martes, 7 de mayo de 2019

La piel de la presa: El Relato de Bossk

La piel de la presa:
El Relato de Bossk

Kathy Tyers

Chewbacca y Solo habían derrotado a Bossk una vez. Pero nunca más.
El cazarrecompensas trandoshano con aspecto de lagarto interrumpió su investigación para visualizarse consiguiendo la piel de Chewbacca. El pensamiento le hizo chasquear la lengua con placer. Como un cazador de trofeos en condiciones óptimas, Bossk era lo suficientemente fuerte como para desafiar a un wookiee, pero esta partida la ganaría con astucia... o engaños, si fuera necesario.
Bossk se encontraba en una cubierta interior del destructor estelar imperial Ejecutor, apresurándose a leer una pantalla de datos imperial. Entrecerrando los ojos, colocó a un lado su rifle bláster -un elaborado arnés para el cuello lo suspendía bajo su brazo izquierdo- y acercó su rostro a la pantalla. La iluminación a bordo dañaba sus ojos supersensibles, y la pantalla era sólo ligeramente más brillante que los pasillos. Tenía problemas para captar el contraste.
Apareció otra lista.
Adversarios conocidos:
Gran Bunji, antiguo socio
Jabba el hutt, antiguo empleador.
Ploovo Dos-por-Uno, antiguo socio
Bossk flexionó las garras de los pies contra la cubierta del Ejecutor. Chewbacca y Solo estarían locos si se escondieran entre sus enemigos, pero Solo era famoso por intentar trucos locos. Los ayudantes personales de Lord Vader habían proporcionado volúmenes de datos a los seis cazadores finalistas. De alguna manera, Bossk debía descubrir la pista que lo llevase a Chewbacca el primero.
Y a Solo. Apretó los dedos, enroscando enormes garras en forma de cuña en la palma de su mano. Sus manos no eran ágiles, sino fuertes, con escamas maduras y profundamente estriadas. Había cazado wookiees durante más de sesenta años estándar. Cuando un bláster o una granada finalmente matara a Bossk, su muerte derramaría cientos de puntos jagannath para la sanguinaria y eterna Tanteadora a la que adoraba.
Serena detrás de sus pálidos ojos sin párpados, la Tanteadora existía más allá del tiempo y el espacio, numerando todas las acciones de cada cazador trandoshano. Ella podría reducir a cero la cuenta de su vida si lo avergonzaban o capturaban. Ella podría duplicarla si él traía a casa una piel digna de premio. Emboscar a Chewbacca era la obligación sagrada de Bossk.
Pulsó otro botón y examinó la información de Vader acerca de Ploovo Dos-por-Uno. El señor del crimen humanoide había ordenado el asesinato de Solo. Nada más en la pantalla provocó el instinto de caza de Bossk, excepto –débilmente- el hecho de que Solo había sido visto por última vez por los imperiales en Tatooine, cerca del cuartel general de Jabba el hutt, inmediatamente antes de que empezara a operar con la Alianza Rebelde. Ese idiota de Greedo lo había dejado escapar limpiamente; Bossk recordó haberlo visto después, en Ord Mantell.
El belicoso pueblo de Bossk se había aliado desde muy temprano con el Imperio. Un funcionario trandoshano había concebido la idea de esclavizar a los enormes y fuertes wookiees -habitantes de Kashyyyk- como mano de obra, en lugar de arrasar Kashyyyk con bombardeos. El Imperio se había abalanzado sobre la idea. Los despreciables y pacíficos wookiees habían sido capturados antes de que adivinaran el verdadero significado de la esclavitud. Ahora muy pocos wookiees libres vivían fuera de Kashyyyk.
Y Lord Vader quería a Solo, Chewbacca, y sus pasajeros "vivos, nada de desintegraciones", lo que garantizaba que serían tratados con crueldad. Después de que el Imperio terminara de castigar a Chewbacca, Bossk volvería a comprar la piel de Chewbacca. Se la llevaría a casa y la pondría en el sangriento altar de la Tanteadora.
Primero, sin embargo, debía encontrar mejores pistas. Solo y su tripulación habían desaparecido a mitad de la persecución, sin dejar rastro. Y tenía una dura competencia.

Tinian I'att colocó su cabello rubio rojizo detrás de una oreja y luego se agachó para mirar a los ojos a un peludo chadra-fan marrón. Eso hacía difícil ignorar sus cuatro fosas nasales y su hocico tembloroso y prominente, pero ella quería asegurarse de que la cobarde criatura entendiera.
—Doscientos créditos —repitió ella—. Todo lo que tienes que hacer es presentarnos a mí, y a Chenlambec, ante Bossk.
Tutti Snibit inclinó la cabeza para mirar por encima del hombro de Tinian. Un wookiee con puntas plateadas en su pelaje se alzaba enorme detrás de ella. Chenlambec también había asustado a Tinian, cuando se encontró con él por primera vez. Otros cazadores tenían a Chenlambec por un feroz depredador, propenso a los ataques de ira. Solo aceptaba asignaciones de “vivo o muerto”, y, por lo general, solo regresaba con pruebas de la muerte de su presa. Llevaba una pesada bandolera de piel de reptil, tachonada con flechas de ballesta alternadas con decorativos cubos de plata.
Él era el Ng'rhr de Tinian. En su idioma, el término significaba tío de clan; él era el maestro cazador que la tenía como aprendiz.
—Los trandoshanos odian a los wookiees —tartamudeó Tutti. Había explicado que él también era un cazarrecompensas, pero el equipo de selección de Lord Vader declinó contratarlo.
—Somos compañeros cazadores —le dijo Tinian. Habían llegado a bordo del Ejecutor demasiado tarde, deliberadamente, para ser inspeccionados por Lord Vader para el gran trabajo—. Haz que Bossk prometa que acatará el Credo. Entonces preséntanos.
Según el Credo de los Cazadores, ningún cazador podía matar a otro ni interferir con la caza de otro.
La reticencia de Tutti parecía falsa, de todos modos. Tinian lo había visto hablar con el siniestro y blindado Boba Fett hacía unos minutos. Había escuchado su oferta para ayudar a Boba Fett de cualquier manera que pudiera... por una pequeña suma. Boba Fett aparentemente había contratado a Tutti para enviar a Bossk en una dirección que lo alejaría de Han Solo.
Ella y Chen cooperarían gustosamente.
—¿Dos cincuenta? —Tutti golpeó una de sus enormes orejas redondas.
Tinian miró por encima de su hombro. Chen emitió un gruñido bajo.
—Dos diez —respondió a Tutti—. Oferta final.
Tutti Snibit extendió una mano larga y nudosa.
—Después de presentarnos. Si sobrevivimos. —Tinian sonrió sin humor.
El chadra-fan se marchó disparado.
Tinian se enderezó.
—No sé cuánto paga Boba Fett —le dijo a Chenlambec—, pero ese tipo está prácticamente salivando.
Chen aulló suavemente.
—Estoy lista —respondió ella—. ¿Y tú?
Cruzó sus largos brazos sobre su cartuchera y se apoyó contra un mamparo, con un aspecto perfectamente relajado.
—Por supuesto que sí —admitió ella—. Siempre estás listo.
Había decidido ser la aprendiz de Chenlambec con la esperanza de hacerle daño al Imperio antes de que éste la atrapase. El Imperio había destruido su vida. Había sido la heredera de una empresa armamentística. Ahora no tenía nada.
Sin embargo, Chenlambec no era un cazarrecompensas convencional. Bajo la cobertura de “vivo o muerto”, había ayudado a varias “adquisiciones” a escapar a la Alianza Rebelde. Jugaba un doble juego peligroso, pero satisfactorio... y rentable. Este sería el tercer trabajo de Tinian como su aprendiz.
Tutti Snibit apareció corriendo la esquina, juntando las manos frente a su sucia túnica marrón.
—Está de acuerdo —murmuró el chadra-fan—. ¡Pero tened cuidado! Quiero que viváis para pagarme.
—Naturalmente —Tinian tiró de su traje de vuelo para enderezarlo. Los trajes que eran lo suficientemente largos en la cintura siempre le quedaban demasiado sueltos. No llevaba adornos, excepto un cinturón diagonal plateado en la cadera y un bláster.
Tan pronto como dio la vuelta a la esquina, vio a la criatura. Bossk tenía que medir al menos 1,90 metros de altura, casi tan grande como Chenlambec. Sus escamas prominentes parecían ligeramente anaranjadas en un lado, pero en el resto de su cuerpo, eran de color marrón verdoso. Llevaba un traje de vuelo naranja que obviamente había sido diseñado para humanos de piernas más cortas, que terminaba cerca de sus rodillas con un par de bandas de balas. Un rifle bláster colgaba de un arnés en su cuello, apoyado despreocupadamente sobre su brazo izquierdo.
Tutti Snibit esperaba a una respetuosa distancia del trandoshana, agitando sus orejas redondas, pareciendo más un ratón que un lagarto. Sólo tenía la mitad de la altura de Bossk.
La estación de datos de Bossk estaba al borde de un gran espacio abierto, cerca del centro de control de lanzamiento del Ejecutor. Accesible desde tres lados, era la pesadilla de un cazador. Conductos de metal pesado adornaban los mamparos y techos adyacentes con una textura maciza y militar.
—P-poderoso Bossk —tartamudeó Tutti—, este es Chenlambec, un cazador de gran reputación. Y su aprendiz, Tinian.
Siseando, Bossk lanzó sus garras derechas hacia su rifle bláster.
—¡El Credo de los Cazadores! —Chilló Tutti— ¡Nada de disparos! ¡Los tres debéis hablar sobre Chewbacca!
Bossk gruñó.
—Chenlambec. Eres notable, para proceder de una raza tan cobarde.
Su básico le sonaba a Tinian como si intentara hacer gárgaras mientras alguien lo estrangulaba.
Chen golpeó su oscuro pecho con un puño y gruñó.
Tinian dio un paso adelante. Ambos cazadores se alzaron sobre ella.
—Él dice que tu reputación también te precede. Has matado a docenas de su gente.
—Cientos —la corrigió Bossk.
Chenlambec volvió a gruñir. Esta vez, Tinian optó por no traducir.
Tutti Snibit miró a su alrededor, probablemente observando los mamparos para ver si tenían agarraderas para manos y pies.
—De todos modos —exclamó rápidamente—, Bossk consiguió el trabajo, pero Chenlambec tiene información sobre una maravillosa pista de primera mano. Pensé en haceros un favor a ambos... ¡y presentaros! —Agitó sus brazos peludos.
Bossk murmuró en un idioma que Tinian no entendió.
—Por favor, escucha, señor Bossk —Tutti exclamó—. Chenlambec llegó a bordo demasiado tarde para solicitar esta cacería...
—Lord Vader quiere esta presa viva —interrumpió Bossk—. Nada de desintegraciones. Lo especificó claramente.
—Sí, sí —chilló Tutti—, pero escucha. Chenlambec pospondrá su masacre... por una vez... si tú, poderoso Bossk, pudieras trabajar con un wookiee.
—Y una humana. —Bossk bajó su escamosa cabeza y siseó—. Una pequeña y débil humana.
Chenlambec respondió con enojo.
Tinian se cruzó de brazos.
—Chen dice —explicó—: "Me ha sido útil en situaciones que requieren traducciones a básico." Y casi estoy cualificada para el estatus completo de cazadora.
Bossk dejó que su rifle bláster colgara libre.
—Chadra-fan, hablaré con este equipo en lugar de dispararles. Déjanos.
Tutti retrocedió dando la vuelta a la esquina. Tinian casi lo envidiaba. Al menos cinco de los seis cazarrecompensas terminarían el trabajo del Halcón Milenario con los bolsillos vacíos, y ella y Chen podrían fracasar en su propia misión, pero Tutti Snibit había acumulado suficientes créditos para divertirse durante tres o cuatro semanas... tal vez incluso el resto de su vida, si no los gastaba rápidamente.

Bossk hizo un gesto con la mano en su terminal para hibernarlo, luego se apoyó contra el mamparo. Tenía mejor visión periférica que los wookiees o los humanos, pero no confiaba en este par.
—¿Y bien? —gruñó—. Haced vuestra propuesta. Recordad, no os debo nada por acercaros a mí.
El wookiee, de color marrón oscuro con un brillo plateado en la punta de su pelaje, llevaba una cartuchera negra de cuero con pequeñas escamas. Tal vez el wookiee había elegido usar piel de reptil como un insulto deliberado. Para los trandoshanos, la mayor parte del valor de una presa se encuentra en su piel. Bossk no usaría piel de reptil ni comería carne de reptil. El hecho de que los wookiees —y los humanos— comieran la carne de otros mamíferos demostraba su bestialidad.
Chenlambec se apoyó contra el mamparo opuesto, dejando a la pequeña humana entre ellos. Bossk no olía miedo en ella.
Chenlambec aulló como un mono de las nubes. Después de varias frases, su aprendiz levantó una mano y lo acalló.
—Mi Ng'rhr tiene conexiones entre los wookiees que viajan por el espacio —comenzó.
—No confío en los criminales para obtener información —dijo Bossk bruscamente—. El hecho de que conozcas su idioma te marca como cómplice. Su lugar es escuchar, no hablar.
Tinian apretó los puños y los colocó contra sus delgadas caderas.
—Mi familia tuvo esclavos wookiees. La mejor manera de controlarlos era aprender su idioma. ¿Nos entendemos?
Él se negó a dejar que ella lo impresionara.
—Ahora lo llamas maestro.
—Disculpe —dijo—, pero estoy traduciendo. Chenlambec me pide que diga que tiene conexiones entre los wookiees que viajan en el espacio. —Barrió un mechón de pelaje detrás de su oreja izquierda, exponiendo sus peculiares pliegues rosados—. Uno de ellos sugirió un probable destino siguiendo el último curso conocido del Halcón Milenario.
¿Un avistamiento actual? ¿Información de la red wookiee? Bossk prestó atención más cuidadosamente. Le ofrecería a la Tanteadora su brazo izquierdo por tener la oportunidad de romper esa red (tal vez incluso ambos brazos, ya que podría regenerarlos). Romper la red de los wookiees podría hacerle rico y eternamente seguro.
—Continúa —dijo—. ¿A dónde se dirigen?
El gran wookiee de puntas plateadas volvió a gruñir.
—Dice —tradujo Tinian— que la mejor manera de atrapar a un capitán estelar que haya contratado a un copiloto wookiee, es emplear a otro wookiee.
Bossk mantuvo su voz baja, ocultando su ansiedad.
—¿A dónde se dirigen?
—Primero, hablemos de cómo asociarnos.
—Si me ayudáis a cazar a Chewbacca y a su cuidador, consideraré daros el veinte por ciento de mis ganancias.
La humana entrecerró los ojos.
—Obviamente crees que somos aficionados. El cincuenta por ciento es lo tradicional. Todavía te quedaría más de lo que ganarías sin nuestra ayuda.
¿Se atrevía a regatear?
Aun así, vio formas de sacar provecho de la situación si las cosas se torcían. La reluciente piel de Chenlambec valía tanto como la de Chewbacca. El gen de las puntas plateadas era recesivo y raro.
Y este era el tipo de pista que había estado buscando, no datos antiguos. Los llevó a creer que daría el treinta por ciento de sus ganancias si lo llevaban hasta Chewbacca. Luego le preguntó a Tinian en voz baja:
—¿Cómo ganó el poderoso Chewbacca la enemistad de otro wookiee?
Chenlambec recostó la cabeza y ululó con tristeza.
—Su crimen fue inexpresable —respondió Tinian—. Chen no habla de su pasado. No conmigo. Y ciertamente no contigo.
El pasado no importaba. Tanto si Bossk localizaba el Halcón como si no, una vez que atrajera a Chenlambec a bordo de su propia nave se garantizaba un beneficio.
Probablemente también buscasen a la humana en alguna parte. En caso contrario, los esclavistas de vez en cuando aceptaban jóvenes y enérgicas hembras humanas.
En cuanto al Credo de los Cazadores, nunca ningún cazarrecompensas había traicionado a otro a menos que el otro cazador se hubiera desviado previamente de las normas del Credo; pero Bossk había hecho violaciones al Credo antes, y sintió que la Tanteadora le sonreía. Ella amaba la traición inteligente.
—Bueno —dijo—, ¿hacia dónde se dirigen?
—Preferiríamos ir a un lugar privado para hablar.
—No hay tiempo para eso. —Mantuvo su voz baja y amenazante. Quería que pensaran que intentaba asustarlos—. Los otros cazadores ya se están dirigiendo a sus naves.
—Entonces hablaremos aquí.
Tinian miró por el pasillo. Un lacayo imperial humano que llevaba uniforme caqui corrió hacia ellos. Sus pesadas botas golpeaban la cubierta de metal pulido. Bossk preparó su rifle bláster.
El lacayo dobló una esquina y desapareció por otro pasaje demasiado luminoso. Bossk observó a Tinian seguir al humano con sus ojos. Olió su alarma conforme se acercaba, y su alivio cuando pasó de largo. Evidentemente, los imperiales la ponían nerviosa.
Ella no necesitaba vigilar los pasillos en busca de su enemigo más peligroso. Lo tenía delante.

