martes, 25 de agosto de 2015

Última ronda en el Ángulo Cero


Última ronda en el Ángulo Cero
Jason Fry

Glosario: Algunos términos de jerga de piloto
Ángulo cero: la posición detrás de la popa de un enemigo
Calavera: una caza Z-95 Cazador de Cabezas
Cosido: golpeado por fuego enemigo
Bola de pelo: un combate caza contra caza especialmente frenético
En azul: operar en una atmósfera planetaria
En negro: operar en el espacio
Fango: la atmósfera de un planeta
Incauto: un bombardero TIE
Insit: Informe de situación
Impstar: un Destructor Estelar Imperial
Sacar los colmillos: esperar con ansia un combate caza contra caza
Salpicar: derribar una nave
Salto: una misión
Trineo suicida: un caza con escudos débiles o sin ellos

Cuando Huck Trompo comenzó a cantar, Tana Chellaine sabía que se avecinaban problemas para los pilotos de TIE del Escuadrón Nashtah.
El problema no era que lo que Trompo estaba cantando fuera un himno de marmotas; en el Ángulo Cero era habitual que los pilotos aullaran sus himnos preferidos al ritmo de su gramola. El problema era que Trompo estaba cantando ese himno mientras miraba fija y desafiantemente a una mesa un metro más allá, una mesa ocupada por un cuarteto de cráneos vacíos con aspecto airado.
-Trompo, será mejor que termines la transmisión –advirtió Chellaine-. Florn te está mirando mal.
Sax Hastur, el líder del escuadrón Nashtah, se volvió en su mesa para mirar a Florn, el viejo y curtido camarero ciborg que regentaba el Ángulo con literal puño de hierro. Florn estaba lavando un vaso con su habitual precisión mecánica, pero los puntos rojos de sus ojos cibernéticos estaban fijos en Trompo.
-Será mejor que hagas algo, Sax –murmuró Artur Essada-. Antes de que Sully también se ponga a cantar.
La predicción de Essada se cumplió, como solía ocurrir con molesta frecuencia. Sully Olvar apartó hacia atrás su silla y se puso en pie ligeramente tambaleante para unirse en la canción a su compañero de ala y cómplice. Trompo sonrió y alzó su vaso, pero se encontró con la mano de Hastur sobre su antebrazo.
-Echa el freno, Huck –advirtió Hastur-. Es demasiado pronto para comenzar una bola de pelo entre marmotas y cráneos vacíos.
-Venga, jefe –se quejó Trompo-. Ha sido un día largo.
-Lo sé –dijo Hastur-. Pero no voy a volver a sacarte del calabozo. Eh, Florny. ¿Me pones un par de Eblas más?
Chellaine meneó la cabeza mientras Trompo y Olvar plantaban a regañadientes sus traseros de nuevo en sus asientos.
Los Nashtahs eran marmotas: pilotos de caza TIE que volaban en atmósferas planetarias en misiones para el Ejército Imperial. Maniobrar un TIE por el fango era más difícil que volar por el vacío del espacio; ese era el terreno de los cráneos vacíos que volaban para la Armada Imperial. Y pese a todo eran los cráneos vacíos quienes aparecían en los anuncios de reclutamiento, y cuyas victorias sobre los rebeldes, piratas y esclavistas dominaban la HoloRed.
Ningún marmota creía que eso fuera justo. Pero sentirse resentido era una cosa... y tratar de incitar a los cráneos vacíos a una pelea a puñetazos estando fuera de servicio otra muy distinta.
