lunes, 1 de agosto de 2011

El honor de los Jedi (73)

73
-¡Aaaaahhhhhh!
Todo está oscuro. Más que oscuro; negro.
-¿Dónde está Ire Eleazari?
Luke yace sobre metal frío. Sus sienes laten con dolor insoportable, y todo su cuerpo está dolorido como si un droide le hubiera dado una paliza sónica.
-¡Aaaaaaahhhhhh! -Otro grito de agonía.
-¿Crees que estoy disfrutando con esto? Habla... o el dolor será peor aún. -La voz del interrogador parece razonable y empática; sólo está haciendo su trabajo.
Luke balbucea.
-No conozco a ningún Ire...
Otro grito le interrumpe; la voz pertenece a otra persona. El piloto rebelde vuelve lentamente en sí. Está tumbado en un sencillo camastro de metal en una celda oscura. La voz del interrogador -y los gritos de la víctima- provienen de una gran cámara en algún lugar fuera de su habitación.
Con el corazón en un puño, Luke se da cuenta de que los imperiales le han capturado. Se pone en pie y explora su celda con las manos. Tiene dos metros de ancho y tres de largo. Hay un cubículo sanitario cerca de la cabecera del camastro. A los pies del camastro hay una puerta con dos ranuras.
El interrogatorio continúa durante horas. Luke no puede hacer otra cosa salvo escucharlo. Los imperiales deben haber diseñado este bloque de celdas para que todos los interrogatorios se escuchasen desde cada una de las celdas. Para Luke, los peores momentos son cuando una máquina zumba o sisea y la víctima no grita. Hace que se pregunte si el ser ha muerto, o si el dolor es tan intenso que le impide gritar. El mero hecho de estar en una celda es una tortura.
Nadie molesta a Luke durante lo que lo que podrían haber sido días, aunque no tiene ningún modo de medir el paso del tiempo. Incluso sus comidas -que consisten en una insípida pasta de proteínas- llegan a intervalos irregulares. En los escasos momentos en los que una tortura no le impide pensar racionalmente, Luke piensa en su situación. Aunque no tiene forma de saber qué ha pasado con Erredós-Dedós, está seguro de que el pequeño droide ya está de vuelta en la base rebelde. Erredós tiene un don para la autoconservación. Casi parece que fuera invisible para los seres vivos, porque raramente se les cruza por la mente que un droide pueda ser algo de lo que deban preocuparse. En cuanto a los demás... no sabe nada, y aunque lo supiera no podría hacer nada.
En cuanto a sí mismo, por otra parte, Luke tiene mucho de lo que preocuparse. Por lo que sabe, los imperiales pretenden dejarle en esa celda oscura para que se pudra. Si quiere escapar, debe ponerse manos a la obra. Pero está atrapado en una oscura celda de metal sin ningún equipo. Su único contacto con el mundo exterior llega cuando algún droide desliza un plato de comida en su celda. ¿Qué puede hacer?
Se le ocurre un plan; debe usar el único recurso que tiene para aprovecharse de su único contacto con el mundo interior. Se tumba en el camastro y se concentra en su interior, tratando de encontrar la tranquilidad que sirve como conductor para la Fuerza. Una extraña ligereza invade su cerebro; se agarra a esa sensación y enfoca toda su concentración en ella. Su meditación dura horas, se extiende durante días, tal vez incluso semanas. Luke sólo advierte borrosamente los platos de comida que caen en si celda; él extra su sustento de una fuente distinta.
Finalmente, la puerta se abre. Un oficial imperial pasa sobre la pila de comida en descomposición que se acumula en la entrada y entra en la celda.
-Nunca me acostumbraré al olor de la podredumbre -dice, sofocando una arcada. Luke enfoca su voluntad en permanecer perfectamente inmóvil, en ralentizar su respiración y sus latidos hasta frecuencias imperceptibles, y en bajar su temperatura corporal. Se concentra en parecer muerto.
El oficial le alumbra la cara y luego coloca dos dedos en su garganta. Luke sigue inmóvil.
-Me pregunto cómo ha podido pasar esto. Ni siquiera estaba previsto todavía su interrogatorio.
El oficial se retira rápidamente.
Dos soldados de asalto entran en la celda y llevan a Luke a una camilla repulsora que espera en el exterior de la celda. La camilla está en una balconada metálica que recorre toda la longitud de ese nivel. Al otro lado de la balconada, un pozo abierto desciende hacia el fondo del escasamente iluminado bloque.
-Me reuniré con vosotros fuera del centro de procesado.
Los dos soldados se llevan a Luke a través de una serie de oficinas brillantemente iluminadas. Finalmente, enganchan su camilla al final de un largo tren de “vagones” similares. El oficial deposita una bolsa sobre la camilla.
-¡Llévatelos, Stan!
La camilla avanza sacudiéndose por un largo pasillo y pasa unas pesadas compuertas blindadas. Treinta minutos más tarde, el fantasmal tren se detiene mientras unas pesadas puertas dobles se abren. Las puertas conducen a una sala donde varios droides descargan cuerpos desde trenes similares a una cinta transportadora. A la derecha del tren, un panel de acceso en el suelo se encuentra ligeramente entreabierto. A la izquierda, un breve pasillo conduce a una serie de puertas. Luke agarra la bolsa de su camilla y baja rodando al suelo.

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