecargados, soporte vital reducido al 20%, antenas sensoras destruidas, cañones turbo-láser inhabilitados...
-¿Tenemos turbos? -exclama Luke.
-Ya no... ¿Continúo?
-¿De qué va a servir? -pregunta Luke-. En cuanto se pongan a nuestra cola, estamos acabados.
-Entonces será mejor que pases al hiperespacio.
-¡Si es que estamos listos! -Luke no espera a la respuesta de Erling. Un instante después, las estrellas ante ellos se vuelven rojas, y luego se difuminan formando rayos distorsionados por el efecto Doppler. De momento, están a salvo.
-Ahora, antes de que choquemos contra un quasar o seamos absorbidos por un agujero negro, dime por qué no hemos tenido que calcular una ruta.
-En seguida -dice Erling-. Pero antes, debo decir algo importante.
-¿Qué puede ser más importante que esto? Podemos convertirnos en diez toneladas de polvo cósmico antes de darnos cuenta de que estamos muertos.
-Confía en mí... sobreviviremos. Pero al ver lo que hiciste con la Fuerza antes...
-¿Qué? ¿Casi hacer que nos maten al intentar presumir?
Erling suelta una risita.
-No, sentir a Darth Vader. En ese momento, comprendí muchas cosas que me han tenido confundido toda mi vida.
-No eres el único que ha aprendido una lección ahí abajo -dice Luke, pensando en su celda solitaria en el Bloque de la Muerte.
-La Fuerza realmente existe, ¿verdad?
Luke asiente.
-Está ahí. No puedes convocarla cuando tú quieres, pero está ahí cuando la necesitas.
-Comprendo -dice Erling-. Finalmente, lo comprendo.
-¿Qué?
-Mi padre. Luchó junto al tuyo en las Guerras Clon. Yo era lo bastante joven como para pensar que todo era un juego glorioso. Pero cuando regresó, toda la alegría le había abandonado. Era un hombre triste... no acabado, pero el peso de la galaxia recaía sobre sus hombros. Nosotros no comprendimos... al menos Madre y yo no lo hicimos. Pensábamos que la paz le aburría.
”De modo que cuando la guerra llegó hasta nosotros, le culpamos a él. El Imperio comenzó a perseguir a los Jedi... estoy seguro de que ya conoces esa parte. Abandonó su asteroide ancestral, pero eso no impidió que los imperiales siguieran molestándonos. Llegaban cada cierto tiempo, registrando la casa y amenazándonos con llevarnos a prisión. Madre suplicaba que nos dejasen tranquilos, pero ellos le decían que regresarían hasta que lo atraparan. Fue entonces cuando Dena y yo aprendimos a odiar a los imperiales. Pero yo también aprendí a odiar a alguien más: a mi padre. Le culpaba a él de nuestros problemas; era demasiado joven para entender contra qué luchaba, y por qué su “magia” Jedi no podía hacer que los imperiales desaparecieran.
”En cualquier caso, una vez regresó para visitarnos, y le dije lo que pensaba. No se marchó. Cuando los imperiales regresaron, luchó contra ellos... y ganó. Días después, llegó Darth Vader.
-Eso explica muchas cosas -dice Luke.
-Sí... pero no sirve de excusa. No puedo hacer desaparecer el dolor que le causé a mi padre, ni devolver la vida a tus amigos.
Luke comienza a contarle a Erling acerca del chip de mensaje que encontró, pero decide morderse la lengua. Todavía no sabe por qué Mon Mothma considera que Erling es tan importante. Hasta que lo sepa, sería temerario revelarle lo poco que sabe.
-Creo que acabas de reconciliarte con tu padre -dice.
Erling se limpia una lágrima de la mejilla.
-Gracias. Pero a ti también te debo una disculpa. Cuando te hablé acerca de tu padre, pretendía herirte. Mi padre respetaba a Anakin Skywalker por encima de los demás Jedi, ¿sabes? Cuando las cosas se pusieron feas, yo esperaba que tu padre apareciera e hiciera que todo volviera a estar bien. Por supuesto, no lo hizo... de modo que traté de igualar el marcador hiriéndote.
-Probablemente ya estuviera muerto -dice Luke.
-Estoy seguro de que ya lo estaba... o de lo contrario habría venido, lo sé. ¿Puedes perdonarme por profanar la memoria de tu padre?
-Ya lo he hecho -dice Luke-. Ahora, me debes una explicación... -Antes de poder terminar su frase, la lanzadera aminora y sale del hiperespacio. Un pequeño asteroide oblongo flota ante el ventanal delantero-. ¿El asteroide de Ire Eleazari? ¿Cómo?
Erling asiente.
-Te lo explicaré. Pero, por favor, démonos prisa, me gustaría ver a mi hermana.
Luke conduce la lanzadera hacia el túnel que protege el hogar de Ire. Rápidamente se introducen en un par de trajes de vacío y se dirigen a la esclusa. Cuando la puerta interior se abre, se encuentran mirando a los cañones de dos rifles bláster. Ire Eleazari sostiene uno, y Dena Tredway, ya vestida y sostenida por sus propias piernas, sostiene el otro. Los ojos verdes de Dena aparecen gélidos, amenazantes, y aprieta su elegante mandíbula con determinación.
-Quitaos esos cascos -ordena-. ¡Y será mejor que reconozca a alguno de vosotros!
Luke y Erling abren obedientemente sus trajes. Tan pronto como Dena ve el rostro de Erling, deja su rifle a un lado y lo rodea con sus brazos.
-¡Estás a salvo!
Ire Eleazari también baja su arma.
-Me alegro de volver a verte -susurra a Luke-. Has hecho una buena obra.
Erling devuelve calurosamente el abrazo de Dena.
-Permíteme que te presente al hijo de Anakin Skywalker -dice, señalando a Luke.
Dena se vuelve hacia a Luke, con ojos cálidos de afecto.
-Ya nos conocemos -dice-. Y me alegra decir que incluso cuando no estoy conmocionada, creo que eres más guapo que tu padre. Espero que puedas pensar algún modo de que pueda mostrarte mi aprecio por todo lo que has hecho.
Ire pone los ojos en blanco y Luke se ruboriza.
-Hay una cosilla -dice.
-Dime -dice ella con un ronroneo.
-¿Puedes decirme cómo Erling seleccionó nuestras coordenadas de salto? Teníamos 30 cazas TIE en la cola y estábamos a escasos instantes de morir. Entonces saca de la nada un juego de coordenadas, ¡y aquí estamos! ¡Y ahora, no me quiere decir cómo lo hizo!
Dena se ríe y posa una cálida manos sobre el brazo de Luke.
-Eso es porque no lo sabe -dice-. Mi familia siempre ha tenido un don para saber coordenadas, cualquier coordenada, y él es el mejor de todos nosotros.
-Tan sólo visualizo a dónde quiero ir -aclara Erling-, y entonces sé cómo llegar allí. No me pidas que lo explique; no puedo.
-La Fuerza no puede explicarse -responde Luke.
-¿La Fuerza? ¿Realmente lo crees?
Su hermana asiente.
-Yo solía llamarlo “astrogación instintiva”, pero debe tratarse de la Fuerza.
Luke se encoge de hombros.
-Es la única explicación que conozco. Supongo que no podrías utilizar tu talento para ayudarme a encontrar un nuevo mundo para la base rebelde.
-De hecho -dice Dena, mirando a Luke con interés renovado-, sí que puede. Hemos estado trabajando en un pequeño proyecto...
-¡Con Mon Mothma! -deduce Luke.
-¿En serio? -pregunta Erling. Dena se queda boquiabierta por la sorpresa.
-Yo encontré el chip de mensaje -explica Luke.
-Entonces sabes por qué Erling es tan valioso. Puede encontrar cada planeta, luna y roca suelta en más de un millar de sistemas, cartografiados o no, ¡incluyendo instalaciones imperiales!
-¡Pero yo pensaba que estábamos expandiendo nuestras operaciones! -protesta Erling, con su rostro cambiando lentamente conforme va comprendiendo-. ¿Hemos estado trabajando para la rebelión todo este tiempo?
Casi parece furioso.
-Lo siento -dice Dena-. Usar un droide era demasiado arriesgado, pero ¿quién podría imaginarse una base de datos humana?
-Ella no podía decírtelo -dice Ire con su voz estereofónica-. Había una gran probabilidad...
