sábado, 17 de septiembre de 2011

El honor de los Jedi (151)

151
-¡Será mejor que salgamos del planeta, rápido!
Erling dobla la esquina hacia el pasillo y se dirige a la estación de lanzamiento. Los soldados de asalto parecen claramente incómodos al indicarle que se detenga.
-¿Código de autorización?
Erling apunta a quien ha hablado con su índice enfundado en su guante negro.
-Ya tienes todas las autorizaciones que necesitas.
El guardia lanza una mirada a su compañero.
-No le vimos entrar, Lord Vader.
-Preparen una lanzadera para su despegue. No tengo mucho tiempo.
Luke se siente físicamente enfermo; sea cual sea el peligro, se acerca.
Los soldados de asalto dudan.
-¡Háganlo ya! -ordena Erling.
-Sí, Señor. -Se hacen a un lado y abren las puertas.
¡El gobernador general Sebastian Parnell se encuentra de pie ante ellos!
-Qué extraño, Lord Vader, verle aquí... ¡cuando acabo de dejarle en mi oficina!
Incluso mientras Luke salta del carro, colocando su sable de luz en posición defensiva, se da cuenta de que no hay esperanzas de escapar. Hay demasiados guardias, y no hay posibilidad de retirada, no esta vez.
Las palabras de Erling resuenan:
-Desenmascaren a ese impostor... Los quiero vivos.
Y Erling Tredway es golpeado por los anillos concéntricos de un bláster configurado para aturdir.
Luke bloquea los primeros disparos dirigidos hacia él, con sus sentidos trabajando de forma refleja, pero no puede protegerse de todos los lados al mismo tiempo; de pronto, se siente caer al negro vacío de la inconsciencia, con su agotado cuerpo paralizado, y su mente protestando congelada en un grito silencioso.

Cuando despierte, Luke tendrá tiempo de sobra como prisionero estrella de Tol Ado para pensar en su fallido intento de rescate... y en el probable paradero de Erling Tredway. Vuelve a la sección uno y prueba de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario