—No quiero volver a hacer algo así nunca más —dijo Jaina. Se encontraba en el salón de oficiales del Starsider, sentada en una silla con una taza de té en su mano. Se había quitado sus botas, y sus pies enfundados en medias descansaban en el regazo de Jag Fel.
—Ylesia ha sido como golpear tu cabeza una y otra vez contra un muro de ladrillo —continuó—. Un problema táctico tras otro, y la solución a cada uno era un ataque directo contra el enemigo, o una huida directa con el enemigo persiguiéndote. —Suspiró cuando los dedos de Jag masajearon una zona particularmente sensible de su pie derecho—. Estaba más cómoda cuando podía ser Yun-Harla la Mentirosa —dijo—. No cuando juego al juego del enemigo, sino cuando puedo hacer que el enemigo juegue al mío.
—Te refieres al sabacc, supongo —dijo Jag, un poco agriamente.
Jaina miró a Jacen, sentado frente a ella y bebiendo a sorbos un vaso de cerveza Gizer.
—¿Vas a aceptar la oferta de Kre'fey de dirigir un escuadrón?
Jacen inhaló el olor almizclado de la cerveza mientras consideraba su respuesta.
—Creo que puedo prestar mejor servicio en el puente de Ralroost —dijo finalmente, y pensó en su dedo flotando en la holopantalla de Kre'fey, apuntando a la flota enemiga que no estaba allí.
—Ylesia —continuó— ha mostrado que mis talentos parecen ser más espaciales y, eh, coordinativos. ¿Coordinativo es una palabra?
—Espero que no —dijo Jag.
Jacen sintió remordimientos al pensar en dejar los cazas por completo. Se había unido a la flota de Kre'fey para guardar las espaldas a su hermana, y quizás podría hacer eso mejor volando junto a ella en un ala-X. Pero sospechaba que podría ser de más ayuda si permanecía fuera de la cabina de un caza, y en lugar de eso usar la fusión Jedi para dar forma al modo en que los demás lucharían.
—Mirad —señaló Jag—, Jaina lo ha entendido mal. Ylesia no ha sido una derrota. Los pilotos caídos de Jaina fueron rescatados, al igual que los míos. Herimos al enemigo mucho más de lo que ellos nos hirieron a nosotros, gracias en parte al Señor Espectral de la Fusión Mental, aquí presente. —Señaló con la cabeza a Jacen—. Destruimos una flota de colaboracionistas y capturamos a bastantes miembros de los escalafones superiores de la Brigada de la Paz como para proporcionar docenas de juicios notorios. Los medios de comunicación estarán ocupados durante meses.
—No lo sentí como una victoria —dijo Jaina—. Lo sentí como si hubiéramos salvado el pellejo por los pelos.
—Eso sólo es porque no tienes una perspectiva suficientemente apartada —dijo seriamente Jag.
La mención de la Brigada de la Paz había puesto a la mente de Jacen a pensar por otros derroteros. Miró a Jaina.
—¿Crees que Thrackan es realmente inocente?
Jaina se sobresaltó.
—¿Inocente de qué?
—De colaboración. ¿Crees que la historia que contó acerca de verse obligado a aceptar la presidencia podría ser verdad?
Jaina soltó una risa de incredulidad.
—Demasiado absurdo.
—No, en serio. Él es un completo chovinista humano. Sé que es un mal sujeto y que nos mantuvo prisioneros y que quiere gobernar Corellia como diktat, pero odia a los alienígenas tanto que no puedo creer que trabajase voluntariamente con los yuuzhan vong.
Jaina inclinó pensativa la cabeza. El masaje que Jag le estaba dando en el pie había puesto una expresión beatífica en su cara.
—Bueno, llamó a Pwoe Cabeza de Calamar. Eso es un punto a su favor.
—Si Sal-Solo desea demostrar su inocencia —dijo Jag—, sólo necesita ofrecerse voluntario para un interrogatorio con suero de la verdad. Si su colaboración fue involuntaria, las drogas lo revelarían. —Un gesto de sombría diversión cruzó por sus rasgos con cicatrices—. Pero yo pienso que tiene miedo de que un interrogatorio semejante revelaría cómo llegó a estar en manos de los yuuzhan vong en primer lugar. Eso es lo que lo condenaría de verdad.
—Ahh —dijo Jaina. Jacen no podía decir si había caído en la cuenta de algo o si, debido al masaje en el pie, había caído en alguna forma de éxtasis.