-¡De que hiciera una estupidez! -completa Erling. Dena baja la mirada, temerosa de haber enfurecido a su hermano. En lugar de comenzar a gritar, éste suelta una risita-. Estaba animando a la resistencia pasiva porque la rebelión no me reclutaba -dice-. ¡Por el sol oscuro, qué torpe he sido! No me extraña que lo mantuvieras en secreto, Dena. ¿Y quién puede culpar a Mon Mothma por no quererme?
-Habrá un lugar tanto para ti como para tu hermana en el Mando de Inteligencia -dice Luke-. Seguramente podré testificar a vuestro favor. -En ese momento, se le ocurre otra idea, y se vuelve hacia Ire Eleazari-. Y estoy seguro de que podremos encontrar un lugar para un buen doctor -dice.
-Gracias -dice Ire-. Pero mi penitencia aún no está completa.
-¿Penitencia? -repite Luke, dejando que su curiosidad supere a sus buenos modales.
-Ire fue desterrado de su rebaño por 30 estaciones, pero fue Oosea... -comienza a explicar Dena,y luego se encuentra con la mirada del ithoriano.
Ire continúa la historia.
-Oosea traiciona al rebaño y trafica con los imperiales. Debe ser detenido; descubierto como lo que realmente es. Todo el rebaño sufre.
Silencioso de pronto, parece como si Ire no estuviera acostumbrado a discutir temas tan personales. Luke está impresionado de que el doctor confíe en él tanto como para explicarle.
-Algún día, verás al traidor Oosea abandonar Tol Ado -dice Dena-. Hasta entonces, que la Fuerza te acompañe.
-Y a todos vosotros -responde Ire.
Dena toma a Luke del brazo.
-Te veré en la base principal, ¿verdad? -pregunta.
-¡Espero que tengas razón! -dice Luke, acelerando directamente hacia los cazas TIE.
Erredós silba una estridente protesta.
-Limítate a dejar atrás esos bichos -dice Erling, introduciendo instrucciones en el ordenador de navegación.
La maniobra de Luke toma por sorpresa a los pilotos imperiales. Ni siquiera disparan hasta que la lanzadera está casi sobre ellos. Cuando finalmente reaccionan, el efecto es devastador. Diez disparos de energía explotan en el escudo delantero, y 20 más destellan alrededor. La tormenta zarandea la lanzadera en seis direcciones distintas al mismo tiempo... algo que Luke consideraba imposible antes de experimentarlo.
Advertencias de control de daños destellan como chispas saliendo de un volcán. Erling lee con aire casual un informe de daños:
-Escudos sobrecargados, soporte vital reducido al 20%, antenas sensoras destruidas, cañones turbo-láser inhabilitados...
-¿Tenemos turbos? -exclama Luke.
-Ya no... ¿Continúo?
-¿De qué va a servir? -pregunta Luke-. En cuanto se pongan a nuestra cola, estamos acabados.
-Entonces será mejor que pases al hiperespacio.
-¡Si es que estamos listos! -Luke no espera a la respuesta de Erling. Un instante después, las estrellas ante ellos se vuelven rojas, y luego se difuminan formando rayos distorsionados por el efecto Doppler. De momento, están a salvo.
-Ahora, antes de que choquemos contra un quasar o seamos absorbidos por un agujero negro, dime por qué no hemos tenido que calcular una ruta.
-En seguida -dice Erling-. Pero antes, debo decir algo importante.
-¿Qué puede ser más importante que esto? Podemos convertirnos en diez toneladas de polvo cósmico antes de darnos cuenta de que estamos muertos.
-Confía en mí... sobreviviremos. Pero al ver lo que hiciste con la Fuerza antes...
-¿Qué? ¿Casi hacer que nos maten al intentar presumir?
Erling suelta una risita.
-No, sentir a Darth Vader. En ese momento, comprendí muchas cosas que me han tenido confundido toda mi vida.
-No eres el único que ha aprendido una lección ahí abajo -dice Luke, pensando en su celda solitaria en el Bloque de la Muerte.
-La Fuerza realmente existe, ¿verdad?
Luke asiente.
-Está ahí. No puedes convocarla cuando tú quieres, pero está ahí cuando la necesitas.
-Comprendo -dice Erling-. Finalmente, lo comprendo.
-¿Qué?
