domingo, 29 de enero de 2012

La Antigua República: La Tercera Lección (y VII)

El Jedi, con el rostro contraído de dolor, miró fijamente a Malgus. Uno de los cuernos de su cabeza se había agrietado por el calor de los rayos de la Fuerza. Los ojos del Jedi fueron a la espada de luz desactivada que Malgus sostenía en su puño cerrado, y ladeó la cabeza.
Malgus leyó la pregunta en sus ojos. ¿Misericordia de un Sith? Malgus sonrió. Dio un paso adelante, activó su espada, y apuñaló al Jedi atravesándole el pecho.
-Duerme -dijo.
Los ojos del Jedi mantuvieron la pregunta durante los breves instantes que se demoraron en quedar en blanco. Malgus se irguió, desactivó su espada, respiró profundamente, y se alejó. La pregunta en los ojos del Jedi era una que él mismo se había hecho en innumerables ocasiones, la que su padre había tratado de ayudarle a responder tantos años antes. La respuesta nunca le había satisfecho plenamente, pero suponía que esa era precisamente la idea.
A veces, sólo había una jaula vacía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario