lunes, 8 de marzo de 2010

Ylesia (II)

Como la mayoría de los humanos, Thrackan Sal-Solo era una criatura delgada, de músculos enclenques, con el pelo y la barba volviéndose blancos por la edad. Sus ojos se abrieron de par en par cuando entró en la cámara y percibió, en la oscuridad, el arco iris ardiente de la mirada de Shimrra. No obstante pudo convocar un cierto grado de jactancia, y se acercó el Sumo Señor en la cama de pulsantes pólipos.
—Señor Shimrra —dijo, cruzando sus brazos y haciendo una reverencia demasiado breve.
Nom Anor reaccionó sin pensarlo. Un barrido de su pie calzado con botas golpeó las piernas del humano, haciéndole perder el equilibrio, y un empujón preciso hizo caer al sobresaltado corelliano de cara contra el suelo.
Onimi se rió tontamente.
—¡Humíllate ante tu señor! —gritó Nom Anor—. ¡Humíllate si quieres vivir!
—¡Vengo en son de paz, Señor Shimrra! —protestó Sal-Solo.
Nom Anor golpeó con su bota en las costillas de Sal-Solo.
—¡Silencio! ¡Esperarás a hablar cuando se te permita! —Se volvió a Shimrra y tradujo las palabras del humano—. El infiel dice que viene en son de paz, Sumo.
—Eso está bien. —Shimrra contempló la figura extendida del humano por un instante—. Dile al infiel que he considerado sus propuestas y he decidido aceptar.
Nom Anor tradujo las palabras del Sumo Señor al básico. La cara de Sal-Solo, apretada contra el suelo, desplegó lo que podría haber sido un rastro de una sonrisa.
—Dile al Sumo Señor que es sabio —dijo.
Nom Anor no se molestó en traducir.
—Tus opiniones no son de ningún interés para el Sumo Señor.
Sal-Solo se lamió los labios nerviosamente.
—La única manera en la que puedo garantizar el éxito del plan es si tengo mano libre en Corellia —dijo.
Nom Anor tradujo esto.
—Dile al infiel que ha entendido mal —dijo Shimrra—. Dile que la única manera de que el plan tenga éxito es si yo tengo mano libre en Corellia.
Sal-Solo pareció sobresaltado cuando esto fue traducido, y sus labios empezaron a idear una protesta, pero Shimrra continuó.
—Dile al infiel que nosotros daremos a sus socios del Partido de Centralia toda la ayuda necesaria para ganar el mando del sistema corelliano. Él los dirigirá para cooperar con nosotros. Una vez la Estación Centralia esté tomada por su gente y rendida a nuestras fuerzas, el Partido de Centralia gobernará Corellia en un estado de paz con los yuuzhan vong.
Los ojos de Sal-Solo se ensancharon cuando escuchó la larga traducción de Nom Anor. El ejecutor no se molestó en declarar el hecho de que, en el idioma yuuzhan vong, paz era la misma palabra que sumisión.
Sal-Solo averiguaría eso a su debido tiempo.
Sal-Solo se lamió los labios de nuevo, y dijo:
—¿Puedo levantarme, Ejecutor?
Nom Anor lo consideró.
—Muy bien —dijo—. Pero debes mostrar completa sumisión al Sumo Señor.
Sal-Solo se puso en pie pero no se enderezó, manteniendo en cambio una especie de media inclinación hacia Shimrra. Sus ojos oscilaron de un lado a otro, como si estuviera leyendo mentalmente un discurso antes de pronunciarlo, y entonces dijo:
—Sumo, pido permiso para explicar la situación de Corellia con más detalle.
El permiso fue dado. Sal-Solo habló acerca de las complejas relaciones políticas de Corellia, y el deseo del Partido de Centralia de separarse de la Nueva República. Mientras hablaba parecía cobrar más confianza, y daba pequeños pasos de un lado a otro, levantando sus ojos de vez en cuando hacia Shimrra para ver si el Sumo Señor estaba siguiendo su argumento.
Nom Anor tradujo tan bien como pudo. Onimi, desde su posición a los pies de Shimrra, miraba con su labio superior curvado, mostrando un colmillo deformado.
—Yo debería regresar inmediatamente a Corellia para emprender el plan del Sumo —dijo Sal-Solo—. Y lamentablemente debo advertir que será difícil de ganar la cooperación una vez que sea conocido que los yuuzhan vong planean asir el arma Centralia después de que desalojemos al ejército de la Nueva República.
—La respuesta a esa dificultad es simple —dijo Shimrra a través de Nom Anor—. No les digas a tus socios que los yuuzhan vong pretenden controlar el arma.
Sal-Solo dudó sólo un fragmento de un segundo antes de hacer una reverencia.
—Será como el Sumo Señor lo desee —dijo.
Shimrra dio un gruñido apreciativo, y entonces se volvió hacia Nom Anor.
—¿El infiel está mintiendo? —dijo.
—Desde luego, Sumo —dijo Nom Anor—. Él nunca abandonará voluntariamente una arma tan poderosa como el dispositivo Centralia.
—Entonces dile esto al infiel —dijo Shimrra—. No será necesario que regrese a Corellia; simplemente nos informará de a cual de sus asociados del Partido de Centralia debemos avisar para entregar sus órdenes y nuestra ayuda. Dile al infiel que tengo una tarea mucho más importante que realizar para él. Dile que lo acabo de nombrar Presidente de Ylesia y Comandante en Jefe de la Brigada de la Paz.