-Mi padre. Luchó junto al tuyo en las Guerras Clon. Yo era lo bastante joven como para pensar que todo era un juego glorioso. Pero cuando regresó, toda la alegría le había abandonado. Era un hombre triste... no acabado, pero el peso de la galaxia recaía sobre sus hombros. Nosotros no comprendimos... al menos Madre y yo no lo hicimos. Pensábamos que la paz le aburría.
”De modo que cuando la guerra llegó hasta nosotros, le culpamos a él. El Imperio comenzó a perseguir a los Jedi... estoy seguro de que ya conoces esa parte. Abandonó su asteroide ancestral, pero eso no impidió que los imperiales siguieran molestándonos. Llegaban cada cierto tiempo, registrando la casa y amenazándonos con llevarnos a prisión. Madre suplicaba que nos dejasen tranquilos, pero ellos le decían que regresarían hasta que lo atraparan. Fue entonces cuando Dena y yo aprendimos a odiar a los imperiales. Pero yo también aprendí a odiar a alguien más: a mi padre. Le culpaba a él de nuestros problemas; era demasiado joven para entender contra qué luchaba, y por qué su “magia” Jedi no podía hacer que los imperiales desaparecieran.
”En cualquier caso, una vez regresó para visitarnos, y le dije lo que pensaba. No se marchó. Cuando los imperiales regresaron, luchó contra ellos... y ganó. Días después, llegó Darth Vader.
-Eso explica muchas cosas -dice Luke.
-Sí... pero no sirve de excusa. No puedo hacer desaparecer el dolor que le causé a mi padre, ni devolver la vida a tus amigos.
Luke comienza a contarle a Erling acerca del chip de mensaje que encontró, pero decide morderse la lengua. Todavía no sabe por qué Mon Mothma considera que Erling es tan importante. Hasta que lo sepa, sería temerario revelarle lo poco que sabe.
-Creo que acabas de reconciliarte con tu padre -dice.
Erling se limpia una lágrima de la mejilla.
-Gracias. Pero a ti también te debo una disculpa. Cuando te hablé acerca de tu padre, pretendía herirte. Mi padre respetaba a Anakin Skywalker por encima de los demás Jedi, ¿sabes? Cuando las cosas se pusieron feas, yo esperaba que tu padre apareciera e hiciera que todo volviera a estar bien. Por supuesto, no lo hizo... de modo que traté de igualar el marcador hiriéndote.
-Probablemente ya estuviera muerto -dice Luke.
-Estoy seguro de que ya lo estaba... o de lo contrario habría venido, lo sé. ¿Puedes perdonarme por profanar la memoria de tu padre?
-Ya lo he hecho -dice Luke-. Ahora, me debes una explicación... -Antes de poder terminar su frase, la lanzadera aminora y sale del hiperespacio. Un pequeño asteroide oblongo flota ante el ventanal delantero-. ¿El asteroide de Ire Eleazari? ¿Cómo?
Erling asiente.
-Te lo explicaré. Pero, por favor, démonos prisa, me gustaría ver a mi hermana.
Luke conduce la lanzadera hacia el túnel que protege el hogar de Ire. Rápidamente se introducen en un par de trajes de vacío y se dirigen a la esclusa. Cuando la puerta interior se abre, se encuentran mirando a los cañones de dos rifles bláster. Ire Eleazari sostiene uno, y Dena Tredway, ya vestida y sostenida por sus propias piernas, sostiene el otro. Los ojos verdes de Dena aparecen gélidos, amenazantes, y aprieta su elegante mandíbula con determinación.
-Quitaos esos cascos -ordena-. ¡Y será mejor que reconozca a alguno de vosotros!
Luke y Erling abren obedientemente sus trajes. Tan pronto como Dena ve el rostro de Erling, deja su rifle a un lado y lo rodea con sus brazos.
-¡Estás a salvo!
Ire Eleazari también baja su arma.
-Me alegro de volver a verte -susurra a Luke-. Has hecho una buena obra.
Erling devuelve calurosamente el abrazo de Dena.
-Permíteme que te presente al hijo de Anakin Skywalker -dice, señalando a Luke.
Dena se vuelve hacia a Luke, con ojos cálidos de afecto.