Con la amenaza de una trifulca momentáneamente evitada, Chellaine dejó que su mirada vagase por el bar. Como de costumbre, el Ángulo estaba repleto de pilotos imperiales; entrechocando sus vasos, discutiendo a grandes voces sobre tácticas, o simplemente sentados en silencio. Casi todos los pilotos eran humanos, y Chellaine podía distinguir cuánto tiempo llevaban en el bar por el estado de sus uniformes color verde oliva. Algunos estaban impecablemente planchados, sugiriendo que sus propietarios acababan de llegar. Otros estaban arrugados y/o llenos de manchas, indicando los pilotos que hace tiempo que deberían haberse marchado. Y unos cuantos habían sido retirados y dejados sobre los respaldos de las sillas, una clara señal de una debacle inminente. La túnica de la propia Chellaine estaba inmaculada, si bien era cierto que ella nunca bebía nada más fuerte que agua... agua destilada, además.
El Ángulo era famoso por varias cosas: su implacable camarero, su política de servir por igual a marmotas y cráneos vacíos, y su larga tradición de que cualquiera por encima del rango de líder de escuadrón se quedaba fuera. Eso lo convertía en un santuario para los pilotos de la Base de Vuelo del Supersector Joya Brillante, que dominaba la monótona superficie de la luna Axxila III. En los confines del Ángulo, un piloto era libre de mostrarse torpe, furioso o llorica sin arriesgarse a un punto negro en su hoja de servicio.
Trompo apuró su Ebla y miró al techo durante un largo instante. Chellaine esperaba que cerrara los ojos y su cabeza cayera hacia atrás sobre la silla. Si eso ocurría, ¿debía sujetarle la silla, o dejar que se estampara contra el suelo? No estaba segura.
Pero entonces Trompo se inclinó hacia delante, con ojos brillantes sobre sus mejillas sonrosadas.
-A esos cráneos vacíos les estaba encantando mi canción –insistió, dejando caer su puño sobre la mesa con suficiente fuerza para hacer que los vasos saltaran sobre ella.
-Desde luego que sí –dijo Olvar, apoyando como siempre a su colega.
Chellaine meneó la cabeza, decidiendo que si llegaba el caso, esa vez dejaría que Trompo se arriesgara a que le partieran el cráneo. Tal vez eso le haría ganar algo de sentido común. Trompo era un brillante piloto con una comprensión instintiva de las tácticas, pero tenía la misma capacidad de controlar sus impulsos que una pantera de arena en celo.
-Deberíamos hablar acerca de lo que pasó en Portocari –dijo Essada en voz baja.
Los ojos de los demás Nashtahs se volvieron a Essada, quien tenía la mirada baja, fija en la gastada superficie de la mesa de madera.
-No hay nada de lo que hablar –dijo Hastur, buscando refugio en su vaso de vosh-. Cumplimos la misión. Lo volveremos a hacer. Perdimos gente. Eso también volverá a ocurrir.
-Pero los informes... –comenzó a decir Essada.
-La misión terminó –dijo Trompo airadamente, acuchillando el aire para mayor énfasis. El gesto volcó el vaso de lum de Essada, haciendo que el resto de los Nashtahs retrocediera para evitar el lago que comenzó a formarse rápidamente-. La misión terminó y me apetece cantar. Una canción que espero que todos esos cráneos vacíos con cerebro de láser sepan apreciar.
Alzando su Ebla al aire, Trompo rugió la línea inicial del himno de los marmotas:
-¡Oh! ¿Quién vuela tan alto en los cielos más azules?
Lo que hizo que Olvar gritara la respuesta tradicional:
-¡NOSOTROS! ¡NOSOTROS!
-Agárrate para el impacto –murmuró Chellaine a Hastur cuando otras mesas de marmotas se unieron a la canción.
-Ha sido un mal día, Tana –dijo Hastur en voz baja-. Dejar escapar unos cuantos iones nocivos les mantiene cuerdos.
Chellaine frunció el ceño tras la copa que había rescatado de la mesa inundada. Los cráneos vacíos de la mesa contigua intercambiaron miradas y se pusieron en pie, con un gesto de conformidad. Cuando Trompo se detuvo a respirar, estaban preparados con el comienzo de su propia canción:
-¿Quién se lanza al ataque en lo más negro del espacio?
Lo que fue seguido a gritos por al menos cuatro mesas de cráneos vacíos:
-¡NOSOTROS! ¡NOSOTROS!