Nom Anor quedó anonadado con admiración. Esa sí que es una venganza verdaderamente inventiva, pensó. Thrackan Sal-Solo había destruido miles de guerreros yuuzhan vong en Fondor, y ahora sería públicamente relacionado con un gobierno aliado con los yuuzhan vong. Su reputación quedaría destruida; estaría a merced de aquellos cuyos guerreros había matado.
Sal-Solo escuchó la traducción en horrorizado silencio. Sus ojos oscilaron de un lado a otro de nuevo, y entonces dijo:
—Por favor, dile al Sumo Señor que me siento profundamente honrado por el nombramiento en esta posición de confianza, pero debido a que esto lo haría imposible que se realizasen sus planes para Corellia, lamento tener que rechazar el nombramiento. Quizás el Sumo Señor no sepa que la Brigada de la Paz no es admirada por todos los corellianos, y que cualquiera que se identifique con la Brigada de Paz podría no ser capaz de conseguir el respeto necesario para ganar el poder en Corellia. Es, además, completamente necesario que yo esté en Corellia para coordinar el Partido de Centralia, y...
Sal-Solo siguió hablando durante un rato más, lo bastante para que Nom Anor empezara a sentir hacia él un desprecio completo. Sal-Solo, convencido de sus poderes para engatusar a otros, pensaba que que una vez que pudiera estar en una misma sala con Shimrra, podría hablar con él, de un político a otro, y convencerlo de la rectitud de sus esquemas. ¡Como si pudiera presionar al Sumo Señor de los yuuzhan vong de la misma manera que podía presionar a cualquier miserable senador de su mundo natal!
—Ejecutor —dijo Shimrra en un tono de conversación casual, mientras Sal-Solo continuaba hablando—, ¿hay un lugar dónde uno podría golpear a un humano para causarle un dolor que lo inmovilice?
Nom Anor consideró la demanda.
—Hay unos órganos conocidos como “riñones”, Señor. Uno a cada lado de la parte inferior del costado, justo sobre la cadera. Un golpe ahí causa una angustia considerable, a menudo tan severa que la víctima es incapaz de gritar. O eso tengo entendido.
—Averigüémoslo —dijo Shimrra. Hizo un ligero gesto, y Onimi se alzó desde su lugar al pie de la tarima de Shimrra. En la tenue luz Nom Anor pudo ver, enrollada en la mano del Avergonzado, un bastón de mando, la versión de los oficiales del anfibastón. Se asustó al descubrir que Shimrra permitía a su familiar llevar armas.
¿Pero quién si no sería más fidedigno? pensó Nom Anor. Onimi debe saber que si Shimrra es asesinado, su propia muerte seguirá ciertamente.
Onimi caminó hasta detrás de Sal-Solo y extendió su brazo lacio. El bastón con aspecto de látigo se congeló en su forma sólida, convirtiéndose ahora en una vara delgada, y con un único y eficaz golpe Onimi clavó el arma en el riñón izquierdo de Sal-Solo.
El humano abrió su boca en un grito silencioso y se cayó como un montón de ramitas, con las manos escarbando en el suelo. Nom Anor caminó hacia el hombre desvalido, se inclinó sobre él, y lo asió por el pelo.
—Tu petición de rechazar el nombramiento ha sido denegada, infiel —dijo—. Nos encargaremos de transportarte inmediatamente a Ylesia, donde podrás ocupar tu lugar como jefe del gobierno. Entretanto, nos darás los nombres de tus socios en Corellia, para que ellos, también, puedan recibir sus instrucciones.
La cara de Sal-Solo seguía retorcida por un grito sin palabras, y Nom Anor decidió que su información con respecto a los riñones vulnerables de un humano era verdad.
—Inclina la cabeza si lo has entendido, infiel —dijo Nom Anor.
Sal-Solo asintió con la cabeza.
Nom Anor se volvió a Shimrra.
—¿El Sumo tiene alguna instrucción más para sus sirvientes? —preguntó.
—Sí —dijo Shimrra—. Instruye bien a los guardias de este humano.
—Lo haré, Señor.
Nom Anor hizo una reverencia junto al cuerpo estremecido de Sal-Solo, y entonces él y Onimi condujeron a Thrackan Sal-Solo hasta sus guardias, que consiguieron poner derecho al hombre.
—Creo que debo dirigirme a usted como “Presidente” a partir de ahora —dijo Nom Anor.
Los labios de Sal-Solo se movieron, pero de nuevo parecía incapaz de proferir sonidos.
—A propósito, Su Excelencia —continuó Nom Anor—, lamento comunicarle que su compañera Darjeelai Swan murió mientras proporcionaba la información a los yuuzhan vong. ¿Hay algo que desee hacer con el cuerpo?
Una vez más, Sal-Solo no expresó ninguna opinión, de modo que Nom Anor ordenó que el cuerpo fuera destruido y se ocupó de sus asuntos.

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