jueves, 6 de febrero de 2014

Bajo rebelde (II)


Dos días más tarde, actuando en serio, Ry deslizó la mano por el estrecho cuello del bajo, terminando la canción con un profundo glissando. Sostuvo la nota de fondo lo suficiente como para golpearla un par de veces con el codo derecho, sobre el punto FX, y luego sacudió la cabeza. Erik, atento a esa señal, atacó un riff final con los percutores tenores. Las manos de Hannis se congelaron a mitad de su danza sobre el teclado táctil. La escuela técnica de Tuttin daba de comer a una gran población estudiantil en el comedor donde Keth Beamis había decidido celebrar audiciones.
Con su mobiliario multicolor de comedor empujado a un extremo, la sala imitaba la acústica de un auditorio de tamaño medio.
Keth Beamis puso su cuaderno de datos sobre una mesa.
-Bien -dijo.
Beamis llevaba un bigote caído y lucía una coleta rubia, que colgaba sobre su nuca. Ry no sabía mucho sobre él, más allá del hecho de que recogía información para la Alianza Rebelde... y que tenía buen oído para todos los estilos de música contemporánea: Motor de núcleo, minga, alarde... y crepuscular, la especialidad de Grito Lejano.
-¿Cuánto tiempo lleváis tocando juntos?
-Tres estaciones -dijo Ry, sobrecogido por conocer al fin a ese hombre del que Tet había hablado con tanto respeto. Y añadió-: Tet Tramys nos ayudó a realizar nuestros primeros arreglos de versiones.
No haría ningún daño recordarle a Keth Beamis su contacto mutuo.
-Me gusta cómo sonáis. -La larga nariz y la alta frente de Beamis le hacían parecer un aristócrata de los mundos del núcleo-. Bien equilibrado, y sorprendentemente maduro para vuestra edad. D'lund, espero que te quedes por aquí una temporada después de graduarte. No te marches y abandones a estos dos. Creo que en un futuro muy cercano estaríais capacitados para dedicaros a tiempo completo a actuar.
Hannis asintió con la cabeza, dejando que el flequillo le cayera sobre los ojos. Hizo crujir los nudillos sobre su teclado táctil, un gesto que significaba que estaba totalmente satisfecho.
Erik aferró sus baquetas en una mano y las sostuvo contra su camisa verde pálido.
-¿Hemos conseguido el trabajo, entonces?
Beamis sonrió con humor.
-Es demasiado pronto para decirlo, ya que todavía tengo que visitar otros sistemas. Pero creo que como mínimo os habéis ganado una prueba final en la base de operaciones en Beltrix. Eso suponiendo que vuestras familias os dejen viajar.
-¡Sí! -Erik golpeó un platillo.
Hannis sonrió. Beltrix no estaba lejos, pero Erik nunca había estado fuera de Tuttin IV.
-Será mejor que despejéis el... eh… el escenario.
Beamis hizo un gesto como separando las aguas con las dos manos, echando un vistazo a las mesas y sillas apiladas a lo largo de la pared cercana. Detrás de los muebles amontonados, Ry podía ver pedacitos de la pintura mural que alguna clase anterior había pintado, retratando al Emperador Palpatine dando zancadas de planeta en planeta, aproximándose a planetas grises llenos de cráteres y dejando una estela de mundos fértiles, bien desarrollados y ricos conforme su Nuevo Orden se iba propagando. Lástima que las cosas no hubieran resultado ser así en realidad.
-Hay otra banda esperando para prepararse -añadió Beamis.
-Guau. -Erik miró el cronómetro de la pared y agarró el conjunto de los percutores tenores-. Llego tarde al entrenamiento de smashball. Ayudadme a guardar esto, chicos.
Ry caer su bajo en un estuche acolchado y comenzó a soltar los platillos de Erik. Se lo diré mañana, decidió.
Después de que terminaron de cargar todo en el deslizador de Hannis, Ry deambuló de vuelta al comedor escolar. Beamis seguía sentado en su mesa cerca del vergonzoso mural, acariciando su bigote mientras tocaba una banda de más edad. Ry echó un vistazo con más detenimiento a los músicos y mostró una media sonrisa. Era un grupo de b'ssa nuuvu, con la instrumentación tradicional de fizz, kloo, bandfill y ommni. El musculoso intérprete de cuerno kloo se balanceaba de lado a lado, haciendo oscilar su cuerno delante de él. Ry se preguntó si también los intérpretes de b'ssa nuuvu se deslizaban fuera de la realidad en un estado del espacio-tiempo donde sólo existía la música.