Essada dejó escapar un suspiro y sorbió lo que había podido salvar de su lum.
-No me importaría todo el jaleo si al menos uno de esos idiotas afinara correctamente.
Durante uno o dos minutos, el desastre permaneció hipotético. Trompo y Olvar recorrieron el Ángulo tratando de animar a sus colegas marmotas para ahogar con sus voces la canción de los cráneos vacíos, estos redoblaron sus esfuerzos, y Florn se limitó a menear lentamente la cabeza con fastidio. Pero entonces se vertió una bebida, o tal vez se arrojó a propósito, y se intercambiaron unas palabras, y pronto el vidrio comenzó a romperse y los puños a volar.
-Avisadme cuando llegue Rayo –dijo Hastur con cansancio.
Hastur dio un paso atrás mientras Olvar y un enjuto cráneo vacío se enzarzaron en una pelea. Un momento después, Essada esquivó a un corpulento piloto que Trompo había arrojado sobre su mesa. El piloto caído se puso en pie de un salto y embistió contra el Nashtah, y ambos chocaron con un sonoro impacto puntuado por gemidos y maldiciones.
Un cráneo vacío que se encontró en el extremo equivocado de un puñetazo cayó trastabillando sobre Chellaine, haciendo que parte del agua de su copa saliera despedida por el aire. Ella se inclinó suavemente hacia un lado para recoger el agua en su caída y empujó con su bota el trasero del cráneo vacío, lanzándolo de vuelta a la pelea. Trompo trató de colocarse tras el cráneo vacío contra el que luchaba, pero fue demasiado lento y recibió un fuerte izquierdazo en la punta de la barbilla. Se tambaleó y chocó contra la esquina de la mesa, que dejó escapar un gemido de madera sobrecargada y se volcó, depositando a Trompo en el suelo rodeado de vasos y charcos de líquido. Luego la mesa cayó sobre él.
-Aquí viene –advirtió Chellaine a Hastur cuando un astromecánico de color negro brillante adornado con franjas amarillas dentadas salió rodando desde detrás de la barra. De una compuerta de su cúpula surgió una esfera unida a un tallo metálico. Florn avanzaba un paso por detrás del droide, guardándose el trapo en el delantal.
Los Nashtahs se cubrieron los oídos con las manos, al igual que todos los pilotos que no estaban demasiado ocupados peleando para advertir la llegada del droide.
-Debería bastar con cinco segundos, Rayo –dijo Florn.
Un alarido del emisor sónico de Rayo llenó el Ángulo. Los pilotos enfrascados en la pelea se desplomaron al suelo, agitando las manos para protegerse los oídos.
-Ése fue quien lo empezó –dijo Florn, señalando a Trompo, que estaba tratando de escapar gateando. Rayo trinó alegremente, y en su parte frontal se abrió un panel. Extendió un bastón eléctrico y lo hundió en el costado de Trompo, envolviendo al piloto en chispas brillantes. Trompo soltó un aullido y rodó en posición fetal, lanzando una débil patada a su torturador.
-¿En serio, Florny? –se quejó-. ¿No es bastante con el alarido para que además tengas que intentar aturdirme?
-Estabas haciendo un estupendo trabajo aturdiéndote tú mismo –dijo Florn-. Ahora, todos en pie. Levantaos y daos la mano.
Los marmotas y los cráneos vacíos murmuraron con rebeldía, pero Rayo avanzó con una risita electrónica, sacando chispas de energía por el bastón eléctrico. Los pilotos se dieron la mano con reticencia, y luego comenzaron a enderezar sillas caídas y a recoger vasos del suelo.
-La mayoría de bases de vuelo tienen un bar para los marmotas y otro para los cráneos vacíos –dijo Florn-. ¿Sabéis por qué el Ángulo es distinto? Porque todas vuestras pequeñas rencillas son un montón de poodoo. No importa si voláis en azul o en negro, en fango o en vacío. Todos pilotamos trineos suicidas, sin escudos ni defensas. Salvo por la pericia de la mano a los mandos.
