Starlight
Errores del Pasado
(Parte Dos)
Cavan Scott
Anteriormente (Parte Uno):
Mientras la República lanza su contraataque contra
los Nihil, el traicionero alcance de los anarquistas galácticos se vuelve cada
vez más evidente. Tras llegar a la Baliza Starlight bajo la apariencia de
comerciante, las lealtades de Vane Sarpo -antiguo amigo y aliado de Velko
Jahen- pronto quedan al descubierto…
La Baliza Starlight había cambiado mucho en un
periodo de tiempo muy breve. Cuando llegó por primera vez, la administradora
Velko Jahen quedó sorprendida por su atmósfera, todo el mundo tan tranquilo y
confiado en medio de semejante ajetreo. Y luego estaba la emoción. Podías
sentirla en el aire. La Baliza era un nuevo comienzo, tanto para la frontera
galáctica como para una veterana hastiada en busca de un nuevo propósito en su
vida. ¿Y ahora? Ahora era diferente. Todo eso había sido antes de Valo. Todo
eso había sido antes de que se encargara a los Jedi derrotar a los Nihil. Había
sido antes de que las alas de la torre de seguridad estuvieran repletas de
Nihil capturados como parte de la Operación Contraataque.
Ahora estaba de pie frente a una celda, mirando a
un hombre junto al que había luchado en Soika. Un hombre al que había, si no
amado, al menos apreciado profundamente. Un hombre que era su prisionero. Lo
había encerrado ella misma. Le había colocado los grilletes en las muñecas tras
descubrir que estaba usando Starlight para pasar armas de contrabando a los
Nihil, y solo tenía una pregunta candente.
-¿Por qué?
Vane Sarpo estaba sentado dándole la espalda tras
el campo de energía, con su ayudante Clune enroscada formando una pequeña bola
naranja, la reacción instintiva de todos los peasles en momentos de gran
peligro. La pequeña insectoide no se había desenrollado ni una sola vez desde
que se descubrieron los blásters de contrabando.
-Necesito saberlo, Vane. ¿Por qué hacer eso? ¿Qué
te ofrecieron?
El vumano tatuado no respondió, pero los Nihil en
las demás celdas sin duda tenían mucho que decir por su parte, gritando e
insultando; una wookiee particularmente desaliñada le dijo a Velko en términos
nada dudosos lo que pretendía hacerle si fallaban los campos de energía. Velko
no estaba preocupada. El guardia en la puerta del bloque tenía su bastón
aturdido y ella tenía su bláster. Se había asegurado de ir armada. La visita no
estaba exactamente autorizada, y estaba segura de que la jefa de seguridad Ghal
Tarpfen tendría mucho que decir al respecto, pero Velko no pretendía correr
ningún riesgo.
Vane permanecía en silencio. Nada de esto tenía
sentido para Velko. La idea de que pudiera haberse unido voluntariamente a los
Nihil era demasiado terrible para aceptarla. Vane había estado al límite de
cruzar varias líneas a lo largo de los años, especialmente cuando servían
juntos en Soika, ella como miembro de la Fuerza de Liberación y él como
mercenario, pero estaba condenadamente segura de que no era un anarquista.
-Te pagan, ¿no es eso? -No hubo respuesta-. ¿Les
debes dinero? -Aún nada-. Por el vacío, Vane, háblame.
Finalmente, alguien habló, pero no fue el
prisionero.
-Administradora Jahen.
Velko masculló un juramento para sí misma al
escuchar los fuertes pasos a su espalda. Se volvió para observar la imponente
figura del maestro Jedi Sskeer dirigiéndose hacia ella, con la mano sana
apoyada sobre la empuñadura de su sable de luz.
-Esto -siseó el transodhano- es de lo más...
irregular.
Estaba agitado, pudo advertir eso de inmediato.
Algo más que había cambiado desde que llegase a Starlight. Antes creía que los
Jedi eran incapaces de sentir emociones, una premisa que era absolutamente
errónea. Los Jedi que había conocido tenían sentimientos tan profundos como los
de cualquier otra persona. Simplemente, eran mejores controlándolos. Al menos,
la mayoría lo era. Sskeer parecía tener más problemas que la mayoría, y en
cuanto a la mariscal Avar Kriss...
-Maestro Jedi -comenzó a decir, deteniendo el curso
de sus pensamientos-, yo pensé que...
