martes, 8 de septiembre de 2009

Viaje incidental (y IV)


Parte Cuatro
Timothy Zahn

Los deslizadores aéreos de Zekka Thyne estaban almacenados en el extremo inferior de una sección abierta del tejado de la fortaleza, en el interior de una estructura con aspecto de búnker , con una única entrada desde la propia fortaleza y una única salida del estilo de las bahías de hangar. Dos guardias estaban de servicio, pero su atención estaba centrada al exterior hacia el distante fuego bláster proveniente de los bosques que rodeaban la fortaleza, y ninguno de ellos advirtió la sombría mole de Rathe Palror moviéndose en silencio tras ellos.
Un par de movimientos engañosamente delicados de la mano del tunroth, y ambos guardias perdieron temporalmente la capacidad de notar cualquier cosa.
-Me tienes que enseñar ese truco -comentó Trell, agachándose para mirar por la ventanilla de un deslizador aéreo de aspecto prometedor.
El vehículo parecía bastante ordinario, pero en la débil luz podía ver el panel de control de las armas añadidas, encajado disimuladamente bajo el panel principal en el lado del pasajero. Perfecto.
-Nos llevaremos este. ¿Aún tienes ese estilete molecular?
-Aquí -rumió el tunroth, terminando su tarea de despojar a los guardias de sus armas para buscar el fino cilindro en su cinturón-. ¿No sería mejor que nos llevásemos uno de los vehículos blindados? -añadió, señalando con los cuernos de su barbilla hacia uno de los tres Freerunners KAAC aparcados cerca de la amplia apertura de salida mientras tendía el arma en dirección a Trell.
-Son un poco llamativos para conducirlos por la ciudad -le dijo Trell mientras tomaba el estilete. Extendiendo la hoja casi invisible, comenzó a cortar con cuidado alrededor del mecanismo de cierre del deslizador aéreo-. Este tiene algo de poder de disparo oculto; eso quiere decir que probablemente también tenga algo de blindaje oculto.
Para cuando Palror se unió a él, ya había abierto la puerta y estaba sentado en el asiento del conductor.
-Sí, esto servirá -dijo, extrayendo el panel de armamento para mirarlo más de cerca-. ¿Vosotros, los cazadores, sois buenos con material no tradicional, como cañones láser ligeros y lanzagranadas de conmoción?
-Un shturlan puede trabajar con todo tipo de armas -dijo Palror, dejando caer los rifles bláster que acababa de agenciarse al asiento trasero y mirando por encima del hombro de Trell.
-Bien; estás contratado -dijo Trell, comenzando a abrocharse as correas de seguridad-. Yo conduciré.
Trell no estaba seguro de qué estaba pasando exactamente en los bosques que rodeaban la fortaleza de Thyne. Pero fuera lo que fuese, definitivamente parecía estar empeorando. El bosque bullía con los amortiguados chasquidos de múltiples disparos de bláster, y asomaban discretos destellos por los huecos del dosel de hojas en al menos dos lados de la fortaleza.
-Estoy seguro de que ahí fuera están demasiado ocupados como para preocuparse por nosotros -murmuró mientras conducía el aerodeslizador por la apertura hacia la plataforma de aterrizaje justo en el exterior del búnker-. Corran y Hal van a tener bastantes problemas para atravesar todo eso.
-Pero menos de los que podrían haber sido -dijo Palror-. ¿No recuerdas? Thyne ha dispersado a la mayor parte de sus hombres haciendo recados.
Trell hizo una mueca.
-Sí, lo recuerdo. Un grupo para capturar nuestro cargamento, el otro para atrapar a Maranne y Riij.
-Pero siguiendo los consejos de Jodo Kast -le recordó Palror-. Si Kast está aquí realmente para enfrentarse a Thyne, entonces no permitirá que se haga ningún daño a nuestros compañeros.
-No me lo trago -gruñó Trell-. Incluso si Corran y Hal estuvieran aquí ahora mismo, eso no significa que el resto de nosotros le importemos una boñiga de slork. Y eso asumiendo que tengan razón, de lo que no tenemos ninguna prueba. Personalmente, creo que tenemos las mismas probabilidades de que Thyne y Kast hayan planeado juntos todo el asunto para descubrir a un par de agentes secretos de SegCor y atraerlos a una trampa. En ese caso, probablemente ya estén muertos.
-Si fuera así, nosotros también lo estaríamos -señaló Palror-. ¿Quiénes somos nosotros para que Kast nos permita escapar?
-Sí, bueno, aún no hemos escapado exactamente -le recordó secamente Trell, ojeando el espacio abierto en el borde de la plataforma de aterrizaje con el estómago revuelto por la aprensión. Pero dejar las cosas para más tarde no les ayudaría en nada excepto en incrementar las probabilidades de que alguien del interior de la fortaleza descubriera que ya no estaban y diera la voz de alarma.
Y además, gracias a Kast, Maranne y Riij estaban avanzando hacia una trampa en la cantina Refugio del Mynock.
Posiblemente ya habían caído en ella. No estaba demasiado preocupado por Riij; el tipo era un agente rebelde y no era su responsabilidad.
Pero Maranne era su socia, y jamás se lo perdonaría si la abandonase a manos de los matones de Thyne.
-Estamos perdiendo el tiempo -murmuró Palror a su lado-. No dejaré a Riij en peligro.
-Lo mismo digo -dijo Trell, activando los repulsoelevadores y enviando potencia al motor. No abandonaría a Maranne, y Palror no abandonaría a Riij; y mientras el tejado de la fortaleza se alejaba bajo ellos se dio cuenta con la habitual claridad de la retrospectiva que Kast probablemente había establecido los distintos grupos teniendo en mente precisamente esas distintas lealtades.
