domingo, 29 de enero de 2012

La Antigua República: La Tercera Lección (V)

El sable de luz de Malgus trazó brillantes arcos de color rojo a través del aire. Giraba, cortaba, apuñalaba, haciendo retroceder al Jedi. Pero el Jedi siempre bloqueaba el golpe. Parecía estar esperando su momento.
Me está engatusando, se dio cuenta Malgus. Fingiendo debilidad.
Malgus ralentizó su ataque, retrocedió unos pasos, y se comunicó con la Fuerza. Inmediatamente sintió la firma débil, deliberadamente oculta, de otro usuario del lado luminoso a su derecha. El aliado del Jedi estaba oculto entre los escombros, acercándose.
Malgus desató una serie de furiosos ataques por encima de la cabeza que obligó al zabrak a retirarse rápidamente. Esquivando una estocada del Jedi, Malgus aprovechó su movimiento para lanzar una patada con giro lateral aumentada mediante la Fuerza que golpeó al Jedi en las costillas y lo envió dando volteretas contra la pared de un edificio cercano. Al mismo tiempo, se extendió con la Fuerza hacia el usuario del lado luminoso oculto, apartó la resistencia que se sentía, y sacó al Jedi de su escondite.
Un macho humano de veintitantos años salió de las ruinas, colgando como un pez en el anzuelo del poder de Malgus. Sus piernas pataleaban en vano; la hoja verde de su sable de luz cortaba en el vacío; jadeaba ahogadamente mientras el poder de Malgus apretaba su garganta.
-¡Vorin! -gritó el zabrak.
-Hasta aquí vuestra emboscada -dijo Malgus, y cerró el puño, aplastando la tráquea de Vorin. Dejó caer el cuerpo en la tierra quemada. Un destello de ira, rápidamente reprimido, provino del zabrak mientras saltaba por encima de los escombros hacia Malgus. Malgus lo vio venir, manteniendo su hoja roja apartada a un lado.
A los 10 metros, Malgus extendió su mano libre y desató zarcillos azules de relámpago de la Fuerza. Estos golpearon al Jedi atacante: cruzaron sus defensas, se arremolinaron a su alrededor, y empezaron a quemar la carne.
Gritando de dolor, el Jedi se inclinó hacia adelante en el relámpago –enseñando los dientes, sosteniendo ante él sus hojas azules- y avanzó tambaleándose hacia Malgus. A pesar de sus quemaduras, seguía avanzando. Un paso, otro, otro, pero estaba perdiendo fuerzas, marchitándose bajo el calor de los rayos. Malgus canalizó más poder y el Jedi cayó de rodillas, gritando. El relámpago giró en espiral alrededor del zabrak, quemando negros agujeros en su cuerpo. Los sables de luz cayeron de sus manos y se retorció de dolor, gritando al cielo su agonía.
Malgus puso fin a su ataque. El Jedi, acabado, cayó al suelo y rodó sobre su espalda. Su respiración sonaba peor que la de Malgus.
Malgus caminó a su lado y se puso sobre él.
Se dio cuenta de que admiraba el temple del Jedi.
Desactivó su sable de luz.

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