Un Relato del Lado Oscuro
de George Strayton
El obelisco negro parecía absorber incluso la escasa iluminación derramada por las lunas gemelas de Krayiss Dos. Una figura encapuchada dio pasos lentos y perfectamente medidos hacia la gigantesca estructura, manteniendo las manos escondidas en los pliegues de su túnica excesivamente grande.
-Taka zeech ma toka duuwaj -murmuró por cuarta vez, precisamente seis latidos de corazón después de su tercera entonación. Los ritos Sith debían seguirse con cuidadosa exactitud, porque abandonar un solo elemento del procedimiento prescrito podría significar la perdición para los no iniciados. Y Vara Nreem no quería tentar al lado oscuro, otorgándole una abertura que explotar.
Dio dos pasos más hacia el obelisco, atreviéndose por un momento a echar un vistazo a la perfecta simetría de su suave superficie y a las precisas líneas que marcaban sus bordes. Qué belleza tan siniestra.
-Taka zeech ma toka duuwaj -cantó por quinta vez... ¿o era la cuarta vez? Su corazón se aceleró de repente, aumentando su distracción. Cálmate.
Midió a ojo la distancia hasta el obelisco. Alrededor de una docena de metros: esta debía ser la quinta vez.
Una vez deducido el número de recitaciones, permaneció quieta y en silencio por un momento, esperando para ver si su desliz había sido suficiente para provocar la ira del lado oscuro.
Cuando no pasó nada, dio los dos últimos pasos hacia la estructura Sith y realizó el canto por última vez. El obelisco continuó guardando silencio ante ella, como si hiciera caso omiso de su insignificante presencia.
Entrando en la última sección del rito, se puso de rodillas y se echó hacia atrás la capucha de su túnica, lo que permitió que su cabello castaño claro se derramase sobre sus hombros y su espalda. Apretó los puños y se los puso en la frente, presionando juntas las bases de las palmas.
Permaneció en esa posición por lo que le pareció algo más de una hora cuando algo sucedió... algo que sintió tanto por dentro como por fuera.
Permaneció en esa posición por lo que le pareció algo más de una hora cuando algo sucedió... algo que sintió tanto por dentro como por fuera.
Un murmullo salió de las profundidades de la tierra dura, creciendo desde un mero susurro hasta una cacofonía ensordecedora en el espacio de una docena de latidos. La tierra debajo de ella se estremeció, y luego se sacudió. A pesar de que los músculos le dolían por haber estado sentada durante tanto tiempo, se las arregló para mantener la posición incluso cuando el suelo trató de derribarla.
Miró hacia el obelisco, y aunque su visión saltaba con cada temblor, le pareció ver la piedra maciza moviéndose, deslizándose hacia arriba, su base haciéndose cada vez más grande. El suelo gimió y luego se agrietó en una serie de afiladas fracturas. Violentos terremotos estallaron al mismo tiempo, y la sacudida más fuerte lanzó a Vara varios metros a su derecha. Ella cayó de costado, y creyó sentir cómo crujía un hueso de su hombro, pero ignoró el dolor y se obligó a levantar la cabeza para poder ver el espectáculo que se desarrollaba ante sus ojos.
El propio obelisco se había convertido en nada más que una aguja sobre una monstruosa estructura de paredes angulosas y torres piramidales. Vara la reconoció de los antiguos escritos Sith como un templo-biblioteca, un lugar donde los brujos de pura sangre Sith iban a meditar y a registrar los conocimientos que habían obtenido en sus experimentos. Un escalofrío se apoderó de su cuerpo por un momento al darse cuenta que se encontraba al pie de un lugar con semejante poder, un edificio que había sido testigo de la evolución de las técnicas Sith para acceder a las grandes energías del lado oscuro lo largo de decenas de miles de años. ¿Cuánto tiempo había estado enterrado, sus salas sin vida?
La tierra se aquietó, y el silencio del ciclo nocturno de Krayiss Dos cayó sobre la tierra una vez más. Vara se puso en pie tambaleándose, con su brazo derecho colgando inerte desde el hombro, y se puso delante de la estructura Sith, contemplando su belleza y sintiendo el negro poder que emanaba de cada uno de sus centímetros. De repente se preguntó si estaba sufriendo alguna alucinación, pero rechazó de inmediato esa idea fugaz. Nunca podría haber imaginado lo que ahora se extendía ante ella, y por lo tanto su mente no podía haberlo convocado desde las profundidades de su conciencia para engañarla.