Aunque seguía sin saber con qué fin. Y no estaba seguro de querer saberlo.
Aún estaba rumiando la cuestión treinta segundos después cuando los dos bombarderos TIE aparecieron limpiamente en formación a su lado.

***

Habían estado sentados en el Refugio del Mynock durante cerca de media hora y, en opinión de Riij Winward, había sido otro fracaso.
-No van a venir –dijo en voz baja a la mujer del otro lado de la pequeña mesa-. Con quienes quiera que debiéramos encontrarnos aquí, no van a venir
-Creo que tienes razón –respondió Maranne Darmic con un gruñido, rascándose con fruición la nuca-. Apunta otro gran cero al gran y maravilloso Jodo Kast.
-El gran incompetente, quieres decir –dijo Riij, mirando con disgusto las flor jebwa roja y amarilla en el centro de su mesa. La tarjeta de datos de Kast especificaba que la flor era su señal de identificación, pero hasta ahora ninguno de los otros parroquianos de la cantina le había prestado atención más de una vez.
Teniendo en cuenta la clientela, la mayoría de sus primeras miradas ya habían sido lo bastante humillantes.
-Sí –convino Maranne-. Te hace pensar seriamente en sus probabilidades de sacar a Trell y Palror y los demás del escondite de Zekka Thyne.
-A me hace pensar seriamente en si realmente quiere sacarlos de allí –replicó sombríamente Riij.
Maranne le miró fijamente.
-¿Crees que todo el asunto ha sido un montaje?
-Cada vez da más esa impresión –dijo Riij, echando un vistazo a la cantina con el ceño fruncido-. Fíjate en la cadena de acontecimientos. Primero envía a Trell al puesto equivocado de la Calle de la Nave del Tesoro, lo que aparentemente pone a Thyne y su gente al corriente de que buscamos a Borbor Crisk. Luego vuelve a mandar a Trell, Palror y Hal y deja que los atrapen. Finalmente, va él personalmente con Corran y nos envía a nosotros a este recado estúpido. Nadie que se dedique al negocio de Kast puede ser tan incompetente y haber sobrevivido tanto tiempo.
-¿Crees que otra persona se está haciendo pasar por Kast? –sugirió Maranne-. Quiero decir, todo lo que hemos visto es su armadura.
-Posiblemente –dijo Riij-. Pero ahora recuerda cuándo comenzó realmente todo este lío: a bordo de un destructor estelar imperial.
-Viéndonos obligados a aceptar el recado de un capitán imperial. –Maranne maldijo en voz baja-. Tienes razón. ¿Hasta dónde puede llegar la estupidez de un grupo de gente, de todas formas?
-Estamos a punto de ganar varios premios, es cierto –convino Riij-. La única pregunta es cuál es exactamente el juego que están jugando los imperiales.
-Yo voto por tratar de causar un problema entre Thyne y Crisk –dijo Maranne-. Quizá buscando una excusa para golpear con fuerza a ambos bandos.
-Usando la especia y las gemas como cebo –dijo Riij-. De todas formas, sea lo que sea lo que pretenda Kast, hay una cosa que no sabe.
Maranne sonrió socarronamente.
-Que el cargamento ya no está a bordo del Hopskip.
-Exactamente –Riij dejó caer un par de monedas sobre la mesa y se levantó-. Vamos, salgamos de aquí. La gente de Crisk no va a dejarse ver.
-Entonces, ¿Cuál es nuestro siguiente paso? –preguntó Maranne, levantándose a su lado.
-El plan B de Kast, supongo –dijo Riij, volviéndose hacia la puerta y abriéndose paso con los hombros a través de un grupo de ociosos-. Llevamos nuestras cajas de muestra a la fortaleza de Thyne y vemos si podemos conseguir hacer un trato para comprar la libertad de Trell y Palror.
Maranne le alcanzó y se puso a su lado.
-¿Vas a seguir el plan de Kast? –preguntó con incredulidad-. ¿Qué estás, loco?
-No, sólo desesperado –concedió sombríamente Riij-. Aparte de nosotros dos irrumpiendo en el lugar, no veo ninguna otra opción.
-¿Qué hay de tus...? –Maranne echó un rápido vistazo a su alrededor y bajó la voz-. ¿Qué hay de tus amigos?
Riij hizo una mueca. Sus amigos: La Alianza Rebelde. Una petición bastante razonable, suponía, especialmente cuando, para empezar, la única razón por la que él y Palror se encontraban a bordo del Hopskip era para vigilar el cargamento de blásteres que Trell y Maranne habían aceptado pasar de contrabando a los rebeldes de Derra IV. Por desgracia...
-No pueden ayudarnos –le dijo con pesar-. Incluso si los líderes aceptasen, costaría demasiado tiempo reunir una fuerza suficiente para superar a Thyne, a Seguridad de Corellia y a la guarnición imperial local.
-¿Estás seguro de que no es únicamente que no quieren que el príncipe Xizor y el Sol Negro estén molestos con ellos? –preguntó Maranne con rencor.
-Tienes que saber elegir tus batallas con cuidado, Maranne –dijo Riij con un suspiro-. Personalmente, yo creo que ya hemos mordido más de lo que podemos tragar.
-Supongo que tienes razón –murmuró Maranne-. Vale. Démosle una oportunidad al plan B.
Ya habían llegado a la puerta, abriéndose paso por mitad de un grupo de duros que entraba en ese momento y saliendo al bochornoso aire nocturno. El baqueteado deslizador terrestre del Hopskip estaba aparcado en la pequeña explanada de la izquierda...