-Ya nos conocemos -dice-. Y me alegra decir que incluso cuando no estoy conmocionada, creo que eres más guapo que tu padre. Espero que puedas pensar algún modo de que pueda mostrarte mi aprecio por todo lo que has hecho.
Ire pone los ojos en blanco y Luke se ruboriza.
-Hay una cosilla -dice.
-Dime -dice ella con un ronroneo.
-¿Puedes decirme cómo Erling seleccionó nuestras coordenadas de salto? Teníamos 30 cazas TIE en la cola y estábamos a escasos instantes de morir. Entonces saca de la nada un juego de coordenadas, ¡y aquí estamos! ¡Y ahora, no me quiere decir cómo lo hizo!
Dena se ríe y posa una cálida manos sobre el brazo de Luke.
-Eso es porque no lo sabe -dice-. Mi familia siempre ha tenido un don para saber coordenadas, cualquier coordenada, y él es el mejor de todos nosotros.
-Tan sólo visualizo a dónde quiero ir -aclara Erling-, y entonces sé cómo llegar allí. No me pidas que lo explique; no puedo.
-La Fuerza no puede explicarse -responde Luke.
-¿La Fuerza? ¿Realmente lo crees?
Su hermana asiente.
-Yo solía llamarlo “astrogación instintiva”, pero debe tratarse de la Fuerza.
Luke se encoge de hombros.
-Es la única explicación que conozco. Supongo que no podrías utilizar tu talento para ayudarme a encontrar un nuevo mundo para la base rebelde.
-De hecho -dice Dena, mirando a Luke con interés renovado-, sí que puede. Hemos estado trabajando en un pequeño proyecto...
-¡Con Mon Mothma! -deduce Luke.
-¿En serio? -pregunta Erling. Dena se queda boquiabierta por la sorpresa.
-Yo encontré el chip de mensaje -explica Luke.
-Entonces sabes por qué Erling es tan valioso. Puede encontrar cada planeta, luna y roca suelta en más de un millar de sistemas, cartografiados o no, ¡incluyendo instalaciones imperiales!
-¡Pero yo pensaba que estábamos expandiendo nuestras operaciones! -protesta Erling, con su rostro cambiando lentamente conforme va comprendiendo-. ¿Hemos estado trabajando para la rebelión todo este tiempo?
Casi parece furioso.
-Lo siento -dice Dena-. Usar un droide era demasiado arriesgado, pero ¿quién podría imaginarse una base de datos humana?
-Ella no podía decírtelo -dice Ire con su voz estereofónica-. Había una gran probabilidad...
-¡De que hiciera una estupidez! -completa Erling. Dena baja la mirada, temerosa de haber enfurecido a su hermano. En lugar de comenzar a gritar, éste suelta una risita-. Estaba animando a la resistencia pasiva porque la rebelión no me reclutaba -dice-. ¡Por el sol oscuro, qué torpe he sido! No me extraña que lo mantuvieras en secreto, Dena. ¿Y quién puede culpar a Mon Mothma por no quererme?
-Habrá un lugar tanto para ti como para tu hermana en el Mando de Inteligencia -dice Luke-. Seguramente podré testificar a vuestro favor. -En ese momento, se le ocurre otra idea, y se vuelve hacia Ire Eleazari-. Y estoy seguro de que podremos encontrar un lugar para un buen doctor -dice.
-Gracias -dice Ire-. Pero mi penitencia aún no está completa.
-¿Penitencia? -repite Luke, dejando que su curiosidad supere a sus buenos modales.
-Ire fue desterrado de su rebaño por 30 estaciones, pero fue Oosea... -comienza a explicar Dena,y luego se encuentra con la mirada del ithoriano.
Ire continúa la historia.
-Oosea traiciona al rebaño y trafica con los imperiales. Debe ser detenido; descubierto como lo que realmente es. Todo el rebaño sufre.
Silencioso de pronto, parece como si Ire no estuviera acostumbrado a discutir temas tan personales. Luke está impresionado de que el doctor confíe en él tanto como para explicarle.
-Algún día, verás al traidor Oosea abandonar Tol Ado -dice Dena-. Hasta entonces, que la Fuerza te acompañe.
-Y a todos vosotros -responde Ire.
Dena toma a Luke del brazo.
-Te veré en la base principal, ¿verdad? -pregunta.
Fin
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