lunes, 5 de octubre de 2015

Libre elección

Libre elección
Kathy Tyers

Eppie Antruse nunca antes había visto a sus padres así de obstinados. Su padre caminaba de un lado a otro frente al enorme ventanal del apartamento. Tras él, los anillos de las coloridas luces callejeras de Salis D’aar brillaban a través de la lluvia primaveral agitada por el viento.
-Ep, es 30 años mayor que tú. Puede que eso no importe ahora, pero cuando tengas 90 él tendrá...
-He hecho los cálculos para todo el siglo que viene. –Eppie quería dar un pisotón de rabia en las baldosas del suelo, pero tenía 31 años estándar, demasiado mayor para eso-. Aún podríamos celebrar nuestro centésimo aniversario. Sin problemas.
-Esto es poco más que un mundo fronterizo...
-Nuestros droides médicos son tan buenos como cualquiera del Núcleo. Puedes esperar llegar hasta los 200. Tú mismo lo dijiste...
La madre de Eppie se asomó en el arco iluminado de la puerta de la cocina, vestida con una larga bata de noche negra.
-Una diferencia de 30 años le coloca en una generación diferente. Crecisteis en distintas circunstancias. Casi es de nuestra edad.
-Es un senador respetado. –Eppie cruzó los brazos con aire desafiante-. Queríais que encontrase alguien respetable. Probablemente os sorprenda que él me quiera.
Sus padres se miraron entre sí. A juzgar por las arrugas de expresión alrededor de los ojos de su padre, estaba comenzando a ceder. Pero la mandíbula de su madre permanecía firme.
Querían que fuera feliz.
-Tiene tanta chispa, madre. –Se relajó y dejó que su voz les mostrara lo orgullosa que estaba de Orn.
-Los cargos de senador son hereditarios –dijo severamente su madre-. No es algo tan respetable.
-Tú misma dijiste que es un senador que no ha vacilado cada cinco años.
-Cierto. –Deteniéndose cerca del arco de la puerta, su padre dio un ligero codazo a su madre-. Es un senador que eligió pronto su camino y se mantuvo firme en él.
-Pasando por ocho cambios de gobierno –replicó la madre de Eppie-. ¿Qué clase de seguridad laboral hay en un cargo de senador?
-Le amo, madre –dijo Eppie con dulzura-. Aunque haya dificultades en nuestro camino...
-Las habrá. –Su madre cruzó los brazos y la miró con seriedad. Iluminada desde todos los ángulos por los paneles del arco y enmarcada por la bata negra, su rostro parecía brillar-. Cuando más mayor me hago, más respeto a la gente de más de 60 que sigue sonriendo. La vida es dura, Eppie. Querrás a alguien que te haga lo bastante feliz para soportarla.
-Ya le he encontrado –dijo Eppie, extendiendo las manos. Pensar en Orn le hacía sentir como si pudiera agarrar el universo con ellas.
Tras varios instantes, su padre deslizó el brazo sobre los hombros de su madre.
-Nuestra pequeña niña ha crecido.
La madre de Eppie se apoyó en él y suspiró.
-Espero que dure. Pero eso depende de Orn y de ti.

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