-¿Perdón? –llamó una voz dubitativa.
Riij se dio la vuelta, dejando caer su mano de forma automática a la empuñadura de su bláster. Un hombre de complexión fuerte salió de la cantina sólo unos pasos por detrás de ellos, sujetando su flor jebwa con una mano carnosa.
-¿Sí?
-Os olvidáis la flor –dijo el hombre, lanzándola por el aire hacia ellos. Automáticamente, Riij trató de atraparla... Y de repente había un pequeño bláster en el pesado puño del hombre-. Calma y tranquilidad –dijo el hombre-. ¿Selty?
-Estoy en ello –dijo una voz desde algún punto detrás de Riij. Se oyeron unas rápidas pisadas acercándose, y Riij sintió que su bláster salía de su funda. Un momento después, y Maranne también estaba desarmada-. Los tengo.
-Ahora sólo seguid caminando –dijo el primer pistolero, señalando en la dirección en la que Riij y Maranne estaban caminando-. Echemos un vistazo a vuestro deslizador.
El aparcamiento estaba oscuro y desierto. Pero no iba a estar desierto por mucho tiempo. Mientras Riij abría la marcha hacia el deslizador pudo ver las oscuras siluetas que se acercaban desde todas direcciones.
Quien quiera que fuese que quisiera atraparles, no parecía interesado en dejar nada a la casualidad.
-¿Queréis decirnos cuál es el vuestro? –preguntó el hombre robusto.
-¿Queréis decirnos de qué lado estáis? –replicó Riij.
Los ojos del otro destellaron.
-No te la juegues, escoria –advirtió secamente-. Ya tenéis bastantes problemas con nosotros ahora mismo.
-Debe ser con Zekka Thyne –dijo Maranne con pesar.
-Debe ser –convino Riij, con el corazón latiendo un poco más fuerte. De modo que ahora definitivamente tendría que ser el plan B-. Es ese marrón sucio de allí.
Dos de los matones que se acercaban se giraron hacia el deslizador, y el resto formaron un círculo de vigilancia disperso pero competente alrededor de los prisioneros y sus dos escoltas.
Un círculo de dos lados, observó Riij con interés, con tantos miembros mirando hacia fuera como hacia dentro. ¿Esperaban problemas, quizás?
Los matones ya habían abierto el compartimento de carga y alzaron las dos cajas trucadas con gruñidos de satisfacción.
-Las tengo, Grobber –dijo uno de ellos-. Un par de cajas trucadas, tal y como dijo el hombre.
-Todo preparado para enriqueceros, ¿eh? –dijo el hombre robusto, lanzando una mirada sombría a Riij-. Apuesto a que Kast no estaba lanzando aros de humo, después de todo.
Riij miró a Maranne, que le devolvió la mirada.
Estaban en lo cierto; definitivamente Kast estaba jugando a algún loco juego a dos –o tres- bandas con ellos.
-¿Kast os ha hablado de esto? –preguntó.
-Desde luego que sí –le aseguró Grobber-. De modo que ¿a qué corresponde este primer pago?
Riij negó con la cabeza.
-Lo siento, pero no puedo ayudarte. Fuimos contratados para entregar las cajas, eso es todo.
-Claro –rugió Grobber-. Sólo entregar las cajas. Y si resulta que Crisk las llena mientras os habéis dado la espalda... bueno, eh, eso no es de vuestra incumbencia, ¿no? Promk, ¿qué frink estás haciendo?
-¿A ti qué te parece? –replicó uno de los hombres del deslizador. Había dejado una de las cajas sobre la capota y estaba haciendo saltar el sello con una navaja-. Un par de tipos listos, un par de cajas vacías; supongo que podría ser divertido enviárselas a Crisk con sus cabezas dentro.
De pronto Riij notó que el cuello de su camisa le apretaba la garganta.
-No creo que eso fuera una buena idea –dijo, tratando de mostrar firmeza en la voz-. No sabéis dónde están el resto de las cajas.
-No, ¿eh? –Grobber hizo una mueca de desprecio, sacando un comunicador y activándolo con el pulgar-. ¿Skinkner? Eh, Skinkner, da señales de vida.
-Muy gracioso, Grobber, muy gracioso –respondió una voz distorsionada- ¿Qué quieres?
-¿Estáis ya en el Depósito de Almacenes Dewback?
-Sí, desde luego. Si estás pensando en delatarnos ante Thyne por hacer el vago, no tienes suerte.
-Ni se me había pasado por la cabeza –dijo Grobber, lanzando otra mirada llena de desprecio hacia Riij-. ¿Aún crees que no sabemos dónde están el resto de las cajas, bocazas?
Riij sintió un nudo en el estómago. Ahí se acababa el Plan B. Ahí, también, se acababa cualquier ventaja que pudieran haber tenido ante Thyne y su gente. Cualquier oportunidad de rescatar a Palror y Trell recaía directamente en sus manos y las de Maranne.
Asumiendo que fueran capaces de encontrar un modo de salir de esta situación, su propio lío privado. Con cuidado, tratando de moverse disimuladamente, Riij miró al anillo de matones de su alrededor, tratando de formular alguna especie de plan razonable..
-¡La madre de los Sith...!
Riij giró la cabeza. De pie junto al deslizador, Promk finalmente había conseguido abrir la caja trucada.
...E incluso bajo la débil luz Riij pudo ver la expresión de asombro en su rostro.
-Grobber... tienes que... ¡por todos los frinking...!
-¿Es que estás borracho, o qué? –preguntó Grobber, caminando a paso firme hacia él. Dio dos pasos, y de pronto su cara también cambió-. ¿Qué dem…? –balbuceó, cubriendo prácticamente de un salto la distancia que le separaba de Promk.