Jacen, bebiendo a sorbos su cerveza, decidió que fuera cual fuese la verdad al respecto, no era en absoluto asunto suyo.
—Ylesia ha sido como golpear tu cabeza una y otra vez contra un muro de ladrillo —continuó—. Un problema táctico tras otro, y la solución a cada uno era un ataque directo contra el enemigo, o una huida directa con el enemigo persiguiéndote. —Suspiró cuando los dedos de Jag masajearon una zona particularmente sensible de su pie derecho—. Estaba más cómoda cuando podía ser Yun-Harla la Mentirosa —dijo—. No cuando juego al juego del enemigo, sino cuando puedo hacer que el enemigo juegue al mío.
—Te refieres al sabacc, supongo —dijo Jag, un poco agriamente.
Jaina miró a Jacen, sentado frente a ella y bebiendo a sorbos un vaso de cerveza Gizer.
—¿Vas a aceptar la oferta de Kre'fey de dirigir un escuadrón?
Jacen inhaló el olor almizclado de la cerveza mientras consideraba su respuesta.
—Creo que puedo prestar mejor servicio en el puente de Ralroost —dijo finalmente, y pensó en su dedo flotando en la holopantalla de Kre'fey, apuntando a la flota enemiga que no estaba allí.
—Ylesia —continuó— ha mostrado que mis talentos parecen ser más espaciales y, eh, coordinativos. ¿Coordinativo es una palabra?
—Espero que no —dijo Jag.
Jacen sintió remordimientos al pensar en dejar los cazas por completo. Se había unido a la flota de Kre'fey para guardar las espaldas a su hermana, y quizás podría hacer eso mejor volando junto a ella en un ala-X. Pero sospechaba que podría ser de más ayuda si permanecía fuera de la cabina de un caza, y en lugar de eso usar la fusión Jedi para dar forma al modo en que los demás lucharían.
—Mirad —señaló Jag—, Jaina lo ha entendido mal. Ylesia no ha sido una derrota. Los pilotos caídos de Jaina fueron rescatados, al igual que los míos. Herimos al enemigo mucho más de lo que ellos nos hirieron a nosotros, gracias en parte al Señor Espectral de la Fusión Mental, aquí presente. —Señaló con la cabeza a Jacen—. Destruimos una flota de colaboracionistas y capturamos a bastantes miembros de los escalafones superiores de la Brigada de la Paz como para proporcionar docenas de juicios notorios. Los medios de comunicación estarán ocupados durante meses.
—No lo sentí como una victoria —dijo Jaina—. Lo sentí como si hubiéramos salvado el pellejo por los pelos.
—Eso sólo es porque no tienes una perspectiva suficientemente apartada —dijo seriamente Jag.
La mención de la Brigada de la Paz había puesto a la mente de Jacen a pensar por otros derroteros. Miró a Jaina.
—¿Crees que Thrackan es realmente inocente?
Jaina se sobresaltó.
—¿Inocente de qué?
—De colaboración. ¿Crees que la historia que contó acerca de verse obligado a aceptar la presidencia podría ser verdad?
Jaina soltó una risa de incredulidad.
—Demasiado absurdo.
—No, en serio. Él es un completo chovinista humano. Sé que es un mal sujeto y que nos mantuvo prisioneros y que quiere gobernar Corellia como diktat, pero odia a los alienígenas tanto que no puedo creer que trabajase voluntariamente con los yuuzhan vong.
Jaina inclinó pensativa la cabeza. El masaje que Jag le estaba dando en el pie había puesto una expresión beatífica en su cara.
—Bueno, llamó a Pwoe Cabeza de Calamar. Eso es un punto a su favor.
—Si Sal-Solo desea demostrar su inocencia —dijo Jag—, sólo necesita ofrecerse voluntario para un interrogatorio con suero de la verdad. Si su colaboración fue involuntaria, las drogas lo revelarían. —Un gesto de sombría diversión cruzó por sus rasgos con cicatrices—. Pero yo pienso que tiene miedo de que un interrogatorio semejante revelaría cómo llegó a estar en manos de los yuuzhan vong en primer lugar. Eso es lo que lo condenaría de verdad.
—Ahh —dijo Jaina. Jacen no podía decir si había caído en la cuenta de algo o si, debido al masaje en el pie, había caído en alguna forma de éxtasis.
Jacen, bebiendo a sorbos su cerveza, decidió que fuera cual fuese la verdad al respecto, no era en absoluto asunto suyo.
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