Y ahora Ry lo reconoció. Onjo Fegel había cenado en la mesa del gobernador Shran Etison, lo cual tenía sentido, ya que el gobernador Etison era un fanático de la b'ssa nuuvu. Etison parecía decidido a dar a Ry una educación social adecuada... y tal vez convertirlo a sus propios gustos musicales.
La vida había sido diferente antes de que se fueran sus padres. Pensaba que se llevaba bien con ellos, mejor que casi todos sus amigos y sus mayores.
Las sillas detrás de Beamis estaban libres. Ry se deslizó en una y se dejó caer, apoyando ambos pies en el asiento de otra silla.
Después de que Beamis hiciera salir al grupo de Onjo fuera del escenario, dos oficiales de las Fuerzas de Seguridad del Sistema Tuttin uniformados de negro irrumpieron en el comedor.
-¿Keth Beamis? –preguntó su líder.
Ry se deslizó hacia atrás para sentarse recto. ¿Qué querrían las FSST de un grupo de músicos?... A menos que hubieran descubierto las conexiones de Beamis con la Alianza.
Beamis se puso de pie, se estiró con aire casual, y flexionó los dedos, sacudiendo la cabeza y enviando la cola de caballo sobre un hombro.
-Hola, oficiales. ¿En qué puedo ayudarles?
-Haga el favor de acompañarnos -respondió el hombre de las FSST que había hablado.
El uniforme negro hacía que su piel se viera pálida con un ligero tono rosado. Hizo otro gesto.
-Y tú también, muchacho. Tenemos algunas preguntas.
El corazón de Ry comenzó a golpear a ritmo de motor de núcleo.
Keth Beamis arqueó las cejas.
-Estaré encantado de hablar aquí con ustedes -ofreció, con una voz tan calmada que Ry de repente dudó de que fuera en absoluto un espía de la Alianza.
-Bueno, ya veremos hasta dónde llegamos.
El oficial de las FSST de piel rosa pálida apoyó un pie sobre una silla turquesa vacía mientras que sus refuerzos avanzaban hacia la puerta doble principal de la sala. Ry se preguntó si esperaban que Beamis saliera huyendo. El pulso de Ry siguió acelerándose. Confiaba en no hacer nada estúpido, como salir corriendo él mismo.
-Vino usted al sistema Tuttin desde Thabit –dijo Rosita mirando un cuaderno de datos.
-Eso es correcto.
-¿Hizo usted averiguaciones allí acerca de una mujer llamada Maiferri Tag?
Una vez más las cejas se arquearon.
-No pude encontrarla -dijo Beamis-. Programó una audición con varios meses de antelación, pero no apareció. Espero que no le pasase nada.
El oficial de respaldo se acercó más, manteniendo una mano demasiado casualmente cerca de su bláster.
-Lo que pasó –dijo-, es que se la arrestó bajo cargos de espionaje. Beamis, será mejor que hablemos, y no aquí. -Sus labios se curvaron-. En privado.
Había habido un tiempo, antes del Imperio, en el que Ry pensaba que los oficiales de las FSST eran duros, fuertes y virtuosos. Recientemente, las FSST habían atraído a personas que sólo querían intimidar a otras personas.
Beamis sonrió amablemente.
-Una cosa buena acerca de no tener nada que ocultar es que no tienes nada que temer. Vete a casa, Ry. Voy a hablar con estos caballeros.
-El también viene -dijo Rosita.
-Oh, claro.
Ry se encogió de hombros, tratando de imitar la apariencia de absoluta despreocupación de Beamis. Dejó caer ambas manos a los costados mientras seguía al oficial principal a un deslizador de patrulla que espera, un reciente modelo azul y blanco al que parecían haberle brotado varias aletas de refrigeración por todo el compartimiento del motor. Ry se deslizó en un asiento trasero con Rosita a su derecha y Beamis sentado más allá de él. Si las FSST estuvieran realmente preocupadas, le habrían puesto esposas. ¿O no?
Tal vez no. Tal vez dispararían primero y preguntarían después.
Fue un corto viaje de regreso al Centro Administrativo de mármol blanco. Ubicado a los pies de los acantilados grises que habían atraído a las empresas mineras hacía un siglo, el ala oeste del Centro albergaba la mansión del gobernador Etison. Los refuerzos de Rosita los condujeron al ala este, a las oficinas de los oficiales, donde descendieron varios niveles en ascensor.
Ry marchó obedientemente por un pasillo gris que terminaba en una amplia sala de espera. A lo largo de una pared había una hilera de celdas de detención con vallas de energía.
-Seguridad de Thabit no llegará hasta dentro de un par de horas más -dijo Rosita-. Mientras tanto, simplemente queremos evitar que os toméis unas vacaciones no autorizadas.
Hizo un gesto hacia una celda de detención.
Beamis dio un paso adelante.
-Señor, no puede detener a ciudadanos respetuosos con la ley del Imperio sin una causa adecuada. Le puedo dar un compromiso de buena conducta.
-Creo que esta vez la causa es adecuada. Dentro, Beamis. Tú también, hijo. Tres celdas más allá. Por lo que sé, eres cómplice.
-¿Cómplice? -repitió Ry, con el pánico corriéndole finalmente por la garganta-. Yo soy... él es... escuche, llame al gobernador Etison. Él responderá por nosotros dos. Sólo estaba haciendo audiciones para unas actuaciones. Es un cazatalentos musical...
-Y yo soy la anciana abuela del Emperador. –Un ayudante de Rosita agarró el hombro de Ry y le dio un empujón. Ry entró a trompicones en la celda más cercana. Se dio la vuelta rápidamente. Para entonces, la barrera de energía ya zumbaba y chisporroteaba. Los oficiales condujeron a Beamis a una celda un poco más allá en la fila.
-Ha habido un error -insistió Beamis, entrando en la celda-. Ry, no te preocupes. Hablaremos con la gente de Thabit, y luego podrás llegar a casa; tarde, pero a tiempo para cenar.
Un ayudante administrativo, sentado en una terminal de datos a varios metros de distancia, levantó la mirada cuando los oficiales se fueron, luego se volvió hacia su terminal.
Ry parpadeó, demasiado aturdido para hacer mucho más. ¿Qué acababa de ocurrir, y por qué Keth Beamis actuaba con tanta tranquilidad? Ry volvió a mirar hacia la fila de celdas. Keth Beamis estaba sentado, mirando en dirección opuesta. Parecía una advertencia de que no tratara de comunicarse. Ry miró en la otra dirección y se quedó observando al ayudante, que trabajaba en silencio. El silencio subterráneo hacía que Ry se sintiera como si se estuviera asfixiando bajo una pesada manta, con tapones para los oídos y los ojos vendados. Tarareó unos compases de "Ojos Oscuros, Tibios Pensamientos" y se preguntó dónde estarían sus padres. El ascenso de Tendis Ancum le había puesto al frente de una fábrica. La madre de Ry siempre había trabajado como su ayudante, pero era también una música de formación clásica, una soprano de voz dulce que podía conmover hasta las lágrimas a la audiencia más fría.
Ry apretó un puño, decidido a no llorar ahora. Todavía no podía creer que sus padres no se lo hubieran llevado con ellos. Sus mensajes siempre incluían disculpas por no escribirle a menudo, pero eso servía de escaso consuelo. Aparte de Hannis y Erik, se sentía solo en su propia ciudad.
Dejó de tararear. La música crepuscular no era la más adecuada cuando ya te estabas asfixiando en tu propio dolor y miedo.
No llevaba sentado mucho tiempo, cuando el ayudante administrativo se puso de pie y caminó hacia él. El hombre tecleó una secuencia de código en el panel táctil en la puerta de Ry, y de pronto las chispas y los chasquidos se detuvieron.
-Etison dice que responderá por ti –dijo-. Ve a casa. Te llaman para la cena. Eso sí, no salgas de la ciudad.
-No hay problema. -Ry señaló la fila de celdas-. ¿Qué pasa con él? -preguntó en voz baja. Su voz se quebró en la última palabra-. ¿No puede venir conmigo?
-No -dijo el ayudante.
Ry apretó las dos manos para evitar que temblaran. Eso no era un subidón de adrenalina. Era temor por un amigo, y no le gustó.

***

La cena de Ry le sentó como una piedra en la boca del estómago. Había llamado a Erik y Hannis tan pronto como terminó de comer, y ahora estaban de pie junto a su cama. Después de agonizar pensando en cuánto contarles, decidió contárselo todo. Sus amigos no le delatarían, y serían cautos.
-Yo podría hurgar en la base de datos del gobernador Etison –concluyó-. Estoy seguro de que podría conseguir que la celda de Beamis se abriera el tiempo suficiente como para entrar y sacarlo.
La cabeza de Erik seguía temblando. Desde que Ry le había hecho jurar mantener el secreto y le había explicado los códigos de bajo, se había quedado mirando el cubrecama.
-No lo sé –dijo-. Esto suena terriblemente peligroso. Mis padres podrían ser expulsados de la escuela si me meto en este tipo de problemas. ¿Y qué hay de Teki?
La hermana pequeña de Erik sólo tenía cuatro años locales de edad.
-Esto nos viene demasiado grande, Ry.
Hannis resopló.
-¿Demasiado grande? ¿Para nosotros? Creo que es totalmente genial.
Los abuelos de Hannis habían sido aristócratas de los mundos del Núcleo durante la República. Sus padres habían huido al Borde Interior cuando el Imperio apretó su agarre, y él siempre había considerado la vida como una especie de juego. Su pericia con la electrónica -especialmente de la música y de las comunicaciones- le ofrecía un montón de juguetes.
-No. -Erik rara vez hablaba de su pasado. Ahora, sus cejas se arquearon mientras declaraba-: Chicos, podrían mataros. Pensad en lo que eso supondría para vuestros padres.
¿Para sus padres? Ry resopló.
-A mis padres no les importo un pelo de ranat...
El comunicador zumbó en su pared.
-¿Qué? -preguntó.
-Ryley. -La voz pertenecía a la ayudante del gobernador Etison, la capitana Hall-. Se requiere tu presencia en la oficina del gobernador E."
-Allí estaré, señora -dijo al comunicador. Luego bajó la voz-. ¿Lo veis? Está pasando algo. Volved a vuestras casas, y yo haré lo que pueda. Por mí mismo.
-Llámame -insistió Hannis.
-Cuenta también conmigo -añadió Erik-. Pero ten cuidado.
Tres minutos más tarde, Ry estaba de mie ante el escritorio de su mecenas. Shran Etison vestía de color caqui Imperial con un aire incómodo; no era de extrañar, ya que había nacido en un tranquilo mundo minero. Tenía una reputación de administrador competente, y de vez en cuando Ry veía indicios de que el gobernador Etison tenía tenues dudas sobre el Emperador Palpatine y su Nuevo Orden.
No mostró duda ni vacilación alguna esa noche. El gobernador estaba sentado frente a su ayudante vestida de negro, apoyando ambas manos sobre su escritorio. Sus anchos hombros, su mandíbula ancha y sus sienes con ligeras cicatrices insinuaban su carrera como héroe del smashball. Sus dedos se movieron rítmicamente.
-Espero que la audición fuera bien.
Ry se sentó en su silla adicional. Tenía ganas de preguntarle qué había pasado con Keth Beamis.
-Bastante bien. El cazatalentos pensaba que podríamos tener una oportunidad de conseguir trabajo en una auténtica gira.
Las manos del gobernador Etison dejaron de moverse. Levantó la vista hacia la capitana Hall, una mujer robusta con trenzas grises enrolladas en la parte posterior de la cabeza.
-Ry, me temo Keth Beamis puede haber complicado esa posibilidad.
Ry levantó una ceja con lo que esperaba que fuera un aire de leve curiosidad.
-¿Qué pasó? Desde luego, parecía extraño que le detuvieran.
El gobernador Etison miró a su ayudante. Ry pensó que el rostro de su mecenas parecía más gris, sus líneas de preocupación más profundas de lo habitual.
-Dígaselo, capitana Hall.
Hall blandió su cuaderno de datos.
-Los hombres de Thabit tenían una serie de preguntas para él. Resultaba evidente que había tratado de ponerse en contacto con una mujer que recientemente ha sido descubierta como una espía rebelde. En vez de eso, trató de hablar de tu banda.
-¿De nosotros? -El labio de Ry se crispó. ¿Estaba de nuevo en problemas?
-Bajo ciertas persuasiones, los agentes rebeldes empiezan a hablar y siguen hablando. Procedimiento estándar -añadió.
Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Ry. Si habían usado drogas de la verdad con Beamis, estaba perdido. Ni siquiera el gobernador Shran Etison podría salvarle si Beamis le había implicado... pero, ahora que lo pensaba, ¿no estaría ya bajo arresto si eso hubiera sucedido?
-Creemos –continuó diciendo Hall- que quería hablar de tu banda para mantener su mente en temas seguros.
-¿Qué quiere decir?
Calma. Mantén la calma.
El gobernador Etison se inclinó hacia delante. Cuando cruzó las manos sobre el escritorio, flexionó los hombros.
-Parece que tu amigo Keth Beamis estaba implicado en una red de espionaje rebelde, Ry.
Ry se quedó boquiabierto, exagerando la expresión. Esa reacción le haría parecer un niño pequeño, pero era mejor que aparentara ser lo más inocente posible.
-Así que cuando trató de hablar sobre tu banda en lugar de Maiferri Tag -continuó la ayudante-, le dejaron que lo hiciera por un tiempo. Lo mejor es dejar que el... sujeto se caliente y se acostumbre a hablar. No hacía más que insistir en que estabais listos para el circuito, y que le hubiera encantado ofreceros un contrato.
Esa no era forma de terminar una explicación.
-¿Y luego?
El gobernador Etison suspiró.
-Usó un truco estándar Rebelde. Se suicidó antes de poder revelar ninguna información real. Encontramos un cristal de affide debajo de su lengua. Un veneno muy rápido. Seguridad me dice que pueden ocultarse bajo una barrera impermeable en el interior de un diente perforado. Debió de estar sacándolo con la lengua mientras parloteaba acerca de tu banda. Lo siento, Ry. Te estaba usando.
¿Beamis estaba muerto? Ry cerró la boca. Obviamente, Beamis se suicidó antes que traicionar a Ry y sus amigos, o a cualquier otro agente en el lugar. Antes de decir a los imperiales que no podían enviar a Ry fuera del planeta porque una célula rebelde lo necesitaba aquí, recopilando información -sobre todo acerca de la "nueva nave de guerra" de la que Ry acababa de hablarle-, había realizado el salto final.
Por un momento, Ry se odió a sí mismo por involucrarse. Luego, su necesidad de culpar a alguien apareció y recayó en sus padres. Habían seguido ciegamente al Imperio, y le habían abandonado. Si todavía hubieran estado ahí, eso no habría sucedido.
Hall apoyó su peso sobre el escritorio del gobernador, estirando ambos codos.
-Así que tenemos una oportunidad de que sirvas al Imperio, Ry.
El gobernador Etison agitó una mano en el aire.
-Sí, y todavía disfrutarías de tu pasión número uno. Tengo muy buenos recuerdos de mis días en los escenarios -agregó en voz baja.
Hace veinte ciclos planetarios, Etison había tenido su propia pequeña banda de b'ssa nuuvu. Era una de las razones por las que mimaba a Ry y a sus amigos.
Ry hizo un esfuerzo para recostarse hacia atrás en su silla y cruzar un tobillo sobre la otra rodilla. ¿Servir al Imperio? No después de haber roto su familia, por muy voluntariamente que se hubieran marchado sus padres. Pero él quería seguir actuando. Lo deseaba con más fuerza que cualquier otra cosa en la vida.
-Mira, Ry. -Etison tomó un lápiz y lo hizo girar entre los dedos de su mano izquierda-. Con estas nuevas circunstancias en Thabit, hay sospechas de que la agencia de talentos de Beamis en Beltrix es un centro de inteligencia rebelde. Pero es sólo una sospecha. Queremos que tú y tus amigos tendáis una trampa. Haré correr la voz de que podríais estar llevando alguna información ilegal, y veremos quién se reúne con vosotros... y qué hacen al respecto. No te preocupes -añadió rápidamente-. Incluiré órdenes de que no se os haga ningún daño, bajo las penas más severas.
-Gracias.
Ry odiaba que le temblase la voz de esa manera.
-Nadie podría sospechar que vosotros trabajéis para mí. ¿Te das cuenta?
-Por supuesto.
-Bien. Y si me ayudáis, me encargaré de que Grito Lejano se pase el próximo año completamente fuera de la escuela técnica. Podréis actuar en ese circuito, con o sin contrato de la agencia de talentos. Incluso si se desmantela su negocio, todavía tengo contactos en los clubes de oficiales. Esta es vuestra gran oportunidad.
Ry trató de tragar saliva pero no pudo hacerlo con su boca seca y la garganta áspera.
-Tiene razón -consiguió decir-. ¡Gracias!

***

Un día después, Grito Lejano embarcó en un transporte para Beltrix. De pie en el interior de un resonante hangar, Hannis miró como Onjo Fegel subía la funda de su cuerno kloo a la cinta de embarque de equipajes. Hasta esa mañana, Ry no había sabido que Onjo Fegel se había graduado en la Academia de Servicio Imperial... en Inteligencia. Durante la duración de ese viaje, a Grito Lejano le habían impuesto los servicios de un intérprete de cuerno kloo con talento musical... pero totalmente fuera de lugar.
¡Eran una banda de música crepuscular, no de b'ssa nuuvu! Si el gobernador Etison todavía estaba tratando de captar a Ry hacia sus propios gustos musicales, acababa de perder a varios parsecs del terreno que hubiera ganado. Habían ensayado una vez antes de partir hacia el espaciopuerto. Sonaban de forma enfermiza.
Cuando Ry pensaba en Keth Beamis, se sentía aún más enfermo. Y, ¿qué sería de su viejo amigo Tet Tramys?
Tenía que advertirles que se deshicieran de todos los archivos sospechosos y enviasen lejos a cualquiera que pudiera ser reconocido. Pero durante todo el día, Onjo había estado pegado a él como un mynock sobre un cable de alimentación, impidiéndole hablar con Hannis o Erik sobre el envío de un mensaje codificado. Y sólo tendrían un día a bordo para averiguar cómo hacer que Grito-Lejano-con-un-cuerno-Kloo dejase de sonar una manada de giddies en celo.
Se ató en un desgastado asiento acolchado en el compartimiento de pasajeros del transporte.
No había ventanas. Sólo una serie de sonidos metálicos, y luego una voz distorsionada por los altavoces de la cabina, confirmaron que el despegue era inminente. Poco después, el transporte comenzó a temblar. Tembló durante varios minutos, seguido de una serie de sacudidas que hicieron que Ry se alegrara de haberse saltado el almuerzo.
Una luz intermitente marcó el final de la obligación de llevar los arneses. Onjo se levantó, se estiró a izquierda y derecha, y luego se alisó el traje de vuelo. Ry nunca había advertido lo sutilmente cómica que sus  mejillas ligeramente redondeadas y su nariz pequeña hacían que pareciera su cara. Sus manos regordetas sobresalían en los extremos de unas mangas demasiado cortas.
-Debemos tener un chadra-fan de piloto -dijo secamente-. ¿Tenéis hambre, chicos?
Ry no tenía hambre, en absoluto, pero siguió a Onjo por la nave hacia la cabina comedor. Al igual que el compartimiento de pasajeros, no tenía ventanas, ni pantallas externas... nada para darle una idea de los años luz que estaban cruzando. Un truco sucio más del universo.
Las largas mesas se estaban llenando rápidamente, y la tripulación del transporte estaba repartiendo una bandeja de almuerzo de menú único. Onjo los condujo desde la línea de recogida a un lugar cerca de un mamparo. Tocó el control de calor en la bandeja de su almuerzo, y luego levantó la tapa con un gesto dramático.
-Maravilloso –exclamó-. Carne misteriosa número doce.
Hannis sonrió débilmente. Ry tampoco encontró particularmente divertido el chiste de Onjo. Se puso a comer.
Después de comer en silencio durante diez o doce minutos, Onjo cortó un trozo de carne y lo blandió ante Erik.
-Lo que necesitas –dijo- es un riff brillante en los platillos. Vas a hacer que la gente se duerma.
-Es música crepuscular, no b'ssa nuuvu. -Erik, normalmente una de las personas más pacientes que Ry conocía, puso los ojos en blanco-. Mira, Onjo, entendemos que esto no es un concierto real, ya no. Pero no trates de hacer que Grito Lejano suene como algo que no es.
-Para este mercado, la b'ssa nuuvu siempre es el mejor ritmo. -Onjo ondeó una última vez el bocado y luego se lo metió a la boca-. Oficiales. Personas mayores, o que envejecen rápidamente. Incluso más viejas que yo.
Sonrió como si hubiera hecho otra broma.
Hannis murmuró algo en su plato.
-¿Qué has dicho? -preguntó Onjo con la boca llena.
Hannis levantó la barbilla.
-Keth Beamis no ofreció esta audición a tu banda de b'ssa nuuvu.
Onjo se inclinó sobre la mesa.
-Hay mucho más en una audición que quedarte de pie con los ojos cerrados. No estáis listos para el mundo real.
-Estamos preparados -insistió Ry.
Onjo levantó una ceja.
-¿Preparados? ¿Y lo dice el niño que supone que la Agencia de Talentos Holstrum de Beltrix va a prestarle un amplificador para su bajo? Piénsalo bien, ¿quieres? No pueden dejar que cada principiante de fuera del sistema tome prestados sus equipos.
¿Amplificador? Pero...
En ese momento, una solución cruzó por la mente de Ry. Silenció la inminente réplica de Erik con una rápida patada en la espinilla. El alto percusionista parpadeó, levantó las cejas, y luego se echó hacia atrás de nuevo.
La mente de Ry giraba a toda velocidad. Su bajo vye era un invento reciente, auto-amplificado... una especie de retorno a lo acústico, pero con las comodidades de la distorsión artística. Onjo había confundido este instrumento con el bajo mando, un instrumento de b'ssa nuuvu que apenas se oía por encima de un sólido conjunto de percusión a menos que se conectara a un amplificador.
-¡Por Kessel! Tienes razón -exclamó. Estaba practicando mucho en fingir ignorancia últimamente-. ¿Crees que he cometido un error, contando con ellos? En realidad no creía que quisieran que subiera un amplificador de bajo a bordo. Utilizamos nuestro peso permitido en el equipo de Hannis y Erik.
Sonaba marginalmente lógico, y al parecer Onjo se lo creyó. Ry tuvo que soportar diez minutos de historias sobre músicos que se presentaban sin preparación a los conciertos, y sus nefastas consecuencias. Finalmente, Onjo fue a buscar un droide de limpieza.
Ry llamó la atención de Erik tamborileando con sus dedos sobre la mesa.
-Distráelo durante unos minutos -susurró.
Cuando Onjo regresó, Erik se puso en pie.
-¿Sabes? –dijo-. Siempre me he preguntado cuál es la diferencia entre el ritmo de b'ssa nuuvu y el de minga. ¿No habrás traído alguna grabación?
Onjo cuadró los hombros, estiró el cuello, y se las arregló para mirar por encima de su nariz a Erik, que era media cabeza más alto.
-Por supuesto que sí –dijo-. ¿Lo dices en serio?
-Tienes que estar constantemente aprendiendo si no quieres que te pille el nexu.
Onjo sonrió a medias.
-Esta es la cosa más sensata que he escuchado de ninguno de vosotros, muchachos. Erik, tienes potencial. -Puso un brazo sobre el hombro de Erik-. Os veremos dentro de un rato -dijo a Ry y Hannis.
Para crédito de Erik, no se apartó del brazo o ni arrugó la nariz ante los intentos de Onjo de resultar gracioso.
Ry se quedó quieto hasta que Erik y Onjo desaparecieron por la escotilla principal del comedor. Luego se inclinó hacia Hannis, hablando en voz baja. No había descartado que Onjo o Etison hubieran colocado otros oídos entre los pasajeros.
-He pensado en una manera de advertir a nuestra gente que hay un espía a bordo. Pero necesito saber la frecuencia de comunicaciones de la nave. ¿Tienes alguna idea de la que utilizan?
-Por supuesto. -Hannis se encogió de hombros, sonriendo-. La descubrí antes de embarcar.
-Me lo había imaginado. -Ry golpeó el hombro de su amigo-. Entonces vayamos a la bodega de carga. Rápido.
Ry mostró el permiso del gobernador Etison al primitivo droide de seguridad que custodiaba el compartimiento de equipaje, y les dejaron pasar. Él y Hannis entraron rápidamente, resoplando.
-Se ha confundido y cree que toco un bajo mando -explicó Ry mientras abría la funda de su vye-. Dame esa frecuencia. ¿Y cuánto tardarías en cambiar la placa de cubierta de un comunicador por la de una toma de corriente?
-No tardaría ni... ¡oh! -Hannis asintió vigorosamente-. ¡Vas a conectarle el comunicador y hacer  creer a ese shroob pomposo que estás utilizando una fuente de energía para amplificarlo! Debería haber pensado en eso.
-Lo habrías hecho. Sólo que esta vez se me ha ocurrido a mí antes.
Ry dudó sólo un instante antes de ponerse a trabajar sobre su amado instrumento. Mientras Hannis retiraba placas de cubierta del mamparo, Ry sacó una multiherramienta de su bolsillo y cuidadosamente la deslizó en la caja de resonancia de plasteno negro del instrumento, cerca del lugar donde el cuello se unía al cuerpo. Ubicado en el interior había un pequeño amplificador interno de metal. Lo estudió cuidadosamente. Él era músico, no un pirata electrónico...
-Toma –dijo Hannis apartándose del mamparo-. Parece que estás utilizando un circuito amplificador sencillo. Perfecto para engañar a un simple músico de cuerno kloo. ¿Tienes algún problema con eso?
-Quiero volver a calibrar esto para transmitir en la frecuencia que me has dado, pero...
-Fácil. -Hannis cogió el instrumento y la multiherramienta-. Tardaré dos segundos... hecho.
Le devolvió los objetos justo cuando la escotilla se abrió. Erik y Onjo se unieron a ellos.
-Muy bien -declaró Ry, sujetando su bajo con aire casual y sosteniéndolo contra su pecho-. Tenemos menos de una hora para tratar de hacer que este grupo vuelva a sonar como una banda.
Ry ayudó a Erik a ensamblar sus percusiones y platillos alrededor del "trono" montado sobre repulsores. Hannis extrajo su teclado táctil de un montón de equipaje. Onjo montó el cuerno kloo.
Entonces Ry comenzó a marcar un ritmo lento para su número de la audición.
No había tiempo para elaborar una línea de bajo genuinamente musical en código. La nueva línea de Ry estaba llena de notas disonantes, pero ahora no podía evitar eso. Letra por letra, codificó un nuevo mensaje, enviándolo a través del comunicador mientras tocaba: Beamis muerto. Espía a bordo. Redada planeada. Destruir registros.
Cuando terminaron, se Hannis pasó ambas manos por su pelo largo.
-Ha sido horrible.
-Lo siento -respondió Ry-. No estoy acostumbrado a oír un cuerno kloo ahí. –Miró a Onjo y se encogió de hombros-. Probemos otra vez.
Esta vez, sabiendo de antemano lo que tenía que decir, lo hizo un poco mejor eligiendo notas iniciales que se asentaran sobre una base que encajase en la estructura de acordes de la canción. Aún hubo una nota tan disonante que incluso Onjo hizo una mueca. Ry respondió con un gesto de dolor por su parte, pero cuando terminaron el número, después de haber enviado la advertencia dos veces, comenzó a sentirse mejor.
Ojala hubiera alguien escuchando. Y con suerte, a nadie de la cabina le importaría demasiado que saliera música del transmisor de la nave. A juzgar por el estado del interior, no había nada que le importara demasiado a la tripulación. Este era un vuelo de suministros de baja prioridad.
-Onjo –suspiró Hannis-, ¿podrías al menos intentar que tus frases encajen con nuestro estilo? Vamos. Apuesto a que podrías tocar música crepuscular incluso dormido.
Los pequeños ojos redondos de Onjo se estrecharon.
-En efecto, podría.
Esta vez, Ry volvió a tocar su línea de bajo original, la que contenía el mensaje sobre el envío de metal fuera del planeta. ¿Por qué no? Si había alguien de Beltrix escuchando, no pasaba nada si tenían la historia completa.
-Ah –dijo Onjo al bajar su cuerno-. Tengo que admitir que eso ha sonado mejor.
Hannis hizo crujir sus nudillos sobre el teclado táctil.
-Sí, yo también lo creo.
Echó una mirada de soslayo a Ry, y Ry les obsequió a todos con un pulgar hacia arriba.
Una sirena sonó por el panel del comunicador, y, por suerte, Onjo no pareció darse cuenta de que el comunicador tenía la carcasa de una toma de corriente.
-Hora de volver a atarnos –anunció. Aseguraron sus instrumentos, y luego volvieron rápidamente a la zona de asientos. Ry se abrochó los arneses, y se sentó preguntándose qué les esperaba realmente en Beltrix III... si la “agencia de talentos” estaba destruyendo sus archivos, o si una escuadra de imperiales les esperaría en el muelle de atraque.
El transporte tembló y dio sacudidas. Sobre sus cabezas el metal sonaba a carraca. Ry se agarró a los brazos de su asiento y deseó estar en cualquier otra parte.
-Hannis –murmuró-, será mejor que vuelvas a cambiar esos paneles en el viaje de vuelta.
-Sí –musitó Hannis.
Cuando el traqueteo terminó, la luz de los cinturones de seguridad seguía encendida. El compartimento de pasajeros quedó en silencio, y luego lentamente se llenó de murmullos suspicaces. Ry pudo escuchar “¿...equipaje perdido?” y “¿...terminal equivocado?”.
Erik estiró el cuello para echar un vistazo, y luego murmuró:
-Onjo no está.
Ry apretó los dientes.
-Entonces esperemos que hayan escuchado la música.

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