Riij olisqueó con cuidado la brisa nocturna, captando el débil olor de la especia.
-¿Decíais algo de cajas vacías? –preguntó.
Grobber le ignoró.
-Abre la otra –ordenó, sacando su propia navaja y probando delicadamente la especia-. Selty, ven aquí. Los demás, estad atentos por si hay problemas.
Selty se unió a su jefe mientras Promk colocaba la segunda caja y se ponía manos a la obra, y por un momento los dos matones conversaron en voz baja junto a la caja de especia. El debate se interrumpió por el crujido del duraplástico al romperse, y los dos se unieron a Promk junto a la segunda caja.
Alguien silbó de admiración.
-Grobber... ¿eso son...?
-Gemas de fuego Durind –dijo Grobber, alzando sus ojos como turboláseres gemelos hacia el rostro de Riij-. Vamos a ver, amigo, y que sea claro y rápido. ¿A qué clase de frink juego estáis jugando?
-Ya te lo dije antes: no estamos jugando a ningún juego –le dijo Riij-. Nos han enviado a entregar la mercancía, y ya está. Si está teniendo lugar un juego, lo está manejando algún otro.
-Kast –gruñó uno de los otros matones.
-O Kast y Crisk –respondió Grobber con otro gruñido, tomando de nuevo su comunicador-. ¿Skinkner? Despierta, Skinkner.
-¿Qué quieres? –preguntó la voz del otro-. Frink, Grobber...
-Calla y escucha –ladró Grobber-. ¿Has mirado ya en alguna de esas cajas?
-Por supuesto que no. Thyne dijo que sólo las vigilásemos hasta que los pistoleros de Crisk aparecieran para llenarlas con...
-Idiota... Ya están llenas –exclamó Grobber-. Lo que significa que el contrato ya se ha firmado.
La voz del comunicador soltó una maldición.
-Kast.
-Eso diría yo –dijo Grobber-. Comienza a reunir a tus hombres... Voy a avisar a Control. –Volvió a teclear en el comunicador-. ¿Control? Al habla Grobber. ¿Control?
-¡Grobber! –dijo una nueva voz medio gritando, medio jadeando-. Hemos estado tratando de contactar contigo desde hace media hora... ¿Dónde frink estás?
-En el Refugio del Mynock –dijo Grobber-. Escucha...
-No, escucha –le cortó el otro-. Nos están atacando, skrag... será mejor que vuelvas ahora mismo.
-Espera un momento, espera un momento –dijo Grobber-. ¿Qué ataque? ¿Quién está atacando?
-¿Tú quién crees? Los frinking imperiales, ¿quién si no?
Grobber miró con sorpresa a Selty.
-¿Los imperiales?
-Comenzó como algún tipo de operación anti-rebeldes –dijo Control-. Al menos, eso es lo que nos dijeron. Luego alguien les disparó, y de pronto estaban allí, abriéndose paso a sangre y fuego a través del muro este.
Skrag! ¿Dónde está Thyne?
-No lo sé... no podemos encontrarle.
-Debe de haber escapado –murmuró Selty.
-O se habrá escondido en algún búnker privado –dijo Grobber-. De acuerdo, Control, vamos para allá. ¿Skinkner?
-Nosotros también estamos en marcha –confirmó la voz de Skinkner-. ¿Quieres que hagamos algo con estas otras cajas trucadas?
-Al diablo las cajas –exclamó Control-. Os necesitamos aquí.
-No, cárgalas y tráelas –dijo Grobber.
-Grobber...
-Valen una fortuna –gruñó Grobber-. Thyne nos cortará la cabeza si las dejamos atrás. Vamos, ¿qué problema pueden suponer unos pocos imperiales?
A través del comunicador, se escuchó débilmente el sonido de una explosión lejana.
-¿Eso responde a tu pregunta? –rugió Control-. Volved aquí, frink.
Y con un repentino siseo, se perdió la comunicación.
-Están interceptando la señal –gruñó Grobber, devolviendo el cilindro a su cinturón-. Selty, llévate a Promk y Bullkey y llevad a esos dos y su deslizador de vuelta a la fortaleza. Todos los demás volved a vuestros deslizadores. ¡Vamos!
Los demás se dispersaron.
-No se os ocurra intentar nada –advirtió Grobber suavemente, mirando a Riij y Maranne con sus cejas arqueadas-. Aún no hemos acabado con vosotros dos.
Tras decir eso salió corriendo tras el resto de su banda, desapareciendo en cuanto volvieron a entrar en las sombras.
-Venid aquí -exclamó Selty, empujando a Riij y Maranne. En algún lugar en la distancia, se escuchó silbar a algún ave o insecto, sonando extrañamente fuera de lugar en el entorno urbano-. ¿Bullkey?
-Estoy en ello -dijo una voz profunda desde detrás de Riij, respaldando su confianza con un golpe de bláster en la nuca-. Vamos, moveos.
Riij comenzó a avanzar; al hacer lo mismo, Maranne se giró ligeramente hacia él y le golpeó con el codo.
-Preparado -murmuró, con el volumen justo para que sólo él le escuchase.
En el deslizador, Promk, bajo la dirección de Selty, había recogido la caja que contenía las gemas de fuego Durind y la estaba llevando de vuelta al compartimento de carga.
La extraña ave volvió a silbar; y de pronto, inexplicablemente, uno de los bordes inferiores de la caja se abrió completamente, desparramando las gemas por el suelo.
-¡Promk! -chilló Selty, aterrado-. Idiota estúpido.
Saltó hacia delante, agarrando la caja mientras Promk trataba de ponerla boca abajo. Por un instante ambos forcejearon con ella, olvidando temporalmente a los prisioneros... Y desde detrás de Riij llegó un breve jadeo y un golpe amortiguado.
A su lado, sintió que Maranne se preparaba para atacar.
-Aún no -murmuró, dándole un toque de atención mientras alargaba sus pasos. Preocupados por las gemas volcadas, Selty y Promk aún no se habían dado cuenta de lo que estaba pasando allí. Otros cuatro pasos... tres... Si tan solo siguieran luchando con la caja por un par de segundos más... uno...
-Ahora -murmuró; y, saltando hacia delante, colocó la palma de su mano izquierda en la capota del deslizador y saltó por encima del vehículo para caer con ambos pies con fuerza contra el pecho de Promk.
El matón no tuvo tiempo de jadear antes de caer al suelo, y la caja trucada salió disparada de sus manos dando vueltas hacia la oscuridad. Selty, asombrado, tuvo tiempo de proferir una maldición y agarrar su bláster enfundado antes de caer con Maranne encima de él. Un rodillazo salvaje, y quedó inconsciente.
-¿Estáis heridos? -preguntó tras ellos Palror con su voz cavernosa.
-No, estamos bien -le aseguró Riij, recuperando el equilibrio y girándose. Tras el tunroth, el tercer matón yacía con el cuerpo retorcido de forma antinatural-. Buen trabajo con Bullkey -añadió.
-Por no mencionar la caja -añadió Maranne, recuperando sus blásteres confiscados del cinturón de Selty y lanzándole a Riij el suyo-. ¿Cómo conseguiste hacer eso?
-Eso ha sido cosa mía -dijo Trell, asomando desde detrás de uno de los otros deslizadores aparcados y dirigiéndose hacia ellos-. Tan sólo un estilete molecular exquisitamente bien manejado.
-Un código de silbidos y un estilete molecular -dijo Riij, agitando la cabeza asombrado-. Vosotros dos estáis llenos de recursos, ¿verdad?
-El estilete fue un regalo -dijo Trell, agachándose junto a la caja trucada-. Maldición... la hoja se ha roto.
-La hoja no importa -dijo Maranne, agachándose a su lado-. Recoge las gemas.
-Olvida las gemas -le dijo Riij, mirando en la dirección por la que habían desaparecido Grobber y los demás. El rescate había sido considerablemente silencioso, pero si a Grobber se le ocurría volar sobre ese punto en su camino de vuelta a la fortaleza de Thyne, los cuatro acabarían fertilizando un parterre de césped-. Salgamos de aquí.
-Pero...
-No, tiene razón -dijo Trell apretando visiblemente los dientes-. Si lo que sea que esté pasando en la guarida de Thyne acaba lo bastante rápido, puede que aún nos encontremos a los colegas de Grobber acampando en la puerta de la bahía de carga del Hopskip. Recoge sólo la caja y lo que sea que quede aún dentro.
Maranne siseó algo que sonó bastante grosero, pero pese a todo se levantó, con la caja ahora medio vacía en sus manos.
-Bien -dijo amargamente-. ¿Y la especia qué?
-Déjala aquí -le dijo Trell-. Corran dijo que no querríamos que nos atraparan transportando especia, y estoy bastante dispuesto a estar de acuerdo con él.
-Podemos llamar a SegCor de camino y decirles dónde pueden encontrarla -añadió Riij-. Ahora vayámonos.
Se apiñaron todos en el deslizador.
-Hablando de Corran y SegCor -comentó Trell mientras giraba el vehículo y daba potencia a los motores-. Resulta que son una única cosa.
-¿Corran es de Seguridad de Corellia? -preguntó Maranne, mirándole con el ceño fruncido-. Estás de broma.
-En todo caso, eso parecía cuando él y Hal hablaron -dijo Trell-. La última vez que les vimos, salían a atrapar a Thyne.
Riij hizo una mueca.
-¿En mitad de la fortaleza de Thyne? No tienen la menor oportunidad.
-Esa fue también nuestra estimación -convino Palror-. Pero teniendo en cuenta el número de los soldados de Thyne aquí y los que se están enfrentando a los imperiales fuera de su bastión, parece probable que las zonas centrales del interior puedan estar casi desiertas.
-“Casi” podría no ser suficiente -dijo Maranne-. ¿Y qué pasa con Kast? Él sigue allí, ¿no?
-He desistido a tratar de adivinar qué tipo de juego está jugando Kast -dijo Trell, trazando un giro cerrado con el deslizador para rodear un camión deslizador herglic aparcado-. Todo lo que sé es que es él quien le dio a Corran el estilete molecular que nos sacó de allí.
-Y no creemos que se trate simplemente de una trampa -añadió Palror-. Los bombarderos TIE nos estaban molestando cuando salimos de la fortaleza; en cuanto nos identificaron, nos permitieron pasar.
-Eso ha tenido que ser obra de Corran y Hal -dijo Trell-. Se supone que SegCor trabaja bastante de cerca con los imperiales estos días.
-Sí -murmuró Riij, volviendo a pensar en la breve discusión que tuvo con Corran acerca de la rebelión. Y ahora descubría que Corran era en realidad de SegCor. ¿Podría haber adivinado las verdaderas lealtades de Riij por esa conversación?
-Nos permitieron pasar a ambos -le recordó suavemente Palror.
-Lo entiendo -le dijo Riij-. También entiendo que tal y como se está desarrollando todo lo demás, eso no significa gran cosa. Si llegamos al Hopskip sin encontrarnos con una emboscada (de ninguno de los lados de este loco juego de fuerza) entonces quizá crea que habremos terminado con ello.