No, el templo era real. Podía sentir su imponente presencia mirándola de reojo, midiéndola. El frío del poder del lado oscuro la acariciaba, y ella sabía que los espíritus atrapados en el interior del templo estaban decidiendo su valía.
Se dio cuenta entonces de que tenía que demostrar su valía ante ellos, demostrar que tenía derecho a acceder a los poderes Sith que aguardaban.
Dio un paso adelante, y la suave caricia de los espíritus estalló en un frenesí de motas de energía, como si estuvieran sorprendidos por el inesperado movimiento. Apenas antes de que tuviera tiempo de notar el cambio repentino, la energía volvió a reunirse, rodeándola una vez más.
Ella dio un paso más, y obtuvo la misma respuesta. A no más de seis metros de distancia se alzaba la enorme doble puerta que formaba un alto trapezoide en la base de la estructura. Alrededor del perímetro de la puerta y a lo largo del nervio del centro había símbolos Sith. A pesar de que no podía descifrarlos, sabía que tales grabados advertían a los intrusos de una muerte segura al tiempo que actuaban como receptáculos de poder del lado oscuro. Aquellos que se atrevieran a penetrar en el templo serían atacados por esa energía almacenada... y había muy pocas evidencias que sugiriesen que alguien había sobrevivido jamás a semejante diluvio de poder del lado oscuro. Vara esperaba que los espíritus la juzgasen digna y no dirigieran su odio contra ella.
Se atrevió a acercarse. Esta vez el enjambre de energía entró en erupción y volvió a calmarse con tanta rapidez que Vara no estaba segura de si había ocurrido en realidad. Creo que voy a tomar esto como una buena señal.
Se acercó, y al atravesar la barrera invisible de la energía radiada por el templo-biblioteca, sintió su corazón latiendo con fuerza, su ritmo abruptamente alterado por el plano de ionización. Vara había leído acerca de estos escudos defensivos, pero ninguno que permitiese que un intruso pudiera pasar. Parecía que los espíritus habían aceptado su derecho a entrar...
Oyó una débil llamada, como si alguien hubiera susurrado su nombre en una ráfaga de aire frío.
-Vara Nreem...
Su cuerpo se puso tenso, y miró a su alrededor para ver quién había hablado. Al no ver a nadie, devolvió su atención hacia la puerta doble, y allí de encontraba una figura translúcida, sombría, con la cabeza adornada con una corona de espinas y su cuerpo envuelto por un voluminoso manto. Pudo distinguir sus rasgos sólo porque eran diferentes tonos de negro, y los ojos y la boca eran lo más oscuro de todo.
Consiguió reprimir el impulso de retroceder involuntariamente a la vista del espectro, porque sabía que una muestra de temor sólo disminuiría sus posibilidades de sobrevivir a un encuentro con un espíritu Sith.
Aparentemente satisfecha de su efecto en ella, la sombra habló.
-Vara Nreem, nos has despertado de nuestro sueño de diez mil años. -La voz rozaba el registro más bajo que Vara creía que sus sentidos podrían percibir-. ¿Crees que podrás derrotarnos de verdad esta vez?
Vara tragó la saliva que se le había acumulado en la boca y la garganta.
-Yo... he venido en busca de conocimiento, no para luchar. -Su propia voz sonaba estridente y aguda al escucharla después del profundo timbre del espectro.
-Eres un Jedi -afirmó, como si esa simple frase contuviera muchos más volúmenes de lo que su significado superficial pudiera sugerir.
Vara reflexionó un instante. Tenía que manejar correctamente la conversación si deseaba cumplir con sus metas.
-Si con eso quieres decir que soy un creyente en la Fuerza , y que he aprendido a manipularla a mi voluntad, entonces sí, eso es lo que soy. -Se enderezó mientras hablaba, con la intención de presentarse como un objeto fijo e impermeable-. Pero no creo en esta distinción entre la oscuridad y la luz. Para mí no son sino una y la misma. Y he venido a completar mi aprendizaje mediante el dominio de las técnicas de los métodos Sith para el uso de la Fuerza ; no el lado oscuro de la Fuerza... sólo la Fuerza.
