VII
IG-88 se encontraba de pie al final de la línea de
fabricación, escuchando los sonidos del metal chocando contra metal, de las
prensas hidráulicas golpeando, de los componentes siendo ensamblados, de los
lubricantes al aplicarse. No podía oler, pero sus detectores de análisis
químico detectaban pequeñas concentraciones de materiales de soldadura y
sellantes en aerosol flotando en el aire.
Los droides de ensamblaje estaban diligentemente ocupados
en sus tareas, trabajando como esclavos. Estaban gozosos por tener consciencia
de sí mismos, y se dedicaban con entusiasmo a su trabajo. Libertad. Eso era lo que suponía la gran diferencia.
Al final de la línea de ensamblaje, el último de
los probot Víbora negros de Arakyd se activó. Inspector 11, un meticuloso droide
de análisis se apartó de su camino. El droide sonda articulado se alzó sobre
pequeños cohetes repulsores, flotando, moviendo sus seis piernas segmentadas
terminadas en garras. La cabeza plana del probot giró a un lado y a otro,
dirigiendo su conjunto de sensores ópticos en todas direcciones, escaneando
datos.
IG-88 permaneció inmóvil, esperando que su
presencia fuera advertida. IG-88 estaba orgulloso de ser responsable de
semejante creación: negro, pulido y hermoso, curvas elegantes, alta reflectancia.
Construido según las especificaciones que Darth
Vader y el supervisor imperial Gurdun habían transmitido a Mechis III, el
probot era elegante y multifuncional en un rango de actividades mucho mayor de
lo que IG-88 podría llegar a ser. Sin embargo, IG-88 había incluido un conjunto
secundario de instrucciones que proporcionaba al droide sonda una misión de
mayor prioridad en paralelo a su búsqueda para el Imperio. Le gustaba el
blindaje negro del probot, su oscuridad. Le recordaba al propio Vader...
Cuando el Señor Oscuro de los Sith llegó
inesperadamente a Mechis III, IG-88 se había visto realmente alterado. Mientras
observaba a Vader y lo analizaba con varias sondas no invasivas, IG-88 vio que
Vader no era simplemente una trivial forma de vida orgánica, no sólo carne
caminando... era una perfecta síntesis de hombre y máquina, un cuerpo integrado
con componentes droides e inteligencia, imaginación e iniciativas biológicas.
IG-88 había estudiado las cintas de la visita de
Vader, analizando cada uno de los fluidos movimientos que había realizado la
elevada figura del Señor Oscuro, cada ondulación de su capa, cada movimiento de
su brazo. Antes, IG-88 siempre había considerado que los biológicos carecían de
valor en todos los aspectos, inferiores a lo que cualquier buen droide podría
hacer... pero ahora había comenzado a considerar que tal vez Vader podría ser
lo mejor de ambas formas de vida.
El asombro era una nueva sensación, e IG-88 también
la analizó.
Al conectarse con sus droides infiltrados en el
Imperio, había descubierto que la nave insignia de Vader, el Ejecutor, era un super destructor
estelar de ocho kilómetros de largo, provisto de potentes ordenadores y que funcionaba
con una tripulación mucho menor de lo que podría esperarse para una versión tan
ampliada de un destructor estelar de clase Imperial.
La construcción de esa increíble nave de guerra prácticamente había llevado a
la bancarrota a varios sistemas.
Los circuitos de IG-88 se excitaron mientras
trataba diligentemente de pensar en modos de usar esa información, o tal vez
incluso el propio Ejecutor, para
ayudarle en sus propios planes.
En la línea de ensamblaje, el Arakyd Víbora rotó
sobre su eje con breves y siseantes activaciones de sus cohetes de control de
posición. Envió a IG-88 una ráfaga de transmisión codificada a alta velocidad,
repleta de miles de preguntas.
¿Quién eres?
¿Por qué
estás aquí?
¿Cuál es tu
misión?
IG-88 le contestó en su propio lenguaje,
respondiéndole de igual modo.
-Eres el último –dijo-. El último de miles que
saldréis a explorar la galaxia para buscar e informar.
El droide sonda ya conocía las instrucciones
prioritarias de IG-88. Sí, debía informar a Darth Vader... pero también debía
enviar otro mensaje detallado a Mechis III. Miles de probots serían los ojos y
los oídos de IG-88, espiando la galaxia como uno solo, descubriendo debilidades
que los droides pudieran explotar en sus planes de conquista total.
Esos probots también tenían la programación de
autoconsciencia, la chispa de inteligencia que IG-88 había compartido con sus
hermanos mecánicos. Los droides sonda serían los exploradores de la gran
revolución droide.
El Arakyd Víbora extendió una potente garra
metálica, e IG-88 la sujetó con su propia mano, sin terminar de comprender qué
pretendía el probot. El droide negro apretó la pinza en un agarre que habría
seccionado cualquier insignificante apéndice orgánico. Como respuesta, IG-88
aplicó una presión semejante.
No estaba seguro de las intenciones del probot,
pero esos droides eran notoriamente inestables... y aún lo eran más por su
programación adicional. Eran exploradores suicidas, y lo sabían. Nunca debían
ser desmontados o inspeccionados. Los droides sonda llevaban consigo todos los
detalles de los sangrientos planes de conquista de IG-88, esperando para ser activados
por su transmisión codificada secreta... y los probots no debían ser analizados
en profundidad. Disparadores internos muy sensibles activarían la
autodestrucción ante la menor probabilidad de ser capturados. Los probots eran
prescindibles, y lo sabían en lo más profundo de su ser.
El Arakyd Víbora se enfrentó a IG-88 en una
inquietante lucha de poder, como si tratara de determinar si el droide asesino
era digno de tal devoción.
IG-88 lo era.
El último droide sonda se relajó y se alzó sobre
sus cohetes repulsores, flotando, escaneando, orientándose. Transmitió una
breve y tajante despedida, confirmando su devoción a la misión. IG-88 alzó la
mirada para ver cómo el probot negro se dirigía hacia la cápsula de carga desde
la que sería lanzado a órbita, para terminar siendo entregado a la flota estelar
de Vader.
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