-¿Terminado con qué? -preguntó Maranne.
Riij extendió los brazos.
-Con lo que rayos estemos haciendo aquí.

***

Ciertamente no había ninguna emboscada tendida en exterior del Hopskip. Ni tampoco ninguno de sus antiguos compañeros -Corran, Hal o Kast- les esperaba allí.
Lo que había era una única tarjeta de datos.
-Parece el mismo material que Kast usó para pegar el estilete molecular en las barras de la celda de Corran -comentó Trell, probando a tocar los fragmentos de residuo de adhesivo que quedaban en la tarjeta de datos-. ¿Deberíamos leerla aquí, o dentro?
-Dentro -dijo firmemente Riij, tomándole la tarjeta de datos de las manos y mirando a su alrededor-. Y no hasta que no estemos fuera de aquí. Tú y Maranne empezad el programa de despegue. Palror y yo echaremos un vistazo para asegurarnos de que nadie nos ha dejado ninguna sorpresa.
Trell había arrancado los chisporroteantes motores, y Maranne tenía la computadora de navegación trazando su curso, cuando Riij y Palror volvieron de su gira por la nave.
-Parece despejado -dijo Riij a los demás mientras ambos tomaban asiento-. O, al menos, no hay nada obvio. ¿Habéis hablado ya con la torre?
-Somos los terceros en la lista para salir -le dijo Maranne-. ¿Quieres contarnos ahora un cuento antes de irnos a dormir?
-Claro -dijo Riij.
Se escuchó un débil sonido de rascado proveniente de detrás de Trell -Riij retirando los últimos restos de adhesivo de la tarjeta de datos, probablemente- y luego el breve chasquido al deslizarla dentro de si tableta de datos.
-Es de Kast -dijo Riij-. “A la tripulación y los pasajeros del Hopskip: Bien hecho”.
-¿Bien hecho? -gruñó Maranne-. ¿Qué rayos...?
-Shh -la cortó Trell-. Continúa.
-“Habéis completado adecuadamente la misión que se os había asignado” -continuó Riij-. “Podéis regresar ahora al Amonestador y recuperar vuestra carga. Esta tarjeta de datos servirá ante el capitán Niriz como prueba de que habéis cumplido vuestra parte del trato y hará que os devuelva la carga.” Luego está firmado con su nombre y lo que parece alguna especie de marca de identidad.
-De modo que no va a volver, ¿eh? -dijo Trell, con una extraña sensación en la boca del estómago-. No estoy seguro de que eso me guste.
-Debe haber arreglado que le entreguen el pago en algún otro lugar -dijo Maranne-. No parecía que él y Niriz se llevasen muy bien.
-Quizá su pago está en el resto de las cajas trucadas -dijo Palror.
-No contaría con ello -dijo Riij-. Hay una postdata: “No volváis al Depósito de Almacenes Dewback a por el resto de cajas trucadas. Están vacías.
-¿Qué? -rugió Trell, girándose a medias para mirar a Riij por encima de su hombro-. Vamos, hombre, eso es una locura. ¿Me estás diciendo que resulta que las dos cajas que llevasteis al Refugio del Mynock eran las únicas que tenían algo dentro? ¿Cuáles son las probabilidades de que ocurriera eso?
-No tan malas, realmente -dijo Maranne con pesar-. No cuando consideras que eran las únicas dos que sabíamos que podríamos abrir y volver a sellar. Nos estaban manejando durante todo el rato, ¿verdad?
-Durante todo el rato -convino Riij-. “Y no os preocupéis tampoco por las gemas de fuego Durind o la especia. Ambas son falsas.”
Trell miró al otro lado de la cabina, para encontrarse con que Maranne le miraba a él.
Parecía no haber nada que decir.
Se escuchó otro débil chasquido detrás de él cuando Riij extrajo la tarjeta de la tableta de datos.
-Bueno, hemos entrado y salido con vida -les recordó, pasándole a Trell la tarjeta de datos por encima de su hombro-. Mis instructores solían decir que ninguna misión de la que salieras por tu propio pie era un completo fracaso. Quizá nos encontremos algún día con Corran y Hal y averigüemos de qué iba todo esto.
Trell daba vueltas a la tarjeta de datos en su mano.
-Lo dudo -dijo-. Diría que todo apunta a que ninguno de los dos sabe tampoco que está pasando. Deslizó la tarjeta de datos en una ranura de almacenamiento de su panel-. Vamos, Maranne. Salgamos de aquí.

***

-Sé que este tipo de cosas le avergüenza -dijo el capitán Niriz mientras servía a su huésped un vaso de agua mineral R'alla de reserva-, de modo que sólo lo diré una vez. Cuando escuché los informes de acciones militares en Corellia, estaba preocupado pos su seguridad. Me alegro de descubrir que mis temores eran infundados.
-Gracias, capitán -dijo el gran almirante Thrawn, aceptando el vaso que le ofrecían y tomando un sorbo. Aún vestía la armadura de Jodo Kast, aunque sin el casco ni los guantes-. Se equivoca, sin embargo, acerca de que la expresión de preocupación o apoyo sea una vergüenza. Al contrario, la lealtad es una de las dos cualidades que valoro más en mis subordinados y colegas.
-¿Y la otra? -preguntó Niriz, sirviéndose un vaso de agua R'alla a sí mismo.
-La competencia -dijo Thrawn-. ¿El cargamento del Hopskip ha sido subido a bordo de nuevo ya?