El espíritu levantó ligeramente la cabeza, como si convocara recuerdos latentes muy lejanos o recibiera información de alguna fuente invisible. La respiración de Vara había comenzado a acelerarse, y ella hizo todo lo posible para ocultar su nerviosismo, porque permitir que el fantasma viera tal debilidad sería el último error que cometería jamás.
El espíritu volvió la mirada hacia ella.
-Estamos... perplejos ante esta perspectiva. ¿Cómo llegaste a esta conclusión?
-Por muchos años de razonamiento y meditación -dijo ella, más confiada ahora que ya había logrado confundir a los Sith con sus palabras-. El lado luminoso y el oscuro no son sino aspectos de la Fuerza. Los Jedi han tratado siempre de mostrar la barrera entre los dos... pero no existe. La línea es borrosa. Por tanto, en lo único que se puede confiar es en la fuente de estos dos aspectos, ya que esta fuente, la Fuerza , no depende de nada para existir, a diferencia de la luz, que no existiría sin la oscuridad. La Fuerza simplemente existe. Y, por lo tanto, preocuparse por sus subdivisiones no importa.
El Sith no respondió, dejando que el silencio hablara por él. Vara comenzó a preguntarse si había llevado su ardid demasiado lejos...
El espectro se echó a reír, un estallido ensordecedor como el fragor de la piedra chocando contra la piedra.
-Tu lógica es defectuosa, Jedi. ¿Creías que tu farsa te permitiría entrar en nuestra morada, para robar nuestros secretos? Hemos permitido que nos encontrases. Hemos permitido que nos llamases desde las profundidades de este mundo. Y seremos nosotros quienes determinemos las consecuencias de tu intento de engaño.
Vara no pudo evitar retroceder, buscando el sable de luz escondido en sus ropas.
-¿Crees que somos charlatanes? ¿Acaso sabes el poder que poseemos? Por tus acciones, yo diría que no. -El Sith parecía crecer, su forma sombría ocupando más y más espacio en el vacío circundante-. Otros Jedi han venido aquí antes que tú. No creas que eres el primero, o que serás el último. Tal vez te gustaría ver a algunos de los que han fracasado en este mismo intento.
Con un movimiento de su brazo, el Sith convocó a tres espectros adicionales. Pero estos no poseían la misma forma negra. Estos eran figuras grises, difuminadas, con los rostros retorcidos como si sufrieran un tremendo dolor. Pero incluso en su forma espectral, Vara pudo distinguir que eran Maestros Jedi. Y si los Sith podían hacer eso a un Maestro...
Introdujo su mano en la túnica y extrajo su sable de luz, encendiéndolo incluso antes de tener un control firme sobre la empuñadura. La hoja de color rojo vibrante cobró vida con un zumbido, y la sostuvo delante de ella, con la punta dirigida hacia la más baja de las dos lunas, que colgaban en el cielo justo por encima de la aguja del obelisco del templo.
La sombra Sith se centró en ella otra vez, y de repente se abalanzó hacia delante.
Vara blandió su sable de luz trazando un amplio arco, atravesando al fantasma desde su hombro izquierdo hasta su cadera derecha. Pero la hoja de color rojo pasó a través sin dejar siquiera una marca...
Y entonces el espíritu cayó sobre ella. La envolvió con su forma oscura, volviendo inútil su sentido de la vista y al mismo tiempo quemando su piel con un fuego frío. Ella gritó y lanzó violentos tajos con su sable de luz. Pero el ataque del espectro sólo se intensificó; su cuerpo se entumeció por el dolor conforme el fuego del lado oscuro penetraba el caparazón de su cuerpo y asaltaba su espíritu.
El final llegó con rapidez, y Vara se encontró siendo tan solo una sombra difuminada de su antiguo ser rodeada por el poder del lado oscuro. Y comprendió que permanecería eternamente en el tormento que la invadía como una sombra. No puedo creer lo que he hecho. Sólo me gustaría tener una manera de advertir a los que vengan después de mí de que no subestimen el poder del lado oscuro...
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