miércoles, 28 de agosto de 2013

Pequeños favores (y IV)


-Bueno, se acabó –jadeó Cavv, limpiándose la mezcla de sudor y sangre de la frente mientras examinaba el tejado.
-¡Especialmente para ti! –dijo una voz atronadora.
Sorprendido, Cavv se volvió lentamente... y se encontró mirando al cañón de un par de rifles bláster. Quedaban dos cazarrecompensas.
-Los números nunca fueron mi fuerte –murmuró el ladrón, levantando las manos en señal de rendición.
Entonces fue cuando vio a Arkell avanzando inadvertidamente por detrás de los cazarrecompensas. Sin previo aviso, el gran velabri hizo entrechocar sus cabezas con fuerza suficiente para romperles el cráneo.
Hasta ese momento, el ladrón nunca había visto una armadura de batalla romperse como una cáscara de huevo. No quería ni imaginar lo que pasaría en el interior...
Arkell avanzó unos pasos, presionando su mano contra una quemadura de bláster en su pierna. Se derrumbó en el suelo entre los cadáveres y miró amenazadoramente a Cavv.
-El doble que tú.
El ladrón meneó la cabeza, dando a Arkell unas ligeras palmaditas en el hombro.
-Ten cuidado, velabri. Sigue así y podrías comenzar a caerme bien.
Con un aspecto igual de agotado, Varatha se aproximó a ellos.
-¿Está bien Rivoche? –preguntó Cavv.
Varatha se quitó el casco, apartando el cabello empapado de sudor de los ojos.
-Yo estoy bien, gracias. –Señaló con el pulgar por encima de su hombro-. Y ella también.
El ladrón vio a Rivoche descansando contra un poste de transpariacero y asintió. Supervisó los daños. El tejado estaba cubierto de cadáveres y marcado con cráteres causados por las explosiones de alta potencia. Agujeros más pequeños, resultado del fuego de bláster, eran también bastante abundantes. Las alarmas aullaban de fondo.
-¿Alguna señal de Sollaine?
Varatha negó con la cabeza.
-Desapareció cuando los detonadores comenzaron a estallar.
Rivoche se acercó.
-Cuesta un poco respirar...
-Si el Galaxia Real no generase blindaje atmosférico aquí arriba, no podríamos respirar en absoluto. –Cavv echó un vistazo a su cronómetro-. Espero que Errecé no se haya encontrado con ningún problema. Se está retrasando un poco...
Como si esa fuera su señal, el triángulo invertido del morro del Gato G se alzó a la vista. El carguero ligero se puso flotando en posición cuando sonó el comunicador de Cavv.
-Buip-dip tuu-iip.
Todos se volvieron expectantes hacia el ladrón.
Cavv se encogió de hombros.
-Mejor tarde que nunca.

***

El Gato G se alejó a toda velocidad del planeta, perseguido por un escuadrón completo de cazas TIE.
Cavv se volvió a mirar a sus pasajeros.
-¡Que todo el mundo se abroche los cinturones! Esto va a ponerse feo. –Una ráfaga de fuego bláster sacudió la nave-. Que alguien se encargue de los cañones de ráfagas de plasma. –Observó la masa de naves que tenían delante. La congestión les proporcionaría cobertura, especialmente frente a los imperiales, pero era equivalente a navegar por un campo de asteroides-. Errecé y yo vamos a estar totalmente ocupados tratando de cruzar este laberinto de una pieza.
Varatha comenzó a desabrocharse, pero Arkell ya estaba de pie.
-Esto es cosa de hombres1. –El velabri sonrió sarcásticamente y subió rápidamente a la torreta antes de que ella pudiera responder.
Se colocó en posición y activó los sistemas de puntería para seguir al primer TIE.
-Comienza la batalla –dijo Arkell, y un segundo más tarde los láseres de ráfagas de plasma redujeron a pedacitos el caza imperial.
-Y que lo digas –comentó Cavv al ver a dos cruceros imperiales clase Carrack acercándose rápidamente a él por ambos lados.
En el fragor de los disparos por las rutas espaciales y entre la miríada de naves, nadie prestó atención a una lanzadera imperial solitaria que se escabulló de la zona de combate a un espacio menos concurrido. Se quedó allí, inmóvil, por unos instantes; una pequeña mancha blanca en el oscuro tapiz que la rodeaba.
Momentos después, ya no estaba sola.
La familiar forma triangular del Destructor Estelar Imperial Devastador apareció de pronto, con las inmensas puertas de su bahía de atraque abiertas, esperando a la nave más pequeña.
El Gato G completó un cerrado rizo de 360 grados hacia abajo y luego se estabilizó.
Cavv cambió la pantalla del monitor a una vista trasera y vio a los dos cruceros clase Carrack tratando de encajonarlo con una red unificada de rayos tractores... pero en lugar de eso se atraparon entre sí.
El ladrón imaginó las sirenas de advertencia sonando en vano y se encontró haciendo una mueca cuando las grandes naves espaciales chocaron una con otra.
-Auh... eso ha tenido que doler.
-¡Zabuiip dip biiip!
Cavv devolvió su atención al ventanal delantero, y vio un Destructor Estelar Imperial acercándose rápidamente.
-Ya lo veo, Errecé. Calcula nuestro salto tan rápido como puedas. ¡Avísame en el microsegundo que tengamos vía libre!
Errecé emitió un pitido afirmativo, dejando que Cavv se concentrara en evitar otro grupo de cazas TIE. Marcó a una de las naves imperiales con un bloqueo de objetivo y disparó un torpedo de protones.
-¡Te tengo! –Cavv soltó una exclamación de júbilo mientras el Gato atravesaba rugiendo los restos del TIE.
Sin embargo, su entusiasmo duró poco, ya que el Destructor Estelar que se acercaba comenzó a castigarlos con una cortina de fuego turboláser.

***

-¡Con cuidado, idiotas!
Sollaine observaba por los ventanales principales del puente del Devastador. No había tenido tiempo de tratarse sus heridas, pero el dolor ya no se notaba.
Sólo importaba una cosa...
-¡Quiero esa nave intacta!
El comandante Gistol asintió secamente.
-Preparen los rayos tractores...

***

-Pienso que vamos a conseguirlo –dijo Cavv, casi temeroso de creer sus propias palabras.
-Piensa de nuevo –respondió secamente Varatha, señalando al exterior de la cabina.
El gesto no era necesario. Cavv ya había visto el relámpago del Ejecutor saliendo del hiperespacio.
El colosal Super Destructor Estelar se materializó directamente en la trayectoria de vuelo del Gato G.
-¡Por los ojos de Tarrek! –dijo Arkell al regresar a la cabina, ligeramente boquiabierto-. ¿Qué es esa cosa?
Cavv dedicó a la nave gigante una rápida mirada, y luego tuvo que volver a mirarla con incredulidad.
-Problemas –murmuró, empujando la palanca de control con todas sus fuerzas.
El Gato G pareció gemir en respuesta, pero apuntó obedientemente con el morro hacia abajo.
En ese momento, los emisores de rayo tractor del Devastador se extendieron con pulsantes dedos de energía. Tratando desesperadamente de agarrar al Gato G...
Pero se cerraron en un espacio vacío.
Cavv soltó un largo suspiro de alivio cuando los motores del Helix lo impulsaron debajo de la nave insignia imperial y fuera de todo peligro. Mientras pasaban a toda velocidad bajo su superestructura, Errecé dejó escapar un estridente pitido.
-¡Dale ya! –gritó Varatha.
Cavv no necesitaba que le convencieran. Las estrellas a su alrededor se convirtieron en líneas borrosas y el Gato G saltó rugiendo al hiperespacio.
-Menos mal que el Señor Oscuro es puntual –dijo Rivoche con un suspiro de alivio.
Cavv se recostó en su asiento y dejó escapar una risita nerviosa.
-Gracias a la Fuerza por los pequeños favores...

***

Sollaine aulló como si le hubieran pegado un tiro.
-¡Maldito seas, Vader! Pagarás por esto, lo juro. –La saliva volaba de su boca al hablar-. ¡Esto no ha acabado!
Gistol rápidamente se distanció del comandante de la OIS y un silencio sepulcral cayó sobre el puente. La tripulación del Devastador quedó congelada como si hubiera sido sumergida en carbonita.
-Me temo que sí ha acabado... -La voz era inconfundible, al igual que el resonante chirrido de una respiración trabajosa matizada con un eco metálico.
Sollaine se volvió lentamente y se encontró mirando a una holoimagen a tamaño natural de Darth Vader.
La imagen brillante alzó un puño enguantado, con un único dedo extendido como un sable de luz.
-...para usted.

***

Cracken no pudo evitar sonreír.
-Bueno, no sé cómo lo has conseguido, pero has logrado hacerlo. Gracias.
-No hay de qué. Cavv sonreía de oreja a oreja al salir de la oficina del general.
Arkell estaba justo detrás de él.
-Considere el Voto de Sangre pagado por completo.
-Hacéis un buen equipo, chicos –dijo Cracken, dando palmaditas en el hombro de Arkell.
-Lástima que no podamos continuar nuestra relación...
-Oh, pero sí lo haréis.
Los ojos de Arkell se estrecharon hasta que sólo fueron estrechas líneas.
-¿Qué?
-Le prometí a Cavv un favor si tenía éxito. Ha pedido que vuelva a formarse su Grupo de Operaciones Especiales. He solicitado que tú y Varatha seáis inmediatamente transferidos a su unidad táctica.
-¿Qué?
-Supongo que Cavv quería que fuera una sorpresa.
-Discúlpeme, general.
Antes de que Cracken pudiera responder, Arkell estaba avanzando rápidamente por el vestíbulo.
El general se encogió de hombros y cerró la puerta.

1 En el original se hace un juego de palabras con la palabra man, que como sustantivo significa “hombre” y como verbo significa “manejar”, “manipular”, “encargarse de” (los cañones). Ante la imposibilidad de traducirlo con un juego de palabras similar, me limito a traducirlo como un comentario machista, uno más de los muchos que Arkell ha ido soltando a lo largo de la historia. (N. del T.)

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