-Pensaste que podrías usar tu historia personal
como ventaja contra el prisionero.
Velko sintió calor en sus mejillas plateadas.
-No, no se trataba de eso.
-Por supuesto que sí -dijo una voz tras ella; la de
Vane, que hablaba al fin. Aún seguía dándoles la espalda, pero su voz tenía un
matiz que ella nunca había escuchado antes-. Yo haría lo mismo, pero estás
malgastando tu tiempo, Vel.
Ella no podía creerlo.
-Podemos ayudarte, Vane, si tú nos ayudas.
-¿Si os ayudo cómo? -Ahora estaba en pie-.
¿Soltando los secretos de los Nihil? ¿Y qué harías entonces, administradora?
¿Protegerme, como los Jotas protegieron Valo? Eres una broma, tú y tus amigos
Jedi. -Sus ojos se movieron rápidamente de uno a otro-. Miraos, con todas
vuestras galas. Túnicas doradas y cuellos almidonados. Arderéis. Lo sabéis,
¿verdad? Todo esto se desplomará sobre vuestras cabezas. ¡No podéis ayudarme,
porque sois el problema!
A su alrededor, los Nihil cautivos aullaron en
apoyo al discurso de Vane; la wookiee agitó sus largos y peludos brazos sobre
la cabeza. ¿En qué había estado pensando Velko? Esto era inútil. Vane... Vane
no era el hombre que pensaba que era. Y si quería pudrirse en una cárcel de la
República, que así fuera. Ella tenía trabajo que hacer. Trabajo importante.
Trabajo para ayudar a vencer a más hombres como él.
Giró sobre sus talones, avanzando hacia el guardia
de la puerta, y solo se detuvo cuando se dio cuenta de que Sskeer no estaba con
ella. Estaba de pie inmóvil fuera de la celda de Vane.
-¿Maestro Sskeer? -preguntó, pero él siguió sin
moverse-. Maestro Sskeer, ¿vienes?
-Algo no está bien -dijo, ignorando la pregunta,
sin apartar del rostro de Vane sus ojos naranjas entrecerrados-. Siento ira.
-¡Ja! -ladró Vane, levantando los brazos en un
gesto forzado-. No mentían sobre vosotros los Jedi, ¿eh? El lagarto puede notar
que estoy furioso. Y yo que pensaba que no era más que un dewback estúpido.
-Deberíamos irnos -dijo Velko al trandoshano.
-Por fin lo ha entendido -se mofó Vane-. Que le den
a la niña una medalla para su colección. Vamos. Marchaos. Me ponéis enfermo,
todos vosotros. Me dais nauseas.
-Siento más que ira -continuó Sskeer, con palabras
extrañamente compungidas-. Siento vergüenza. Siento... miedo.
Había algo en la forma de hablar del Jedi que hizo
que a Velko la recorriera un escalofrío, como si las emociones que describía le
fueran demasiado familiares. Pero los Jedi no sentían miedo, ¿verdad? En todo
caso, Sskeer tenía razón. Vane tenía miedo, ella podía verlo en sus ojos, pero
¿de qué? ¿De que lo encerraran por sus crímenes? O de las repercusiones si
traicionaba a los Nihil. No. Era algo más. Alguien más.
Los ojos de Vane bajaron hacia Clune y se abrieron
como platos. La peasle se estaba agitando en su caparazón, preparándose para
desenroscarse.
El sable de luz de Sskeer se encendió.
-Desactiva el campo de energía -ordenó al guardia
de la puerta.
Vane alzó los brazos, mostrando las palmas de las
manos a la hoja azulada.
-No. No lo hagas. Vete. Por favor, vete.
-No volveré a pedirlo -gruñó Sskeer.
Velko volvió la mirada al guardia que, presa del
pánico, era obvio que se preguntaba si debía obedecer al Jedi o no. Entonces
fue cuando una luz brilló desde el interior de la celda de Vane.
Todo ocurrió muy rápidamente. Velko se volvió,
abriendo los ojos como platos al darse cuenta de que el brillo emanaba del
propio Vane Sarpo, los tatuajes de su rostro destellando como relámpagos
zigzagueantes.
-El campo -bramó Sskeer, dilatando los orificios
nasales conforme el bloque se llenaba de los nauseabundos aromas de carne
ardiendo y ozono quemado-. ¡Ya!
-No -exclamó Velko, entornando los ojos ante el
resplandor-. Aísla el bloque. Aísla toda la torre -ordenó.
El guardia se lanzó hacia los controles mientras
una luz más brillante que un sol brotaba de la celda de Vane. Brotaba del
propio Vane.
Velko lanzó un grito, echándose una mano a los
ojos, pero el daño ya estaba hecho. Solo podía rezar para que los efectos
fueran únicamente temporales, que no se hubiera quedado ciega después de que su
antiguo amante... ¿qué? ¿Explotara? Le zumbaban los oídos, pero aún podía
distinguir el chasquido del bastón aturdidor del guardia de seguridad y el ulular
del sable de luz de Sskeer. Solo una cosa era destacable por su ausencia... el
zumbido de los campos de energía que mantenían a raya a los prisioneros.
Parpadeando con furia, desenfundó su bláster, lanzando
unos cuantos disparos contra las siluetas borrosas que se lanzaban contra ella,
y varios Nihil cayeron al suelo. Apuntó y disparó sin ver, confiando en su
entrenamiento, escuchando los gemidos y el golpe seco de un enemigo caído antes
de pasar al siguiente. Solo era cuestión de tiempo que se le acabara la suerte,
que un Nihil esquivara su disparo, que le arrebataran el bláster de la mano. Lo
escuchó alejarse deslizándose por el suelo y trató de agarrarlo a ciegas, pero
su puño solo encontró aire. El Nihil no tuvo ningún problema para golpearle en
la mandíbula, haciendo que una supernova de colores imposibles desfilara
brillante por su ya confusa visión. Cayó al suelo y se arrojaron sobre ella,
sin importar lo mucho que se agitase o pataleara. La incorporaron sobre las
rodillas, con los brazos retorcidos a la espalda, y una voz rasgada en su oído
le dijo que dejara de resistirse. Como si tuviera otra opción. Pero mientras su
visión se despejaba lentamente, con ojos profusamente llorosos, una sonrisa se
dibujó en sus labios entreabiertos. Sskeer los sacaría de esta. Sskeer era un
Jedi. Sskeer tenía un sable de luz.
Un sable de luz que ya no podía escuchar.
Sskeer cayó a cubierta a su lado con un golpe seco,
sujeto contra el suelo por la wookiee desaliñada que obviamente era más fuerte
de lo que parecía. Pero aún no estaban acabados. Sskeer usaría la Fuerza. Se
apartaría de encima a la Nihil con la misma facilidad que si se despojara de su
capa.
Lo haría en cualquier momento.
En cualquier momento...
-Vaya, vaya, qué situación más curiosa.
Las pequeñas patitas de una peasle repiqueteaban en
el suelo mientras esta se paseaba ante ellos; una peasle que sostenía el bastón
aturdidor del guardia.
-¿Clune? -jadeó Velko asombrada.
-¿Qué hay? -dijo la pequeña insectoide-. No tuvimos
ocasión de charlar antes, ¿verdad?
-Antes de que te enroscaras en una bola -le recordó
ella.
-Como una cobarde -añadió Sskeer.
Clune agitó su cabeza segmentada.
-Vaya prejuicios, y de un Jedi nada menos. -La
peasle se deslizó hacia Sskeer, punzándole con el bastón aturdidor, que restalló
con energía. El trandoshano rugió de dolor, pero Clune se limitó a emitir un
ligero chasquido-. No me importa decir que me siento un poco decepcionada.
Parece de lo más indigno.
-¿Y el guardia? -preguntó Velko, girando el cuello
para mirar a su alrededor-. ¿Dónde está?
-Oh, está muerto -le informó Clune-. Bastante,
bastante muerto, pero no antes de que lograra bloquear las puertas, aquellas
que nuestro estallido iónico no había desactivado, claro está.
Sin dejar de forcejear contra el Nihil que la
retenía con fuerza, Velko se giró para mirar en la celda de Vane. El vumano
estaba tendido boca abajo, con hilillos de humo surgiendo retorcidos de su
rostro oculto.
-Los tatuajes de Vane -dijo con voz entrecortada.
-Eso fue muy ingenioso -dijo Clune, con una aguda
voz llena de orgullo-. Mezclados con filamentos iónicos, ¿no lo sabías?
Preparados para detonar en un instante, gracias a esto. -Hizo tintinear el
brazalete de control que colgaba holgadamente de una de sus muchas muñecas.
-¿Cómo? -preguntó Velko.
Una sonrisa atravesó el rostro segmentado de la
peasle.
-Es considerablemente difícil desenroscar un peasle
una vez que se ha convertido en una bola.
-¿Y qué pasa con los escáneres de seguridad? -dijo
Sskeer.
-Prácticamente inútiles -confirmó Clune-. La
quitina peasle es igualmente efectiva para bloquear barridos de sensores y,
bueno, ¿quién sospecha de… cómo dijiste, Jedi? ¿“Una cobarde”?
-Fascinante -dijo Velko apretando los dientes-,
pero no es a lo que me refería. ¿Cómo persuadiste a Vane para hacerlo? Para
tatuarse la piel. Para atacar Starlight.
Clune se rio, un sonido agudo y chirriante.
-Realmente no tenía otra elección. Te dije que los
tatuajes fueron ingeniosos. No solo ocultaban una carga iónica; podían causarle
un dolor insoportable si no hacía lo que yo le decía. Debo admitir que me
impresionó la forma en que intentó conseguir que te fueras. Todos esos gritos y
esa forma de dejarse llevar. Realmente debía de preocuparse por ti, para no
querer que te vieras atrapada en todo... -la peasle agitó el bastón aturdidor
en un círculo que abarcó todo el bloque de celdas-... en todo esto. Tal vez lo
subestimé. No es que eso importe. Los filamentos eran de un solo uso. Esperaba
detonarlos en mitad de la noche.
-Pero yo forcé tu mano -murmuró Sskeer.
-Desde luego que lo hiciste, lo que nos lleva de
vuelta a nuestro problema. La idea principal era escapar.
-Y ahora estáis atrapados -dijo Velko,
permitiéndose una amarga sonrisa.
-Todos lo estamos, querida. Incluida tú, y todo
porque ordenaste el aislamiento. Ahora no tenemos comunicadores ni ningún modo
de salir de aquí.
-Pero sí que tenemos esto.
Un Nihil amanin de cabeza ancha caminó frente a
Sskeer y Velko, sosteniendo con su brazo bulboso un arma muy familiar.
-Oh, sí -dijo Clune, tomando la empuñadura-. El
sable de luz del Jedi.
-No te atrevas... -gruñó Sskeer, tratando de
liberarse de debajo de la wookiee, y fracasando en su intento.
-No te atrevas... ¿a qué? -preguntó Clune-. ¿A
hacer esto?
Velko hizo una mueca al ver como la peasle golpeaba
a Sskeer en el rostro con su propia guarda de nudillos.
-¿O esto?
La hoja azul se deslizó majestuosamente desde la
empuñadura, reflejando su luz en los ojos de Clune. Todo el tiempo Sskeer
luchaba por levantarse, pero lo mantuvieron pegado al suelo.
-Esto es lo que va a ocurrir -dijo Clune, blandiendo
lentamente la hoja de un lado a otro hasta que se acercó peligrosamente al
rostro de Velko-. Vamos a negociar por vuestras vidas. O bien nos dejan salir a
todos, o comenzáis a perder extremidades. -Rio disimuladamente, antes de volver
a mirar a Sskeer-. Más extremidades, en algunos casos.
-No -dijo Velko en voz baja.
-¿Cómo dices?
Miró fijamente a los ojos negros de Clune.
-No importa lo que me hagáis, no os ayudaré, ni el
Jedi tampoco. Os capturarán y volverán a arrojaros en vuestras celdas sin modo
de escapar.
-¿En serio? -preguntó la peasle, acercando la hoja
brillante aún más. No se sentía calor, pero eso no impediría que la quemase en
cuanto el campo de confinamiento tocara su piel. Velko entrecerró los ojos,
preparándose para el dolor... dolor que nunca llegó.
Un disparo de bláster surgió de ninguna parte,
haciendo que Clune se girara y el sable de luz encendido saliera volando de su
mano. El segundo disparo le impactó de lleno en la espalda y cayó al suelo, con
el bastón aturdidor del guardia repiqueteando en el suelo.
Velko no se volvió a mirar quién había disparado.