Florn indicó a Rayo que volviera detrás de la barra, y luego recorrió la sala con su mirada cibernética.
-Acumulad la mitad de horas de vuelo que tuve antes de que me estrellara y podréis decir toda la mierda que queráis –dijo con fría desaprobación-. O convertíos en una bola de fuego; eso significará que se os pondrá en el muro y hablaremos bien de vosotros. Pero hasta que no hagáis una cosa u otra, cuidaréis vuestros modales.
Los servos de las piernas artificiales de Florn gimieron mientras se marchaba. Chellaine no fue la única de los pilotos que se encontró mirando al muro encima de la barra, a los temblorosos holos de rostros y designaciones de unidad. Esos rostros pertenecían tanto a marmotas como cráneos vacíos, todos ellos hombres y mujeres que despegaron desde Axxila a misiones de las que nunca regresaron.
-Están Suthers y Plix –dijo Chellaine, señalando dos holos.
-Y Ashanto –añadió lúgubremente Hastur.
-¿Te refieres a Poul Ashanto? –preguntó uno de los cráneos vacíos, con tono de sorpresa.
-Sí –dijo Hastur-. Éramos amigos.
Chellaine se preguntó si alguien aparte de ella sabía hasta qué punto eso era un eufemismo.
-Poul estuvo en Prefsbelt con mi hermano Alois –dijo el cráneo vacío.
-¿Alois Akrone? –preguntó Hastur-. Los tres fuimos compañeros de clase. ¿Era tu hermano? Entonces tú debes de ser Heiwei.
-El mismo –dijo Heiwei Akrone, señalando con la cabeza a los tres cráneos vacíos que le acompañaban. Somos el Escuadrón Banshee, destacado en el Impstar Tormenta Solar. Acabamos de llegar de Phindar.
-Sax Hastur. Somos los Nashtahs. Acabamos de terminar de presentar los informes después de Portocari.
Hastur y Akrone se estrecharon la mano mientras los demás Nashtahs y Banshees se miraban mutuamente con incertidumbre.
-Ya que ahora sois todos buenos amigos, podéis compartir una mesa –dijo Florn desde la barra.
-Eso jamás –dijo Trompo.
-Ni hablar –dijo el corpulento Banshee que estaba de pie a su lado.
Los rostros de ambos hombres estaban hinchados y llenos de cortes.
Florn se encogió de hombros.
-Habéis roto la mesa, así que o la compartís o estáis de pie.
Los Nashtahs y los Banshees arrastraron la única mesa restante, reunieron las sillas dispersas, y se sentaron juntos entre miradas de mutua suspicacia. Hastur y Akrone pidieron una ronda de bebidas.
El musculoso Banshee junto a Trompo se tocó dolorido la mejilla hinchada.
-Me llaman Magullador –dijo-. Antes soltaste unos buenos puñetazos.
Trompo parecía sorprendido.
-¿En serio? Ni siquiera te hice parpadear. Y si no te hubieras resbalado antes, me habrías aplastado la nariz.
Trompo y Magullador se enfrascaron en una animada conversación acerca de las lindezas de la pelea, mientras Olvar esperaba una oportunidad para unirse y el resto de los pilotos observaba el muro, perdidos en sus propios pensamientos.
-Mi hermano también está en el muro –dijo Akrone, señalando.
Hastur localizó el holo de su antiguo compañero de clase y alzó su vaso. Uno a uno, los demás hicieron lo mismo.
-Ahora tenemos tres Nashtahs más para añadir –murmuró Essada.
Akrone asintió.
-Nosotros perdimos dos pilotos en Phindar. He visto Portocari en el insit. ¿Fue duro, entonces?
-Lo fue –dijo Hastur antes de que Essada pudiera hablar-. Estábamos atacando a la artillería rebelde en las colinas cuando recibimos el aviso de reagruparnos para un ataque a un piso franco urbano. Los jefazos decían que atacarlo evitaría la lucha casa por casa y las bajas civiles.
Akrone asintió, prestando atención.
-Los rebes derribaron a Muller con un misil anti aire; está en bacta. Barsay fue cosido por un Z-95 al llegar al piso franco; está muerto. Salpicamos a la calavera que le mató, junto a sus compañeros de ala. Entonces uno de nuestros bombarderos golpearon el piso franco. Resultó que estaba lleno de municiones; la explosión vaporizó tanto a nuestro incauto como a su escolta.
-Riggs y Chan –dijo Essada-. También tenían nombres, ¿sabes?
-¿Crees que no lo recuerdo? –exclamó bruscamente Hastur, y Essada bajó la mirada.
Hastur meneó la cabeza, recorriendo con los dedos los anillos dejados en la mesa por generaciones de bebidas previas.
-Riggs y Chan. De haberlo sabido, habríamos optado por una pasada a gran altitud con misiles de penetración.
-No llegaron a saber qué les golpeó –dijo Trompo-. Eso al menos es algo.
-¿De qué estás hablando? –preguntó Essada-. No es nada. Tres pilotos muertos, y puede que Muller nunca vuelva a volar. ¿Y para qué?
-¿Entonces los datos de inteligencia eran erróneos? –preguntó Akrone, consciente de la penetrante mirada que se estaban intercambiando los dos Nashtahs.
Hastur meneó la cabeza, pero su mano buscó su bebida.
-Eso está por encima de mi graduación.
-¿Quieres culpar a alguien, Artur? –dijo Trompo a Essada con un gruñido-. Por una vez, comienza por los rebeldes. Dicen que luchan por la gente corriente, y ahora en esa ciudad hay miles de muertos por lo que hicieron.
-Eso es verdad; si los jefazos hubieran sabido que era un arsenal, habrían cancelado el ataque- dijo Olvar.
Los Nashtahs y los Banshees asintieron... excepto Essada.
-Ya no sé si seguir creyéndolo –dijo.
-Eso suena a cháchara rebelde –dijo Trompo-. ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me gustar oír eso?
-¿Y hasta cuando vas a volar a ciegas? –preguntó acaloradamente Essada, y luego apuntó a Hastur con un  dedo acusador-. ¿Y hasta cuando vas a fingir que esto no está ocurriendo?
Chellaine había tenido suficiente.
-Essada, si tienes algo que decir, dilo –dijo-. ¿Qué es lo que crees que está ocurriendo?
-Hemos estado volando a colmillo descubierto durante una semana, y en la mitad de los saltos nos han dado información sin verificar, anticuada, o ambas cosas –dijo Essada-. Y no sólo a nosotros; he escuchado que ha sido así para escuadrones desde aquí hasta el borde galáctico. Ha pasado algo, y el Imperio está respondiendo acribillando cualquier objetivo que puede encontrar.
El rostro de Trompo se puso de un púrpura ominoso. Comenzó a protestar, pero se detuvo cuando vio la mirada en el rostro de Magullador.
-A nosotros nos pasa igual –dijo Akrone-. Escuchad esto: hace cuatro días, toda un ala de Celanon fue desviada a labores de barrido, buscando un objetivo de gran importancia en el Alcance Gordiano. Y he escuchado que el Imperio está enviando una fuerza de trabajo al sistema Jovan.
-¿Jovan? –preguntó Hastur-. Allí no hay más que barcazas de cereal.
Akrone se encogió de hombros.
-Lo sé. La cuestión es que algo gordo ha caído, y los jefazos están asustados. Tengo entendido que el mismísimo Weller acaba de regresar de Ord Mantell.
-Mira, puede que esté ocurriendo algo gordo –dijo Chellaine-. ¿Pero qué importa? Nunca averiguaremos de qué se trata.
-Importa porque se trata de nuestras vidas –dijo Essada-. O al menos a mí me importa.
Chellaine escuchó que las puertas del Ángulo se abrían tras ella, como hacían decenas de veces cada hora. Pero entonces los ojos de los pilotos que miraban en esa dirección se abrieron como platos, y las sillas comenzaron a raspar el suelo. Se volvió y comenzó a ponerse en pie incluso antes de que su cerebro hubiera procesado el asombroso hecho de que el mismísimo comandante Weller se encontraba de pie en el Ángulo.
-Descansen –dijo Weller-. No había estado aquí desde que ascendí a comandante de vuelo. Lo he echado de menos.
Caminó hasta la barra, donde Florn permanecía esperando.
-Brandy corelliano –dijo Weller-. Del bueno.
Florn puso un vaso en la barra, y luego colocó otro a su lado. Los llenó con un licor fragante de color marrón dorado. Él y Weller alzaron sus vasos y los bebieron de un trago, devolviéndolos vacíos a la superficie de la barra en el mismo instante. Weller posó su mano en el hombro de carne y hueso de Florn, y el camarero hizo lo mismo.
Entonces Weller se volvió hacia los pilotos allí reunidos.
-Me disculpo por invadir territorio sagrado, pero estos no son tiempos normales –dijo-. Hay algo que todos vosotros necesitáis saber... porque dentro de muy poco toda la galaxia habrá escuchado las noticias.
Chellaine miró a sus compañeros Nashtahs. Hastur aguardaba con gesto serio, mientras Trompo se mordía el labio en ansioso silencio, junto a un Olvar con los ojos abiertos como platos. Essada se inclinaba expectante hacia delante, con los ojos fijos en Weller.
-La plataforma DS-1 –dijo Weller-. Ha sido destruida.
Chellaine y Akrone intercambiaron una mirada de confusión. ¿La DS-1? ¿La denominada Estrella de la Muerte? Chellaine había supuesto que eso era un nombre en clave para algún tipo de tecnología de control de fuego coordinado entre unidades de la flota, mientras que Essada lo había descartado como un elemento de presupuesto desconocido creado para propósitos de propaganda. Pero allí estaba su comandante de vuelo, diciéndoles que era real. O que había sido real.
-¿Destruida, señor? –preguntó alguien desde el fondo del bar-. ¿Cómo?
-Por la Rebelión –dijo Weller-. Junto con toda su dotación.
Hubo un instante de silencio atónito y entonces todo el mundo comenzó a hablar a la vez. Un grito de Weller aplacó el tumulto.
-Vuestras respectivas afiliaciones al Ejército o a la Armada quedan rescindidas con efecto inmediato –dijo.
Los Nashtahs y los Banshees se miraron mutuamente, boquiabiertos.
-Ya me habéis oído –dijo Weller-. Todos los elementos de la flota estelar imperial han sido puestos en alerta total. Volved a vuestros barracones para que se os reasigne en nuevos escuadrones. Damas y caballeros, los enemigos del Imperio están en marcha, y debemos enfrentarnos a ellos en el campo de batalla... sin importar que ese campo de batalla sea el cielo o el espacio.
Weller saludó con la cabeza a los pilotos, luego a Florn, y luego dio media vuelta y cruzó las puertas con grandes zancadas. Mientras los pilotos recogían apresuradamente sus cosas, Chellaine se encontró junto a la barra, mirando fijamente el muro de los holos.
-Habrá muchos rostros más ahí arriba antes de que esto termine –dijo a Florn.
-Sí, los habrá –respondió el camarero, comenzando a lavar los vasos-. Algunos de ellos serán de gente que conozcas.
Chellaine asintió.
-Sólo puedes hacer una cosa al respecto –dijo Florn.
-¿Qué?
-Los rebes tienen sus propios abrevaderos y sus propios muros –dijo-. Todos los pilotos los tienen. Asegúrate de que, por cada uno de los nuestros, tú pones dos de los suyos. Entonces puedes volver aquí con dignidad y la cabeza alta, y alzar un vaso a la salud de los que no podrán hacerlo.

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