-Lo están haciendo ahora, señor -dijo Niriz. Con la mayoría de la gente, divagó, la adición de la armadura mandaloriana crearía instantáneamente un poderoso aura de fortaleza y misterio. Con Thrawn, en cambio, casi parecía disminuir la sensación de autoridad que ya estaba presente en él-. El puente tiene órdenes de avisarme en cuando se marchen. -Enarcó una ceja-. Lo que me recuerda una cosa: prometió que me explicaría de qué iba todo esto cuando volviera.
-Y eso pretendo hacer -le aseguró Thrawn-. Estoy esperando a que otra persona se una a nosotros aquí antes.
Detrás de Niriz, la puerta se abrió deslizándose. Niriz se volvió, abrió la boca para reprender a quien fuera que fuese ese oficial o tripulante que se atrevía a entrar en la oficina privada del capitán sin permiso... Y un instante después se había puesto en pie de golpe, con las duras palabras desvaneciéndose en su garganta como si hubieran sido asfixiadas hasta morir. La figura acorazada que cruzaba con despreocupada arrogancia la puerta...
-Ah; Lord Vader -dijo Thrawn, poniéndose en pie con mucha más tranquilidad-. Bienvenido a bordo del Amonestador. Estamos honrados por su presencia.
-Y nosotros con la suya, almirante Thrawn -dijo Lord Darth Vader, con un claro tono de desafío en su profunda voz-. Llega casi seis horas tarde.
-Lo sé, milord, y me disculpo por tenerle esperando -dijo Thrawn, inclinando la cabeza con deferencia-. Como verá, me vi obligado a modificar de forma significativa el plan que le expliqué originalmente.
-¿Pero el objetivo se ha logrado? -preguntó Vader.
-Ciertamente -dijo Thrawn-. Zekka Thyne y la rama corelliana del Sol Negro del príncipe Xizor ha sido efectivamente eliminada.
Niriz miró a Thrawn con sorpresa.
-¿Zekka Thyne? Pero yo pensaba...
-¿Pensaba que el Emperador tenía un acuerdo con Xizor? -preguntó Vader, volviendo su macabra máscara hacia él.
Niriz tragó saliva. La reputación de Vader respecto a los oficiales de la flota que le disgustaban... pero por otra parte, Thrawn solicitaba absoluta honestidad a sus subordinados.
-Sí, milord -dijo-. Eso pensaba.
La tensa figura de Vader pareció relajarse ligeramente.
-De momento, quizá, es cierto. Pero tales acuerdos están hechos para ser alterados. -Se volvió hacia Thrawn-. De modo que tengo entendido que hubo una acción imperial contra la fortaleza de Thyne.
-Sólo una pequeña escaramuza -le aseguró Thrawn-. Y la batalla fue instigada desde el lado de Thyne como demostraran las grabaciones de ambos bandos. La grabación también mostrarán que los imperiales estaban en la zona solamente debido a una información que recibió su comandante sugiriendo que una fuerza rebelde se estaba agrupando en esa parte del bosque.
-Información que usted suministró, por supuesto -dijo Vader, a modo de pregunta.
-Por supuesto -asintió Thrawn-. Y dado que no puede haber enlace posible entre el código de verificación que usé y cualquiera de sus fuerzas o contactos, el príncipe Xizor será incapaz de crear ninguna conexión entre usted y el informador misterioso.
-Pero se vieron implicadas tropas imperiales -insistió Vader-. Su primer pensamiento seré ciertamente yo.
Thrawn negó con la cabeza.
-De hecho, milord, la involucración marginal del imperio tiende a exculparle a usted ante sus ojos. Él esperaría un ataque imperial a gran escala que pudiera ser fácilmente rastreado hasta usted... o bien evitar escrupulosamente las fuerzas imperiales por completo, quizá dejando la acción a discretos cazarrecompensas o mercenarios. La ambigüedad de los hechos reales le dejará confuso e inseguro. Lo cual, según creo, era uno de sus objetivos clave.
-Lo era -dijo Vader, sonando un poco inseguro-. Pero como usted dice, Xizor conoce mis conexiones con los cazarrecompensas. Incluso aunque Jodo Kast no se encuentra entre ellos, al asesinar a Thyne disfrazado de Kast llevará de nuevo su atención hacia mí.
Thrawn sonrió.
-Sí, pero yo no he asesinado a Thyne. Fui capaz de dejar su destino en manos de un par de agentes de SegCor de incógnito.
Vader inclinó ligeramente la cabeza a un lado.
-No recuerdo que Seguridad de Corellia fuera nunca mencionada en nuestras conversaciones, almirante.
-Los dos agentes se unieron por su cuenta a mi grupo -dijo Thrawn-. Y resultaba obvio desde el primer momento que se encontraban en Ciudad Coronet con el propósito específico de atrapar a Thyne. Suponía una oportunidad tan perfecta que decidí modificar el plan original para que ellos fueran quienes se encargaran de él.
-¿Entonces Thyne no está muerto?
Thrawn se encogió de hombros.
-Al menos, ha perdido todo su poder -dijo-. En realidad, tenerle bajo custodia de SegCor podría servir a sus propósitos mejor que una muerte rápida. Dejaría al príncipe Xizor preguntándose si los corellianos le están extrayendo secretos peligrosos. Una importante distracción: y la distracción, según creo, era otro de sus objetivos clave.
Sonó una señal del comunicador. Acercándose a la consola, Niriz lo activó.
-Niriz -dijo.
-Control de la bahía del hangar, señor -dijo una voz-. Informando según sus órdenes de que el Hopskip acaba de partir.
-Gracias -dijo Niriz-. Indique al puente que observe cuál es su vector cuando salten a velocidad luz.
-Sí, señor.
Niriz apagó el comunicador.
-Entiendo que los contrabandistas y sus amigos rebeldes realizaron su parte adecuadamente -dijo Vader.
-Bastante adecuadamente -le aseguró Thrawn-. Me proporcionaron la excusa necesaria para movilizar a los hombres de Thyne y despejar el camino a los agentes de SegCor.
Los ojos ocultos tras la máscara negra parecían taladrar el rostro de Thrawn.
-¿Y la otra parte de su plan?
Thrawn miró a Niriz arqueando una ceja de reflejos azulados.
-¿Capitán?
-Sí, señor -dijo Niriz-. Se ha instalado un dispositivo de rastreo en cada uno de los blásteres que llevaban ocultos de contrabando.
-¿Y las cajas se han vuelto a cerrar tal y como estaban?
-Al milímetro -confirmó Niriz-. No tendrán forma de saber que las cajas han sido siquiera abiertas, no digamos modificadas.
El Señor Oscuro asintió.
-Excelente -dijo.
El comunicador sonó de nuevo.
-Capitán, al habla el puente. El Hopskip acaba de saltar a velocidad luz. Se ha confirmado que su vector es hacia el sistema Shibric.
-Gracias. -Niriz miró a Thrawn y alzó las cejas.
El gran almirante asintió.
-Que preparen un curso de vuelta a las Regiones Desconocidas -instruyó-. Nuestra labor aquí ha terminado.
-Sí, señor. -Niriz dio la orden y apagó el comunicador.
-A no ser -añadió Thrawn, mirando a Vader-, que quiera que trate con el príncipe Xizor directamente por usted.
-Ciertamente es una idea tentadora -dijo Vader, su voz oscurecida por la amenaza velada-. ¿Un alienígena contra otro? Pero no. Xizor es mío.
-Como desee -dijo Thrawn-. Por otra parte, dudo que Shibric sea el destino final de esos blásteres rebeldes. Por su vector, y por otros fragmentos y piezas de información que he recopilado durante el viaje, mi suposición es que su punto final de recogida será en algún lugar del sistema Derra.
-Los dispositivos de rastreo nos lo mostrarán con certeza -dijo Vader-. Pero se rumorea que en sistema Derra hay una fuerte presencia rebelde. Me aseguraré de tener algunas fuerzas esperándoles allí.
-Muy bien -dijo Thrawn-. Una última sugerencia, y luego sospecho que ambos deberemos tomar caminos separados. Tengo entendido que el general al mando de las fuerzas de tierra del Ejecutor presentó su repentina dimisión hace un mes. He podido observar la batalla en el exterior de la fortaleza de Thyne durante un rato mientras esperaba para asegurarme de que los contrabandistas escapaban; y en mi opinión el oficial imperial al mando está siendo desperdiciado destinado en una guarnición.
-Su opinión tiene un peso considerable -dijo Vader-. Estoy seguro de que es consciente de ello. ¿El nombre del oficial?
-Coronel Veers -dijo Thrawn-. Por el nivel de sus habilidades tácticas, también diría que se le debe un ascenso desde hace bastante tiempo. Quizá sus conexiones políticas en la estructura de mandos dejen algo que desear.
-Las conexiones políticas no me conciernen -bramó Vader, dirigiéndose hacia la puerta-. Veré qué puedo hacer con ese coronel Veers. Gracias, almirante.
-Ha sido un placer, Lord Vader -dijo Thrawn con una respetuosa inclinación de cabeza-. Un favor por otro. Quizá tengamos la oportunidad de trabajar juntos de nuevo.
Una vez más, los ojos ocultos parecieron sondear el rostro del gran almirante.
-Quizá -dijo-. Adiós, almirante.
Y con un remolino de su larga capa negra, se fue.
-Un ejercicio interesante -comentó Thrawn, dirigiéndose hacia la botella de R'alla y volviendo a llenar su vaso y el de Niriz-. Aunque no sé. Presiento que esa rebelión es quizá más poderosa y mejor organizada de lo que Lord Vader cree. Espero que nuestras acciones de aquí le permitan proporcionarles un duro golpe. -Sus brillantes ojos rojos se iluminaron mientras tomaba un sorbo de su vaso-. Pero es no es de nuestra incumbencia, al menos por ahora. Nuestra preocupación son las Regiones Desconocidas; y ya es hora de que volvamos.
-Sí, señor. -Niriz dudó-. Si me permite la osadía, señor... su último comentario implicaba que usted ha recibido algo a cambio de ayudar a Vader contra Thyne y el Sol Negro. ¿Puedo preguntar cuál era ese favor?
-Un regalo muy personal, capitán -dijo Thrawn-. Y por eso es que sentí la necesidad de orquestar personalmente la destrucción de Thyne. Lord Vader me ha puesto al mando de un grupo de comandos alienígenas que han probado ser altamente valiosos para él a lo largo de los años. Aunque no me son de gran utilidad en las Regiones Desconocidas, no tengo la menor duda de que con el tiempo volveré adecuadamente al Imperio. Y en ese momento... bueno, veremos qué es lo que pueden hacer.
-Nunca he escuchado que Vader emplease alienígenas -dijo Niriz con incredulidad-. ¿Está seguro de que le está diciendo... bueno...?
-¿La verdad? -Thrawn sonrió-. Desde luego que sí. Recuerde bien su nombre, capitán: los noghri. Le garantizo que oirá hablar más de ellos. -Vació su vaso y lo dejó sobre la mesa-. Pero ahora vayamos al puente. Las Regiones Desconocidas nos llaman; y tenemos aún mucho trabajo que hacer.

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