viernes, 11 de septiembre de 2009

El honor de los Jedi (32)

32
Luke activa su micrófono de garganta.
-Voy a cruzar directamente por el centro de la formación; quizá pueda derribar a esa lanzadera antes de que aterrice.
-Eso es arriesgado, joven amigo -dice Gideon-. No puedo cubrirte las espaldas.
-Lo sé -dice Luke-. Pero si esto funciona, no necesitarás hacerlo.
El viejo minero lanza un suspiro.
-Tú eres el que tiene el ala-X. Lo que tú digas.
Luke desactiva su micrófono de garganta, y luego ordena a Erredós que ponga todos los escudos a máxima potencia. No quiere insultar a Gideon diciéndolo en voz alta, pero duda de que las baqueteadas baterías de la nave minera puedan siquiera fijar su objetivo en un caza TIE.
Manteniendo vigilados a los TIEs, Luke dirige el ala-X directamente al centro del diamante imperial y acelera. Los TIEs aumentan de tamaño, desde pequeñas luces brillantes hasta distinguirse la forma de bola con dos alas y estelas ardientes. Reaccionan a la maniobra un instante después, cerrando la formación como si fuera un lazo. Luke mantiene su rumbo estable, a pesar de darse cuenta de que no había conseguido sorprenderles. ¡Ya era tarde para pensárselo dos veces!
Un destello de energía surge de cada TIE. Todos se disipan a poca distancia del ala-X. Luke considera brevemente la idea de intentar apuntar a uno de los imperiales, pero rápidamente rechaza el plan. Para disparar, tendría que variar su rumbo. Ahora, su única esperanza era conseguir rebasar a los TIEs antes de que le golpeasen con demasiados disparos.
Los TIEs dispararon de nuevo. Esta vez, Luke puede ver claramente los disparos destellar desde sus cañones láser dobles. Su ala-X se estremece con el impacto de los disparos fallados por poco, y se balancea con la onda de choque. Luke reajusta su rumbo y continúa.
-¡Retrocede! -exclama Gideon-. ¡Te superan en número!
Para cuando Gideon completa su aviso, los TIEs están tan cerca que Luke puede mirar realmente en el interior de las cabinas enemigas y ver a los pilotos imperiales ajustando sus ordenadores de puntería. Están entre él y la lanzadera; debe abrirse paso a través de la formación de TIEs.
Activa su propio ordenador de puntería. Antes de tener ocasión de usarlo, el ala-X se estremece como si hubiera colisionado contra un muro. Luke no ve nada salvo luz blanca. Erredós silba una retahíla de advertencias, pero Luke no puede ver la videopantalla para interpretarlas.
-¿Estamos en problemas? -pregunta Luke, tratando de eliminar el pánico de su voz.
Erredós trina con urgencia.
-Estoy cegado -exclama Luke-. Cállate, ¿quieres?
Luke sabe que su condición sólo durará unos minutos. La carlinga está hecha con transpariacero fototrópico; se oscurece automáticamente para proteger los ojos del piloto cuando detecta un estallido de luz. Luke tiene que haber estado mirando directamente al destello, y este tiene que haber estado muy cerca, para que el estallido le afectase siquiera. Aunque los instructores de vuelo instruían a los nuevos pilotos acerca de los riesgos de la ceguera por destellos, esta es la primera vez que Luke -o nadie a quien conociera- lo ha sufrido. El pensamiento le supone poco alivio, porque no le cabe la menor duda de que los pilotos imperiales siguen disparándole. Sólo puede ser cuestión de segundos antes de que reciba otro impacto.
-No voy a morir -murmura Luke, obligándose a permanecer tranquilo y actuar racionalmente.
-¿Sigues vivo? -exclama Gideon-. Cuando atravesaste esas bolas de fuego...
Luke ha activado su micrófono de garganta sin darse cuenta... o Erredós lo ha hecho por él.
-No importa -exclama. No está interesado en responder instantáneamente-. ¿Dónde están los TIEs?
-A tu cola, ¿dónde si no? -pregunta Gideon-. ¿Cuál es tu problema...? -Se detiene a mitad de la frase-. Oh. No te preocupes por nada. Ya voy, sólo...
El ala-X se agita y se tambalea como si hubiera golpeado un asteroide. El altavoz de la cabina queda en silencio.
-¿Sólo qué? -grita Luke.
No hay respuesta, y el corazón de Luke se hunde. Puede que esté a punto de morir.
-¿Erredós? ¿Tan mal está la cosa?
El droide silba con excitación. Luke no necesita una interfaz de traducción para saber que la situación es mala. Desea desesperadamente hacer algo, ¿pero qué? Erredós probablemente ha tomado los controles del caza... si es que queda algún control. Puede que el droide no sea un buen piloto de combate, pero al menos puede ver.
Mientras Luke espera indefenso a que vuelva su vista, Erredós trina y zumba para sí mismo, probablemente intentando reparar funciones dañadas mientras pilota simultáneamente la nave. Este pensamiento no inspira en Luke una gran esperanza. Cada dos o tres segundos, el cuerpo de Luke se sacude en sus arneses cuando el caza cambia de dirección.
No hacer nada siempre había sido lo más duro para Luke. Pero ahora sólo puede quedarse sentado y esperar a recobrar la vista, a que Erredós repare la radio, a que Gideon le rescate, o a que los TIEs acaben con él.
El tiempo avanza lentamente, y aún más despacio porque Luke no tiene ninguna forma objetiva de medirlo. ¿Cuánto tiempo lleva ciego? ¿Cinco segundos? ¿Tal vez diez? Pasarán al menos sesenta antes de que su visión vuelva, y quizá más hasta que Erredós repare la radio. Hará falta mucho menos tiempo para que los TIEs alcancen su objetivo una vez más. En sesenta segundos, estará muerto.
El ala-X se estremece de repente, luego se balancea y se inclina hacia la izquierda. Otro fallo por poco.
Luke siente picor y cosquilleo en el cuero cabelludo, como si alguien le estuviera haciendo un masaje desde el interior. Siente todo su cuerpo lleno de energía y electricidad. Ha llegado el momento de hacer algo.
¿Pero qué? Puede mantener el rumbo fijo y acelerar en línea recta, confiando en la habilidad de la nave para dejar atrás a los TIEs. O puede tomar los controles y permitir que sus instintos le guíen, girando de vuelta hacia Gideon (o eso espera).

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