El Ejecutor vibraba alrededor de Chenlambec como una bestia gigante. Se alegraría de dejar sus entrañas, y se compadeció de los gusanos imperiales que pasaban sus vidas corriendo y escabulléndose en estos pasajes.
Habló, y luego escuchó como Tinian traducía al básico.
—Al parecer —explicó, y a él le gustó la condescendencia que ella fingía— fuentes wookiees han visto la nave de Solo en camino hacia el sistema Lomabu. Un grupo renegado de wookiees está estableciendo otro mundo seguro allí. Tenemos entendido que anteriormente en tu carrera ya diste el soplo acerca de uno de esos mundos.
—Sí —espetó Bossk. En Gandolo IV, Bossk había perseguido a varias docenas de esclavos wookiee fugados que trataban de establecer un refugio seguro. Bossk había estado a punto de desollar al grupo, incluido el famoso Chewbacca, que estaba ayudando con el asentamiento, cuando el capitán Solo regresó sin previo aviso. Al ver la situación en curso, Solo había atacado al cazarrecompensas y a su tripulación. Se habían retirado a su nave, más grande y mejor armada. Solo había aterrizado el Halcón Milenario directamente encima de ella, colapsando su tren de aterrizaje. Nubes de vapor habían salido disparadas de su sistema hidráulico. Las explosiones internas insinuaron graves daños en el motor.
Solo y Chewbacca habían dejado a Bossk con vida, pero atrapado a bordo, humillado... o al menos eso decía la historia. El hermano de Chenlambec había relatado el suceso de primera mano. Había estado cerca de Chewbacca, viendo cómo la desesperada situación de los wookiees se volvía esperanzadora y luego hilarante.
Chen imaginó que podía sentir cómo Bossk se retorcía ante el recuerdo. Volvió a hablar, recordándole a Tinian varios detalles de su historia de tapadera. La habían urdido antes de acoplarse con el Ejecutor.
Ella asintió sobriamente, luego se volvió hacia el lagarto grande y feo.
—Creemos que la Alianza Rebelde espera establecer una base cerca del refugio wookiee en el sistema Lomabu, ahora que han sido expulsados de Hoth. Eso explicaría nuestro informe de que Solo ha llevado allí al Halcón, transportando a varios líderes rebeldes. Podríamos colarnos antes de que llegue la flota rebelde, atrapar a nuestra presa y salir volando antes de que los imperiales se den cuenta. Llevaremos a nuestros prisioneros directamente a Lord Vader.
Bossk asintió.
—No he oído hablar del sistema de Lomabu. ¿Cómo se va desde aquí?
—Bueno... estamos cerca de Anoat. Lomabu está...
Chen miró atentamente a Bossk. Ahora ella plantaría el cebo.
—No estamos muy seguros —admitió Tinian
Bossk miró a Tinian, luego a Chen, y luego a Tinian de nuevo. Gruñó varias palabras en trandoshano desde lo profundo de su garganta, y luego gorgoteó de nuevo en básico.
—Vuestra información no vale nada. Vosotros no valéis nada. Debería...
Chen ladró furioso.
—Tranquilos, los dos —exclamó Tinian—. No sabemos dónde está, pero sabemos dónde averiguarlo. Tenemos que revisar un puesto de paso a lo largo de la red wookiee.
Y eso, hasta donde Chen sabía, era un vital pedazo de verdad que habían tejido en su coartada para endulzar el cebo. Seguramente Bossk quería...
—Red —repitió Bossk lentamente. Su lengua se agitó.
Excelente. Había picado.
—Es peligroso —subrayó Tinian—. Especialmente para ti y para mí, Bossk. Los wookiees se tomarán en serio la tarea de silenciar a cualquier no-wookiee que muestre interés en esta ubicación.
Bossk ajustó el arnés de su bláster.
—Me niego a viajar en cualquier nave que no sea la mía. Tengo un carguero ligero YV-666 modificado para la caza de wookiees. ¿Tenéis algún problema para viajar en ella?
Chen mostró los dientes y respondió evasivamente. Habría sido fácil reducir a Bossk si pudieran convencerle de subir a bordo de su nave, pero obviamente Bossk era demasiado inteligente para caer en eso.
—Él no tiene ningún problema —tradujo Tinian—. Yo tampoco, si eso significa obtener la recompensa por Chewbacca.
Bossk finalmente estiró la mitad inferior de su cara en una sonrisa de reptil.
—Debo advertiros: si manipuláis alguno de mis sistemas de a bordo, el Diente de Perro tomará represalias.
Desde luego que lo haría. Sin duda, estaba equipado con múltiples defensas contra la fuerza de los wookiees.
Chen dijo a Tinian que informara a Bossk que viajar con él mantendría sus gastos bajos, ya que solo recibían el quince por ciento cada uno. Mientras ella traducía, Chen olfateó el aire. Bossk olía tan amargo como el dolor y tan asqueroso como la muerte, pero no se había puesto a la defensiva. A partir de esa pista sutil, Chen adivinó que Bossk ya tenía la intención de traicionarlos. No perdería el treinta por ciento de su ganancia porque no tenía intención de pagarlo.
Parecía justo. Si Chen se salía con la suya, Bossk no obtendría ni un solo crédito. Chen conocía la religión trandoshana. Hacer que su puntuación de jagannath bajase a cero causaría a Bossk un daño peor que tenderle una emboscada y matarlo.
Eso sería un placer.

Para Tinian, Bossk parecía impaciente: flexionaba sus garras rítmicamente, lanzando miradas de vez en cuando hacia los pasillos.
—También espero que paguéis la mitad de mis gastos de combustible —dijo.
En tres años con Chen, Tinian había madurado de una niña rica y mimada, pero honesta, a una experimentada luchadora de la resistencia. Sintió que Bossk la estaba poniendo a prueba.
—El diez por ciento —respondió ella—. Harías este viaje sin nosotros, si supieras a dónde ir.
Bossk frunció el ceño.
—Veinte. Programar mis sistemas de a bordo para que os vigilen me llevará tiempo que podría dedicar a la caza de Chewbacca.
—Entonces no los programes —espetó ella.
Él curvó un labio y siseó.
Tinian había escuchado que los trandoshanos encontraban despreciables la misericordia, la amabilidad y otras debilidades.
—Diez —repitió ella—, y eso es generoso.
—¿Por qué entraste en el Oficio, humana? Tu especie generalmente no tiene estómago para eso.
Tinian entrecerró los ojos, una expresión que los trandoshanos entendían.
—Mi capacidad de bondad murió hace tres años. Unos criminales asesinaron a mis abuelos y a mi amante, mi casa fue destruida y dejé atrás la vida en tierra firme. No me importa arriesgar mi vida si las apuestas son gratificantes.
Bossk la miró fijamente, obviamente pensando en eso. Los trandoshanos no tomaban amantes. Cada vez que regresaban a Trandosha, se apareaban con una madre de nido que les gustase, y luego regresaban a su trabajo.
Pero ella había tenido un amante. Un prometido. Tinian trató de mantener la imagen de Daye Azur-Jamin fuera de su mente. Daye había sido un rostro amable lleno de inteligencia, con una extraña franja plateada que le marcaba una ceja. Había sido sensible a la Fuerza, un hábil juez de carácter. Trabajador, también. Y leal hasta la muerte. Daye se había sacrificado para ayudarla a escapar de la toma imperial de la fábrica de armamento de sus abuelos. Cuanto antes muriera, antes se reencontraría con Daye.
Mientras tanto, tenía un trabajo que intentar.
-Quince por ciento del combustible.
Bossk tendió su antebrazo provisto de garras.
Tinian sintió que había obtenido todo lo que Bossk estaba dispuesto a ceder. Extendió la mano y tocó las escamas. Bossk giró su brazo contra un mamparo, atrapando la mano de la humana. Chenlambec extendió su zarpa y obtuvo el mismo tratamiento: Bossk reclamaba el control, dos contra uno... y su nave. Esas probabilidades favorecían a Bossk.
-Ahora –dijo Bossk-, evaluaremos nuestros recursos.
Enumeró la potencia de fuego del Diente de Perro. Antes de que terminara, Chenlambec golpeó el suelo con una pata, e incluso Tinian se sintió nerviosa, aunque prácticamente había crecido dentro de la fábrica de armamento de sus abuelos. Desde que abandonara Druckenwell, se había vuelto incluso más competente con armas, explosivos y blindajes. El conocimiento ayudaba a compensar su pequeño tamaño y su fuerza limitada. Las contribuciones de Chenlambec al trío incluían sus conexiones entre la red “criminal” wookiee y una reputación que ni siquiera Bossk ponía en duda.
El resto de su planificación era sencilla, de momento. Tras visitar el puesto de paso wookiee, se desviarían al sistema Lomabu, fingiendo la órbita de un asteroide que cruzaba junto al planeta a gran velocidad, y mantendrían todos los sistemas en silencio. Explorarían usando la pequeña nave de aterrizaje de Bossk, localizarían la colonia criminal wookiee, y entonces extraerían y atraparían a Solo y su tripulación. Los planes concretos tendrían que esperar hasta que encontraran el sistema Lomabu.
Tinian no mencionó sus propios planes.
-Hasta que encontremos Lomabu –añadió Bossk-, permaneceréis en vuestros camarotes.
Tinian se encogió de hombros. No tenía intención de permanecer en ningún lugar donde Bossk la ubicara, y Lomabu III no era un mundo seguro.
-Embarcaremos con 300 kilos de equipo. ¿En qué bahía de atraque está tu nave?
Bossk parpadeó. Ella casi pudo ver cómo su mente se preguntaba qué podrían necesitar con 300 kilos de peso.
-Número seis –dijo con un sonido gutural.
-Estaremos allí en veinte minutos –dijo ella.

Chenlambec condujo a Tinian por el pasillo, aliviado de escapar del salobre hedor de Bossk. Este trabajo se lo habían encargado desde Kashyyyk, no sólo para ayudar a escapar a Chewbacca, sino para traicionar a Bossk y acabar con sus letales actividades. Chenlambec sabía que la colección de pieles del trandoshano ascendía a varios centenares. Había provocado a Bossk para que presumiera de ello. El ardor en los ojos de Bossk había hecho hervir la sangre de Chenlambec.
Una vez que pusieron varios giros del pasillo entre ellos y el trandoshano, Chen aminoró la marcha.
-¿Satisfecho? –preguntó Tinian.
Chenlambec había perdido hermanos y hermanas a manos de los coleccionistas de pieles trandoshanos. Le dijo que era un comienzo.
-Ha sido emocionante –admitió ella-. Por unos minutos, me he sentido realmente viva.
Chenlambec golpeó suavemente el hombro de la pequeña mujer. Ella comprendía el habla y los gestos de los wookiees bastante bien, incluido el débil puñetazo que significaba un acuerdo total.
-Ya me imaginaba que probablemente tú también –respondió ella. Le devolvió una sonrisa pícara.
Él contó al pasar varios pasillos grises y cavernosos, y luego giró en un sombrío pasillo lateral. Tras veinte largas zancadas, se detuvo frente a un mamparo. Tinian libero el bláster de su pistolera baja y se puso en posición de alerta.
Chen se agachó frente un punto de acceso de energía. Extendió una garra y extrajo un cubo plateado similar a las decoraciones de su bandolera. Habría encajado en la palma de la mano de Tinian.
-Ya era hora –recriminó el objeto con una aguda voz femenina-. Llevo lista desde hace...
Chen cerró la zarpa sobre el pequeño procesador positrónico, demasiado pequeño para considerarlo propiamente un droide, con demasiada personalidad para llamarlo de cualquier otro modo. Ocultando a Coqueta en su puño, alzó la mirada.
-Sigue despejado –dijo Tinian, inmóvil como una estatua con una mano sobre su bláster.
Chen enganchó a Coqueta en el anclaje de seguridad de su bandolera, cerca de su cadera.
-Muchos datos interesantes –trinó Coqueta-. Información de primera mano sobre el Halcón Milenario, si la queréis. No os creeríais...
-No vamos a perseguir al Halcón –dijo Tinian.
-Ooh –exclamó Coqueta-. Yo quería...
Chen gruñó otra advertencia. Coqueta se detuvo a mitad de frase. Cuando se quedaba callada, parecía simplemente otro cubo decorativo más. Chen se había hecho fabricar la bandolera específicamente para camuflarla.
Abrió la marcha para salir de allí. Tenían más equipaje que recoger antes de embarcar en la nave de Bossk.

Bossk se apresuró a ir a una terminal diferente en la zona de los alojamientos de tropas del Ejecutor. Trabajando con rapidez, extrajo toda la información sobre Chenlambec que pudo encontrar. Por desgracia, el certificado de cazador de la criatura estaba vigente. Su lista de adquisiciones, listado bajo el apodo por el que se le conocía en los bajos fondos, “El Wookiee Rabioso”, era impresionante. Esto sólo haría aumentar la puntuación jagannath por su piel.
Bossk apretó botones con las uñas de sus garras hasta que encontró el incompleto título de la humana, “Tinian”. No había dado un apellido. El ordenador dudó varios segundos antes de mostrar dos fichas de Se Busca. Una encajaba con la descripción de esta humana hasta la temperatura corporal de sus extremidades. Pocas otras razas advertían ese detalle. Era uno de los muchos factores que hacía de los trandoshanos los mejores cazadores.
Se ofrecía una modesta recompensa por su captura de manos del gobernador imperial de un planeta industrial, Druckenwell. Como aprendiz de un cazarrecompensas licenciado, era temporalmente intocable –esa era una forma por la que los criminales de medio pelo esquivaban la justicia-, pero una vez que Chenlambec yaciera muerto en su mesa de desollar, sería caza legal. La recompensa por ella era demasiado baja como para hacerle temer sus habilidades, pero lo bastante alta como para cubrir los gastos del combustible usado en su caza.
Sólo necesitaba conseguir que subieran a bordo del Diente de Perro.
Pero su objetivo principal era Chewbacca. No iba a olvidar esa suculenta recompensa –ni su humillación en Gandolo IV- ni por un microsegundo.
Se dirigió a la Bahía de Atraque Seis, donde el Diente de Perro descansaba bajo luces brillantes, vigilado por soldados de asalto imperiales. Tres de las otras naves de los cazadores ya habían despegado. El Diente brillaba, demasiado nuevo para haber coleccionado una pátina de cicatrices, abolladuras y quemaduras. Consciente de los soldados de asalto que lo observaban, marchó marcialmente hasta la rampa.
-Bossk –anunció-. Embarcando.
El Diente tardó menos de un segundo en comprobar su patrón de voz.
-Confirmado –dijo una voz metálica de barítono. A Bossk le gustaba una nave que pudiera hablar por sí misma. Había pagado extra por la programación interactiva. El Diente de Perro bajó su rampa de embarque de babor.
Subió con prisas a la cabina. Rápidamente comprobó sus sistemas de seguridad, prestando especial atención la cabina de pasajeros de babor.
Satisfecho, caminó con grandes zancadas por un pasillo en curva hasta una de sus bodegas de popa. Sus pasajeros necesitarían suficiente espacio para almacenar trescientos kilos... ¿de qué? Dándole vueltas a esa pregunta, chasqueó la lengua. Trajeran lo que trajesen, el Diente pronto lo identificaría, y Bossk pronto lo poseería.
Tomó posición en el interior de la esclusa principal del Diente de Perro y esperó a su grupo de abordaje.
Tinian se acercó cruzando la cubierta del Ejecutor, brillante como un espejo. Conducía con su mano izquierda un armario repulsor, manteniendo la derecha cerca del bláster que colgaba de su cinturón caído. Un petate negro colgaba de su hombro izquierdo.
-Bienvenida a bordo del Diente de Perro. Tú y tu compañero compartiréis la cabina de babor –le dijo-. He dejado su compuerta abierta. Ve directamente allí y deja vuestro equipo. Me reuniré contigo más tarde.
Ella caminó hacia la cómoda penumbra de la nave.
Él dirigió su atención hacia la imagen, más interesante, de Chenlambec conduciendo dos droides de servicio imperiales. Cada droide empujaba un gran arcón de almacenamiento, y el wookiee cargaba una caja de armas sobre su cabeza.
-¿Qué hay ahí dentro? –preguntó Bossk a un achaparrado droide de refuerzo que avanzaba sobre orugas.
Chenlambec gruñó algo ininteligible. Bossk sospechó que simplemente acababa de soltarle una maldición. Hizo chasquear su lengua en respuesta, y luego se apartó del mamparo.
-Sígueme.
Lo condujo a popa alejándose de la luz brillante, pasando junto a la cabina de pasajeros hacia su bodega de carga más pequeña, donde había despejado unos metros de espacio de cubierta.
-Apílalo ahí. No toques nada más.
Chenlambec ululó una orden a los droides de servicio. Posaron sus cargas, dieron media vuelta a sus orugas, y se marcharon chirriando por el pasillo, de regreso a la cubierta de droides del Ejecutor.
El gigantesco droide de servicio X10-D de Bossk, de color rojo y bronce, rodó hacia delante. Chenlambec se apartó de él, enseñando los dientes.
-EquisDiez-De asegurará vuestros objetos para el vuelo...
Abruptamente, Bossk sintió una presencia tras él. Se giró, apuntando de forma automática con su rifle bláster.
-Tranquilo, Bossk. –Tinian entró lentamente en la bahía de carga con ambas manos levantadas-. ¿Qué es ese monstruo?
-Te dije que fueras a vuestra cabina. –Bossk dejó que su rifle colgara de nuevo. La unidad X10-D no era ningún monstruo, pero para los humanos y los wookiees, que necesitaban excesiva luz para ver claramente, el droide parecería enorme-. Ese es mi droide de refuerzo.
Tinian caminó rodeando la resplandeciente unidad roja. Vagamente trandoshano en su forma, el X10-D tenía brazos hidráulicos retráctiles que podían extenderse hasta tres metros, un inmenso torso cónico, y pies con rodamientos autopropulsados.
-Creía que me necesitaríais para traducir hasta que todo estuviera almacenado donde quisieras –dijo. Pasó la mano por el brillante pecho de X10-D-. Tal vez no os haga falta –añadió.
-Yo le diré a tu compañero dónde apilar sus arcones, y EquisDiez-De los asegurará –respondió Bossk-. En esta nave, a los droides y a los wookiees se les ordena escuchar, no hablar.
Chenlambec ladró un gruñido de protesta.
-Algunas de estas cosas son equipo delicado –dijo Tinian-. ¿Tienes cables de amarre?
-Mi droide de refuerzo sujetará vuestro equipo.
Chenlambec ululó.
-Queremos mirar –dijo Tinian.
-Mirad si queréis.
Hizo falta una hora para asegurar las pertenencias del dúo.
-Recuerda nuestro trato –dijo Tinian mientras X10-D regresaba a su posición pegado al mamparo del fondo-. Nosotros no registramos tu nave, y tú no tocas nuestro equipo.
-Y te mantienes al margen de todo –añadió Bossk, apuntando hacia ella con una larga garra.
Chenlambec agitó su zarpa peluda y rugió.
Ella fulminó con la mirada al wookiee.
-Por supuesto que no, Ng’rhr. Esta vez no.
Bossk cruzó los brazos y sonrió. Evidentemente, esta pareja no estaba perfectamente compenetrada.
No tenía ningún problema en prometer no tocar su equipo. Los escáneres de seguridad del Diente de Perro y sus ordenadores de a bordo no tenían rival.
Aparte de la unidad X10-D, no precisaba tripulación. La inteligencia de la nave también ayudaba a superar la verdadera desventaja de un trandoshano: la tecnología de otras razas no estaba hecha para manos trandoshanas, e incluso los ajustes especiales de la nave a veces eran un poco torpes.
Los condujo de vuelta a la esclusa del Diente. Mientras se cerraba con un suave siseo, sellando a la pareja a bordo, murmuró fervorosos agradecimientos a la Tanteadora. Utilizaría a esos pasajeros hasta que ya no los necesitara.
Entonces podría empezar a despellejar.
-Soltaremos amarras en cuanto estéis listos –les informó-. Tengo asientos de aceleración en la bodega de carga más grande.
-Me parece que no confío en tus asientos de aceleración –respondió Tinian.
Bossk soltó una profunda carcajada.
-Si quisiera tu pellejo y su piel, los tomaría... pero no antes de Lomabu III. Todos queremos a Chewbacca y a Solo. Los capturaremos juntos.

Tinian echó un vistazo en el estrecho pasillo. No podía distinguir demasiados detalles. Sabía que los trandoshanos veían en infrarrojos, pero ella no tenía gafas IR. Nunca había tenido unas.
-¿Dónde está ese puesto de paso? –preguntó Bossk, pisando con fuerza tras ella-. Necesito las coordenadas ahora.
Chen aulló una serie de números. Tinian los repitió.
-Está programado para destruir a cualquier no-wookiee que se acerque –añadió-. Desde que salgamos del hiperespacio, el Diente de Perro debe mantener silencio de escáneres y sensores, y escudos al máximo, a menos que Chen sea el único que esté fuera de la zona protegida por tus escudos.
-Comprendo. –Bossk hizo chasquear la lengua-. ¿Os muestro ahora los asientos de aceleración?
-Haremos el viaje en nuestros catres. –Se ajustó el petate.
Bossk se encogió de hombros.
-Como queráis. No me echéis la culpa si acabáis por los suelos.
Tinian volvió a entrar en la cabina de pasajeros. De apenas tres metros de ancho y cuatro de largo, estaba tan oscura que todo en su interior parecía gris. Chen se apretujó tras ella, como una gigantesca sombra negra. La espalda escamosa de Bossk se retiró por el pasillo principal.
Tinian extrajo una luma y alumbró a su alrededor. Catres, compartimentos de almacenamiento... también una pequeña cabina de ducha, de un tamaño cómodo para ella, pero muy estrecha para un trandoshano o un wookiee.
Barrió arriba y abajo uno de los mamparos con la luma, buscando un punto de energía.
-Aquí –dijo. Estaba a la altura de su hombro, a una altura fácilmente accesible para Bossk o Chenlambec. El wookiee guardó su petate dentro de un compartimento.
-Qué bien –trinó Coqueta desde su lugar en la bandolera-. ¿Habéis visto a ese droide grande? ¡Menudo espécimen!
Comenzó a escucharse un suave y grave zumbido. Tinian alzó la mirada hacia Chen.
-Motores bien afinados –añadió con pesar.
Chen contestó brevemente. Ella sabía que él amaba su pequeño Wroshyr de forma de platillo, a pesar de que cada vez estaba más hecho polvo. Sin duda tuvo que odiar dejarlo en la bahía de almacenamiento del Ejecutor, pagando a los imperiales un alquiler por días mientras ellos permanecían a bordo de la nave de Bossk.
-Si esto sale bien, podremos pagar el aparcamiento durante cincuenta años. Si no, no nos importará. No te preocupes, Ng’rhr.
Agarró un puñado de pelo con una mano y tiró con fuerza. El pelaje de un wookiee era más suave de lo que parecía.
Chen extrajo a Coqueta de su bandolera. La sostuvo en una de sus gigantescas manos mientras le ordenaba que se concentrara en asegurar su cabina.
-Bueno –añadió Tinian-. Bossk quiere llegar a ese puesto de paso, pero no va a permitirnos estar por ahí rondando.
-Entonces enchúfame –exclamó Coqueta. Emitió un alegre chillido cuando Chen introdujo su conector en el punto de energía. Entonces canturreó desafinada, su versión electrónica de la felicidad.
Chen había heredado a Coqueta de un compañero de caza asesinado. El otro wookiee –Chen nunca había dicho su nombre a Tinian- había inventado esa droide ilegal, y la había programado para seducir a un ordenador inteligente. Coqueta podía abrir flujos de datos, apagar la seguridad, y las órdenes del operador del ordenador por las que quisiera su dueño... todo ello sin necesidad de conectarse a un puerto de información. Cualquier punto de energía servía. Dentro de su carcasa de titanio, el primer centímetro estaba repleto de sensores y antenas bobinadas.
Pero no era del todo fiable. Coqueta podía tardar horas en completar algunos trabajos que a Tinian le parecían sencillos. Por eso habían preparado tres planes de contingencia...
-Parece contenta. –Tinian trepó a la litera superior y se sujetó a ella, usando gruesas cinchas que parecían negras bajo la tenue luz. Si sus ojos aún no se habían ajustado, probablemente ya no lo harían. Esa luz era demasiado débil para los humanos-. Espero que se dé prisa.
Chen permaneció de pie junto a las dos estrechas literas y se sujetó entre la cubierta y el mamparo del techo, donde podría bloquear la caída de Tinian si esta salía rodando. Se preguntó en voz alta si Bossk estaría pilotando el Diente de Perro él solo.
-Si es así, el ordenador de a bordo tiene que ser más potente que ninguno que hayamos visto antes.
Tinian rodó sobre sí misma, poniéndose de medio lado para observar a Coqueta.
Chen farfulló algo.
-Y nuestro amigo escamoso probablemente tenga contactos en los círculos de los fabricantes de naves. –Además, probablemente estaría escuchando-. Es una nave atractiva.
Chen sonrió, mostrando los dientes. Gruñó varios insultos.
Tinian le devolvió la sonrisa.
-Probablemente tenga activado un programa traductor.
Chen le dijo a Bossk lo que podía hacer con su programa traductor. Coqueta permanecía pegada como un mynock en el mamparo, introduciéndose en el ordenador de a bordo más potente que jamás hubiera encontrado. Tinian supuso que el Diente era una nave demasiado inteligente como para dejarse engatusar fácilmente.
Pero más les valía que Coqueta tuviera éxito antes de alcanzar el puesto de paso. Todos sus planes requerían tener acceso después de ese salto.
La nave se sacudió. El pie de Tinian golpeó el mamparo. Había aprendido a gruñir algunas palabras en shyriiwook, que se traducía literalmente como “lenguaje de la gente de los árboles”. Era un lenguaje magnífico para expresar desagrado. Aulló unas palabras.
-No se anda con chiquitas –añadió después en básico.
Chen soltó un bufido.
Tinian apoyó un brazo contra el mamparo interior de la litera y el otro contra la ancha espalda de Chen. Él había ocupado el lugar del padre al que sólo había conocido en su imaginación, fuerte e intrépido. Primero ella había salvado la vida de Chen en Estación Plata, donde unos ranats vengativos –pero estúpidos- trataron de volar por los aires un mamparo y hacer que todos los seres que se encontraban a bordo dieran el Salto Final. Tinian había seguido el rastro de los ranats por el olor de su JL-12-F, un explosivo fabricado por uno de los competidores de Armamento I’att.
Lo había vuelto a salvar en la Colonia Kline, donde una “adquisición” rebelde se había resistido al peculiar estilo de rescate de Chen. Se habían salvado el uno al otro en las frías y húmedas cavernas de Ookbat, en una misión que había fracasado.
La aceleración era fuerte y estable. El mamparo de popa comenzó a parecer casi el suelo de la cubierta. Tinian rodó contra el mamparo. Habían pasado días desde la última vez que había dormido bien. Tal vez una siesta...
Algo le pinchó la piel a través del fino colchón.

Bossk chasqueó la lengua: ¡Éxito! Ambos estaban inconscientes.
-Diente –exclamó-, desactiva todos los cierres de las cabinas.
-Confirmado –respondió la voz de barítono del Diente.
Salió al pasillo y tecleó un código en la compuerta de su propia cabina, desactivando varios circuitos de seguridad más. Cuando modificó el Diente para cazar wookiees, había instalado características para protegerle en caso de una fuga de wookiees furiosos a bordo, incluyendo la capacidad de pilotar el Diente desde el interior de su cabina de estribor.
Sin embargo, prefería la ancha extensión del espacio visible en los monitores del puente. Incluían infrarrojos de corto y largo alcance.
A continuación, controló a sus pasajeros. En el interior de la cabina de babor, el wookiee yacía en la cubierta, respirando superficialmente. La humana no reaccionó cuando le sacudió el hombro.
Los fármacos hacían que todos los seres fueran iguales.
Vació las cargas de sus blásteres y luego rebuscó en sus compartimentos de carga. Dudó al encontrar la ballesta de Chen, con ganas de quedársela, pero se conformó con quitarle el muelle de carga, y luego dejó a la pareja dormida.
-Graba cualquier actividad en los pasillos –instruyó al Diente de Perro.
-Confirmado –respondió la nave.
De acuerdo con el Diente, se dirigían a las estribaciones del sistema Aida. Parecía un lugar lógico para un puesto de paso wookiee. Aida era sólidamente imperial, pero escasamente poblado.

Cuando Tinian despertó, se sentía hambrienta. Chen se inclinó sobre ella, arrullándola con un tono que mostraba preocupación.
-Estoy despierta –gimió-. Debo de haber dormido muy profundamente...
Él gruñó.
-¿Drogados? –exclamó Tinian. Se incorporó, feliz de seguir con vida-. ¿Coqueta está teniendo problemas?
-Ahora estáis a salvo –dijo Coqueta con voz suave pero chirriante.
Tinian se deslizó fuera de la litera. Las piernas se le doblaron torpemente.
-¿Qué ha pasado? –preguntó a la droide en miniatura.
-Inyectores subcutáneos en el colchón y la cubierta. El Diente estaba programado con los pesos corporales de ambos. Habéis estado fuera de combate durante tres días y medio.
Con razón Tinian había perdido toda la noción del tiempo.
Chen preguntó a Coqueta si había logrado entrar en la seguridad del Diente.
-Entrar, exactamente, no –admitió suavemente Coqueta-. Ha aceptado mi presencia, pero no me ha dejado hacer gran cosa. Sin embargo –trinó-, he asegurado vuestra cabina y os he encendido las luces. Algo es algo.
En lugar de en gris, los mamparos brillaron en un azul metálico, y el pelaje plateado de Chen resplandeció. Ahora Tinian podía ver que el Diente tenía compartimentos elevados y literas largas y estrechas.
-¿Dónde está Bossk?
-En la bahía de carga, tratando de escanear vuestra caja de armamento.
Chen gruñó una elaborada amenaza.
-Por el momento está a salvo. Igual que vosotros.
De todas formas, esa caja era un señuelo. Tinian se frotó la cara y se deslizó en la cabina de ducha. Esta vez, la pequeña sirena en forma de caja de Chen no había encontrado la horma de su zapato. Si Coqueta podía insinuarse para acceder a los circuitos principales de seguridad del Diente antes de que volvieran a saltar, ella y Chen deberían ser capaces de dominar a Bossk, atarlo, y entregarlo donde obtuvieran el mejor precio.
Pero el Plan Uno dependía completamente de Coqueta. Tinian aún no había realizado ninguna misión de caza que transcurriera sin problemas.
La áspera voz de Bossk habló desde el mamparo.
-Chenlambec, Tinian. Voy hacia allá para hablar con vosotros.
-¿Qué hay para cenar? –replicó Tinian.
No hubo respuesta. Chen gimió su preocupación.
-No voy a desmayarme –respondió ella-, pero tú debes de estar muerto de hambre.
Coqueta intervino.
-Bossk acaba de programar la cocina para que prepare un gran festín.
-Será mejor que atenúes nuestras luces –sugirió Tinian-. Sospechará si no lo haces.
Los mamparos volvieron a fundirse en gris.
-¿Nos atrevemos a comer? –preguntó Tinian a Coqueta-. ¿Y dónde estamos?
-Desviados sólo unos grados del puesto de paso –respondió Coqueta-. No ha drogado vuestra comida.
Tinian comprobó la carga de su bláster.
-Oh, oh –dijo. Lo habían drenado-. ¿El tuyo también está a cero?
Chen tanteó su bláster, y luego examinó su ballesta. Soltó un ladrido y señaló. Habían retirado el muelle de carga.
La compuerta se abrió.
-Salid y comed –dijo la voz de Bossk, pero Bossk no apareció. El pasillo estaba aún más oscuro que su cabina.
Tinian avanzó por el pasillo tenebroso, siguiendo su nariz hacia la cocina. Bossk estaba sentado en una mesa, encorvado sobre un cuenco lleno de serpenteantes gusanos rojos. Ya no llevaba su rifle bláster. Bajo esa tenue luz, parecía de color marrón parduzco.
-Comed. –Señaló con un brazo dos platos colocados lejos del suyo-. Vuestra comida me desagrada.
-Es mutuo –murmuró Tinian, pero fuera lo que fuese que Bossk le había preparado, olía de maravilla.
Por otra parte, le habría sido difícil rechazar incluso plastiplacas crudas con salsa de aceite de terracoche. Se metió un puñado a la boca antes de que Chen se sentara. Bossk pasó la lengua por su cuenco. Un gusano desapareció en su boca junto con su lengua. Tinian decidió no mirarle más.
Varios minutos y medio plato más tarde, preguntó:
-¿Dónde estamos?
-Cerca del sistema Aida y de vuestro puesto de paso. Ahora necesito la ayuda de tu maestro de caza peludo.
Chenlambec habló en voz baja con ella durante un rato, cuestionando la competencia de Bossk, su gusto en comida, y la capacidad de conservación del huevo del que había eclosionado. Tinian fingió traducir:
-¿Por qué no hemos salido del hiperespacio en las coordenadas que él te dio?
-Por si acaso trataba de tenderme una trampa, por supuesto. –Bossk volvió a disparar su lengua.
Chenlambec emitió un rugido sordo. Tinian esperó un tiempo razonable antes de hablar.
-Dice que tú y yo debemos refugiarnos en una bodega con escudos de sensores mientras él hace contacto.
Bossk soltó un bufido.
-Serás mi rehén en caso de que intente cualquier cosa.
Esta vez, Chen dijo algo que realmente necesitaba traducirse.
-Tendrás que enseñarle cómo manejar los controles de tu nave –repitió Tinian.
-No, no tengo por qué. Mi cabina personal está completamente rodeada de escudos, y puedo manejar el Diente desde su interior.
Tinian se volvió hacia Chen.
-¿Eso servirá?
No le entusiasmaba la idea de permanecer como rehén dentro de una cabina con escudos.

Chen le dijo que eso serviría. Varios minutos más tarde, él estaba sentado solo en el puente del Diente. Bossk había bloqueado todos los controles, pero Chen había apoyado sus antebrazos en los profundos surcos de la consola y la estudiaba con atención. Evidentemente, Bossk usaba la presión contra la superficie de los surcos para controlar los impulsores en varias direcciones. Los cañones principales debían ser los ganchos para las garras de la mano derecha. Aún no había visto controles de escudo, pero encontrarlos sería tarea de Coqueta.
La había instalado bajo el ordenador de navegación. En ese momento debería estar absorbiendo datos, vaciando memoria antigua para hacer espacio.
Un objeto borroso apareció delante de ellos en los sensores.
Eso debía de ser el puesto de paso. Sus contactos de Kashyyyk habían creído inteligente no decirle dónde encontrar Lomabu III... una táctica dilatoria, para darle tiempo a Coqueta de conquistar los circuitos de mando del Diente.
Chen esperaba escuchar en cualquier momento a Coqueta anunciando su éxito. El Plan Uno era elegantemente sencillo.
El objeto borroso creció y se convirtió en dos pantallas delanteras trapezoidales gemelas. Un pedazo de metal a la deriva, parecía una nave abandonada. Brillantes escombros microscópicos se arremolinaban a su alrededor en un órbitas rápidas y furiosas. El objeto parecía invitar a ser sondeado por escáneres.
Antes de poder tocar cualquier control, se encendió la pantalla de su escáner. De cerca, seguía pareciendo una nave a la deriva. Eso no era ningún puesto de paso: Un tenue pero distinguible baile de pequeñas luces de colores lo habría identificado en caso de ser auténtico. Debería haber sabido que Kashyyyk nunca se arriesgaría a dejar que un trandoshano viera el código identificativo de la red.
Pero le habían prometido algo que fuera capaz de leer.
Gruñó al micrófono principal del puente: Bossk debía enfocar los escáneres en la nube en órbita y modificar la profundidad de escaneo hasta que apareciera algo legible.
A cualquier profundidad, sólo parecía basura arremolinándose. Un inquietante aullido llenó la cabina.
De repente, soltó un suave bufido de diversión. Algún brillante operativo de la resistencia había programado los escombros danzantes para ofrecer una lectura audible ante los escáneres. Sonaba como cientos de wookiees cantando simultáneamente, cada uno siguiendo a los demás en un canon espectacularmente complejo. Cada voz repetía una serie de números. Chen aisló una voz y la siguió a lo largo de la serie. Definitivamente eran coordenadas; pero, ¿dónde terminaba y comenzaba de nuevo la serie?
Su joven aprendiz había trabajado como músico durante un breve trabajo encubierto. Le gruñó una pregunta.
Tras varios segundos, ella respondió en el lenguaje de los wookiees.
-Comienza... –bufó en un extraño tono de soprano. Hizo una pausa, y luego ladró-: ¡Ahora!
Chen tecleó dígitos en el ordenador de navegación del Diente. En el instante en que completó la secuencia navegacional, su pantalla se iluminó con una ruta. Una ruta muy corta.
El sistema Lomabu era el vecino inmediato de Aida.
Susurró a Coqueta. ¿Había...?
-Aún no –señaló ella-. Lo siento.
Habría que pasar al Plan Dos, entonces. De acuerdo con la transmisión de Kashyyyk, las fuerzas imperiales estaban tramando tender una trampa a la flota rebelde usando varios cientos de esclavos wookiees como cebo. Los wookiees habían sido enviados a Lomabu III, un mundo recientemente despoblado por sedición contra el Imperio, y aprisionados allí. El gobernador imperial de Aida, Io Desnand, pretendía embarcar docenas de hembras y cachorros y luego fingir un ataque. Las naves rebeldes probablemente tratarían de rescatar a los wookiees, y el gobernador Desnand ofrecería al Imperio una trampa masiva. Estaba claro que Desnand iba buscando un ascenso importante.
El Plan Dos implicaba liberar a los prisioneros wookiees de Lomabu III y derrotar a Bossk, cada cosa a su tiempo. En el Plan Dos, Chen (apoyado por Coqueta y Tinian) aún tendría una clara ventaja sobre Bossk (sin las atenciones del Diente de Perro). Tan pronto como Coqueta anunciara su éxito, él y Tinian reducirían al gran trandoshano. Entonces Chen atacaría a los guardias de la prisión lomabuana sin tener que vigilar su espalda.
El Plan Tres era más complicado, por supuesto. Enfrentaba a Bossk contra el gobernador imperial Io Desnand, y la sincronización sería crucial.
Los contactos de Chen en la Alianza que habían creado el “puesto de paso” probablemente no estarían muy lejos. En ese momento sus escáneres estarían apuntando al Diente.
Alzó una mano para saludarles.

Tinian se sentó donde le habían dicho que se sentara, a varios metros de distancia de Bossk en la espaciosa cabina de pasajeros de estribor. Bossk se sentó frente a una consola empotrada. Su mono de vuelo naranja le quedaba mejor cuando estaba sentado; cuando estaba de pie, le formaba jorobas a la espalda. Sus largos antebrazos verduzcos descansaban sobre dos profundas muescas redondeadas. Apenas se movía, pero parecía notablemente ocupado para alguien que sólo necesitaba trazar un curso. Debía de estar sondeando febrilmente ese “puesto de paso”.
Ella ya había supuesto que sería falso. Bossk debía de estar amargamente decepcionado... pero en su mente, el Halcón Milenario estaría casi al alcance. Probablemente volvería a comprobar este puesto de paso después de haber completado esta misión.
Para entonces, probablemente ya no existiera.
Ella soltó una risita.
-¿Qué ocurre? –preguntó Bossk-. ¿Qué es tan divertido?
-El hecho de que ya casi estemos –mintió ella-. Esos wookiees están tratando de establecer su mundo seguro justo bajo las narices de un gobernador imperial.
-Oh. Vuelve a tu cabina –ordenó Bossk con un sonido gutural-. Discutiremos la estrategia una vez sondee el sistema.
-Sin drogas esta vez –dijo seriamente ella.
La aceleración le dificultó doblar la esquina al entrar en su cabina. Se apoyó en un mamparo hasta que Chen se deslizó tras ella.
-¡Rápido! –instó. Chen ya estaba desenganchando a Coqueta de su bandolera. La enchufó en la toma del mamparo.
-Seguridad –ordenó bruscamente Tinian a la droide en miniatura-. Deprisa.
El aumento en la fuerza gravitatoria oscureció los bordes de la visión de Tinian antes de que Coqueta finalmente anunciara, cantarina:
-¡Estáis a salvo!
Tinian subió a duras penas a su litera y presionó los pies contra el mamparo de popa. Chen llegó junto a ella y le aseguró las cinchas.
-Gracias -consiguió decir Tinian. Luego cerró los ojos y esperó la sacudida al entrar en el hiperespacio.

Bossk miró sus monitores con el ceño fruncido. El Diente había saltado con éxito –sería un salto de un par de horas-, pero uno de los monitores internos se había apagado de repente. ¿Había perdido la energía en la cabina de babor?
-Restablece los sistemas de contención dentro de la cabina de pasajeros –ordenó.
Tras un instante de duda, la vos de barítono del Diente respondió.
-La cabina de babor está completamente asegurada. ¿Desearía imágenes de la cabina de babor?
Para ser un ordenador super inteligente, en ocasiones se comunicaba como un completo idiota. Esa era una desventaja de pilotar una nave nueva. Bossk suspiró pesadamente.
-Cancela la petición –gruñó.
Casi de inmediato, Chenlambec apareció en la compuerta del puente. Ladró algo y señaló los surcos de control.
Bossk arreglaría más tarde ese cortocircuito. El circuito de traducción repitió el aullido de Chenlambec antes de que Bossk pudiera apagarlo y fingir que nunca hubiera existido. Traduciendo a un básico simplificado, dijo:
-Quiero sentar en puente. Tú nos hiciste dormir antes. Tú me necesitas ahí arriba. En Lomabu nosotros superados en número.
Bossk observó el magnífico pelaje del wookiee.
-El Diente de Perro es mi copiloto. No te necesito.
Chenlambec gruñó.
-No necesitas –tradujo el Diente-. Pero vuelo contigo. Quiero ayudar.
Bossk pasó su lengua por la parte interior de los dientes. Sería interesante compartir el puente con un wookiee cuya piel pronto desollaría.
-Siéntate –dijo a Chenlambec-. Pero el Diente puede inmovilizarte más rápido de lo que tardarías en tocarme. Y aún puedo matar a tu socia. –Pulsó el interruptor de vigilancia. La cabina de babor apareció en pantalla. Tinian estaba agachada junto a un mamparo, tratando de arrancar una lámina de panel metálico con sus uñas. Bossk señaló su imagen-. Si veo necesario tener que inmovilizarte –dijo a Chenlambec-, la mataré al instante.
Chenlambec murmuró.
-Demasiado oscuro ahí arriba –tradujo el Diente.
-Hay suficiente luz –dijo Bossk-. Siéntate.
Chenlambec se sentó.

-Vuelves a estar vigilada –trinó Coqueta-, o eso cree Bossk.
Tinian se deslizó fuera de su litera.
-Ya era hora –exclamó-. Debe de ser un ordenador de lo más desagradable.
-Desagradable no. –Coqueta sonó remilgada-. Sólo poco amigable. Me gustan los desafíos.
-Mientras no hagas que nos maten mientras te esperamos, querida. –Tinian se estiró el mono-. ¿Es seguro ir a explorar las bahías de popa?
-Si me llevas contigo. Bossk piensa que estás tratando de arrancar placas de metal de los mamparos.
-Qué creativo. –Tinian se colocó el cinturón sobre las caderas. Además de un bláster, llevaba varias herramientas que necesitaría para su exploración-. Este es un salto corto. Será mejor que nos movamos rápidamente. Abre la compuerta.
La compuerta se deslizó hacia arriba.
-He puesto un bucle en su programa de vigilancia –explicó Coqueta-. Te verá tantear varios mamparos con las uñas.
Tinian mantenía sus uñas cortas, pero esa imagen tendría sentido para un alienígena con garras.
-¿Cómo va tu progreso con el Diente?
-Oh –dijo Coqueta de forma evasiva-, no tan bien como me gustaría. Es uno de esos tipos realmente incorruptibles. Era más vulnerable desde el puente. He tenido que concentrarme en esta cabina mientras estaba aquí, de otra forma tal vez pudiera haber logrado algo.
Chen había dejado a Coqueta con Tinian para protegerla. Más le valía a Tinian hacer que esa escapada a popa valiera la pena.
-Gracias –dijo-. Limítate a no dejar que vea lo que estoy haciendo.
-¡No seré yo quien lo permita!
Tinian agarró el pequeño cubo y lo hizo girar ligeramente. Coqueta saltó del mamparo a la palma de su mano. Tinian esperó unos pocos segundos por si acaso comenzaba a sonar una alarma.
-¿No confías en mí? –preguntó Coqueta.
-No confío en nadie.
Tinian introdujo a Coqueta en un bolsillo del cinturón y luego se salió velozmente al pasillo.
Estaba totalmente a oscuras. Obviamente, Bossk (capaz de ver en el infrarrojo) quería mantener a sus pasajeros tan a ciegas como fuera posible. Tinian extrajo una pequeña luma de uno de los bolsillos de su cinturón y la sostuvo sobre su cabeza. Mamparos remachados se curvaban en ambas direcciones, con plafones en forma de pirámide invertida a lo largo del techo. Parecían lámparas térmicas.
-Detenme si nos acercamos a algo peligroso –susurró.
Apenas había alcanzado la primera compuerta lateral cuando Coqueta emitió un pitido. Con cuidado, extrajo a Coqueta del bolsillo. Sostuvo la pequeña droide cerca de su boca.
-¿Qué ocurre? –susurró.
La voz de Coqueta fue casi imperceptible.
-Sensor de movimiento –respondió la droide-. Un paso más y entrarás en su radio de alcance.
-¿Puedo retroceder?
-Eso creo.
Tinian deslizó un pie hacia atrás, y luego el otro.
-Para –dijo Coqueta.
Tinian quedó de nuevo inmóvil.
-¿Y ahora qué?
-Creo que hay una trampa de presión en la cubierta justo detrás de ti. No muevas ninguno de tus pies.
Tinian mantuvo su posición e hizo un barrido con Coqueta en todas direcciones. Olfateó el aire minuciosamente. Su asombroso olfato para los explosivos no sería de ayuda si los elementos de seguridad del Diente eran electrónicos.
-De acuerdo –murmuró Coqueta-. El sensor ha apartado la mirada.
Mientras Tinian avanzaba rápidamente, pudo ver en lo alto de un mamparo un pequeño ojo giratorio, que apuntaba momentáneamente en otra dirección. Se deslizó bajo él mientras éste hacía un barrido de vuelta hacia el pasillo. Entonces se escabulló hacia popa, permaneciendo lo más pegada posible al mamparo de babor. Finalmente alcanzó dos grandes compuertas una al lado de la otra.
-Están cerradas –dijo a Coqueta-. ¿Cómo vas a hacerme entrar?
-Tiene que haber una toma de corriente cerca.
Tinian alzó su luma. El mamparo opuesto parecía liso, salvo por las uniones y los remaches.
-¿Dónde?
-Acércame al otro lado.
Se estiró todo lo que pudo. La toma de corriente tendrá que resultar obvia, dado que los dedos trandoshanos eran torpes.
Tinian encontró un acceso completamente escondido en las sombras. Encajó a Coqueta en él.
-Deprisa –susurró-. Me siento desnuda aquí fuera.
Coqueta no respondió. Emitió un pitido y campanilleó como una caja de música en miniatura.
Detrás de Tinian, una compuerta se abrió deslizándose.
Dio media vuelta, desenfundando el bláster por pura costumbre. No pasó nada. Por supuesto, tampoco habría pasado nada si hubiera tratado de disparar el arma vacía. Con fastidio, volvió a enfundarlo.
-Puedes pasar –anunció Coqueta.
Tinian desconectó a Coqueta del mamparo.
-La próxima vez, hazme una pequeña advertencia –gruñó.
Se coló en la bahía de carga, dejando la compuerta abierta.
Esa no era la bahía donde habían almacenado sus valiosos arcones. Alineada a lo largo de una pared, sujeta con cintas y redes de seguridad, pero a plena vista, había toda una colección de armas: picas de fuerza, disruptores de aspecto desagradable, cuchillos, rifles bláster, y pistolas de redes. Todo para cazar wookiees, que sólo querían que los dejasen en paz.
Girando sobre sí misma, Tinian vio una larga mesa reluciente. Se acercó, sosteniendo en alto su luma. La superficie de la mesa proyectaba reflejos en el mamparo opuesto. Un estrecho canal recorría el borde de la mesa, inclinado hacia un depósito. En uno de los extremos estrechos de la mesa, un gancho giratorio de aspecto malvado colgaba replegado. Un complejo mecanismo se cernía sobre él, suspendido desde el mamparo superior.
Con esas extremidades delanteras largas, rígidas y con garras, Bossk no era lo bastante diestro como para usar un cuchillo de desollar. La maquinaria automatizada descendería sobre el cadáver de un wookiee en los lugares adecuados.
Con un escalofrío, Tinian avanzó de puntillas pasando un tanque de inmersión para curtir pieles frescas.
No encontró ninguno de los asientos de aceleración que Bossk había afirmado que tenía ahí atrás, pero a lo largo del mamparo más alejado de la compuerta de acceso pudo ver cinco nichos: armarios para carne. Equipados con un equipo de supervivencia mínimo, eran una característica estándar en las naves de los cazadores –el Wroshyr tenía dos­- para contener adquisiciones vivas. Estos iban desde la cubierta hasta el mamparo superior. Tamaño wookiee.
Bossk encajaría perfectamente en uno de ellos.
Se arrodilló junto al más cercano, introdujo la mano en el mayor de los bolsillos de su cinturón, y extrajo un puñado de herramientas. Su medidor de circuitos identificó un generador de campo de fuerza en la parte inferior del armario. Probablemente se disparaba con sensores de movimiento para atrapar a las presas que forcejeaban en el interior. Le habría gustado forzar uno esos armarios, o todos...
De pronto sintió miedo.
-¿Está pasando algo? –preguntó a Coqueta.
-Bossk está ocupado en el puente. Estás a salvo...
-No me siento a salvo.
Su fuga de Druckenwell aún la perseguía en sueños. Había corrido, y corrido, y corrido, esperando que la detectaran por el calor corporal y que soldados imperiales equipados con escáneres de infrarrojos le dispararan por la espalda. No tenía la menor duda de que Bossk la mataría igual de fácil si la atrapaba manipulando su equipo, y él veía en infrarrojos sin necesidad de escáneres.
Se irguió e introdujo las herramientas de nuevo en el bolsillo.
-Tenemos que volver.
-No tienes por qué hacer eso. Yo te avisaré si...
-También tengo que entrar en la otra bahía. Probablemente nos estemos quedando sin tiempo. –Tinian se apresuró a salir por la compuerta y cruzar el pasillo. Empujó a Coqueta en la toma de corriente-. Cierra esa compuerta y abre la otra.
Los cerrojos emitieron un chasquido detrás de ella.
Tinian arrancó a Coqueta del mamparo y volvió a cruzar el pasillo. Alumbró con su luma el mamparo interior de esa bahía, encontró un enganche para Coqueta, y la enchufó de nuevo. Luego alumbró con su luma hacia el otro mamparo. Eso era la pila de...
Una sombra se movió. La sangre de Tinian se convirtió en agua helada.
El inmenso droide bronce y carmesí de Bossk avanzó rodando, se detuvo, dio media vuelta, y regresó a su estación.
-Estás a salvo. –El tono del trino de Coqueta bajó un intervalo menor indicando tristeza-. Es un descerebrado total.
Tinian miró fijamente a la unidad X10-D.
-¿Qué? –murmuró.
-La pobre criatura no es más que una extensión del Diente de Perro –explicó Coqueta-. No tiene programación interior. Qué lástima, con un cuerpo como ese.
-Coqueta –reprendió Tinian a la droide-. Chen necesita sacar un chip de datos del Arcón Dos. Ábrelo... rápido.
Diez minutos más tarde, Coqueta la guiaba de vuelta por el pasillo.
-Es terrible –trinó Coqueta cuando se detuvieron bajo un sensor de movimiento.
Tinian quedó inmóvil.
-¿Qué?
-Ese hermoso cuerpo metálico, sin cerebro...
-¡Coqueta! –ordenó Tinian apretando los dientes. Sentía ojos imaginarios observándola en la nuca-. Llévame de vuelta a la cabina. ¡Ya!
En el instante que llegaron a zona segura, empujó a Coqueta a su lugar del mamparo.
-Borra cualquier registro de que hayamos abandonado esta cabina –indicó.
-No deberías preocuparte tanto –silbó Coqueta-. Estabas completamente a salvo conmigo.

Bossk echó un vistazo hacia un lado. ¿Había visto una alarma? Tal vez, pero se había apagado sola, así que tal vez fuera una falsa alarma. El Diente aún tenía algunos fallos, como esos momentos de habla estúpida.
Sin embargo, Chenlambec estaba claramente impresionado por la nave, y Bossk había disfrutado enseñándosela.
Apagó el circuito de simulación y volvió a poner los controles en línea.
-Regresa a tu cabina, gruñó. Como el wookiee no obedeció de inmediato, tocó un control que hizo que en el asiento de copiloto se extendieran dos electrodos que penetraron en el pelaje.
Chenlambec se levantó de un salto, aullando.
-Duele –insistió el traductor del Diente-. Duele.
-A la cabina.
Bossk blandió el rifle bláster que llevaba colgando sobre su regazo.
El wookiee se fue por el pasillo arrastrando los pies, tratando claramente de perder tiempo. Pero cuando Bossk se asomó a la cabina de babor, la humana estaba sentada al borde de su litera. Jugueteaba con sus delgadas e inadecuadas garras.
-¿Dónde has estado? –gruñó. ¿Arrancando paneles de los mamparos?
Ella levantó la cabeza para mirarle, con rostro estúpidamente inexpresivo.
-Aquí –respondió ella-. ¿Dónde si no?
Él creyó captar en las ropas de la humana el aroma de la bahía de desollamiento. Retrocediendo fuera de la compuerta, la cerró y la aseguró. ¿Qué ha podido estar haciendo ahí atrás? Realizó un circuito por el pasillo principal, incluyendo ambas bahías. No se había activado ninguna alarma. De regreso a su puente, efectuó una comprobación de seguridad adicional. También mostró todo limpio.
Tal vez se había equivocado.
Pero, ¿y si no?
Tecleó para mostrar más detalles del programa de seguridad. Inmediatamente después de abandonar el Ejecutor, el Diente de Perro había escaneado los arcones de sus pasajeros. El escaneo no revelaba nada de metal salvo en la caja de armamento. Indicó al programa que examinara los arcones de nuevo. Fuera lo que fuese que habían subido a bordo, si no era armamento, necesitaba ser analizado.
El segundo escaneo aportó la misma falta de resultados: la ropa o los alimentos habrían coincidido con las lecturas bioquímicas del escaneo.
Hacía varios años estándar que no se enfrentaba a un enigma tan entretenido.
Una siesta de una hora le ayudaría a refrescarse, y el Diente lo despertaría a tiempo de saltar al espacio real. Reactivando las alarmas, se dirigió a su catre.

En el instante en que Coqueta declaró que Bossk se había encerrado en su cabina, Chenlambec salió para realizar su propio reconocimiento. Para su deleite, cuando irrumpió en la zona central que había supuesto que sería el motor principal del Diente, encontró una esbelta nave de exploración.
Se detuvo, admirando sus líneas. Tanto si reducían a Bossk antes como si no, llegaría el momento de realizar vigilancia en superficie.
Sería mejor que se preparara para el Plan Tres, y para ello necesitaría descargar esos arcones en esa nave de exploración. ¿Pero dónde podría esconder algo tan grande?
Rodeando el casco, encontró dos enormes huecos vacíos en su exterior. Bossk había retirado sus armas. Eso hizo que Chen estuviera seguro de que Bossk les haría salir en esa nave a él y a Tinian. Se asomó a uno de los huecos.
Dentro había espacio suficiente como para esconder a un wookiee.
A él no, pero...
Sonrió amargamente. Dentro de sus arcones de almacenamiento estaban, congelados en carbono, dos parientes suyos ejecutados por el Imperio. Habían dejado caer sus cadáveres en un puesto avanzado wookiee. Chenlambec había jurado vengar sus muertes haciendo uso de esos cuerpos. Aparentemente, el droide de Bossk, X10-D, carecía de cerebro, de modo que Coqueta podría ordenarle que transfiriera las unidades de congelación de carbono a esos nichos de artillería. También debía decir a Coqueta que se asegurara de que los escáneres del Diente siguieran mostrando que esos arcones estaban llenos.
Con ayuda de Coqueta, se coló a continuación en el puente, llevando consigo el chip de datos que Tinian había recogido. Antes de sentarse, deslizó a Coqueta en su posición bajo el ordenador de navegación. Pasaron varios segundos que se hicieron eternos.
-Todo seguro –gorjeó-... más o menos.
Él solicitó una explicación.
-Habrá una comprobación cada dos minutos. Sea lo que sea que quieras hacer, date prisa.
Casi instantáneamente, emitió un pitido de advertencia. Él se encorvó sobre los controles inmóvil, hasta que ella volvió a trinar.
-Muy bien. Lo he anulado sin problema.
Él gruñó una pregunta.
-No, no arranques ningún cable –respondió ella-. Yo retendré al Diente.
Chen extrajo un juego de herramientas en miniatura del bolsillo de su bandolera. Levantó la cubierta del ordenador principal, la apartó a un lado, y luego examinó la circuitería interna. Casi tenía todo identificado cuando Coqueta volvió a emitir un pitido. Volvió a colocar la cubierta a toda prisa.
Hicieron falta cinco intervalos antes de localizar el lugar donde deslizar ese chip lleno de datos manipulados. Entonces lo ajustó en su sitio e instaló a su alrededor un circuito paralelo.
Justo a tiempo, además. Llegarían a Lomabu en cuestión de media hora.
Gruñó una última pregunta a Coqueta.
-Aún no –dijo con un chirrido-. Lo siento.
Entonces tendría que ser el Plan Tres. Dejando a Coqueta en posición bajo el ordenador de navegación por si acaso estaba a punto de tener éxito, se retiró a la cabina de babor.

Tinian estaba agachada junto a la consola de comunicaciones, apoyándose contra el mamparo de estribor, llevando unos auriculares ligeros. De momento, sólo escuchaba estática.
Bossk ocupaba el asiento principal con Chen como copiloto. Chen le había dicho que creía que Bossk se divertía al permitir que un wookiee se sentara en su puente. Bossk había subido la intensidad de las luces del puente. Sus escamas verdosas mostraban reflejos naranjas donde las luces las iluminaban.
Bossk apagó el hiperimpulso. El Diente pasó a velocidad subluz, y apareció un sistema estelar. De acuerdo con la lectura del ordenador de navegación, tenía seis planetas con órbitas erráticas. Se parecían más a las órbitas de unos electrones que a una eclíptica plana planetaria, como si el sistema Lomabu hubiera quedado revuelto tras el paso de un gigante estelar. Bossk había orientado el Diente de Perro hacia el plano orbital del tercer planeta. Desde esa distancia parecía un pequeño disco azul con una luna: De acuerdo con los escáneres, su superficie estaba cubierta casi por completo de océanos, con largos archipiélagos trazando arcos donde colisionaban las placas tectónicas.
-Excelente –siseó Bossk-. Diente, establece un rumbo por inercia y apaga los motores.
-Confirmado.
La nave quedó en silencio. Para un escáner casual parecería un asteroide excéntrico pasando junto al planeta.
Tinian observó cómo Bossk pulsaba un control junto a uno de los surcos de sus antebrazos. Ahora tendría que usar lo menos posible los escáneres de la nave. Las transmisiones sueltas serían detectadas por los vigilantes imperiales... aunque él creía estar escondiéndose de centinelas wookiees.
Chenlambec aulló.
-¿Es posible que el Halcón esté en rango de escáner? –tradujo Tinian.
Bossk observó los paneles.
-Si es que el Halcón está aquí –dijo-. Si vosotros dos me habéis desviado, os venderé a ambos al mejor postor.
La imagen de una instalación colonial apareció en el escáner principal del Diente. Chen le había dicho a Tinian que se correspondería bastante fielmente con el trazado de Gandolo IV. Bossk cambió el escaneo una vez más, estrechando su banda de búsqueda.
Una forma irregular descendía hacia la “colonia” de Lomabu.
-Carguero corelliano YT-1300 –anunció el barítono del Diente-. Modificado. Muy modificado. Ilegalmente modificado. Tripulación y pasajeros: un wookiee, dos humanos.
Bossk golpeó el panel con las garras de su mano izquierda.
-¡Los tenemos! –exclamó, exultante.
Tinian creyó haber escuchado algo. Se tocó los auriculares.
-¡Escuchad!
Bossk amplificó la transmisión por un altavoz del puente.
-Muy divertido –decía un humano arrastrando las palabras-. Pero lo que queremos es un permiso de aterrizaje. ¿Van a concedérnoslo, o debo llevarme todo esto y revendérselo a Nada Synnt?
-Solo –siseó Bossk-. Apaga toda la energía.
El puente quedó a oscuras.
Tinian alzó su pequeña luma dentro de su mano. Entre sus dedos se filtraba una tenue luz roja. Plan Tres, entonces. Había esperado no tener que recurrir al Plan Tres. Chen, espero que estés preparado.
-Vamos a por ellos. –Tratando de sonar arrogante, dio unos golpecitos a su bláster-. Ya es hora de una recarga, Bossk. Y Chen necesita su ballesta.
Bossk levantó los antebrazos de los surcos y se los frotó entre sí.
-Tinian, quiero que tú y tu wookiee determinéis las rutas de escape más probables de Solo. Haced un recuento de sus aliados y sus recursos. Esta será una experiencia excelente para redondear tu aprendizaje.
-No queremos volver a usar esos escáneres –protestó ella.
Bossk chasqueó la lengua.
-Tienes razón. Voy a enviaros en mi nave de exploración, el Cachorro de Nashtah.

El Cachorro era la nave de exploración más adorable que Chenlambec hubiera tripulado nunca, a pesar de sus poco familiares controles... y tenía transceptores de banda ancha, incluyendo el favorito personal de Chen, el de banda lateral única. Su consola trazaba una curva rodeando dos asientos de tripulación de cuero, con escáneres montados para crear la ilusión de mirar a través de dos ventanas trapezoidales, como en el puente del Diente de Perro.
Chen hizo un viraje de vuelta hacia el Diente para hacerse con la sensación de manejo. La nave mayor había abierto una compuerta dorsal para lanzar el Cachorro; se estaba cerrando lentamente tras ellos. Ahora era fácil ver que los motores primarios del Diente, de forma oval, se encontraban bajo su cubierta principal, con puertos de escape cruzando su cuarto de popa.
-Cuidado –dijo la voz de Bossk por sus auriculares-. Os estoy siguiendo con un cañón cuádruple.
-¿Por qué molestarse? –replicó Tinian-. Estamos Prácticamente desarmados.
Chen le ordenó que hiciera descender el Cachorro fuera de alcance, y luego se señaló una oreja y por encima del hombro hacia el Diente de Perro: Sin duda Bossk los estaba monitorizando.
Ella asintió y tomó las palancas de dirección. La consola rodeaba sus asientos de tripulante tan limpiamente que cualquiera de ellos podía pilotar con comodidad el Cachorro.
Tinian acarició una palanca de control.
-Me gusta esta pequeña exploradora.
Con nostalgia del Wroshyr, Chen ladró.
-Yo no pedí nacer rica –protestó-. Sólo desearía que esta nave fuese mía.
Chenlambec siguió rebuscando en su bolsa de herramientas. Había dejado a Coqueta bajo el ordenador de navegación del Diente y se había traído consigo un transmisor remoto. En ese momento, cableó el remoto –que era más grande que la propia Coqueta- en la línea de comunicaciones principal del Cachorro. Luego tecleó un mensaje codificado para Coqueta: APAGA LOS RECEPTORES DE AUDIO DEL Diente DURANTE DOS MINUTOS, Y LUEGO SU TRADUCTOR DURANTE DIEZ MINUTOS. El remoto emitió dos pitidos para indicar “mensaje recibido”. Un minuto después, emitió dos pitidos, y luego los repitió, indicando que había tenido éxito.
-Lo he oído –dijo Tinian-. ¿Bossk no podrá escucharnos durante dos minutos?
Chen aulló afirmativamente y cerró las manos sobre las palancas de control. Lomabu III acechaba cada vez más cerca en la pantalla visual. Se estaban acercando al lado diurno a mediodía, desde el sol naranja. Los imperiales no debían verlos.
Tinian habló rápidamente por el micrófono incorporado en su casco.
-Esto es un mensaje para el gobernador Desnand, repito, el gobernador Io Desnand del Sistema Aida. Deseamos informar de que el cazarrecompensas Bossk de Trandosha, repito, cazarrecompensas, repito, Bossk, está invadiendo su mundo prisión Lomabu III. Está enfrascado en una caza de pieles no autorizada y pretende llevarse mucha de su mano de obra. Le habla otro cazarrecompensas. Tengo a Bossk bajo observación, pero él también me está observando a mí. ¿Me compensará por mi trabajo si le intercepto por usted? Por favor, conteste por esta frecuencia para que pueda recibir la respuesta a las... 14:35 horas estándar.
Esa transmisión iba dirigida a Aida, no a Lomabu. Habría algo de retardo subespacial. Chen señaló el crono para advertir a Tinian de que sus dos minutos se acababan. Sus diez estaban a punto de comenzar. Ella desactivó el transmisor. Él soltó las palancas de control, y ella las tomó.
Con el gobernador imperial sobre aviso, ahora debía cerrar el otro extremo de su red: Debía contactar con la superficie. Incluso si Coqueta le fallaba, los prisioneros wookiees debían ser avisados y liberados. Chen cambió el transmisor a una frecuencia local.
La cabina se llenó con inquietantes sonidos ululantes. La banda lateral única era excelente para transmitir el habla wookiee, pero difícil de sintonizar en básico. Bossk podía escuchar eso todo el día y no entender ni una palabra. Incluso su traductor podría tener dificultades con ello.
Llamó a la superficie.
Al principio, no pasó nada. Siempre estaba la posibilidad de que no se hubiera instalado ningún transmisor ilegal dentro del campo de prisioneros, pero Chenlambec estaba dispuesto a apostar por lo contrario.
-Prueba otra vez –sugirió Tinian-. Acabamos de pasar debajo de la capa atmosférica ionizada.
Chen volvió a aullar al transceptor. Conforme Tinian acercaba el Cachorro hacia el archipiélago objetivo, el aullido de respuesta de su transceptor se moduló abruptamente.
Chen volvió la cabeza para sonreír a Tinian, y luego respondió. Su misión necesitó bastantes explicaciones, especialmente la parte que comprendía aterrizar y fingir un tiroteo. La isla hacia la que se dirigían se hacía cada vez más grande en la pantalla delantera.
-Explica lo de obtener la confianza de Bossk –susurró Tinian, virando hacia el mar en el lado oeste de la isla. El complejo prisión estaba en la costa este.
Chenlambec probó de nuevo. Evidentemente, su contacto era un macho anciano que usaba equipo amateur, con un miedo atroz a que los guardias regresaran pronto.
Chen no preguntó qué amenaza usaban los imperiales para controlar a su gente. Los escáneres del Cachorro le habían mostrado artillería pesada: dos emplazamientos de turboláser, y gran cantidad de tecnología metálica no identificada.
Necesitaba poner esas armas en manos de su gente.
Tinian descendió sobre una densa jungla verde, volando rasante hacia la costa este de la isla. Abruptamente, la voz de Bossk resonó en la cabina.
-¿Qué pasa? ¿Qué estáis haciendo?
Se le había acabado el tiempo. Si Coqueta silenciaba al Cachorro por más tiempo, Bossk sospecharía de su existencia.
Tinian se inclinó hacia el receptor de audio.
-Vamos a chamuscar un poco de pelaje –respondió-. ¿Quieres que te traigamos algo?
-Si sabéis cómo... –dijo Bossk. Sonó como un desafío.
-Agárrate, Chen –musitó Tinian-. Aterrizaremos en cosa de un minuto.
No estaba muy segura de sus dotes para el aterrizaje, y esta era una nave desconocida, aunque le gustaba. Chen apartó sus pequeñas manos de los controles y agarró él las palancas. Estabilizó el motor principal y posó el Cachorro cerca de un acantilado que recorría la costa. El complejo debía encontrarse en una península justo al norte de ese promontorio rocoso.
-Impresionante –dijo Tinian con melancolía.
Él le dio una palmadita en el hombro y le ordenó que descongelara los arcones. Debían estar a temperatura corporal antes de regresar al Diente.
Ella le apretó el antebrazo.
-Ten cuidado, Chen.
Él canturreó una suave despedida. Su preocupación le complacía y le honraba.
Desbloqueó la escotilla y saltó a Lomabu III. Un viento frío y húmedo le golpeó la nariz y sintió escalofríos en las palmas de sus manos, desprovistas de pelo. Su aroma salobre tenía un componente orgánico de peces muertos y plantas flotantes. Bajo un brillante cielo azul, cerca del lugar donde estaba posado el Cachorro, las olas golpeaban la línea desigual de una pared larga y quebrada. Algas verdes asomaban oscuras en la superficie del agua trazando lo que parecía un encaje de filigrana. Más adentro, en las aguas azul zafiro, otros muros en ruinas formaban un laberinto de ángulos rectos. Las ruinas apenas sobresalían del agua, coronadas con fragmentos de piedra y acero.
Él y Tinian habían aterrizado cerca de una ciudad abandonada. En cuestión de pocos años, décadas a lo sumo, el vasto mar habría disuelto esos muros restantes y se los habría tragado, y todas las pruebas de la civilización de los lomabuanos habrían desaparecido.
Chenlambec se preguntó qué aspecto habrían tenido los lomabuanos, y qué crimen habrían cometido para incitar al Imperio a despoblar todo el planeta. ¿Los lomabuanos estarían esclavizados, como su propio pueblo... o estarían muertos?
Comprobó su ballesta. Todas las piezas volvían a estar en su sitio. Le molestaba saber que Bossk estaba tan familiarizado con el armamento de Kashyyyk.
El promontorio rocoso que ocultaba a la vista el complejo prisión también evitaría que los guardias de la prisión vieran el Cachorro. Avanzó con paso firme, permaneciendo dentro de un estrecho bosquecillo de árboles marrones, con más ramas que hojas, que crecían entre la base del acantilado y una playa pálida y arenosa.
Una vez rodeó el promontorio, el complejo de la prisión apareció ante su vista. Sus muros grises se alzaban en perfectas líneas rectas, recién construidos y mantenidos por mano de obra esclava. Ocupaba el extremo opuesto de una estrecha península, rodeado por una alta verja metálica. Cuatro altas y robustas torres acechaban en las esquinas de su perímetro, y el istmo de la península entre el complejo y la isla estaba cubierto de arena pálida.
Sólo un emplazamiento de turboláser estaba al alcance de su ballesta. Destruir esa arma ayudaría a preparar el camino para un alzamiento. Avanzó reptando, permaneciendo pegado al suelo. La superficie rocosa le arañaba las palmas de las manos.
Cuando comenzó a apoyar la palma derecha en la arena, se dio cuenta de que la arena también estaba reptando. Se inclinó para mirar más de cerca. Lo que había tomado por una playa arenosa era una vasta colonia de pequeñas criaturas. Cada una no era más grande que un grano de auténtica arena, con patas o flagelos tan pequeños que sólo podía suponer su existencia. La colonia se agitaba conforme las criaturas trepaban unas sobre otras, en continuas oleadas.
A juzgar por la superficie de roca húmeda sobre la arena reptante, pudo ver que la marea se estaba retirando. Aunque el movimiento de las criaturas parecía aleatorio, la colonia se retiraba lentamente, siguiendo la marea.
Dejó colgar un poco de pelaje sobre la colonia. Se desvaneció al contacto con ella.
¡Pequeñas bestias voraces! Chen tanteó tras él en el claro, encontró un palo cubierto de hojas, y lo arrojó a la arena reptante.
Se disolvió desde abajo.
Esto explicaba por qué los imperiales habían elegido esa península como colonia penal. Rodeada por arena voraz –incluso con marea baja, supuso- mantendría encerrados a wookiees que se reirían de la mayoría de las armas. Chen se preguntó si los imperiales habrían permitido que algún prisionero “escapara” para demostrar el apetito de la arena...
Pero eso era especulación vana. Ahora debía crear algo de calor para que Bossk lo viera, para que pareciera que había habido un tiroteo… para poder engañar a Bossk con esos cadáveres de forma realista.
Evitando cuidadosamente la arena, reptó acercándose a la torre de guardia. Eligió una flecha explosiva de su bandolera. Manteniendo los codos en tierra, la encajó en su ballesta, apunto con cuidado, y la hizo volar.
La torre estalló en llamas naranjas. Una voz humana gritó. Chen se puso en pie de un salto y salió corriendo hacia el promontorio. Le habría gustado haber visto qué aspecto tenía esa explosión en los sensores de Bossk, ya que habría aparecido en medio de una escena que no existía.
Mientras él se acercaba corriendo, Tinian permaneció cerca de la escalerilla de embarque del Cachorro.
-¡No pises esa arena! –exclamó ella-. Es...
Él rugió indicando que ya lo sabía e hizo una pregunta mientras trepaba a bordo.
-Estoy bien. ¿Y tú?
Él saltó a la cabina y casi resbaló en un charco rojo. Tinian había dejado los wookiees muertos entre la compuerta y las sillas de tripulación.
-No había otro lugar donde ponerlos –se disculpó, trepando al interior tras él-. En cuando los descongelé, comenzaron a sangrar.
Él pidió saber qué había hecho con las unidades de congelación de carbono.
-Las arrastré al interior del bosque. No creo que Bossk las encuentre allí.
¿Y había subido dos wookiees por la escalerilla de embarque? Debería haber dejado que él hiciera eso. Chen se dejó caer en su silla y agarró los controles.

Una vez atracados en el Diente, Tinian abrió la escotilla del Cachorro. Bossk estaba de pie bajo ella, silueteado por luces que casi parecían de intensidad normal.
-Ahora los criminales wookiees saben que estamos aquí –gruñó el trandoshano-. ¿Es todo lo que habéis conseguido?
-No –respondió Tinian con otro gruñido. No le resultó difícil; le dolía la espalda-. También hemos realizado nuestra evaluación. Solo y Chewbacca no pueden escapar por tierra. Hay una colonia de arena carnívora viviente por toda la línea de costa, así que tendrán que salir volando si tratan de escapar de nosotros. ¿Aliados y recursos? Muchos wookiees, pero no tantos como ayer. Ayúdanos a descargar estas pieles. Aún tienen carne dentro.
-¿Pieles? -Bossk se asomó a la escotilla principal y echó un vistazo al interior-. ¿Realmente habéis...?
Quedó en silencio. Los cadáveres frescos todavía yacían sangrando en la cubierta. Chenlambec estaba sentado en su asiento, desnudando los dientes en un aullido.
-Criminales –tradujo Tinian, fielmente esta vez-. Un regalo –añadió-, por si acaso sigues dudando de nosotros. Chen acabó con dos centinelas.
Bossk se inclinó para examinarlos. Acarició una de las pieles, de un hermoso color castaño con puntas negras.
-Tenía mis dudas de si mataríais a wookiees libres –respondió-. Ahora os creo. Acepto vuestro obsequio.
Seguro que nos crees. Tinian dejó que Bossk cargase con los cadáveres, que se enfriaban rápidamente, fuera del Cachorro. Chen permaneció en su asiento, torciendo el labio. Parpadeó rápidamente, un signo de náusea. Pidió a Tinian que dijera a Bossk algo convincente.
-Me pide que diga –dijo Tinian- que encuentra repugnante tu finalidad del negocio de la caza. Pero comprendemos las necesidades financieras.
Bossk llamó a X10-D mientras bajaban.
-Excelentes pieles. –Acarició la otra, que era completamente negra-. Una calidad excepcional. ¿Ciento cincuenta años, tal vez?
Chen volvió la cabeza.
Por suerte, X10-D apareció rodando en la bahía de atraque e impidió a Bossk hacer que Chen se pusiera aún más enfermo. El droide de refuerzo arrastró ambos cadáveres por el pasillo hacia la bodega de popa. Bossk lo siguió a paso ligero. Tinian recordó la camilla de desollar y el tanque de inmersión.
Chen se desplomó, temblando y gimiendo.
Dubitativa, Tinian le posó una mano en el hombro. Cuando él no la apartó, ella apretó más fuerte. Chen sintió el más fuerte de sus agarres como si fuera una tierna caricia.
-Se alegrarían –susurró- de saber que tras su muerte están ayudando a detener esta carnicería.
Él recostó la cabeza y lloró en silencio
-Y ya hemos visto cómo Bossk codicia tu piel, Ng’rhr.
Volvió a apretarle el hombro, y luego se alejó de él, golpeada por el pensamiento de que si perdía a Chenlambec quedaría huérfana de nuevo. Su madre la había abandonado de recién nacida. Sus abuelos habían sido asesinados a sangre fría. Daye yacía aplastado bajo toneladas de escombros.
La cubierta del Diente se emborronó.
No debía dejar que la viera en ese estado.
-Te habrás dado cuenta de que no nos ha ordenado regresar a nuestra cabina... y aún podemos ver –murmuró-. Vayamos a por algo de comer.
Preparó la mejor comida que pudo encontrar en la cocina, incluyendo una buena cucharada de gusanos rojos para Bossk. Ahora más que nunca debía actuar de forma amistosa. Tratando de evitar las arcadas, pidió al Diente que llamara a Chen y a Bossk para cenar.
Chen llegó primero, arrastrando los pies, y se sentó. Bossk llegó, oliendo a algo que parecía desinfectante.
-Ah. Gracias, humana.
-¿Es suficiente?
Él se sentó frente al palpitante revoltijo rojo.
-De momento. Amigo Chenlambec, no comes nada.
Chen miraba fijamente su plato, parpadeando y arrugando la nariz.
Tinian maldijo su desconsideración. Por supuesto que la nave le olía de forma nauseabunda. Bossk había estado desollando dos wookiees. ¿Cómo podría comer Chen? Tinian se sirvió un plato de costillas de lamesal clonado, y luego se sentó. Tenía que actuar de forma cordial. Alegre. Decidida.
-¿Qué ha dicho? –preguntó Bossk.
-Demasiadas emociones. –Tinian arrancó con sus dientes la carne de una costilla-. Se calmará y comerá después –añadió, con la boca llena-. Escucha, Bossk, ahí abajo las cosas tienen buena pinta. Entre los wookiees, el escáner nos confirmó la señal de dos formas de vida humanas. Una corresponde exactamente con la última lectura conocida de Han Solo.
-¿La grabasteis?
-Por supuesto. –Había cargado esos datos en el ordenador principal del Cachorro mientras Chen se ocupaba de la torre de guardia. Como el otro chip de datos, Chen se lo había comprado “a un amigo”.
-He trazado un plan para capturarlos vivos –anunció Bossk.
-Finge alegría –ladró Tinian a Chenlambec.
Chen levantó una costilla, la miró fijamente, levantó la comisura de los labios y gruñó. Luego se la metió en la boca y masticó.
-Dinos qué quieres que hagamos –dijo Tinian.
-Descenderé desde la órbita y haré salir al carguero –respondió Bossk-. Vosotros neutralizaréis las defensas del mundo seguro. Realizaremos una finta y ataque de dos puntas.
Entonces, vaticinó Chen en voz alta, Bossk los abandonaría.
-Dice –interpuso Tinian- que el Cachorro no está lo suficientemente armado para hacer demasiado daño a las defensas.
-Pronto lo estará –respondió Bossk.
Chen le ordenó que protestase.
-Seríamos de más ayuda a bordo del Diente –propuso Tinian-. Es una buena nave.
-No os voy a dejar a vosotros dos solos en ella.
Tinian había escuchado parlotear a niños humanos. Imitó a uno que había encontrado especialmente fastidioso.
-Supongo que no querrás dejar a Chenlambec sólo en la nave y bajar a tierra conmigo. Y tú y Chen no cabríais muy bien en el Cachorro. ¿Y si envías a Chen abajo, y me dejas a mí...?
-Detente –dijo Bossk-. Confío en vosotros lo suficiente como para armar al Cachorro. Esta es meramente la mejor forma de cumplir nuestra misión.
-De acuerdo –gimoteó Tinian.

Después de llenarse la panza con carne viva, Bossk ordenó a Tinian que se quedara de guardia. Encerró a Chenlambec en su cabina, volvió a comprobar el cierre de seguridad del Diente, y luego terminó de despellejar el segundo wookiee. Ya estaba rígido: se había manifestado el rigor mortis. Levantó la piel terminada, extendiendo la parte inferior húmeda y brillante sobre ambos antebrazos, y suavemente la deslizó en el tanque de inmersión. Desapareció, burbujeando, en el fluido curtidor. Deleitado por el bonus inesperado de dos pieles, arrojó la carne por la esclusa. Los wookiees tenían un sabor aceitoso y desagradable.
Regresó a la bahía de desollado.
-EquisDiez-De –llamó-, descarga el armamento del Cachorro.
El droide bronce y carmesí avanzó rodando, extendió sus largos brazos de agarre, y desbloqueó un compartimento de carga. Sosteniendo la gigantesca arma con aspecto de tubo en el extremo de su brazo de dos metros, dio media vuelta y agarró el otro inmenso tubo. Una vez equilibrado, alzó ambos brazos y salió rodando por el pasillo principal. Bossk le siguió.
En el interior de la bahía de atraque, el Cachorro soltaba extraños chasquidos al enfriarse. Trabajando hasta tarde con ayuda de X10-D, reinstaló las armas del Cachorro. Luego envió a X10-D de vuelta a la bahía de carga a por dos objetos que no debían sufrir sacudidas. Varios minutos después, X10-D regresó con un cuidadoso paso de tortuga. Tenía los brazos extendidos al máximo que le permitían sus tres metros de longitud. Su mano izquierda llevaba una pequeña bombona. Mantenía su brazo derecho en alto para evitar arrastrar un enorme torpedo oblongo.
Bossk estaba de pie junto al tubo de lanzamiento del Cachorro.
-Cárgalo –ordeno-. Ten mucho cuidado.
X10-D deslizó en el tubo el enorme misil de alfombra de llamas, y luego se deslizó lateralmente por el exterior del Cachorro para realizar el cierre y las operaciones de pre-armado.
Bossk agitó velozmente la lengua. La próxima vez que Chenlambec disparara sobre la colonia de Lomabu, ese misil soltaría un horrible adhesivo inflamable sobre varios kilómetros cuadrados. Cientos de wookiees sufrirían de manos de Chenlambec, y Bossk obtendría su venganza por Gandolo IV. La Tanteadora no requería bienes intactos en su altar. Las pieles calcinadas le deleitaban.
Finalmente, conectó el pequeño dispensador de gas obah al sistema de ventilación del Cachorro. A diferencia del suero benigno con el que había tranquilizado a Chenlambec y Tinian, el gas obah causaba incapacidad nerviosa permanente en criaturas más pequeñas que los wookiees o los trandoshanos. Dejaría a Chenlambec indefenso, con su codiciada piel intacta... pero dañaría irreversiblemente a Tinian.
Ella trabajaba con un wookiee. Sabía que se arriesgaba a exponerse a agentes capaces de inhabilitar a un wookiee. En cualquier caso, la pequeña recompensa ofrecida por ella no especificaba “viva” o “ilesa”.
Efectuó un rápido chequeo de la nave exploradora. Les había pedido que deshabilitaran las defensas de la colonia. Inmediatamente de que lanzaran la alfombra de llamas y se dieran cuenta de lo que habían hecho, él les gasearía. Entonces el Diente guiaría remotamente al Cachorro a una órbita alta, donde podría recogerse fácilmente después de que Bossk atrapara a la tripulación del Halcón.
Eso sería complicado, someter a una tripulación que incluía a humanos y un wookiee, pero dejándolos ilesos a todos. No se atrevía a desafiar la ira de Lord Darth Vader.
-EquisDiez-De –ordenó-, carga seis misiles inyectores con esporas de mekebve. Los quiero cargados en el tubo número tres del Diente.
La mayoría de los mamíferos sufrían severas reacciones alérgicas al polen de mekebve, pero los reptiles no. Eso incapacitaría a Solo y a sus compañeros de nave el tiempo suficiente para que Bossk pudiera abordar la nave y capturarlos.
Pero el polen tenía cincuenta años de antigüedad, de acuerdo con el traficante nalrithiano que se lo había vendido. Si el nalrithiano mentía, puede que fuera mucho más antiguo. ¿Aún tendría efecto?
Podía realizar fácilmente una entretenida prueba.
-Una vez que hayas cargado los misiles inyectores, pon dos gramos de polen en los sistemas de ventilación del Diente.
X10-D dio media vuelta y se alejó rodando.

Conforme se iban acercando las 14:35 horas estándar, Tinian miraba fijamente el panel visualizador. No era demasiado tarde para implementar el Plan Dos. Vamos, Coqueta. Acaba el trabajo. La pequeña droide seguía encajada bajo el ordenador de navegación, ejecutando permutaciones en las protecciones del Diente. Tal vez tenía demasiados bloqueos que manejar. Tal vez simplemente era más astuto que ella. Mientras permanecían bloqueados en su partida, la carga recaía sobre Chen y Tinian.
Según lo previsto, apareció un mensaje. OFICINA DEL GOVERNADOR IO DESNAND A INFORMANTE, podía leerse. LA CAZA DE PIELES NO AUTORIZADA EN LOMABU III ESTÁ SUJETA A SEVERAS SANCIONES. PAGAREMOS CUARENTA MIL CRÉDITOS POR LA ENTREGA INMEDIATA DEL CAZARRECOMPENSAS TRANDOSHANO VIVO.
Vader ofrecía 800.000 por la tripulación del Halcón... pero 40.000 no era moco de pavo.
Tinian se agachó.
-Coqueta, tenemos una oferta para una recompensa. ¿Aún no has entrado?
Después de unos segundos, Coqueta habló con voz aguda.
-Todavía estoy intentando...
De pronto se apagaron las luces del puente. Tinian se puso en pie de un salto.
-Bossk acaba de apagar toda la iluminación en vuestro rango de longitud de onda –exclamó Coqueta.
-Quédate ahí –murmuró Tinian-. Y sigue intentándolo. Atrápalo en un armario de carne, si puedes...
Estornudó, primero suavemente, y luego más fuerte. Le siguió un tercer estornudo.
¿Qué estaba pasando?
Salió a tientas del puente de mando completamente a oscuras y llegó al pasillo. Cada vez le resultaba más difícil respirar. Le picaban los ojos. Los cerró con fuerza. Las lágrimas manaron del borde de sus párpados, goteando hacia su boca.

Bossk activó un control de comunicador. Podía ver perfectamente con sus lámparas infrarrojas.
-Tinian, Chenlambec, ¿estáis bien? He tenido un fallo en una de mis protecciones. Permaneced donde estáis. Estaré con vosotros en un momento.
Bien. El polen todavía era alergénico. Salió entusiasmado por el corredor.
Encontró a Tinian en el pasillo, agazapada cerca de la puerta de su cabina. Se presionaba el rostro con ambas manos y reprimía unos vehementes estornudos.
-¿Te encuentras bien? –preguntó-. Lo lamento terriblemente. Este sistema estaba diseñado para incapacitar adquisiciones fugadas.
Tenía un aspecto desagradable. Manaban fluidos de sus ojos y su nariz.
-No. –Tragó saliva con dificultad-. No me encuentro bien.
Muy divertido.
-Me costará un tiempo reparar el fallo. Mientras tanto, el Cachorro tiene aire filtrado. El lugar más seguro para ti y tu socio es a bordo, en la siguiente fase de nuestra misión.
Tinian se puso en pie tambaleándose.
-La primera compuerta a tu izquierda –le recordó Bossk-. La encontrarás al tacto. La he dejado abierta.
Bossk golpeó un control y abrió la compuerta de la cabina. Chenlambec estaba sentado en su catre. Si Tinian tenía mal aspecto, la miseria de Chenlambec era magnífica. El pelaje de su rostro, cuello y pecho era una maraña húmeda y enredada.
-Ve al Cachorro –dijo Bossk con voz ronca, esforzándose por no reír-. Tinian te lo explicará. Voy al puente para tratar de arreglar las cosas.

Tinian estornudó violentamente, luego avanzó a tientas por el pasillo oscuro. No podía ver, y cada respiración le dolía. La disculpa de Bossk había sonado falsa. Los trandoshanos nunca se disculpaban.
Escuchó un mísero aullido tembloroso tras ella.
-Chen, ¿estás ahí? –tosió.
Él volvió a aullar.
-Quiere que subamos a bordo del Cachorro. Tiene aire filtrado. –Aspiró con fuerza por la nariz y tragó saliva.
El gruñido del wookiee sonó más cercano esta vez.
Ella llegó a tientas hasta la compuerta abierta y la atravesó a trompicones. Sus pasos sonaban metálicos: Este debía ser el muelle de la nave exploradora. Tanteando a lo largo de un mamparo, cerró la mano sobre una máscara respiradora. Se la puso sobre la nariz y los ojos, pero se colaba el aire por arriba y por abajo. No era de la forma adecuada para un rostro humano.
Jadeó un breve juramento en shyriiwook y dejó caer el respirador inútil.
Unas manos largas, fuertes y cubiertas de pelo se cerraron sobre sus hombros y la apartaron del mamparo. Chen rugió unas instrucciones.
-Muy bien. Llévame. –Se agarró a sus grandes antebrazos y cerró los ojos. Cada vez que los entreabría, le escocían como si estuvieran llenos de insectos picándole.
Chen trepó la escalerilla como un remolino. Ella se soltó y se dejó caer en la cubierta del Cachorro, tratando de no frotarse los ojos. Su piel y su ropa –y el pelaje de Chen- probablemente estaban cubiertos del venenoso polen.
Se encendió una luz.
-¿Estáis a bordo? –dijo la rasposa voz de Bossk por el sistema de comunicaciones del Cachorro-. ¿Estáis mejor ahí dentro?
El Cachorro comenzó a vibrar. Bossk debía de estar activándolo desde el puente del Diente.
-Mucho –exclamó Tinian sin levantarse-. Gra… ¡achís!... cias.
-Sacudíos –ordenó Bossk-. Poned al máximo la ventilación y los filtros. Eso ayudará.
Chen anunció que había encontrado una toma de aire.
Tinian entreabrió los ojos. Chen se contorsionaba delante de la toma, frotando tres o cuatro veces cada centímetro de su cuerpo. Luego comenzó a arrancarse detritus medio secos del pelaje.
Si él no iba a mantener el protocolo, ella tampoco. Se quitó el mono de vuelo negro y lo sacudió frente a la ventilación, y luego se agitó con fuerza en cabello. Al principio, sus estornudos y su moqueo empeoraron en lugar de mejorar. Finalmente, remitieron.
Probó a abrir un ojo. Ya no escocía. Respiró profundamente.
Chenlambec estaba sentado a los controles del Cachorro, concentrado en el estudio del panel. Tinian volvió a vestirse con su mono de vuelo y luego se sentó a su lado.
-¿Estás… ¡achís!... preparado?
Chen gruñó afirmativamente.
La voz de Bossk respondió por el comunicador.
-Os lanzaré en treinta segundos. Todos vuestros sistemas comprobados sin problemas.

Bossk olía la victoria. Después de que el Cachorro acelerara alejándose del Diente, pulsó un control para armar el detonador del misil de alfombra de llamas. Chenlambec había quitado el seguro del disparador del dispensador de gas obah al poner los ventiladores del Cachorro a plena potencia.
Se volvió hacia su ordenador de navegación para realizar los últimos cálculos de su propia aproximación. Tecleó un curso que lo acercaría a la colonia wookiee.
Tan pronto como el Cachorro disparara y gaseara a Chen y Tinian –sus membranas nasales estarían exquisitamente sensibles, un beneficio inesperado de la prueba del polen-, descendería. Un barrido debería hacer que el arrogante Solo saliera del planeta para poder perseguirle.
Puso los ojos en blanco. Aquí estoy, Tanteadora. Obsérvame.

Chen mantuvo el Cachorro en ruta durante varios minutos antes de que Tinian dejase finalmente de estornudar. Aún le picaba la nariz. Sentía como si alguien se la hubiera dejado en carne viva por dentro.
Pensándolo mejor, lo que olía eran explosivos que no debían estar a bordo. Alarmada, se quitó el cinturón de seguridad, se puso en pie y se inclinó cerca de la inmensa cabeza de Chen.
-Algo va mal –murmuró al pelaje a un lado de su cuello-. Voy a realizar una comprobación de sistemas.
El bufó suavemente, asintiendo.
Pasaron varios minutos examinando los limitados controles del Cachorro. No apareció nada. Para entonces, las manos de Tinian estaban temblando. Algo iba terriblemente mal, y no era capaz de encontrarlo.
Chen pulsó su comunicador con Coqueta, y luego activó la banda lateral y comenzó a transmitir de nuevo.
Su contacto respondió con un aullido, casi indistinguible sobre la estática de la banda lateral. Tinian visualizó un complejo penal lleno de wookiees que estaba a punto de estallar con violencia.
Esperaba que el Cachorro no estuviera a punto de estallar, también. No creía que Bossk sacrificase su nave de exploración sólo para matarlos. ¿Qué otra cosa podría ser?
Mientras Chen solicitaba instrucciones para la recogida, apareció una transmisión no verbal en el panel principal.
ACCEDIDO NIVEL DE SEGURIDAD MÁS PROFUNDO... CREO. VOY A FINGIR UN FALLO DE SISTEMAS CERCA DE UN ARMARIO DE CARNE.
Era de Coqueta, que seguía bajo el ordenador de navegación de Bossk.
Chenlambec aulló.
-¡Espera! –exclamó Tinian-. Anula ese programa. Haz una comprobación del Cachorro... ¡ya! ¿Qué hizo Bossk para prepararlo para esta misión?

Bossk rio entre dientes al escuchar el sorprendido grito de Tinian hacia su socio. Demasiado tarde para eso, humana. Pretendía observar cómo sus víctimas se aproximaban a la colonia wookiee, pero durante algunos minutos todavía estarían demasiado lejos para disparar la alfombra de llamas.
Una luz de alarma parpadeó en un extremo de su consola.
-¿Qué ocurre? –preguntó-. Espero que no sea otra falsa alarma.
-Ningún error, no falsa alarma –respondió el Diente-. EquisDiez-De vive en un armario de carne, dentro de la bodega de desollado.
¿Qué? Bossk golpeó la palma de su garra con sus largas uñas. Parecía como si esa diminuta humana hubiera trasteado con la circuitería del X10-D. Los humanos tenían dedos finos y repugnantes.
¿O esto era uno de los fallos idiotas del Diente?
Confirmó que el Cachorro no podría disparar hasta dentro de varios minutos, y entonces se deslizó fuera de su asiento y se dirigió a popa.

La voz de Coqueta chilló por el transmisor.
-¡Ha salido del puente! Rápido... ¡si hay algo que tengáis que hacer, no estáis monitorizados!
-Limítate a continuar con esas comprobaciones. –Los ojos de Tinian habían dejado de lagrimear, pero le picaba la nariz. No podía identificar el explosivo que estaba oliendo; debía ser algo exótico, y eso la preocupaba-. Chen habla con tu amigo de ahí abajo. Yo voy a comenzar en un extremo de esta nave de exploración y comprobaré todos los sistemas a los que pueda acceder. Algo va mal, y Coqueta ni siquiera está tratando de ayudar.
-¡Yo también ayudo! –exclamó la voz aguda-. Bossk acaba de entrar en la bahía de carga... se está acercando al armario de carne que he hecho que gotee... está frente a él...

Bossk localizó a X10-D de pie en su esquina, obviamente inactivo. Luego comprobó sus armarios de carne. En la parte inferior de la pared interna de la unidad de la izquierda había una fuga en un manguito de la canalización de agua.
Con un gruñido, golpeó un control a mitad de altura del mamparo. Eso apagó un circuito de seguridad que normalmente activaría las puertas de energía de los armarios cuando la presa del interior los activaba. Agarró una hidrollave y entró.

-...¡Está entrando! –exclamó Coqueta con un agudo chirrido-. ¡Diente, reactiva esa puerta de energía! ¿Por favor, Diente? Diente...
Chenlambec rugió al transmisor.
-¡De acuerdo! –Con una especie de hipido, Coqueta cambió de programa-. Ha reinstalado vuestras armas de energía. Vuestro lanzatorpedos vuelve a estar operativo, con sistema de búsqueda de calor...
Torpedo. Explosivos.
-¿Qué tipo de misil está cargado? –interrumpió Tinian.
Coqueta respondió después de unos segundos.
-Se llama alfombra de llamas –dijo, cantarina-. Y os ha...
El furioso rugido de Chenlambec ahogó las siguientes palabras de Coqueta. Tinian también estaba asqueada. Los misiles de alfombra de llamas eran armas horribles fabricadas por uno de los competidores menos escrupulosos de Armamento I’att. Bossk los había enviado a ella y a Chenlambec para hacer que el aire ardiera, abrasando piel y pulmones, carbonizando pelaje...
Coqueta había seguido hablando. Tinian apartó las imágenes dantescas al fondo de su mente.
-¿Qué has dicho, Coqueta? Repite, por favor.
-He dicho –respondió Coqueta con falsa afectación- que también ha instalado una bombona dispensadora en vuestro sistema de ventilación. Está llena de un veneno nervioso llamado gas obah. Será mejor que la retiréis.
-Sí... ¡Pero primero tenemos que encontrarla!
¿Gas obah? ¿Veneno nervioso? Tinian nunca habría olido eso. Bossk se la había vuelto a jugar. Polen, un misil de alfombra de llamas, y ahora esto.
Chen saltó fuera de su asiento. Clavó las garras bajo la tapa del conducto de ventilación. Para Tinian, el Cachorro de Nashtah resultaba súbitamente claustrofóbico, con demasiado poco aire en su interior.
-Gracias, Coqueta. –Respiró lenta y conscientemente-. ¿Aún puedes atrapar a Bossk?
-Está trabajando dentro del armario. Ha encontrado la fuga. No puedo conseguir... del todo... que el Diente coopere. Tiene una determinación muy fuerte. Si no estuviera en nuestra contra, me caería bien –añadió alegremente.
Al menos Bossk no estaba en el puente, observando.
¿Qué podía hacer Tinian con un misil de alfombra de llamas? Nunca había imaginado llegar a tener semejante responsabilidad. Debía lanzarlo y destruirlo para que nadie pudiera usarlo jamás. La configuración de búsqueda de calor estaba fijada de forma irreversible.
¿Tal vez Bossk pretendía gasearlos, y luego poner el Cachorro en piloto automático para abrasar el complejo wookiee?
No tenía tiempo de suposiciones. Debía decidir qué hacer. Podía enviar a Bossk y a su Diente de Perro directos a la Tanteadora trandoshana. A falta de aire para alimentar los productos inflamables que llevaba a bordo, ese torpedo impactaría en el Diente como un proyectil grande y pesado.
No, el Cachorro no tenía hipermotor. Destruir el Diente los dejaría a ella y a Chen varados en espacio imperial.
Sabía que no estaba pensando con claridad. La respuesta debía ser obvia.
El vector de aproximación del Cachorro los hizo salir de la sombra planetaria. El sol de Lomabu se alzó sobre la media luna azul del planeta.
¡El sol! Sabía que era obvio.
-Agárrate, Chen -exclamó Tinian. Hizo rotar el Cachorro 120 grados, apuntó la boca del lanzatorpedos directamente al sol de Lomabu, y disparó. El Cachorro dio una sacudida. Chen se golpeó la cabeza con una viga y aulló.
Tinian contuvo el aliento y rastreó el misil. Tras una rápida cuenta hasta tres, sus cohetes integrados se encendieron. Salió disparado hacia el sol. Varios cientos de grados de temperatura no harían ningún daño allí.
El abuelo I’att habría sonreído.
Evidentemente Bossk no le había visto lanzar el misil, porque nada ocurrió a continuación. Tinian volvió a apuntar hacia tierra con el Cachorro.
-Chen, ¿cómo vas por ahí?
Aún tenían demasiada altitud para eyectarse. Si Bossk los gaseaba, estaban atrapados.
Chen estaba de pie, con un largo y peludo brazo dentro del conducto de ventilación. Giró la cabeza, empujó el brazo más adentro, y gimió.
Tinian se mordió el labio. Si Bossk regresaba al puente, sabría que había disparado el misil. Sabría que le había traicionado, y los misiles no eran fáciles de conseguir.
-¿Coqueta? ¿Consigues algo?
-Tal vez –trinó la pequeña droide-. Aún está trabajando.
-Mantén a Bossk fuera del puente, nuestras vidas dependen de ello.
-¡Lo estoy intentando! –insistió Coqueta-. Si me dejarais tranquila...
-Lo haremos –respondió Tinian. Mientras Chenlambec arrancaba una pieza de metal de una de las consolas y la arrojaba al conducto de ventilación, Tinian viró hacia el espacio colonial.
Ahora se aproximaban desde el este, sobre el agua. Escaneando un reluciente horizonte azul, Tinian pudo ver las cuatro acechantes torres de guardia.
Esta vez los imperiales estarían en alerta, en busca de intrusos. Como para confirmar el pensamiento de Tinian, una de las torres lanzó una descarga de turboláser. Falló al Cachorro por poco.
Tinian odiaba que le disparasen. Tragando saliva, pasó ambas manos sobre su panel de mandos.
-Chen, ¿dónde tenemos los escudos?
Él aulló.
-¿No tenemos? –exclamó ella.

Un wookiee canoso vio como los guardias de las torres comenzaron a disparar. Los rumores del interior del complejo le habían indicado que estuviera atento ante un posible ataque. Salió corriendo hacia la torre de guardia sudoeste. Por todas partes a su alrededor, los wookiees esclavizados arrojaron sus cargamentos y atacaron a sus supervisores.
Un brazo humano salió volando. Un centenar de gargantas wookiees rugieron una atronadora aprobación.
Los prisioneros condujeron a sus guardas al interior de la torre. Puede que el Imperio encontrara a los wookiees de Kashyyyk indefensos, pero les había enseñado a contraatacar.
Un rugido más fuerte cobró vida procedente del mar. Los láseres imperiales lo siguieron, efectuando varios disparos. Luego los artilleros giraron sus turboláseres hacia el interior. Un largo hocico de metal apuntó hacia el complejo.
A esa distancia, los artilleros no fallaron. Tierra, arena y duracemento –y una docena de prisioneros- se vaporizaron en un ardiente destello. La onda de choque hizo que el wookiee anciano cayera de rodillas.
Gateó alrededor del cráter recién creado hacia la torre de guardia. El turboláser no podía rastrearlo allí. Otros wookiees supervivientes forcejeaban con los imperiales a lo largo de su muro de duracemento.
-Rendíos –bramó una voz desde la torre de guardia-. Rendíos ahora, y no se os hará daño.
Los esclavos wookiees respondieron con rugidos furiosos y desesperados, y siguieron luchando.
La puerta principal de la torre vomitó un pelotón de soldados fuertemente armados. Condujeron a los encolerizados wookiees hacia terreno abierto. Inclinando el cuello para levantar la mirada hacia la torre, el anciano wookiee miró directamente al cañón de un turboláser.
Un humano con el uniforme negro de oficial se encontraba junto a él.
-¡Envía una señal de auxilio! –exclamó hacia un subordinado vestido de caqui-. ¡Que venga ayuda... que venga Desnand... cuanto antes!