No tenía tiempo. Lanzó bruscamente la cabeza hacia atrás, impactando en la
mandíbula del Nihil que la sujetaba. Este retrocedió aturdido, soltándola, y
ella se lanzó hacia delante, agarrando el bastón aturdidor y girándolo para
clavarlo con fuerza en el costado de la wookiee. La desgreñada Nihil gritó
cuando los voltios fluyeron libremente por su cuerpo, y Sskeer finalmente fue
capaz de liberarse. Con el sable en su mano en cuestión de segundos, Velko y el
Jedi se irguieron hombro con hombro, con las armas desenfundadas y listos para
castigar a cualquier Nihil que se atreviera a atacar.
Pero ninguno de ellos se movió siquiera. Tal vez
fuera la doble amenaza del sable y el bastón aturdidor, o el hecho de que los
Nihil habían perdido la ventaja. Lo más probable es que tuviera algo que ver
con el bláster que se encontraba en la mano de Vane Sarpo, listo para
derribarlos en un instante. Velko no sabía si Vane había caído sobre su arma
por accidente, o si la había cubierto a propósito con su cuerpo mientras
recobraba las fuerzas, pero no importaba, no ahora que la miraba sonriendo
tristemente, con serias quemaduras en el rostro.
-Clune tenía razón -jadeó, con ojos brillantes por
el dolor-. Nadie piensa nunca en registrar al cobarde.
***
Los guardias llegaron minutos después, junto con la
antigua Padawan de Sskeer, Keeve Trennis, que nunca parecía estar lejos de su
maestro. Vane fue transferido a un ala segura del centro médico, sus quemaduras
cubiertas y todo rastro de los tatuajes Nihil eliminado de su rostro. El propio
Sskeer insistió en montar guardia en la habitación, pero Velko tenía la vaga
sospecha de que estaba más preocupado por proteger a Vane de las represalias
Nihil que por evitar que el vumano saliera huyendo.
-Lo lamento -le dijo Vane desde su cama.
-¿Que te atraparan? -dijo ella, tratando de no
sonreír-. Aunque supongo que esa era la idea general.
Él se encogió de hombros.
-Es difícil asaltar un bloque de seguridad lleno de
Nihil si sigues parado en la bahía del hangar.
-Podrías haber confiado en mí, ¿sabías? Podrías
haberme dicho lo que estaba pasando, cuando estábamos en el bar.
-¿De verdad? -Se tocó la mejilla, con una ligera
mueca de dolor.
-No era dolor de muelas -dijo ella, recordando cómo
él hizo una mueca en aquella ocasión-. Era una advertencia.
Él asintió.
-Clune me recordaba que volviera al trabajo. Cosa
que tú también deberías hacer. -Mostró esa exasperante sonrisa-. Especialmente
si vas a conseguirme un indulto.
-Ya está hecho, pero no he sido yo.
Señaló con la cabeza a Sskeer, que se encontraba
junto a la puerta dándoles su ancha espalda.
-¿El viejo dewback tiene corazón?
-El viejo dewback también tiene un oído excelente -rugió
el trandoshano sin moverse.
-Gracias, entonces -le dijo Vane, antes de volver a
mirar a Valko-. A ambos.
-Volveré luego a ver cómo estás -dijo Velko,
dirigiéndose hacia la puerta-. No vayas a ninguna parte, ¿me oyes?
-Veré qué puedo hacer. -Vane comenzaba a sonar más
como él mismo, incluso aunque la duda asomase en su voz al volver a hablar-.
¿Vel?
Ella se detuvo, mirándole incorporado en la cama.
-¿Realmente eres feliz aquí? ¿Con todo lo que está
pasando? Con los Nihil, y los Jedi, y los...
Ella había esquivado la pregunta la vez anterior
que él la había formulado, sentados en el Unity. Esta vez ni siquiera dudó,
incluso después de todo lo que había ocurrido en las últimas horas.
Precisamente por lo que había ocurrido. ¿Y qué si la vida en la Baliza se había
vuelto más difícil? Starlight estaba ahí para ofrecer esperanza, para proteger,
para evitar que volvieran a ocurrir cosas como lo de Valo.
Y ella también estaba allí para eso.
-Sí -dijo, desde lo más profundo de su corazón-. No
desearía estar en ninguna otra parte.
FIN
En el siguiente número:
¡“Las sombras permanecen”, una nueva historia de
Justina Ireland, en exclusiva para Star Wars Insider!
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