Libre elección
Kathy Tyers
Eppie Antruse nunca antes había visto a sus padres
así de obstinados. Su padre caminaba de un lado a otro frente al enorme
ventanal del apartamento. Tras él, los anillos de las coloridas luces
callejeras de Salis D’aar brillaban a través de la lluvia primaveral agitada
por el viento.
-Ep, es 30 años mayor que tú. Puede que eso no
importe ahora, pero cuando tengas 90 él tendrá...
-He hecho los cálculos para todo el siglo que
viene. –Eppie quería dar un pisotón de rabia en las baldosas del suelo, pero
tenía 31 años estándar, demasiado mayor para eso-. Aún podríamos celebrar
nuestro centésimo aniversario. Sin problemas.
-Esto es poco más que un mundo fronterizo...
-Nuestros droides médicos son tan buenos como
cualquiera del Núcleo. Puedes esperar llegar hasta los 200. Tú mismo lo
dijiste...
La madre de Eppie se asomó en el arco iluminado de
la puerta de la cocina, vestida con una larga bata de noche negra.
-Una diferencia de 30 años le coloca en una
generación diferente. Crecisteis en distintas circunstancias. Casi es de
nuestra edad.
-Es un senador respetado. –Eppie cruzó los brazos
con aire desafiante-. Queríais que encontrase alguien respetable. Probablemente
os sorprenda que él me quiera.
Sus padres se miraron entre sí. A juzgar por las arrugas
de expresión alrededor de los ojos de su padre, estaba comenzando a ceder. Pero
la mandíbula de su madre permanecía firme.
Querían que fuera feliz.
-Tiene tanta chispa, madre. –Se relajó y dejó que
su voz les mostrara lo orgullosa que estaba de Orn.
-Los cargos de senador son hereditarios –dijo severamente
su madre-. No es algo tan respetable.
-Tú misma dijiste que es un senador que no ha
vacilado cada cinco años.
-Cierto. –Deteniéndose cerca del arco de la puerta,
su padre dio un ligero codazo a su madre-. Es un senador que eligió pronto su
camino y se mantuvo firme en él.
-Pasando por ocho cambios de gobierno –replicó la
madre de Eppie-. ¿Qué clase de seguridad laboral hay en un cargo de senador?
-Le amo, madre –dijo Eppie con dulzura-. Aunque
haya dificultades en nuestro camino...
-Las habrá. –Su madre cruzó los brazos y la miró
con seriedad. Iluminada desde todos los ángulos por los paneles del arco y
enmarcada por la bata negra, su rostro parecía brillar-. Cuando más mayor me
hago, más respeto a la gente de más de 60 que sigue sonriendo. La vida es dura,
Eppie. Querrás a alguien que te haga lo bastante feliz para soportarla.
-Ya le he encontrado –dijo Eppie, extendiendo las
manos. Pensar en Orn le hacía sentir como si pudiera agarrar el universo con
ellas.
Tras varios instantes, su padre deslizó el brazo
sobre los hombros de su madre.
-Nuestra pequeña niña ha crecido.
La madre de Eppie se apoyó en él y suspiró.
-Espero que dure. Pero eso depende de Orn y de ti.
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