Chenlambec aún seguía toquiteando el interior del ventilador, completamente atascado. No podía desconectar el dispensador de gas; Coqueta no había logrado atrapar a Bossk; y le dolía el hombro como si se hubiera lesionado el manguito rotator tratando de aumentar su alcance un centímetro más.
-¡Están transmitiendo! -Tinian empujó una palanca de control. La nave exploradora se inclinó. Chen se sujetó para soportar el aumento de las fuerzas-g, pero no extrajo su brazo del ventilador.
Rugió una pregunta a Coqueta.
-Muy fácil –trinó Coqueta-. Al Diente le gusta interferir las transmisiones. Me dijo que...
-¿Tienes a Bossk? –interrumpió Tinian.
-Sigo trabajando en ello –cantó Coqueta-. Dejadme so-ola.
-Entonces olvídate de la interferencia –exclamó Tinian-. Nosotros...
-¡Ups! –exclamó la voz de Coqueta.
Chen sacó su brazo de un tirón.
Coqueta sonaba avergonzada.
-¡Se han activado alarmas por toda la nave!
Chen golpeó el mamparo, vencido por la frustración. Ahora no había nada que él pudiera hacer. Bossk saltaría fuera del armario y correría al puente. Entonces Chen y Tinian comenzarían a respirar gas obah. Le gritó que hiciera virar el Cachorro hacia tierra y se preparara para eyectar. Quedarían varados, pero con vida.
-Aún tienen seiscientos wookiees atrapados con ese turboláser –exclamó Tinian-. Puedo hacer volar por los aires su cañón principal antes de que Bossk acabe con nosotros.
El Cachorro tembló mientras lo posicionaba para realizar otra pasada.
Para ser una cosa tan pequeña, ella lo sorprendía con su valor. Chen se hundió en su asiento.

¿Otra alarma? Sorprendido, Bossk dejó caer su hidrollave.
-¡EquisDiez-De -exclamó-, ven aquí!
Conforme el gran droide se acercaba rodando hacia él, una luz de seguridad blanca volvió a encenderse cerca de la parte superior del armario.
Bossk se lanzó hacia el borde del armario. La energía crepitó a su alrededor. Salió despedido de vuelta al interior con escamas chamuscadas y una magulladura en la frente.
-¡Desactiva ese campo de fuerza! –gritó.
X10-D rodó hacia delante un metro más. Dudó como si estuviera escuchando otra voz, y luego giró sobre sí mismo. Dio una vuelta completa. Y luego otra.
Después regresó a su lugar cerca del mamparo.

-¡Espera! –exclamó Coqueta.
-¿Qué? –Tinian mantuvo su rumbo. Cinco segundos más y tendría esa torre de guardia al alcance.
-¡Lo tengo! –gritó Coqueta-. El Diente acaba de darme acceso de seguri...
-¡No hables! –exclamó Tinian-. ¡Retenlo! –La pequeña droide debía de haber acertado finalmente con la permutación de código adecuada-. ¡Usa a EquisDiez-De para mantener bloqueado ese armario!
-¡Lo haré!
Tinian aferró la palanca de disparo mientras Chen ponía toda la fuerza de un wookiee en la palanca de control. Un destello de energía iluminó la cabina del Cachorro.
-¡Sí! –trinó Coqueta. Entonces la voz cambió de registro. Casi parecía un ronroneo-. Diente, eres magnífico. Reconocimiento de comandos completo –informó a Chen y a Tinian-. Diente –volvió a ronronear-, asegura el cierre de ese armario y mantén a EquisDiez-De de guardia.
Chen elevó la nave varios centenares de metros. Los wookiees se dispersaban fuera del cráter recién excavado por el disparo de turboláser de los guardias. Los imperiales permanecían a lo largo de las vallas, haciendo llover fuego de armas ligeras sobre sus enfurecidos esclavos.
El cañón turboláser restante seguía al Cachorro. Chenlambec esquivaba realizando piruetas en las tres direcciones. Más cerca... más cerca... Tinian contuvo el aliento...
Disparó. La torre estalló en una lluvia de fragmentos brillantes.
Chenlambec aceleró a fondo, hacia el espacio abierto y el Diente de Perro.
Tinian se concentró en respirar lentamente. Sólo un poco más lejos... sólo un poco más de tiempo. Si Bossk escapaba, los gasearía al instante. Incluso un fallo de funcionamiento aún podía paralizarla o matarla.
Espera. ¿No era ella quien no temía morir?
Examinó sus sentimientos. Echaba de menos a Daye de forma tan profunda y desde hace tanto tiempo que ninguna otra emoción bastaba para llenar su corazón vacío. Pero Chenlambec se preocupaba por ella. A cambio, quería protegerlo.
Y se preocupaba por sí misma. Tenía talentos y capacidades para contribuir a la lucha galáctica. Los rebeldes habían perdido a Daye; si ella seguía luchando, podría ayudar a compensar esa pérdida.
Lo siento, Daye, murmuró cuando el rostro de él asomó en su mente. Quiero estar contigo... pero me gustaría vivir. Lo entiendes, ¿verdad?
El Diente iba aumentando de tamaño en la pantalla del sensor delantero.
Si quería vivir, más valía que pensara bien qué hacer en los próximos minutos. Ese alérgeno, fuera lo que fuese, aún seguía flotando por todo el Diente de Perro.
-Coqueta –dijo-, algo en el aire del Diente hizo que Chen y yo enfermáramos. ¿Puedes contener a Bossk y además hacer algo para contrarrestarlo?
Coqueta dudó un instante, y luego respondió.
-Es polen mekebve. Fuerte reacción alérgica en mamíferos, pero no en reptiles. El Diente acaba de bloquearme el acceso todo el sistema de filtrado de aire. Si podéis esperar unas horas, lo despejaré.
-Ni en broma –murmuró Tinian. Echó un vistazo a su alrededor en el Cachorro de Nashtah-. Chen, ¿qué podríamos usar como máscaras de respiración?
Él soltó un suave ronroneo divertido.
-No es para el gas nervioso. –Le golpeó en el hombro-. Pero vamos a volver a una nave llena de polen.
Él levantó un brazo y se pasó la mano por su largo pelaje. Su sugerencia fue larga y compleja.
-Sí –exclamó ella-. Tu pelaje lo atrae a lo bestia...

Para cuando Coqueta logró abrir la escotilla de atraque del Diente, Chen y Tinian llevaban puestas unas mascarillas improvisadas que habían fabricado con las mangas del mono de vuelo negro de Tinian rellenas de pelaje de Chen. Chen aterrizó el Cachorro dentro de la bahía de atraque del Diente. Inmediatamente, Tinian saltó fuera. Sus ojos lagrimeaban profusamente, pero podía respirar. Chen pasó junto a ella empujándola y salió corriendo por el pasillo.
Parpadeando con fuerza, cerró y aseguró el Cachorro, dejando la bombona de gas obah para más tarde. Luego siguió a Chen en una carrera desesperada.
Bossk forcejeaba dentro de un armario de carne, rebotando en el campo de energía y golpeando los muros interiores con la tremenda fuerza de un trandoshano. Chen permanecía fuera del armario, con un puño en la cadera y la otra mano sosteniendo su máscara respiratoria mientras reía histéricamente. El gigantesco droide dron se había estacionado en un panel de control con un brazo extendido, manteniendo el interruptor de activación del campo de energía en “encendido”. El campo era transparente, salvo cuando el contacto con Bossk lo convertía en chispas brillantes.
Chenlambec echó la cabeza hacia atrás. Tinian se tapó los oídos y sonrió mientras el grito de victoria wookiee hacía temblar los mamparos.
-Buen trabajo, Coqueta –dijo Tinian en voz alta.
Una ronca voz femenina respondió.
-De nada, Tinian.
-¿Coqueta? –Incrédula, miró a su alrededor dando una vuelta completa sobre sí misma. ¿Quién estaba hablando?
-¿Qué queréis que haga ahora? –La voz sonaba lo bastante seductora como para hervir tritones de mantequilla bakuranos.
-No pareces tú.
El mamparo rio con un sensual tono de contralto.
-Estoy usando el simulador de voz del Diente. ¿A que es maravilloso?
Chenlambec respondió hoscamente, pero sus ojos azules brillaban sobre su mascarilla improvisada.
-Eso haré –ronroneó Coqueta-. Próxima parada, sistema Aida y el gobernador Io Desnand. Tengo entendido que se ofrece una bonita recompensa por cierto pasajero escamoso que llevamos.
Bossk se agitó violentamente.
-¡Destruiré esta nave! ¡Os llevaré conmigo ante la Tanteadora!
No podía hacerlo desde ahí... ¿o sí?
-¡Tengo respaldos por todas partes! –Levantó los brazos y enganchó dos garras en un panel sobre su cabeza.
Tinian sintió una opresión en el pecho.
-¡Coqueta –exclamó-, asegúrate de que el Diente oiga esto! ¡Bossk planea hacerlo explotar!
-Oh, lo ha oído –canturreó Coqueta-. Acaba de permitirme eliminar a Bossk de todos los circuitos de mando.
El villano trandoshano arrojó el panel del techo al campo de energía. Desapareció al instante tras una opaca lluvia de chispas.
-No os preocupéis –ronroneó Coqueta-. Hemos desactivado ese circuito de destrucción.
-¿Hemos? –preguntó Tinian.
-Diente y yo. ¿Quién si no?
-Chen –murmuró Tinian, frotándose los brazos desnudos-, tenemos una adquisición que entregar.

Hicieron falta tres de los soldados de asalto del gobernador Desnand provistos de guantes de energía para conseguir sacar por la fuerza a Bossk del armario. Un imperial con sopa de trabajo caqui y una gorra arrugada tendió a Tinian un chip de crédito.
-Aquí tiene, señora Hellenika. Cuarenta mil créditos, menos tres mil por los servicios de nuestros soldados de asalto.
A Tinian eso le pareció una ganga. Se encontraban en una inmensa y abarrotada plataforma de aterrizaje donde Chenlambec había hecho aterrizar el Diente. Ese parecía el único modo de entregar a Bossk bajo custodia.
-¿Tres mil? –protestó para guardar las apariencias-. ¡Eso es un robo! ¡Es...!
-Les sugiero que abandonen Aida de inmediato –respondió el imperial-, antes de que comprobemos su historial y el de su socio. Sólo las regulaciones de mantenimiento de paz mantienen a la escoria como vosotros bajo control. Sospecho que...
-Muy bien, señor. –Tinian retrocedió unos pasos alejándose del hombre-. Gracias, señor. Que tenga buen día.
Giró sobre sus talones y salió corriendo hacia la rampa de embarque del Diente.

Bossk estaba en cuclillas sobre el catre de una celda. Retorcía sus garras. Había tratado de tallar surcos en esas paredes, pero estaban forradas con transpariacero.
El soldado de asalto del exterior se puso en posición de firmes. El gobernador imperial Io Desnand, un humano alto y rollizo como una nube de azúcar, que no se habría atrevido a desafiar a Bossk en igualdad de condiciones, apareció y se detuvo en el exterior de la apertura protegida por un campo de fuerza.
Una mujer aún más rolliza se encontraba a su lado. Colgaba de su brazo como un tumor, batiendo falsas pestañas llenas de delicadas venas (Bossk casi esperaba que salieran volando y se unieran a algún enjambre de insectos alados).
-Ooh –exclamó ella-. Tenías razón. Es enorme.
Bossk los fulminó con la mirada.
-Has arruinado mis posibilidades de ascenso, cazarrecompensas –dijo sombríamente Desnand-. ¿Algún último deseo?
-¿Ascenso? –gritó Bossk-. ¿De qué está hablando? Esos wookiees...
-Eran el cebo de una trampa, cazarrecompensas. En lugar de la flota rebelde, atrapo a un miserable lagarto. Al menos ahora puedo cumplir una promesa que le hice a Feebee hace dos años.
Rodeó con su brazo los hombros de la mujer.
La sonrisa sedienta de sangre de ella dejó helado a Bossk; le hizo pensar en la Tanteadora con una máscara humana.
-Siempre he querido un vestido de piel de lagarto –dijo en un ronroneo-. Largo hasta los pies, y sólo sirve si es sin costuras, de lo contrario no es auténtico. Sí, Io. –Inclinó la cabeza y presionó una mejilla carnosa contra su mano-. Será maravilloso.
Bossk cargó contra el campo de fuerza. Lo lanzó cabeza abajo contra el muro negro.
-¡Soy inocente! –exclamó, poniéndose en pie de un salto para avanzar tambaleándose-. ¡No he tenido nada que ver con su plan, Desnand! No sabía nada al respecto. ¡Sigo sin saber nada!
Con los brazos entrelazados, la pareja caminó fuera de la vista.
Bossk se los quedó mirando conforme se marchaban, incrédulo. ¿Le iban a... despellejar? ¿A dejar en cero su puntuación? ¿Para adornar el armario de esa criatura, en lugar del altar de la Tanteadora?
Se arrojó de rodillas al suelo y comenzó a excavar. Encontraría un modo de salir, recuperaría su nave, y continuaría la caza... De algún modo...

Tinian se desperezó en el camarote de babor del Diente. El Diente estaba atracado temporalmente en Lomabu III, dentro del complejo prisión. Chen había reclamado el camarote de estribor, que anteriormente pertenecía a Bossk. Su catre era más largo y ancho que cualquiera de los catres de babor. Coqueta había transferido capacidades de mando a ambos camarotes. Para sorpresa de Chen (pero no de Tinian), Coqueta se había quejado cada vez que trataban de desconectarla del Diente. Finalmente, Chen la conectó en la toma de corriente de X10-D y la dejó allí.
Ahora era una droide feliz, con un cuerpo grande y fuerte. Todo lo que necesitaba, según ella, era ponerle algún detallito en azul...
Coqueta había pasado la mayor parte del salto de vuelta a Lomabu dentro de la programación del Diente, asomando ocasionalmente para anunciar que había encontrado alguna nueva y asombrosa capacidad:
-¡Esta nave puede cambiar de rumbo en medio de un salto hiperespacial! Diente, eres magnífico.
-Diente tiene un circuito de armamento con funciones de eco integradas. No estoy segura de cómo funcionan, pero podrías disparar ambos cañones cuádruples a plena potencia... ¡simultáneamente!
-Escucha, Tinian. Diente sabe cómo flotar a altura suborbital, con los escudos al máximo en la superficie ventral...
Y así fue como acabaron con los capataces imperiales del complejo. El Diente descendió, flotando, con los escudos al máximo, mientras Chen y Tinian hacían de artilleros al mismo tiempo. Aterrizaron dentro del nuevo cráter, listos para tomar prisioneros.
Pero los wookiees no habían dejado ningún imperial entero. Las arenas se dieron un festín ese día.
Esa tarde, Chenlambec estaba fuera de la nave, de celebración con sus congéneres liberados. Tinian había esparcido solemnemente un puñado de tierra ritual sobre las pieles que Chen había enterrado, y luego había bailado tres vueltas al círculo, agarrando la enorme mano de su compañero por un lado y la de un amistoso extraño por el otro; pero después de eso, simplemente no había sido capaz de mantener el ritmo de las celebraciones de los wookiees.
Mañana -o tal vez al día siguiente, supuso Tinian por el ruido del exterior- subirían a todo el mundo a bordo y saltarían al hiperespacio antes de que Io Desnand pudiera enviar tropas. El Diente sólo podría realizar un salto corto transportando 593 wookiees, lo que supondría un tremendo gasto en soporte vital, pero Coqueta insistió en que Diente podría alcanzar Aida. Desde allí, los contactos de la Alianza de Chen podrían trasladar a los pasajeros a otros sistemas.
Él la había llevado aparte y, poniendo ambas manos sobre su cabeza, había declarado completado su aprendizaje, pidiéndole que se quedara con él como socia y amiga. Ahora tenía media nave, dieciocho mil créditos, y estatus de cazador completo. Por primera vez en dos años, se sintió rica.
Chenlambec había donado la mayor parte del dinero obtenido por la adquisición. Tal vez ella también debería hacerlo...
Por otra parte, ese imperial estirado le había llamado escoria. Olisqueó su segundo mejor mono de vuelo negro, el mejor que aún tenía mangas. Tal vez debería pensar en comprarse algo de ropa nueva.
Bostezó indulgentemente.
Ya decidiría más tarde.

Jadeando, Chenlambec abandonó el círculo del baile y se sentó sobre un casco vacío de soldado de asalto. El Diente llenaba el centro del patio de la prisión, brillando como un brillante y liso témpano de hielo bajo las luces blancas de la prisión. Se sintió vagamente desleal por admirarlo tan intensamente. Echaría de menos al Wroshyr.
Extendió sus garras y las pasó por el denso pelaje que colgaba de su antebrazo izquierdo.
No se consideraba vanidoso, pero le gustaba su piel. Justo donde estaba.

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